El Periodo de Entreguerras
Consecuencias económicas de la guerra y de la paz
La Guerra
La Primera Guerra Mundial produjo la destrucción masiva de infraestructuras y alteró profundamente la estructura productiva de los países beligerantes, instaurando una economía de guerra. Toda la capacidad productiva se orientó al esfuerzo bélico. Al finalizar el conflicto, fue necesaria una compleja reconversión industrial para volver a producir bienes de consumo. Este proceso requería ingentes cantidades de capital, un recurso escaso tras años de devastación.
Además, durante la economía de guerra, los países europeos acumularon enormes deudas, principalmente con Estados Unidos, lo que situó a este último en una posición de poder central en la economía europea.
Otro problema grave surgió con el sistema monetario internacional basado en el patrón oro. Durante la guerra, las transacciones internacionales agotaron las reservas de oro de los bancos centrales europeos. Esto condujo a un abandono temporal del patrón oro, generando presiones inflacionistas y una posterior subida generalizada de precios.
Las economías de los países productores de materias primas también sufrieron. Durante la guerra, experimentaron un auge debido a la alta demanda, pero al concluir el conflicto, esta demanda cayó bruscamente, llevando a muchas de estas economías a la quiebra.
La Paz y sus Efectos Económicos
El economista J.M. Keynes advirtió tempranamente sobre las nefastas consecuencias económicas del Tratado de Versalles. A Alemania se le impusieron reparaciones de guerra exorbitantes, cantidades que superaban con creces su capacidad real de pago. Esta deuda se veía agravada por la pérdida de territorios cruciales, no solo por su extensión, sino por ser zonas altamente industrializadas (como Alsacia-Lorena o la cuenca del Sarre). Además, Alemania sufrió grandes pérdidas demográficas y confiscaciones de bienes (marina mercante, patentes), lo que dificultaba enormemente la generación del superávit necesario para pagar las reparaciones. Todo ello fomentó un clima de dificultades en el comercio internacional, con la proliferación de aranceles y medidas proteccionistas.
El gobierno de la recién instaurada República de Weimar era intrínsecamente débil. Para hacer frente a sus obligaciones, recurrió a la emisión masiva de billetes sin respaldo, lo que desató una inflación descontrolada que culminó en la hiperinflación de 1923. Como consecuencia, Alemania suspendió los pagos a Francia, lo que a su vez impidió a Francia saldar sus propias deudas con Estados Unidos.
Ante esta situación, Estados Unidos impulsó en 1924 el Plan Dawes. Este plan consistía en:
- La creación de una nueva moneda alemana (el Reichsmark) para estabilizar la economía.
- La renegociación de la deuda alemana (sin reducir el monto total, pero ampliando significativamente los plazos de pago).
- La concesión de importantes créditos estadounidenses a Alemania.
Estos créditos permitieron a Alemania reanudar los pagos a Francia y Reino Unido, quienes a su vez pudieron pagar sus deudas a EEUU. Se creó así un círculo financiero que reactivó temporalmente la economía europea. Sin embargo, este sistema incrementó la dependencia europea respecto a Estados Unidos, lo que significaría que la crisis estadounidense de 1929 arrastraría inevitablemente a Europa.
El periodo comprendido entre 1924 y 1929 fue, en general, una etapa de recuperación y crecimiento económico.
Los Felices Años 20
Fue una época de crecimiento económico aparente en Estados Unidos y, en menor medida, en Europa. Sin embargo, este crecimiento ocultaba profundos problemas estructurales.
Gran parte del crecimiento era de naturaleza especulativa, basado en la confianza y la dinámica de oferta y demanda en los mercados financieros, especialmente en la bolsa. Un ejemplo histórico de burbuja especulativa fue la crisis de los tulipanes en el siglo XVII, donde hubo un exceso de demanda irracional.
