El Nuevo Orden Nazi y la Segunda Guerra Mundial: De la Ocupación a la Caída de Berlín

El Genocidio y los Crímenes Contra la Humanidad

El Juicio de Núremberg (1945-1946) a altos dirigentes nazis se realizó ante un tribunal formado por jueces de cuatro países distintos (los vencedores de la guerra) para investigar a los responsables nazis de matanzas durante la guerra. Se les acusaba de delitos muy graves, y la imposibilidad de que fuesen investigados por jueces alemanes garantizó la creación de un tribunal internacional.

El Tribunal dictó penas de muerte, cadenas perpetuas y penas de entre 10 y 20 años de prisión. Los nazis alegaron desconocer los cargos que se les imputaban, pero algunos testimonios (como el de Francisco Boix) aportaron pruebas incuestionables. Otros justificaron su acción por «obediencia debida» a sus superiores.

La atrocidad de estos actos abrió la puerta a un nuevo tipo de delitos, denominados «crímenes de guerra» y «crímenes contra la Humanidad», a los que en 1948 se sumó el de «genocidio». Además, la ONU aprobó en 1948 la Declaración Universal de Derechos Humanos, y se impulsó una legislación que reforzase su defensa y la persecución penal de quienes cometiesen atrocidades.

En 1998 se incorporaron los «crímenes de lesa humanidad» (esclavitud, deportación forzosa, exterminio, tortura…) y también se creó la Corte Penal Internacional de La Haya, con jurisdicción universal.

Ahora bien, el número de nazis juzgados fue escaso y gran parte de ellos pudieron huir, escapar al castigo y rehacer su vida bajo identidades a menudo falsas. Eso abrió un nuevo debate: ¿Pueden prescribir con el tiempo los crímenes de guerra y los de lesa humanidad?

A finales de 2018, el secretario general de la ONU, António Guterres, alertaba del auge de los movimientos neonazis y de su creciente influencia en los partidos políticos tradicionales. En Alemania, los grupos neonazis están prohibidos y, en Grecia, el partido Aurora Dorada, que tuvo un notable auge a partir de la grave crisis económica griega del 2008, ha sido declarado organización criminal y sus máximos líderes han sido encarcelados.

La Europa Nazi: El Nuevo Orden y los Territorios Ocupados

La Europa Nazi

El Nuevo Orden

Tras la conquista, los nazis pretendieron gobernar el mundo y organizaron jerárquicamente Europa a partir de Alemania. La soberanía de las naciones desapareció. La ocupación fue gestionada directamente por los nazis o por gobiernos títeres subordinados a ellos, que colaboraban en la implantación del nuevo orden, en la organización de su economía al servicio del Reich y en el control de la sociedad.

La violencia y el terror permitieron controlar y aniquilar a los enemigos políticos (comunistas, socialistas, demócratas…) y acabar con todo tipo de resistencia.

Alemania se erigía en superior jerárquico de una Europa racial, que subordinaba o exterminaba a los colectivos considerados inferiores o peligrosos para la pureza de la raza alemana.

La Explotación Económica de los Territorios Ocupados

Millones de personas fueron eliminadas, expulsadas de sus hogares y desplazadas a miles de kilómetros, o trasladadas a campos de concentración.

Para sobrevivir, debían formar parte de la mano de obra esclava que se incorporaba a la producción económica de la zona o a las fábricas alemanas: en 1944, el 30% de los trabajadores de la industria armamentística alemana eran extranjeros.

Por otra parte, debido al orden racial, diez millones de personas de lengua alemana que vivían fuera de Alemania se reubicaron en territorios ocupados y los colonizaron, haciéndose con bienes y propiedades ajenas, garantizando su bienestar.

Los nazis explotaron económicamente los países ocupados para conseguir un máximo rendimiento: robaron bienes, expropiaron y controlaron empresas, obligaron a los países occidentales a abastecer Alemania y sometieron a los pueblos eslavos.

Las exigencias se acentuaron a partir de 1942, cuando el fracaso de la blitzkrieg derivó en una guerra larga ante la que los alemanes no estaban preparados, por lo que las necesidades de armas aumentaron la explotación y el pillaje. Además, se aceleró la liquidación de aquellos colectivos que suponían un estorbo para la pureza de la raza alemana (judíos, gitanos, discapacitados, homosexuales…), lo que permitía liberarse de su coste económico. La persecución y la represión derivaron en un auténtico genocidio.

Avance y Victoria de los Aliados: La Caída de Berlín, la Derrota de Japón y la Bomba Atómica

Avance y Victoria de los Aliados

La Caída de Berlín

A finales de 1944, gran parte de Europa estaba liberada, pero los nazis continuaban resistiendo, lo que produjo una nueva contraofensiva militar en las Ardenas, a mediados de diciembre de 1944. Tras un mes de combates, la victoria de los EE. UU. se hizo efectiva, anulando definitivamente la capacidad ofensiva del ejército alemán. El avance soviético por el Este continuó y permitió conocer la realidad de los campos de concentración y exterminio a partir de las atrocidades que salieron a la luz. En enero de 1945, llegaron a Auschwitz, donde hallaron unos 7000 prisioneros enfermos y famélicos, multitud de objetos y miles de cadáveres.

La Derrota de Japón y la Bomba Atómica

La capitulación alemana cerraba la guerra en Europa, pero continuaba abierta en el Pacífico. Los EE. UU. habían frenado la expansión japonesa en 1942 y consiguieron ir recuperando los territorios: las islas de Nueva Guinea, Marshall, Marianas y Filipinas, etc. Los japoneses, convencidos de que la rendición era un deshonor, luchaban hasta el extremo; en 1944 aparecieron los kamikazes, pilotos suicidas que morían estrellando su avión contra el enemigo. En noviembre de 1944 iniciaron los bombardeos sobre más de 60 ciudades japonesas, 600.000 personas murieron y la devastación material fue inmensa. Tokio sufrió 65 ataques hasta agosto de 1945. Las batallas de Iwo Jima y Okinawa (marzo-junio de 1945), en las que la derrota estuvo precedida de una resistencia brutal, provocaron muchas bajas entre los estadounidenses. El presidente de los EE.UU., Henry Truman, decidió hacer efectivo el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto). Se iniciaba la era del terror nuclear. Japón se rindió definitivamente el 15 de agosto.

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