Introducción al Régimen Franquista
El 1 de abril de 1939, Francisco Franco anunció el fin de la Guerra Civil Española e impuso su dictadura, que duró hasta su muerte en 1975. El régimen tuvo dos etapas principales:
- Primera etapa (1939-1959): Caracterizada por la implantación de un estado totalitario, el aislamiento exterior y la autarquía económica.
- Segunda etapa (1959-1975): Marcada por el fin del aislamiento internacional y un notable crecimiento económico, conocido como el «desarrollismo».
En lo político, el franquismo se mantuvo en el inmovilismo, aunque, según el historiador Javier Tusell, se adaptó a las circunstancias y al cambio social para evitar hacerse insoportable.
Características Políticas del Régimen
Fundamentos Ideológicos
La ideología del régimen se basaba en los siguientes puntos:
- Concentración del poder político en Franco: Era Jefe del Estado, Presidente del Gobierno (hasta 1973), Generalísimo de los tres ejércitos y Jefe Nacional del Movimiento.
- Anticomunismo: Considerado contrario a los valores cristianos y occidentales.
- Antiliberalismo y antiparlamentarismo: El franquismo rechazaba el liberalismo por considerarlo individualista y disgregador.
- Nacionalcatolicismo: La defensa del catolicismo se consideraba la esencia nacional, y la Iglesia Católica fue una de las principales legitimadoras de la dictadura.
- Defensa de la «unidad de la Patria»: España era concebida como una comunidad con vínculos históricos y un destino común («unidad de destino en lo universal»).
- Centralismo: Se estableció una única administración centralizada y se defendió la unidad lingüística, suprimiendo o limitando el uso de otras lenguas españolas.
- Tradicionalismo: La dictadura reivindicó valores e ideas históricas de la España conservadora.
- Militarismo: Se ensalzó el papel del estamento militar en la sociedad y la política.
- Rasgos fascistas: La Falange Española Tradicionalista y de las JONS (el partido único) aportó al régimen himnos, saludos, símbolos y una estructura de inspiración fascista. Algunos de estos rasgos se atenuaron tras la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial (1945), pero los elementos básicos pervivieron.
Fundamentos Políticos
Las Leyes Fundamentales
El régimen no tuvo una Constitución formal. Su entramado legal se basó en las Leyes Fundamentales del Movimiento:
- Fuero del Trabajo (1938): Prohibía los sindicatos libres y creaba la Organización Sindical Española (sindicato vertical), controlada por la Falange.
- Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Creaba una asamblea parlamentaria unicameral (las Cortes Españolas), de carácter corporativo y no democrático.
- Fuero de los Españoles (1945): Recogía una declaración de derechos y deberes, aunque subordinados a los principios del régimen.
- Ley de Referéndum Nacional (1945): Permitía someter a referéndum popular algunos proyectos de ley importantes, siempre a discreción del Jefe del Estado.
- Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947): Definía a España como un Reino y establecía que la Jefatura del Estado correspondía vitaliciamente a Franco, quien designaría a su sucesor a título de Rey o Regente.
- Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958): Sintetizaba los principios ideológicos del régimen, que debían ser jurados por todos los altos cargos.
- Ley Orgánica del Estado (1967, aprobada en referéndum en 1966): Separaba los cargos de Jefe del Estado y Presidente del Gobierno (aunque Franco mantuvo ambos hasta 1973) y preveía la posibilidad de crear «asociaciones políticas» dentro del Movimiento.
Las Instituciones
- El Consejo Nacional del Movimiento: Actuaba como una cámara consultiva y de representación del partido único.
- El Consejo del Reino: Órgano consultivo que, entre otras funciones, proponía una terna al Jefe del Estado para la elección del Presidente del Gobierno (tras la Ley Orgánica del Estado).
- Las Cortes Españolas: Asamblea legislativa no democrática, cuyos miembros (procuradores) eran designados por diversos cauces (representación sindical, municipal, familiar, designación directa por Franco, etc.), denominados «cauces naturales de representación».
El Partido del Régimen: El Movimiento Nacional
El partido único era la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), conocido comúnmente como el Movimiento Nacional.