Mientras tanto, los sectores económicos tradicionales (siderúrgico, textil, agrario) no participaban de este auge. Su crecimiento era lento y la demanda permanecía estancada. Estos sectores se vieron obligados a modernizarse (mecanizarse) para intentar mantener márgenes de beneficio, pero para ello necesitaban capital. Al no disponer de él, recurrieron a créditos, esperando unos beneficios que, en muchos casos, nunca llegaron.
Por otro lado, se produjo un aumento del consumo, pero centrado principalmente en bienes de demanda elástica (automóviles, electrodomésticos, radios). Este consumo se financió en gran medida mediante la compra a crédito, llevando a muchas familias a endeudarse (comprando bienes, a menudo superfluos, con dinero prestado).
El único sector que parecía obtener beneficios extraordinarios era el sector financiero, impulsado por el auge de la bolsa. La constante subida de las cotizaciones bursátiles atrajo a multitud de inversores, incluyendo a pequeños ahorradores. La demanda de acciones no dejaba de aumentar, retroalimentando la subida de precios.
La población comenzó a endeudarse para comprar acciones (compra a margen), inflando una peligrosa burbuja bursátil. Se generó un espejismo de prosperidad: mucha gente creía ser rica sobre el papel, pero la base económica real era frágil.
El gobierno estadounidense, siguiendo los principios del liberalismo económico, adoptó medidas proteccionistas (aranceles elevados) para favorecer a los productores nacionales, pero no intervino para regular el mercado financiero, lo que permitió una peligrosa desregulación.
El sistema bancario norteamericano, caracterizado por una multitud de bancos pequeños y poco regulados, contribuyó al problema. Muchos bancos invirtieron los depósitos de sus clientes en la bolsa o concedieron créditos para la compra de acciones, aumentando el riesgo sistémico.
En cuanto al sistema monetario, el dólar estadounidense se consolidó como la principal moneda mundial. Estados Unidos fue uno de los pocos países capaces de volver al patrón oro tras la guerra, convirtiendo al dólar en un equivalente funcional del oro. Sin embargo, muchos otros países, carentes de reservas suficientes, vincularon sus monedas al dólar o a la libra esterlina (patrón cambio-oro), lo que generó tipos de cambio artificiales y tensiones monetarias.
La Quiebra de la Bolsa y la Gran Depresión
En octubre de 1929 (especialmente el Jueves Negro, 24 de octubre, y el Martes Negro, 29 de octubre), la burbuja bursátil estalló. Se produjo una venta masiva de acciones que hundió las cotizaciones. Esto generó pánico:
- Hubo una retirada masiva de depósitos de los bancos (pánicos bancarios), llevando a la quiebra a miles de entidades.
- Las empresas se quedaron sin acceso al crédito y vieron caer drásticamente la demanda. Muchas quebraron.
- El desempleo se disparó.
- Se produjeron embargos masivos de propiedades y granjas.
A partir de aquí, Estados Unidos y el mundo entraron en la Gran Depresión. La crisis se globalizó rápidamente:
- EEUU repatrió sus capitales invertidos en Europa (especialmente de Alemania y Austria).
- EEUU dejó de conceder créditos internacionales.
- Se contrajo drásticamente el comercio internacional debido a la caída de la demanda y al aumento del proteccionismo (aranceles).
Esto interrumpió el circuito financiero creado por el Plan Dawes y sumió a Europa en una profunda crisis. Es importante señalar que esta crisis capitalista no afectó directamente a la Unión Soviética, que tenía una economía planificada y aislada del sistema internacional.
Soluciones a la Crisis
Inicialmente, la mayoría de los gobiernos aplicaron las recetas del liberalismo clásico: no intervenir y confiar en que el mercado se ajustaría por sí solo (ley de oferta y demanda). Estas políticas (reducción del gasto público, mantenimiento del patrón oro a toda costa) agravaron la crisis y prolongaron la depresión.
Ante el fracaso de estas medidas, surgió la idea de que el Estado debía intervenir activamente en la economía. Esta nueva perspectiva, impulsada teóricamente por economistas como J.M. Keynes, proponía:
- Aumentar el gasto público (aunque generase déficit) para estimular la demanda.
- Invertir en obras públicas para crear empleo.
