El Nacimiento del Movimiento Obrero
En la década de 1820, el ludismo fue la primera expresión de rebeldía obrera contra la introducción de las máquinas, consideradas las culpables de la pérdida de puestos de trabajo y la disminución de los jornales. En 1821, los trabajadores de Alcoy quemaron un taller mecánico, y en 1835 se produjo el incendio de la fábrica de Bonaplata en Barcelona.
Pronto, la protesta obrera se decantó hacia la defensa del derecho de asociación y el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo, ya que se dieron cuenta de que las causantes de sus problemas no eran las máquinas, sino las condiciones de trabajo que les imponían los propietarios. De esta manera, surgió el asociacionismo obrero para la defensa de sus intereses.
A partir de aquí, el movimiento asociacionista obrero se fue extendiendo y creando las sociedades de socorros mutuos o sociedades mutualistas, a las que los obreros entregaban una cuota para asegurarse una ayuda en caso de enfermedad o paro. Las huelgas fueron un instrumento para presionar a los patronos. Las sociedades obreras crearon un fondo para ayudar a los obreros en huelga (Cajas de Resistencia).
La primera huelga general se produjo en 1855 (durante el Bienio Progresista) en Barcelona, como reacción a la introducción de unas máquinas hiladoras que ahorraban mano de obra e hicieron que muchos obreros perdieran su puesto de trabajo.
Las Revueltas Agrarias
El aumento de la población agraria asalariada provocó un grave problema social, sobre todo en Andalucía. En 1840, recorrió el campo andaluz una serie de manifestaciones y ocupaciones de tierras, donde el jornalismo era mayoritario y las malas cosechas provocaban situaciones de hambre crónica y hundían en la miseria a miles de labradores. Enfrentados a esta situación, se quemaron cosechas, entre otras cosas (similar al movimiento ludita).
Este problema se agravó en 1855 con la desamortización de los bienes comunales de los municipios rurales. Como consecuencia, se produjeron revueltas campesinas que fueron reprimidas por el ejército y la Guardia Civil. En 1861, se produjo el alzamiento de Rafael Pérez del Álamo en Loja (Granada), que llegó a movilizar a 10.000 hombres. La represión del movimiento provocó un gran número de muertes. Después, se extendió por Andalucía el bandolerismo como respuesta a las desigualdades sociales.
Socialismo Utópico y Republicanismo
El movimiento obrero y jornalero se vio apoyado por doctrinas como el socialismo. La primera fue el llamado socialismo utópico, que pretendía crear sociedades igualitarias, con propiedad colectiva y reparto equitativo de la riqueza, y acabar con las injusticias de la sociedad liberal.
La entrada de estas doctrinas se dio gracias a la difusión del pensamiento de socialistas utópicos franceses como Saint-Simon. La figura española clave es Joaquín Abreu, que defendió la creación de falansterios (cooperativas de producción y consumo que producían todo lo necesario para sus habitantes). Otros escritores que difundieron el socialismo y el cooperativismo fueron Fernando Garrido, Sixto Cámara y Francisco Pi y Margall.
El obrerismo estuvo muy vinculado al republicanismo federal.
La Llegada de la Internacional a España
La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), conocida como la Primera Internacional, fue una organización creada en 1864 a propuesta de Karl Marx (representante máximo del socialismo científico, en contraposición al socialismo utópico), para defender la emancipación de los trabajadores por ellos mismos, mediante la lucha obrera y conquistando, por medio de una revolución, el poder político y económico.
Las tesis marxistas defendían que la sociedad estaba polarizada en dos clases enemigas y antagónicas: la burguesía y el proletariado. Existían claras diferencias entre los marxistas y los anarquistas.
Los anarquistas se oponían a la acción política, a la participación del proletariado en las elecciones y a la formación de partidos políticos. Los objetivos de marxistas y anarquistas eran los mismos: una sociedad igualitaria sin clases ni Estado. Pero los métodos eran diferentes, lo que los enfrentaba.
Giuseppe Fanelli fue un enviado de la AIT que viajó a Madrid y Barcelona para crear núcleos de afiliados a la Internacional. Entre los dirigentes, se encontraba Anselmo Lorenzo. Fanelli era miembro de la organización anarquista Alianza Internacional de la Democracia Socialista, y fue quien difundió las ideas anarquistas por España.
El 1er Congreso de la Federación Regional Española de la AIT concluyó que la huelga era el arma fundamental del proletariado y que la revolución social debía alcanzarse por la vía de la acción directa.