El reformismo político-administrativo de los Borbones en España se inicia con la llegada de Felipe V al trono en 1700. Tras la muerte de Carlos II sin descendencia, Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y Felipe IV, heredó los reinos españoles. Su llegada provocó la Guerra de Sucesión Española (1701-1715), un conflicto internacional que enfrentó a los Borbones con los Habsburgo, Holanda e Inglaterra.
La Consolidación del Poder Borbónico
La guerra comenzó con la toma de Gibraltar y Menorca por la armada inglesa. En 1705, la Gran Alianza Antiborbónica recibió el apoyo de Valencia, ocupando Cataluña, Aragón y Mallorca. Castilla se alineó con los Borbones, esperando mejorar su situación tras el declive económico bajo los Habsburgo. A pesar de esto, la nobleza recelaba de la política absolutista de los Borbones.
Las tropas de Felipe V obtuvieron importantes victorias en Almansa y Brihuega, dejando solo Cataluña y Baleares en contra del rey. En 1711, Carlos de Habsburgo heredó el trono imperial, lo que llevó a negociaciones de paz. Felipe V renunció a sus derechos al trono de Francia, y la Paz de Utrecht (1713) puso fin al conflicto internacional, aunque Cataluña y Baleares continuaron luchando contra Felipe V.
Consecuencias de la Guerra de Sucesión
- Consolidación del Reino Unido como potencia naval y comercial, obteniendo Gibraltar, Menorca y privilegios comerciales en América.
- Consolidación de los Habsburgo en Austria, obteniendo Flandes, Nápoles, Sicilia y parte del Milanesado.
- Portugal adquirió la colonia de Sacramento, importante para el contrabando con la América española.
La política exterior española se centró en recuperar los dominios perdidos, buscando el apoyo de los Borbones franceses. La nueva dinastía francesa impuso el modelo del absolutismo francés en España.
El Reinado de Felipe V (1700-1746)
Felipe V, incapaz de desempeñar sus funciones, delegó en validos como el Cardenal Alberoni. Posteriormente, se instauró una burocracia española absolutista y reformista, destacando José Patiño.
Centralización y Reformas Administrativas
El objetivo era la uniformización y centralización del reino, siguiendo el modelo francés. Se creó una nueva administración central, relegando el sistema de consejos, pero no suprimiéndolo. El Consejo de Castilla se convirtió en el más importante, extendiendo su jurisdicción a todo el reino.
Los secretarios se transformaron en técnicos con gran poder de decisión, convirtiéndose en un antecedente del cargo de ministro. Las cinco secretarías más importantes eran las de Estado, Guerra, Marina e Indias, Gracia y Justicia, y Hacienda.
Los Decretos de Nueva Planta, aplicados a Valencia, Aragón, Mallorca y Cataluña, suprimían los fueros y las instituciones locales, imponiendo la legislación castellana.
Felipe V impuso una nueva administración territorial, dividiendo el reino en provincias y capitanías generales. Se adoptó el cargo de intendente, representante real para dirigir cada provincia, con amplias funciones: recaudación de impuestos, reclutamiento de tropas, orden público, vigilancia de las autoridades locales, supervisión de obras públicas y fomento de la producción.
Los capitanes generales se nombraron para territorios más delicados, reemplazando a los virreyes. Tenían funciones militares y judiciales, presidiendo la audiencia correspondiente.
Se realizaron cambios importantes en la organización del ejército, suprimiendo los tercios. El objetivo era la creación de un ejército profesional, con voluntarios, levas obligatorias y la quinta (reemplazo de varones de todos los pueblos).
El Reinado de Fernando VI (1746-1759)
Fernando VI, indolente como su padre, dejó el gobierno en manos de competentes consejeros españoles, destacando el Marqués de la Ensenada y José de Carvajal.
El Marqués de la Ensenada y sus Reformas
El principal artífice de la política del periodo fue el Marqués de la Ensenada, quien permaneció 11 años en el poder, reuniendo las secretarías de Hacienda, Indias, Guerra y Marina. Su objetivo era mejorar la prosperidad del país, administrando adecuadamente los territorios americanos y reorientando la política exterior hacia el Atlántico.
Ensenada buscaba incrementar los ingresos del estado para reforzar la marina y el ejército, defendiendo la independencia frente a Francia con un ejército moderno. Sus proyectos en este sentido no se realizaron del todo hasta el reinado de Carlos III.
El Marqués de la Ensenada también intentó implantar en Castilla una contribución única, proporcional a la riqueza, eliminando los antiguos impuestos y estableciendo una fiscalidad más justa. Para ello, se elaboró el Catastro de Ensenada, un estudio de los pueblos y ciudades de Castilla para evaluar su riqueza y recaudar impuestos en consecuencia. La contribución única no pudo ser aplicada debido a la oposición de los privilegiados.
Otros aspectos importantes del gobierno de Ensenada fueron:
- Un amplio programa de obras públicas.
- Un plan de construcción de carreteras.
- Concordato con la Santa Sede.
Las intrigas diplomáticas hicieron caer a Ensenada, quien fue destituido y desterrado a Granada por supuestos planes contra Inglaterra.
El Reinado de Carlos III (1759-1788)
A la muerte de Fernando VI, accedió al trono su hermano Carlos III, quien venía de Nápoles, donde había reinado desde 1739, impulsando reformas con sus colaboradores, marcadas por la racionalización y el progreso ilustrado.