- Establecer subsidios de desempleo y ayudas sociales.
- Regular el sistema financiero.
El ejemplo más conocido de esta política intervencionista fue el New Deal implementado por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt a partir de 1933. Aunque sus resultados fueron parciales y la recuperación total no llegó hasta la Segunda Guerra Mundial, marcó un cambio fundamental en el papel del Estado en la economía.
EL FASCISMO
El término «fascismo» es complejo de definir porque, a diferencia de otros movimientos políticos (como el liberalismo o el socialismo), no se basa en una única teoría coherente y articulada. A menudo apela a lo irracional, a las emociones y a la acción directa.
El fascismo es un movimiento político que cambia, se transforma y se adapta a las circunstancias de cada país. No obstante, comparte una serie de rasgos comunes:
- Antiparlamentarismo y Antiliberalismo: Rechazo de la democracia liberal, la separación de poderes y las libertades individuales.
- Hipernacionalismo: Exaltación extrema de la nación, a la que el individuo debe estar completamente subordinado.
- Uso de la violencia y procedimientos ilegales: Acceso y mantenimiento del poder a través de la fuerza, la intimidación y la eliminación de la oposición.
- Transformación radical del sistema: No busca reformar el sistema existente, sino destruirlo y crear uno nuevo basado en sus principios.
- Discurso anticapitalista (y anticomunista): Aunque a menudo pacta con las élites económicas, utiliza una retórica anticapitalista para atraer a las clases medias y bajas empobrecidas por las crisis económicas, presentándose como una tercera vía frente al liberalismo y al comunismo.
Características Generales del Fascismo
- Rechazo radical de las ideologías y políticas anteriores (liberalismo, socialismo, comunismo, conservadurismo tradicional).
- Culto al líder: Figura carismática e infalible que encarna la voluntad de la nación.
- Nacionalismo exacerbado y a menudo expansionista.
- Fuerte componente racista y/o xenófobo.
- Consideración del individuo ajeno al grupo (político, étnico, religioso) como enemigo.
- Establecimiento de un Estado totalitario:
- Inexistencia de separación de poderes y límites al poder del Estado.
- Supeditación total del individuo a la nación/Estado.
- Sistema de partido único.
- Control absoluto de la sociedad (educación, cultura, medios de comunicación).
- Uso sistemático de la propaganda y el terror policial.
- Movilización de masas a través de organizaciones controladas por el partido.
Factores Ideológicos y Culturales que Influyeron en el Fascismo
El fascismo no surgió de la nada, sino que reinterpretó y combinó ideas preexistentes:
- Nacionalismo exacerbado: Surgido en el siglo XIX y potenciado por la Primera Guerra Mundial.
- Darwinismo social: Aplicación distorsionada de las teorías de Darwin a la sociedad, justificando la desigualdad, el racismo y la lucha entre naciones.
- Pensamiento racial y racismo científico: Ideas sobre la jerarquía de razas que se desarrollaron en el siglo XIX.
- Interpretación sesgada del pensamiento de Nietzsche: Utilización de conceptos como la «voluntad de poder», el «superhombre» o la crítica a la moral tradicional para justificar el autoritarismo y la violencia.
- Ideas de Oswald Spengler: Su obra «La decadencia de Occidente» alimentó el pesimismo cultural y la idea de que era necesario un nuevo orden autoritario para revitalizar Europa.
- Teoría de las élites (Pareto, Mosca): Idea de que la sociedad siempre es gobernada por una minoría selecta, utilizada para justificar el rechazo a la democracia de masas.
Factores Políticos
La debilidad de las democracias liberales surgidas tras la Primera Guerra Mundial fue un factor clave. Muchos de estos nuevos regímenes (como la República de Weimar en Alemania o la democracia italiana) eran muy inestables:
- Falta de tradición democrática y de participación política arraigada.
- Fragmentación parlamentaria que llevaba a gobiernos de coalición débiles y efímeros.
- Incapacidad para desarrollar programas de reforma coherentes y duraderos.
