El Ocaso del Zarismo y el Amanecer Rojo: Rusia en Revolución

La Rusia de los Zares

A comienzos del siglo XX, el absolutismo zarista y la falta de libertades impedían el desarrollo normal de la vida política y frenaban la modernización del país. En 1896 fue coronado el último zar de Rusia, Nicolás II. Rusia seguía siendo una gran potencia europea y, al mismo tiempo, uno de los países más atrasados del continente. Estas contradicciones motivaron el nacimiento de una oposición política al zarismo, que se manifestó en el estallido revolucionario de 1905, antecedente de la gran Revolución de 1917, que pondría fin al imperio zarista.

El imperio ruso era, a comienzos del siglo XX, una de las grandes potencias mundiales. Pero esta fortaleza era solo aparente. Considerada globalmente, Rusia era un país atrasado. La diferencia entre la pequeña minoría, dueña de grandes fortunas (aristócratas, grandes comerciantes…), y la mayoría de los campesinos y obreros industriales, que vivían en condiciones miserables, era radical. Uno de los grandes problemas sociales era la falta de una clase media que hubiese podido modernizar el país y atenuar las desigualdades.

A comienzos del siglo XX, la mayoría de las zonas rurales seguían estando muy atrasadas. Frente al atraso del campo, donde habitaba la mayoría de la población, la industria se desarrolló tardíamente. Aunque el proletariado industrial creció rápidamente, era poco numeroso: en 1913, solo había tres millones, un 5%. Vivían en condiciones miserables, parecidas a las que padecieron los obreros ingleses, belgas o franceses. El hecho de estar concentrados en grandes fábricas favoreció la extensión de las ideas revolucionarias.

El imperio ruso seguía siendo, a comienzos del siglo XX, una monarquía absoluta. Pero habían ido surgiendo grupos políticos que reclamaban cambios y el fin del absolutismo. La nueva clase media de las ciudades deseaba implantar una monarquía parlamentaria similar a las existentes en otros países europeos. Se agrupaban en el llamado Partido Constitucional Demócrata. En el campo, el descontento y el deseo de acceder a la propiedad de la tierra aglutinó a la población alrededor del Partido Socialista Revolucionario (SR). Entre los obreros industriales y los intelectuales radicales se extendieron las ideas revolucionarias del marxismo, que se materializaron en la creación del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. En 1903, este partido se dividió entre bolcheviques, dirigidos por Lenin, que representaban a la izquierda marxista, defendían la insurrección revolucionaria y se oponían a cualquier alianza con la burguesía liberal; y mencheviques, que aceptaban colaborar con los demócratas para derrocar al zarismo e instaurar una democracia.

Revolución de Febrero de 1917

En 1914, Rusia entró en la Primera Guerra Mundial junto a Francia y Reino Unido. Pronto se puso de manifiesto que, a causa de su atraso económico y de la incapacidad del zarismo, Rusia no podía vencer a enemigos tan poderosos como Alemania y Austria-Hungría. A medida que la guerra se prolongaba, el malestar se propagaba entre la población. A causa de los fallos en el transporte y en la producción, las municiones y los alimentos no llegaban al frente, las fábricas paraban al no tener materias primas, y los habitantes de las ciudades padecían hambre y frío. Las derrotas y el avance del enemigo hicieron cundir el desaliento. Se acusaba al zarismo y a Nicolás II de ser los responsables de los desastres. En 1914, solo los bolcheviques se habían opuesto a la entrada de Rusia en la guerra. Con el paso del tiempo, las posturas contrarias a la permanencia en la guerra aumentaron. El descontento en el ejército y en las ciudades se multiplicó.

En febrero de 1917 se produjeron en la capital, Petrogrado, manifestaciones de protesta, sobre todo de mujeres. Se unieron obreros en huelga, y la policía se vio impotente para controlar la ciudad. Ante esta situación, el presidente de la Duma (asamblea representativa) pidió al zar el nombramiento de un nuevo gobierno que contara con la confianza del país. Nicolás II respondió clausurando la Duma. El 27 de febrero, una parte de las tropas enviadas contra las manifestaciones se unió a la protesta. La ciudad entera quedó en manos de los sublevados, y los ministros y los mandos militares fueron detenidos. Al día siguiente, el Gobierno dimitió. Surgieron dos poderes: el de la Duma y el del Sóviet de Petrogrado. Por toda Rusia se constituyeron sóviets (consejos de representantes de obreros) que imitaban los aparecidos en la Revolución de 1905 y en Petrogrado. El 2 de marzo, la Duma y el Sóviet de Petrogrado llegaron a un acuerdo para formar un Gobierno provisional. Estaba integrado por miembros del Partido Constitucional Demócrata y por el príncipe Lvov. Nicolás II abdicó en la noche del 2 al 3 de marzo en favor de su hermano, el gran duque Miguel; pero este no aceptó. Rusia se convirtió así en una república. El zarismo había muerto.

Revolución de Octubre de 1917

Lo que comenzó en febrero como una sublevación contra el absolutismo zarista, acabó en la primera revolución socialista del mundo. Rusia pasó de la autocracia al socialismo. Los bolcheviques formaban un partido con pocos militantes. Su prestigio aumentó entre las clases populares y el número de sus afiliados creció. Un mes después del derrocamiento del zar, su principal dirigente, Lenin, había regresado a Rusia desde su exilio en Suiza. Lenin resumió en las llamadas Tesis de abril sus ideas sobre el futuro de Rusia: paz inmediata e instauración de un gobierno de los sóviets en sustitución del Gobierno provisional. El Gobierno provisional acabó persiguiendo a los bolcheviques, acusados de instigadores de la rebelión. Lenin huyó a Finlandia y muchos dirigentes fueron detenidos.

Durante el verano de 1917, el partido bolchevique presentó su programa revolucionario: fin de la guerra, reparto de la tierra, control obrero sobre la producción y el comercio, y nacionalización de la banca y de la gran industria. El comandante en jefe del ejército intentó un golpe de fuerza para constituir un nuevo gobierno. El primer ministro Kerensky tuvo que reunir todas las fuerzas revolucionarias para derrotar la sublevación. La ayuda de los bolcheviques fue decisiva. La degradación de la situación decidió a Lenin a pasar a la acción revolucionaria. Regresó clandestinamente del exilio y convenció al comité central de su partido de la oportunidad de una insurrección armada para derrocar a Kerensky y tomar el poder. En la noche del 24 al 25 de octubre de 1917, las tropas y las milicias bolcheviques ocuparon los puntos neurálgicos de Petrogrado. Los ministros fueron arrestados. La misma noche, Lenin, con la intención de legitimar la insurrección, ofreció el poder al II Congreso de los Sóviets de Rusia. Los mencheviques y los miembros del Partido Socialista Revolucionario abandonaron el Congreso, denunciando el golpe de Estado. El Congreso de los Sóviets eligió el nuevo gobierno, y a Lenin como su presidente. La revolución bolchevique había triunfado.

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