El Periodo de Entreguerras: Revolución Rusa y Ascenso del Estalinismo

El Periodo de Entreguerras

El periodo de entreguerras, que abarca desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta el inicio de la Segunda, se caracterizó por una profunda inestabilidad política y económica, tanto en Europa como en Estados Unidos. Tres acontecimientos cruciales marcaron esta corta etapa, que separó las dos guerras más cruentas de la historia de la humanidad: el estallido de la Revolución Rusa y la consolidación del primer estado comunista, el crack de la Bolsa de Nueva York y la gran depresión económica que desencadenó, y el ascenso de regímenes totalitarios en Europa.

La Revolución Rusa

La Autocracia Zarista

A comienzos del siglo XX, el imperio de los zares era un inmenso país donde aún pervivía el absolutismo monárquico. Su economía y sus estructuras sociales eran de las más atrasadas del continente europeo. Políticamente, el zarismo era una autocracia, es decir, el zar estaba investido de un poder absoluto: gobernaba por decreto, no estaba sujeto a ninguna constitución ni tenía que responder ante un Parlamento. Una fiel burocracia y un poderoso ejército aseguraban el control del imperio, mientras que la iglesia ortodoxa constituía uno de los grandes pilares ideológicos del régimen.

La agricultura era la principal actividad económica y la tierra estaba en manos de unos pocos terratenientes pertenecientes a la aristocracia privilegiada. El campesinado constituía la mayoría de la población y estaba sometido a un régimen casi feudal.

En algunas zonas del imperio, se había iniciado un proceso industrial impulsado, en buena parte, por capital extranjero. Allí había surgido un numeroso proletariado industrial que trabajaba en grandes fábricas por unos salarios miserables.

Entre los obreros, se había difundido el marxismo y en 1898 se fundó el Partido Socialdemócrata Ruso, que en 1912 se escindió entre mencheviques y bolcheviques. Estos últimos, liderados por Lenin, defendían la necesidad de impulsar en Rusia una revolución social.

La Revolución de Febrero

La coyuntura de la Primera Guerra Mundial creó en Rusia las condiciones para un estallido revolucionario. Ni la economía, ni la organización política y militar rusas estaban preparadas para una guerra tan larga, dura y costosa. En consecuencia, los desastres militares se sucedieron. La movilización de millones de campesinos provocó el descenso de la producción agrícola, la mayor parte del dinero se destinó a la guerra y esto provocó que el hambre apareciese en las ciudades y también se extendió el malestar entre obreros y campesinos.

La caída del zarismo

En febrero de 1917 estalló una revolución en San Petersburgo que provocó la caída del zarismo. El poder pasó a un gobierno provisional, dirigido por Kerensky y apoyado por los partidos liberales de la Duma, que inició una serie de reformas convirtiendo a Rusia en una república democrática.

La Revolución de Octubre

La lentitud con la que se realizaba la reforma agraria y el mantenimiento de Rusia en la guerra hicieron aumentar el descontento popular y la influencia de los bolcheviques, que deseaban derrotar al gobierno provisional e instaurar el socialismo. El 25 de octubre, los soviets, impulsados por los bolcheviques, se sublevaron y en diez días se hicieron con el poder, destruyendo el gobierno provisional. Lenin formó un gobierno obrero. El nuevo gobierno estableció las primeras medidas revolucionarias: se expropiaron las tierras para repartirlas entre los campesinos, y las fábricas quedaron bajo el control de comités obreros.

La URSS de Stalin

La Guerra Civil y la Creación de la URSS

El nuevo gobierno soviético tuvo que hacer frente a una guerra civil que duró tres años. Una parte del ejército zarista, integrada por miembros de las antiguas clases privilegiadas y por campesinos acomodados, creó el Ejército Blanco. Los bolcheviques crearon el Ejército Rojo que, bajo la dirección de León Trotski, logró imponerse. Pero la guerra había dejado al país en la miseria, el hambre ocasionó millones de muertos y la producción se había hundido. A lo largo del conflicto, el Partido Comunista de la Unión Soviética fue haciéndose con el monopolio del poder y los demás partidos quedaron excluidos. En 1922 se creó la URSS, un estado federal que reunía todas las nacionalidades del viejo imperio de los zares. La URSS se gobernaba mediante un parlamento. Se trataba de un sistema totalitario, en el que el estado y el partido quedaban totalmente identificados y en el que las instituciones no eran elegidas democráticamente. El nuevo sistema se justificaba mediante la dictadura del proletariado: el poder era ejercido por el partido comunista que representaba al proletariado, es decir, a la mayoría de la población.

La Pugna por el Poder

Lenin, el indiscutible líder de la Revolución, murió en un momento en el que se debatía cuál era el mejor camino para consolidar la revolución. Diferentes propuestas enfrentaron a los dirigentes del partido, en especial a Trotski y Stalin. El primero mantenía que era necesario exportar la revolución provocándola en otros países, y el segundo proponía la «construcción del socialismo en un solo país». Stalin, que se había convertido en Secretario General del PCUS, se hizo dueño de la situación y se convirtió en el principal dirigente de la URSS. Trotski, su rival, se exilió y fue asesinado por orden de Stalin.

El Estalinismo

Esta política impuso una economía y una sociedad colectivistas, con el objetivo de provocar un crecimiento que hiciera de la URSS una gran potencia industrial. Se prohibió la propiedad privada y las tierras, fábricas, transportes, etc., se convirtieron en propiedad estatal. Se dio prioridad a la industria pesada con el objetivo de construir las infraestructuras necesarias y se creó una economía dirigida por el Estado, que elaboraba planes quinquenales para planificar la producción agrícola. El resultado de todo esto fue una rápida industrialización, pero la agricultura sufrió un pequeño retraso como consecuencia de su subordinación a la industria. Stalin ejerció una verdadera dictadura en la que el partido comunista controlaba todos los órganos del Estado, y su liderazgo quedó reforzado por el culto a la personalidad.

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