- Polarización política extrema.
Los movimientos fascistas supieron explotar esta inestabilidad, culpando a la democracia de ser ineficaz y corrupta. La República de Weimar fue un caso paradigmático, atacada constantemente tanto por la ultraderecha y los conservadores monárquicos como por los comunistas (espartaquistas) que buscaban una revolución bolchevique.
Factores Económicos y Sociales
Las crisis económicas de posguerra (inflación, reconversión industrial, paro) generaron un profundo malestar social.
El miedo a la revolución comunista (inspirada por el éxito bolchevique en Rusia) llevó a las clases altas y a parte de las clases medias (el «gran capital») a apoyar a partidos que prometieran frenar el avance marxista, incluso si estos partidos eran antidemocráticos y violentos.
La Gran Depresión de 1929 tuvo un impacto devastador, especialmente en las clases medias y la pequeña burguesía, que vieron amenazadas sus propiedades y su estatus social. Este grupo social, que sentía que tenía «algo que perder», fue particularmente receptivo al mensaje fascista que prometía orden, seguridad y restauración nacional.
El Fascismo en Italia
Italia sufría tras la Primera Guerra Mundial una profunda crisis:
- Crisis económica: Elevada deuda pública, inflación (caída del valor de la lira), dificultades de reconversión industrial, paro.
- Crisis social: Agitación obrera y campesina (huelgas, ocupaciones de fábricas y tierras), dificultad para reintegrar a los excombatientes que no encontraban trabajo.
- Descontento nacionalista: Sentimiento de «victoria mutilada», ya que Italia no obtuvo todos los territorios prometidos por los Aliados en el Tratado de Londres (1915).
- Ambiente hipernacionalista y exaltado.
En este contexto, Benito Mussolini fundó en 1919 los Fasci Italiani di Combattimento, una organización paramilitar. Sus milicias, los «Camisas Negras» (squadristi), utilizaban la violencia sistemática contra socialistas, comunistas, sindicalistas y otros opositores políticos, sembrando el miedo en las calles ante la pasividad o incluso connivencia de las autoridades.
En las elecciones de 1921, el Partido Nacional Fascista (PNF), fundado ese año, obtuvo un resultado modesto, lo que supuso un relativo fracaso electoral.
Sin embargo, en octubre de 1922, Mussolini organizó la Marcha sobre Roma. Miles de Camisas Negras convergieron en la capital, presionando al rey Víctor Manuel III. Ante el temor a una guerra civil y la falta de determinación del gobierno liberal, el rey no declaró el estado de sitio y, en cambio, ofreció a Mussolini formar gobierno. Así, Mussolini llegó al poder mediante una combinación de violencia e intimidación.
A partir de 1922, Mussolini inició un proceso gradual de desmantelamiento de la democracia e instauración de un régimen dictatorial:
- Leyes que le otorgaban plenos poderes (Leyes Fascistísimas, 1925-1926).
- Supresión de los partidos políticos y sindicatos no fascistas.
- Creación de una policía política secreta (OVRA).
- Persecución y asesinato de opositores (como el diputado socialista Giacomo Matteotti).
- Concentración de cargos en la figura del Duce (Mussolini).
Se estableció un Estado corporativo, un sistema que pretendía superar la lucha de clases integrando a obreros y patronos en corporaciones controladas por el Estado. En la práctica, era una forma de dar una apariencia de representación mientras se eliminaba cualquier autonomía sindical o política, asegurando el control total del Estado sobre la economía y la sociedad.
El Fascismo en Alemania: El Nazismo
Alemania en 1919 se encontraba en una situación crítica:
- Profunda crisis económica, agravada por las reparaciones impuestas por el Tratado de Versalles.
- Instauración de la República de Weimar, un régimen democrático sin apenas apoyos sólidos, atacado por la derecha (nacionalistas, monárquicos, militares) y la izquierda (comunistas).
- Humillación nacional por la derrota en la guerra y las condiciones del tratado.
- Hiperinflación de 1923, que arruinó a las clases medias.
