La oposición republicana
Tras el fracaso de la Primera República, el republicanismo español dejó de ser un proyecto único, varias fueron las orientaciones republicanas: el republicanismo moderado de Castelar, el más radical de Ruiz Zorrilla y Salmerón y el Partido Federal de Pi y Margall, el más definido y el único que se mantendría unido hasta 1931. El papel social del republicanismo fue mayor que su representación parlamentaria, se convirtió en seña de identidad de amplias capas populares, en pugna con el ascenso del socialismo y el anarquismo.
El movimiento obrero
Mientras los republicanos ejercieron una oposición exclusivamente política al régimen de la Restauración, el movimiento obrero se opuso frontalmente a todo el sistema. Organizado durante el sexenio revolucionario entre las dos tendencias, anarquista y socialista, adquirió madurez y desarrollo regional durante la etapa de la Restauración, a pesar de un decreto de 1874 que disolvía estas asociaciones, por lo que tuvieron que pasar a la clandestinidad.
En 1879 Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), como partido de clase que defendía los derechos del proletariado. Tras el fin de la clandestinidad, los socialistas pudieron difundir su programa. Legalizado en 1881, por el gobierno liberal de Sagasta. A partir de 1883, el PSOE combinó el ideario revolucionario marxista, con medidas más realistas, como la participación en la vida política. En 1886 apareció el semanario El Socialista, pronto convertido en diario.
La crisis económica de 1887 provocó el cierre de fábricas y el aumento del paro lo que obligó a los socialistas a organizar una asociación de carácter económico: la Unión General de Trabajadores (UGT), fundada en Barcelona, en 1888.
Los socialistas obtuvieron escasos resultados electorales hasta que iniciaron un acercamiento a los republicanos. En 1910, se formó la coalición republicanosocialista, que produjo un gran crecimiento en sus filas y permitió conseguir el primer diputado socialista: Pablo Iglesias.
El anarquismo fue la ideología obrera más influyente en la Restauración. En esta etapa se centró en la captación de seguidores y en la acción terrorista, por lo que los anarquistas fueron clandestinos y perseguidos. La mayor difusión tuvo lugar durante la regencia de María Cristina, especialmente entre el campesinado andaluz y los obreros de la industria catalana.
Su oposición a toda forma de poder, la acción violenta y el ataque a las instituciones del estado hicieron del anarquismo una amenaza al poder establecido. Los anarquistas andaluces, tras la ruptura con la mayoría anarquista, formaron sociedades secretas, como la llamada la Mano Negra que, acusada de unos asesinatos, llevó a la detención de cientos de personas en Cádiz, Jerez y Sevilla. Estas minorías extremistas provocaron la persecución de todo el movimiento andaluz, que se debilitó. A principios del siglo XX, se dejaba la acción revolucionaria para aceptar una acción colectiva de todo el proletariado por la vía sindical.
La aparición y desarrollo de los nacionalismos periféricos
Uno de los fenómenos más relevantes de la Restauración fue la aparición de los nacionalismos en Cataluña, País Vasco y Galicia.
Cataluña. Hacia 1830 había surgido un movimiento cultural y literario llamado la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana. Este movimiento evolucionó hacia las corrientes progresista y republicana, culminando en la creación del Centro Catalán (1882): organización que pretendía sensibilizar a la opinión pública para conseguir la autonomía.
En 1891, otro grupo de intelectuales fundó la Unió Catalanista de tendencia conservadora. Su programa quedó fijado en las Bases de Manresa. Este grupo propugnaba la abstención política frente a los que defendían la intervención, la crisis del 98 les haría participar en la política nacional. En 1901 se crea la Liga Regionalista, primer gran partido del nacionalismo catalán.
País Vasco. La supresión de los fueros vascos tras la tercera guerra carlista y el proceso de industrialización que favoreció una intensa inmigración, generó un movimiento amplio de transformación de la sociedad tradicional vasca.
En este contexto, es en el que se desarrolla la figura de Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco en 1895 (PNV), cuya ideología se fundamentaba en los principios de la raza vasca, de los fueros y de la religión católica. El nacionalismo vasco atacaba tanto a la burguesía vasca, que no había defendido las tradiciones, como a la clase obrera socialista por españolizar a la sociedad vasca.
Galicia. Movimiento muy minoritario comparado con el nacionalismo catalán y vasco. Su regionalismo fue débil y tardío pese a contar con una sociedad mucho más homogénea y mucho más arraigada la lengua y las tradiciones. Además, otra gran diferencia con el resto de los nacionalismos era su carácter rural: la inmensa mayoría de la población era campesina y, por lo tanto, tenía una débil burguesía. De todos modos, resurgió el uso literario de la lengua gallega.
Otros nacionalismos fueron el valenciano y el andaluz. Éste último en la Asamblea federal de Antequera llegaría a redactar un proyecto de constitución federal para Andalucía sin mayores efectos