Los Apoyos del Régimen
El franquismo se sustentó en los grupos conservadores que apoyaron el golpe de Estado y la sublevación militar de 1936:
- Militares: La columna vertebral del régimen.
- Falangistas: El partido único que proporcionó la base ideológica y organizativa inicial.
- Monárquicos: Principalmente alfonsinos y tradicionalistas (carlistas), aunque con tensiones internas.
- Católicos: La Iglesia Católica y organizaciones laicas como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) o, más tarde, el Opus Dei.
Franco mantuvo un hábil control sobre estas «familias» del régimen, enfrentándolas entre sí y evitando que ninguna destacara excesivamente sobre su autoridad personal.
Bases Sociales
Además de los grupos de poder, el régimen recibió apoyo de sectores de las pequeñas burguesías provincianas y del campesinado católico, especialmente del norte y centro del país. Con el tiempo, los apoyos se ampliaron mediante redes de clientelismo («enchufismo»). El desarrollo económico posterior también generó una nueva clase media y trabajadora que, en parte, se acomodó al sistema (los llamados despectivamente «estómagos agradecidos»).
Evolución Política
Se distinguen dos grandes etapas:
La Etapa de la Posguerra (1939-1955)
Inicialmente, España se alineó con las potencias del Eje (Alemania nazi e Italia fascista), llegando a enviar una unidad de voluntarios, la División Azul, a luchar junto a Alemania contra la Unión Soviética. Con las derrotas del Eje, la política exterior española giró pragmáticamente hacia los Aliados occidentales. Internamente, se ejerció una dura represión contra los vencidos y cualquier forma de oposición, mediante leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940).
Tras la Segunda Guerra Mundial, la ONU condenó al régimen y recomendó la retirada de embajadores (1946), aislando diplomáticamente a España por ser considerado un reducto del fascismo. Para intentar lavar la imagen de la dictadura, se redujo la influencia visible de la Falange y se reforzó el carácter católico y monárquico (con la Ley de Sucesión de 1947).
La Guerra Fría salvó al régimen. El anticomunismo de Franco lo convirtió en un aliado estratégico para Estados Unidos. España fue admitida progresivamente en organismos internacionales: FAO (1950), OMS (1951), UNESCO (1952) y finalmente la ONU (1955). En 1953 se firmaron acuerdos clave: el Concordato con la Santa Sede, que consolidaba la alianza con la Iglesia, y los Pactos de Madrid con Estados Unidos, que permitían la instalación de bases militares estadounidenses en territorio español a cambio de ayuda económica y militar.
El Régimen de 1955 a 1975
Durante esta etapa, el franquismo experimentó algunas modificaciones superficiales para adaptarse a los nuevos tiempos, aunque manteniendo su esencia dictatorial. Surgieron tensiones entre dos tendencias principales dentro del régimen:
- Aperturistas: Partidarios de ciertas reformas limitadas para modernizar el país y acercarlo a Europa.
- Inmovilistas o «búnker»: Defensores a ultranza de los principios originales del régimen y contrarios a cualquier cambio significativo.
Franco supo maniobrar entre ambas facciones. Se tomaron medidas legislativas como la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento (1958) o la Ley de Orden Público (1959) para reforzar el control. Junto a estas, hubo algunas reformas de alcance limitado, como la Ley de Prensa e Imprenta (1966, Ley Fraga), que suprimió la censura previa pero mantuvo fuertes controles, la Ley de Libertad Religiosa (1967), que permitía el culto privado de otras confesiones, o la mencionada Ley Orgánica del Estado (1966).
Para mejorar su imagen internacional, el régimen concedió la independencia a sus colonias: Marruecos (protectorado, 1956), Guinea Ecuatorial (1968) y el enclave de Sidi Ifni (1969). También se abordó la cuestión sucesoria: en 1969, las Cortes nombraron a Don Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco a título de Rey. En 1973, Franco nombró al almirante Luis Carrero Blanco como Presidente del Gobierno, separando por primera vez este cargo de la Jefatura del Estado (aunque Carrero fue asesinado por ETA pocos meses después).