En este caldo de cultivo apareció Adolf Hitler, quien actuó como catalizador, aglutinando diversas ideas y resentimientos presentes en la sociedad alemana. De origen austriaco, Hitler fue una figura inicialmente marginal con un pasado familiar complejo. Intentó dedicarse a la pintura en Viena, pero fracasó, llevándolo a malvivir y a frecuentar círculos ultranacionalistas, antisemitas (antijudíos), pangermanistas (partidarios de la unión de todos los pueblos germánicos) y racistas.
En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, Hitler se alistó voluntario en el ejército bávaro (parte del ejército alemán). Fue herido en combate y condecorado, lo que reforzó su nacionalismo.
Al finalizar la guerra y proclamarse la República de Weimar en 1918, Hitler se sintió profundamente traicionado. Adoptó la teoría de la “puñalada por la espalda” (Dolchstoßlegende), según la cual Alemania no había sido derrotada militarmente, sino traicionada por políticos civiles, socialistas y judíos.
Tras la guerra, trabajó como informador del ejército infiltrándose en pequeños grupos políticos radicales en Múnich. Uno de estos grupos era el DAP (Partido Obrero Alemán), un partido ultranacionalista y antisemita con el que Hitler sintió afinidad ideológica. Pronto se convirtió en su líder y lo transformó en el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán), más conocido como el partido nazi, dotándolo de una organización más eficaz y con aspiraciones de poder.
Ascenso al Poder de Hitler
Hitler dotó al partido nazi de una estructura similar a la del fascismo italiano:
- Jerarquía rígida y culto al líder (Führerprinzip).
- Milicia paramilitar: la Sección de Asalto (SA), conocidos como los «Camisas Pardas», que ejercían la violencia callejera contra los opositores.
- Uso masivo de la propaganda.
El partido nazi ganó fuerza especialmente en Baviera.
En noviembre de 1923, coincidiendo con el clímax de la hiperinflación y la ocupación francesa del Ruhr, Hitler intentó dar un golpe de Estado en Múnich, conocido como el Putsch de Múnich o Putsch de la Cervecería. El objetivo era secuestrar al gobierno bávaro y marchar sobre Berlín. El golpe fracasó estrepitosamente, varios nazis murieron (luego convertidos en mártires por la propaganda) y Hitler fue detenido.
Fue procesado y condenado a prisión, aunque cumplió menos de un año. Durante su encarcelamiento, escribió su libro Mein Kampf (Mi Lucha), donde expuso su ideología racista, antisemita, anticomunista y expansionista. Este libro se convirtió en el programa ideológico del nazismo.
Tras salir de prisión, Hitler cambió de estrategia: combinaría la lucha política legal (participación en elecciones) con la violencia callejera de las SA para desestabilizar la República. Entre 1928 y 1932, aprovechando el impacto de la Gran Depresión (que disparó el paro en Alemania), el partido nazi experimentó un crecimiento electoral espectacular.
En las elecciones de 1932, el NSDAP se convirtió en el partido más votado, obteniendo una mayoría relativa en el Reichstag (Parlamento), pero no absoluta. Los demás partidos se negaban a formar gobierno con él.
El anciano presidente de la República, Paul von Hindenburg, se resistía a nombrar canciller a Hitler. Sin embargo, en enero de 1933, presionado por influyentes empresarios y políticos conservadores (que creían poder controlar a Hitler), Hindenburg finalmente lo nombró Canciller de Alemania.
Una vez en el poder, Hitler actuó rápidamente para consolidar su dictadura. Necesitaba una excusa para eliminar las garantías constitucionales. Esta llegó en febrero de 1933 con el incendio del Reichstag (Parlamento alemán). Culpando falsamente a los comunistas, Hitler convenció a Hindenburg para que firmara el Decreto del Incendio del Reichstag, que suspendía las libertades civiles fundamentales.
Esto permitió iniciar una brutal persecución contra la oposición, comenzando por los comunistas, seguidos por los socialdemócratas, sindicalistas y otros demócratas. Se prohibieron los partidos políticos, excepto el nazi.