El Despotismo Ilustrado
Carlos III representó para España la experiencia del despotismo ilustrado, una corriente reformista que utilizaba el poder absoluto de los reyes para llevar adelante las reformas propugnadas por la Ilustración. Esta combinación de autoridad y espíritu de progreso fue necesaria en España, ya que los ilustrados eran un grupo pequeño, rodeado por los intereses de la nobleza y la ignorancia de las clases populares.
El objetivo de los ilustrados era fortalecer el estado y el poder de los reyes, sin cuestionar los principios básicos del antiguo régimen.
Fase Reformista
Carlos III mantuvo a los secretarios de su hermanastro Fernando VI, pero puso al frente de la Hacienda al italiano Marqués de Esquilache. También ascendió a políticos de la baja nobleza, como Campomanes y Floridablanca.
Los nuevos ministros querían modernizar el país, criticando la amortización de las tierras, los privilegios fiscales de la nobleza e iglesia, y las trabas al comercio.
En 1765, se decretó la libertad del precio del trigo para aumentar la competencia y la producción, pero coincidió con una mala cosecha, provocando especulación, aumento de precios y escasez. El descontento subsiguiente fue aprovechado por los que se oponían a las reformas, dando lugar al Motín de Esquilache en marzo de 1766.
Este motín fue una revuelta popular contra la carestía de alimentos y las medidas de Esquilache: limpieza urbana, alumbrado público, prohibiciones sobre el juego y el uso de armas. Tras sofocar el alzamiento, el rey continuó con el programa de reformas y expulsó a los jesuitas, acusados de instigar la revuelta.
Giro Conservador
A partir de 1766, Carlos III dio un giro conservador a su orientación política, confiando el gobierno a hombres que evitaran cambios radicales y mantuvieran la paz social. El Conde de Aranda gobernó de forma moderada durante 10 años.
A Aranda le sucedió Floridablanca en 1776, quien abandonó su posición reformista y adoptó una postura cada vez más conservadora. En 1778, se amplió el libre comercio colonial a la mayoría de los puertos españoles, beneficiando a la industria barcelonesa.
Para reorganizar las finanzas, se emitieron vales reales y se creó el Banco de San Carlos.
La Ilustración en España
La difusión de las ideas ilustradas en España fue lenta y tardía, pero presentó los mismos rasgos que en el resto de Europa. Los ilustrados fueron una minoría escasa, y su acción fue más teórica que práctica.
Los rasgos característicos de la Ilustración española fueron:
- Empleo de la razón y la crítica para analizar y mejorar la realidad social.
- Rechazo de lo que se consideraba pernicioso o inútil: espectáculos, prácticas religiosas, instituciones.
- Fomento de la economía nacional para la transformación social, el bienestar de la sociedad y el poder de la monarquía.
- Desarrollo del conocimiento científico y la educación como base del progreso técnico y económico.
- La creación artística y literaria con un fin educativo.
- Difusión del progreso y la felicidad, meta última de la teoría y la práctica reformista e ilustrada.
La Ilustración pretendía reformar el sistema económico, social y político del antiguo régimen, pero solo logró crear ideas y programas. Su fracaso se debió a que las reformas implicaban los intereses de los privilegiados del antiguo régimen. Los ilustrados no quisieron llevar sus ideas a la práctica, lo que harían los liberales.
La idea central de los ilustrados españoles fue elevar la cultura del país, propugnando una reforma profunda de la enseñanza universitaria: nuevos temarios, becas para estudiar en el extranjero y unificación de la enseñanza bajo el control del estado. Surgieron sociedades económicas en la mayoría de las provincias.
La Evolución de la Política Exterior
Tras la pérdida del imperio en Europa, la política internacional se centró en dos objetivos: recuperar lo perdido en la Paz de Utrecht y defender el imperio español de ultramar.
Relaciones con el Imperio Austríaco
En la mitad del siglo XVIII, los intentos de romper los acuerdos de Utrecht se mezclaron con las ambiciones en Italia de Isabel de Farnesio. La defensa del acceso del futuro monarca Carlos III de España, hijo de Felipe V, al trono de Nápoles, Toscana y Parma, condujo a conflictos militares con Austria.
La derrota de España en la Guerra de Sucesión Polaca (1733-1735) llevó al Tratado de Cambrai (1724), que confirmó la paz sin que España obtuviera nada.
Relaciones con Francia
El Pacto de Familia (1733) fue el primer acuerdo entre España y Francia, en el que España apoyó a Francia contra Austria y Rusia en el conflicto sobre la sucesión polaca, ofreciéndole el estatus de nación favorecida en el comercio. A cambio, Francia garantizó a España algunas posesiones italianas.
El segundo Pacto de Familia (1743) se firmó durante la Guerra de Sucesión Austriaca (1740-1748), que enfrentó a Austria y Gran Bretaña con Francia y Baviera.
El tercer Pacto de Familia (1761) obligó a España a luchar con Francia en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Reino Unido y Portugal, con el objetivo de frenar la expansión británica en América del Norte.
La Guerra de Independencia de las 13 colonias británicas en América del Norte (1775-1783) fue una oportunidad para recuperar Florida y Menorca de los británicos, pero no se pudo recuperar Gibraltar.
El reformismo borbónico en España, impulsado por la Ilustración, marcó un periodo de cambios significativos en la administración, la economía y la política exterior del país. Aunque no se lograron todos los objetivos, las reformas sentaron las bases para un futuro más moderno y próspero.