En la década de los setenta, la dictadura comenzó a dar claros síntomas de debilidad, agravados por la creciente conflictividad social (huelgas obreras, protestas estudiantiles) y la intensificación del terrorismo (principalmente de ETA y, en menor medida, del GRAPO). A la vez, Franco iniciaba un proceso de deterioro físico irreversible que desembocaría en su muerte el 20 de noviembre de 1975.
Economía
La política económica del franquismo atravesó tres fases distintas:
Primera Etapa: Autarquía (1939-1952)
La solución inicial del régimen al estancamiento económico de la posguerra y la miseria fue la autarquía, es decir, la pretensión de autosuficiencia económica mediante un fuerte intervencionismo estatal y el aislamiento del exterior. En agricultura, se creó el Instituto Nacional de Colonización (INC) para intentar aumentar la producción y asentar población. Para garantizar el abastecimiento de productos básicos, se creó el Servicio Nacional del Trigo (SNT). En la industria, se fundó el Instituto Nacional de Industria (INI, 1941) para impulsar sectores estratégicos y controlar la industria española y el comercio exterior. Esta política provocó el estancamiento económico, una gran miseria para la mayoría de la población y la aparición de epidemias. Ante la escasez generalizada, se establecieron cartillas de racionamiento de alimentos y productos básicos, lo que fomentó la corrupción y el auge del mercado negro (estraperlo).
Segunda Etapa: Transición y Fin de la Autarquía (1953-1959)
Este período, a veces llamado la «Década Bisagra», marcó una transición. Gracias a los acuerdos con EEUU, España comenzó a recibir ayuda económica y técnica. Se suprimió la cartilla de racionamiento en 1952. Sin embargo, el crecimiento inicial fue desordenado, generando una fuerte inflación y malestar social. En 1957, entraron al gobierno un grupo de ministros conocidos como los tecnócratas, muchos vinculados al Opus Dei (como López Rodó, Alberto Ullastres y Navarro Rubio). Ellos diseñaron el Plan de Estabilización de 1959. Durante esta etapa también se creó la Televisión Española (TVE, 1956). En 1958, España ingresó en la OECE (Organización Europea para la Cooperación Económica, actual OCDE) y en el FMI (Fondo Monetario Internacional). El Decreto Ley de Ordenación Económica (Plan de Estabilización) buscó reducir el déficit del Estado, ajustar el gasto público, liberalizar parcialmente la economía y el comercio exterior, y fomentar las exportaciones y la inversión extranjera.
Tercera Etapa: Desarrollismo (1959-1973)
Fue la época de la liberalización económica y el rápido crecimiento, impulsado por varios factores:
- La llegada masiva de turistas.
- El aumento de las exportaciones.
- Las remesas de divisas enviadas por los emigrantes españoles que trabajaban en Europa.
- La inversión extranjera.
Este desarrollo económico (el «milagro español») transformó profundamente la sociedad española (éxodo rural, crecimiento urbano, aumento del nivel de vida, cambio de mentalidades), que toleraba cada vez menos las restricciones de un régimen político anacrónico y autoritario.
Conclusión
El régimen franquista se asentó sobre las bases sociales conservadoras y los vencedores de la Guerra Civil. Se configuró como una dictadura personalista y autoritaria, con rasgos totalitarios de inspiración fascista en sus inicios. La derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial y el contexto de la Guerra Fría obligaron al régimen a adaptar su fachada exterior, pero mantuvo su carácter represivo y antidemocrático internamente, persiguiendo a la oposición durante prácticamente toda su existencia.
A pesar del notable desarrollo económico y la modernización social experimentados entre 1959 y 1975, el régimen se mostró incapaz de evolucionar hacia un sistema político moderno y democrático, aferrándose al inmovilismo. La represión se mantuvo como la principal respuesta a las crecientes demandas sociales y políticas. Esta contradicción entre una sociedad cada vez más moderna y un sistema político anclado en el pasado generó una crisis estructural que culminaría con la muerte de Franco en 1975 y el inicio de la Transición a la democracia.