Dentro del propio partido nazi surgieron tensiones. El ala más radical y plebeya, representada por los líderes de las SA (como Ernst Röhm), aspiraba a una «segunda revolución». Hitler, temiendo su poder y buscando el apoyo del ejército y las élites conservadoras, ordenó su eliminación en la llamada «Noche de los Cuchillos Largos» (junio-julio de 1934).
En agosto de 1934, murió el presidente Hindenburg. Hitler aprovechó inmediatamente para fusionar los cargos de Canciller y Presidente, autoproclamándose Führer y Canciller del Reich. Con ello, eliminó definitivamente la República de Weimar y proclamó el Tercer Reich.
Características del Régimen Nazi
El régimen nazi aplicó los principios ideológicos expuestos en Mein Kampf, buscando crear una comunidad nacional racialmente pura (Volksgemeinschaft) basada en la «sangre aria».
Aspectos Políticos
El Tercer Reich se organizó como un Estado totalitario llevado a su máxima expresión:
- Régimen de partido único: El partido nazi controlaba todos los aspectos del Estado y la sociedad.
- Ley de Gleichschaltung (coordinación o igualación): Todas las organizaciones sociales, culturales y profesionales fueron disueltas o absorbidas por el partido nazi.
- Movilización total de la sociedad: Especialmente de la juventud, obligada a participar en las Juventudes Hitlerianas, una organización paramilitar que adoctrinaba y preparaba para el ejército.
- Concentración absoluta del poder en manos del Führer. Desaparición de la autonomía de los Länder (estados federados).
- Control policial y terror: Creación de un aparato represivo omnipresente, destacando la Gestapo (policía secreta) y las SS. Persecución sistemática de cualquier forma de disidencia.
- Creación de los primeros campos de concentración (el primero fue Dachau, abierto en 1933) para recluir a opositores políticos y, posteriormente, a otros grupos considerados «indeseables».
- Depuración de la administración pública: Expulsión de funcionarios judíos o políticamente sospechosos. Obligación de jurar fidelidad personal a Hitler.
Situación Económica y Social en los Años 30
Al llegar al poder, los nazis se enfrentaron a los devastadores efectos de la Gran Depresión (casi 6 millones de parados). Su política económica se basó en:
- Una fuerte intervención del Estado en la economía.
- Una alianza con los grandes empresarios y la industria pesada.
- Un masivo programa de inversión pública, centrado en la construcción de infraestructuras (autopistas, etc.), muchas con finalidad militar.
- Una enorme inversión en la industria bélica (rearme), violando abiertamente el Tratado de Versalles.
Estas medidas lograron reducir drásticamente el paro, lo que proporcionó al régimen un gran apoyo popular. El dinero para financiar este gasto provino, en parte, de dejar de pagar las reparaciones de Versalles y, más tarde, de la expoliación de los bienes de los judíos y de los territorios conquistados.
Sin embargo, esta política económica estaba orientada fundamentalmente a la preparación de la guerra. El rearme masivo generó una creciente necesidad de materias primas (hierro, petróleo) y alimentos, lo que impulsó las políticas expansionistas.
Socialmente, el régimen impuso un modelo conservador: las mujeres fueron apartadas del mercado laboral y relegadas al papel de madres (lema: Kinder, Küche, Kirche – niños, cocina, iglesia), con el objetivo de aumentar la tasa de natalidad aria.
La Política Exterior Expansiva y Agresiva
La política exterior nazi estuvo determinada por factores económicos (necesidad de recursos) e ideológicos:
- Malestar por las condiciones del Tratado de Versalles.
- Visión radical de la raza aria, considerada superior y destinada a dominar.
- Teoría del Lebensraum (espacio vital): La nación alemana necesitaba expandirse territorialmente, especialmente hacia el Este de Europa (Polonia, Ucrania, Rusia), habitada por pueblos eslavos considerados racialmente inferiores, para asegurar su futuro.
- Objetivo de crear la Gran Alemania, uniendo a todos los territorios de habla y «raza» alemana.
