El Primer Franquismo: Fundamentos Ideológicos y Evolución Socioeconómica (1939-1959)

El Primer Franquismo

Fundamentos Ideológicos y Evolución Política

El régimen se caracterizó desde sus orígenes por una rotunda concentración del poder en la figura de Franco. Fue, ante todo, una dictadura personal. Pero también tuvo una serie de componentes ideológicos, que estaban en la línea de la ideología del dictador, aunque desde finales de los años 50 tuvo que “traicionar” algunas de sus ideas y “dejar hacer” a otros (sobre todo en materia económica). La Dictadura devolvió a la oligarquía terrateniente y financiera su hegemonía. No sólo recuperaron sus empresas y propiedades, sino también, su dominio de la vida social. Fueron, además, los principales beneficiarios de la economía intervencionista de las primeras décadas.

El régimen franquista contó con el apoyo de las clases medias rurales, sobre todo en el norte y en ambas Castillas, así como de quienes en las ciudades se beneficiaron de las depuraciones masivas realizadas al término de la guerra entre funcionarios, maestros… Por el contrario, entre los jornaleros y el proletariado industrial la Dictadura apenas tuvo respaldo, y lo mismo pasó con buena parte de las clases medias urbanas, que había sido republicanas.

Franco buscó colaboradores entre grupos ideológicos o corporativos distintos, lo que se conoce como “familias políticas”; éstas, a su vez, luchaban entre sí por influir en Franco y controlar. La primera de ellas estaba constituida por la Falange. Con Franco como jefe, el partido se convirtió en cantera de dirigentes y cuadros para la dictadura. En los primeros años los falangistas ocuparon los cargos más significativos, pero la derrota de las potencias fascistas en la Segunda Guerra Mundial hizo que poco a poco su presencia en los Gobiernos disminuyera. Los militares formaban otra de las familias. Muchos de los jefes sublevados fueron colaboradores directos de Franco tras la guerra, entre ellos el hombre que permaneció más tiempo junto al dictador, Carrero Blanco. Los militares no formaron nunca un grupo de presión, porque Franco cuidó siempre de mantener al Ejército en un papel estrictamente subordinado a su persona. El tercer grupo eran los católicos. Procedían de asociaciones de la Iglesia o, más tarde, del Opus Dei. Suministraron cuadros y dirigentes, en general con un alto nivel de formación técnica. Además, obispos y prelados participaron en las Cortes franquistas y en el Consejo del Reino. También los monárquicos colaboraron, aunque con fases de cierto enfrentamiento al régimen. Por último estaban los “franquistas puros”, que por encima de todo guardaban fidelidad al dictador. El ejemplo más significativo fue Carrero Blanco.

Entre 1938 y 1942, la figura más relevante del régimen fue Ramón Serrano Suñer, ministro de Gobernación en el primer Gobierno de Franco. Este político fue el encargado de diseñar un Estado al que dio un tinte fascista o “nacionalsindicalista”. Además de Serrano Suñer, que constituyó la pieza clave en los sucesivos cambios gubernamentales, en esa época se combinaron habitualmente ministros de las distintas facciones o “familias” del régimen. La política exterior del régimen durante la Segunda Guerra Mundial se concretó en una postura de no beligerancia, en realidad un apoyo apenas disimulado hacia la Italia fascista y la Alemania nazi, los aliados de Franco durante la Guerra Civil.

Leyes Fundamentales del Primer Franquismo

  • El Fuero de los Españoles (1945): Recogía unos “derechos y deberes fundamentales” concebidos por el dictador; los derechos estaban muy limitados.
  • La Ley de Referéndum Nacional (1945): Preveía la posibilidad de una consulta “popular” mediante plebiscito o referéndum.
  • Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947): Concedía a Franco la prerrogativa de nombrar a su sucesor; se afirmaba que España era “un reino” y se incluía la promesa indeterminada de restauración monárquica una vez que Franco estuviera incapacitado para gobernar o hubiera muerto.

Evolución Socioeconómica del Primer Franquismo (1939-1959)

La Autarquía (1939-1951)

El franquismo adoptó una política económica de autarquía, que prescinde de las importaciones y pretende autoabastecerse con el aprovechamiento de los propios recursos; muy dirigista e intervencionista. Se produjo un estancamiento económico generalizado, escasez, hambre y el racionamiento de productos básicos.

Consecuencias de la Autarquía

a- La agricultura: Entró en una profunda crisis (la producción descendió y hubo escasez de productos básicos). Primó el intervencionismo estatal y un supuesto proteccionismo derivado de la política autárquica, que provocaba el estancamiento y la falta de inversiones. El organismo encargado de coordinar la política agraria fue el Servicio Nacional del Trigo (SNT), que intervenía los precios de los cereales y las legumbres estableciendo tasas o precios fijos, lo cual provocaba la disminución de cosechas, y la carestía hacía crecer el mercado negro. Se impusieron las cartillas de racionamiento (documentos personales que la Administración sellaba a cambio de una pequeña ración de productos básicos).

b- La industria: Se estancó (el índice de industrialización por habitante que había en 1930 no se recuperó hasta 1952), debido a las dificultades generales de los años 40 para España, y sobre todo por el intervencionismo, controlando el Estado muchas ramas productivas, a través del INI (Instituto Nacional de Industria), creado en 1941; además, todas las industrias tenían la obligación de solicitar permisos para producir, importar y exportar; al buscarse la autarquía, las industrias no podían casi importar máquinas, materias primas, dificultándose su modernización. Además, se limitaba y controlaba la entrada de capital extranjero, que podría haber suplido la falta de inversión nacional, sobre todo privada.

c- Los salarios y las finanzas: Los salarios descendieron, los precios aumentaron, lo que causó la pérdida de nivel de vida y de poder adquisitivo. La inflación de los años cuarenta fue la más elevada de la historia de España debido a las necesidades de financiación del Estado. El régimen de Franco no intentó una redistribución positiva de la renta a través de los impuestos (obteniendo recursos de los más ricos para beneficiar a los menos pudientes); simplemente beneficiaba a los ricos, puesto que apenas se pagaban impuestos.

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