Para llevar a cabo esta política, Hitler:
- Buscó aliados: Se alió con la Italia fascista de Mussolini, formando el Eje Roma-Berlín (1936), al que luego se uniría Japón.
- Inició el rearme: Reconstruyó el ejército alemán (Wehrmacht), creó la fuerza aérea (Luftwaffe) y reintrodujo el servicio militar obligatorio, violando el Tratado de Versalles.
- Aplicó una política agresiva paso a paso:
- 1935: Recuperación del Sarre tras un plebiscito.
- 1936: Remilitarización de Renania (zona desmilitarizada por Versalles).
- 1938: Anschluss (anexión) de Austria.
- 1938: Conferencia de Múnich. Hitler reclamó los Sudetes (región de Checoslovaquia con población de habla alemana). Francia y Reino Unido, aplicando la política de apaciguamiento, cedieron ante Hitler para evitar la guerra.
- 1939 (Marzo): Invasión y desmembramiento del resto de Checoslovaquia. Eslovaquia se convirtió en un estado títere nazi, mientras que Bohemia y Moravia pasaron a ser un protectorado del Reich. Checoslovaquia desapareció del mapa.
La Conferencia de Múnich convenció a Hitler de que las potencias occidentales no se atreverían a frenarle, lo que le animó a continuar con sus planes expansionistas.
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Características Generales
La Segunda Guerra Mundial puede considerarse, en muchos aspectos, una continuación de los conflictos que no se resolvieron satisfactoriamente en la Primera Guerra Mundial.
Sus orígenes están profundamente entrelazados con las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y el periodo de entreguerras. Además, su finalización marcó el inicio de la Guerra Fría.
Aunque durante el conflicto existieron bloques aparentemente definidos (el Eje: Alemania, Italia, Japón; y los Aliados: principalmente Reino Unido, Francia, Estados Unidos y la URSS), en realidad fue un enfrentamiento complejo entre tres modelos ideológicos incompatibles: el fascista/nazi, el liberal-capitalista y el comunista. La alianza entre las democracias occidentales y la URSS fue puramente coyuntural, motivada por la necesidad de derrotar al Eje. Una vez alcanzado este objetivo, la alianza se rompió, dando paso a la confrontación bipolar de la Guerra Fría, que duraría hasta finales de los años 80.
Origen o Causas Profundas
- Los efectos del Tratado de Versalles: Generó un profundo resentimiento y malestar en Alemania, creando el caldo de cultivo para el ascenso del nazismo y su revanchismo.
- Descontento y frustración en Italia: La sensación de «victoria mutilada» alimentó el nacionalismo y el fascismo.
- Cambio en la hegemonía mundial: Fin de la supremacía europea y ascenso de Estados Unidos como potencia dominante, generando tensiones económicas y políticas.
- Impacto de la Crisis de 1929: El paro masivo y la miseria desacreditaron a las democracias liberales y favorecieron el auge de soluciones autoritarias y totalitarias (fascismo, nazismo, comunismo). Estos regímenes adoptaron modelos militarizados y teorías expansionistas, lo que inevitablemente condujo a un aumento del gasto bélico y a la preparación para la guerra.
Causas Inmediatas
- La política expansionista de la Alemania del Tercer Reich: Impulsada por necesidades económicas (materias primas, mercados) y principios ideológicos (teoría del Lebensraum, creación de la Gran Alemania). La única salida para lograr estos objetivos era la conquista militar.
- El fracaso de las políticas de apaciguamiento: Las potencias democráticas (Francia y Reino Unido) no supieron o no quisieron frenar las agresiones de Hitler en sus etapas iniciales (Renania, Austria, Checoslovaquia), creyendo erróneamente que así evitarían una guerra mayor.
- La debilidad de la Sociedad de Naciones: Este organismo internacional, creado para mantener la paz, demostró ser ineficaz. Carecía de poder real para imponer sus decisiones y no contaba con el apoyo de potencias clave como Estados Unidos (que nunca se unió) o la URSS (que se unió tardíamente).
- La política expansionista de Japón: En Asia, el Japón imperialista, bajo el emperador Hirohito y el liderazgo militar (como el general Tojo), desarrollaba su propia agenda expansionista (esfera de coprosperidad de la Gran Asia Oriental o Dai-Nippon), invadiendo China en 1937.
- El Pacto Ribbentrop-Mólotov (Agosto de 1939): Acuerdo secreto de no agresión entre la Alemania nazi y la Unión Soviética. Incluía cláusulas secretas para el reparto de Polonia y otras áreas de Europa Oriental entre ambas potencias. Este pacto dio luz verde a Hitler para invadir Polonia sin temor a una guerra inmediata en dos frentes.
En resumen, la guerra fue el resultado de una combinación de factores: la responsabilidad directa de la Alemania nazi y sus políticas agresivas, el fracaso de las democracias occidentales en su política de apaciguamiento, la ineficacia de la Sociedad de Naciones, el expansionismo japonés en Asia y el cálculo estratégico de la URSS al firmar el pacto con Hitler.
Hitler y su Modelo Expansionista (1938-1939)
Tras la anexión de Austria (Anschluss) en marzo de 1938 y la crisis de los Sudetes culminada en la Conferencia de Múnich (septiembre de 1938), Hitler continuó aplicando su modelo expansionista:
- En Múnich, obtuvo los Sudetes.
- Poco después, en marzo de 1939, violando los acuerdos de Múnich, invadió el resto de Checoslovaquia: Bohemia y Moravia se convirtieron en un protectorado del Reich, y Eslovaquia se proclamó independiente bajo un gobierno títere pro-nazi. Checoslovaquia dejó de existir.
La pasividad occidental en Múnich convenció a Hitler de que podía seguir adelante sin oposición seria.
Japón y su Expansionismo
Desde la era Meiji, Japón había iniciado un proceso de modernización e industrialización que requería recursos naturales de los que carecía. Esto impulsó una política exterior imperialista. En los años 30, bajo el emperador Hirohito y con un creciente poder militar (liderado por figuras como el general Hideki Tojo), Japón intensificó su expansionismo bajo la doctrina del Dai-Nippon (Gran Japón), que buscaba establecer la hegemonía japonesa en Asia Oriental y el Pacífico, desplazando a las potencias coloniales europeas y a Estados Unidos. Esta política llevó a la invasión de Manchuria (1931) y a la invasión a gran escala de China a partir de 1937.
El Papel de la URSS y el Pacto Ribbentrop-Mólotov
Hitler sabía que la invasión de Polonia provocaría probablemente la guerra con Francia y Reino Unido. Para evitar una guerra en dos frentes (occidental y oriental) como en la Primera Guerra Mundial, necesitaba neutralizar temporalmente a la Unión Soviética.
Stalin, por su parte, desconfiaba de las potencias occidentales (que habían intentado dirigir la agresión nazi hacia el este) y necesitaba tiempo para preparar a la URSS para una futura e inevitable guerra contra Alemania.
Así, en agosto de 1939, para sorpresa del mundo, la Alemania nazi y la URSS firmaron el Pacto Ribbentrop-Mólotov, un tratado de no agresión. Lo crucial fueron sus protocolos secretos, que establecían el reparto de Polonia entre ambas potencias y delimitaban sus respectivas esferas de influencia en Europa Oriental (Finlandia, Estados Bálticos, Besarabia).
Con este pacto, Hitler se aseguró la neutralidad soviética para su inminente ataque a Polonia, evitando la temida guerra en dos frentes. Stalin ganó tiempo y expandió el territorio soviético hacia el oeste. Sin embargo, ambos líderes sabían que esta alianza era puramente táctica y que el enfrentamiento final entre el nazismo y el comunismo era solo cuestión de tiempo.
El 1 de septiembre de 1939, una semana después de la firma del pacto, Alemania invadió Polonia. Dos días después, el 3 de septiembre, Francia y Reino Unido declararon la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial había comenzado.