El Reinado de Alfonso XII: La Restauración y el Sistema Canovista
La Vuelta de los Borbones y el Sistema Canovista
Cánovas del Castillo orquestó el regreso de los Borbones al trono español. Convenció a Isabel II para que cediera los derechos dinásticos a su hijo, Alfonso, y para evitar que la imagen de la reina empañara la del futuro monarca, Alfonso fue enviado a Inglaterra para su formación en la prestigiosa escuela militar de Sandhurst (1873). En el verano de 1874, Alfonso firmó el Manifiesto de Sandhurst, donde prometía una monarquía democrática, liberal y constitucional, permitiendo la participación de diversos sistemas políticos en España.
En diciembre de 1874, el general Martínez Campos lideró un pronunciamiento militar en Sagunto, proclamando rey a Alfonso. Cánovas asumió el liderazgo del gobierno y organizó la llegada de Alfonso XII, quien reinó desde 1875 hasta 1885. Tras su muerte, su esposa, María Cristina de Habsburgo, ejerció la regencia hasta que su hijo, Alfonso XIII, alcanzó la mayoría de edad en 1902.
Este retorno de los Borbones se conoce como la Restauración. Cánovas diseñó un nuevo sistema político inspirado en el modelo inglés, con tres pilares fundamentales:
- Bipartidismo: Cánovas lideraba el Partido Conservador, mientras que Sagasta dirigía el Partido Liberal.
- El Rey: Cánovas promovió el concepto de «Rey Soldado», con una participación activa en la política y como jefe del ejército.
- La Constitución: Se buscaba una constitución flexible y ambigua que pudiera adaptarse a diferentes gobiernos, evitando la necesidad de modificarla constantemente.
La Constitución de 1876
La Constitución de 1876 establecía la soberanía nacional compartida entre las Cortes y el Rey. Reconocía derechos individuales, aunque su desarrollo práctico era complejo. La división de poderes se organizaba de la siguiente manera:
- Poder Ejecutivo: El Rey no tenía responsabilidades políticas.
- Poder Legislativo: Compuesto por las Cortes y el Rey, con un sistema bicameral (Congreso y Senado). El Senado se formaba por designación real (1/3), por derecho propio (1/3) y por elección de las corporaciones (1/3). El Congreso se elegía por sufragio directo, aunque restringido.
- Ayuntamientos y Corporaciones: Designados por el gobierno.
- Religión: El Estado se declaraba confesional, manteniendo el culto y el clero católico.
Gobiernos de Alfonso XII
En 1875, Cánovas fue nombrado jefe de gobierno. Durante su mandato (1875-1881), se centró en la eliminación de la oposición, el cierre de clubs políticos y la finalización de la Tercera Guerra Carlista. En 1876, las tropas reales vencieron en la batalla de Somorrostro, lo que llevó a la abolición de los fueros vascos. También se logró la Paz de Zanjón en Cuba, prometiendo autonomía a la isla.
En 1879, se promulgó la Ley de Imprenta, que imponía la censura. En 1878, se aprobó una ley electoral que establecía un sufragio muy restringido. Además, se estableció la Ley de Partidos Políticos, que exigía a los partidos aceptar la Constitución y la Corona para ser considerados legales.
En 1881, Sagasta sustituyó a Cánovas en el gobierno. Su mandato se caracterizó por un mayor liberalismo, con permisividad y libertad de cátedra, aunque se mantuvo el sufragio censitario. Disturbios y reivindicaciones políticas en 1883-1884 llevaron al Rey a restituir a Cánovas en el gobierno en enero de 1884. Tras la muerte de Alfonso XII en noviembre de 1885, las Cortes nombraron regente a María Cristina. Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo, comprometiéndose a apoyar la regencia, establecer un sistema de turnos de gobierno (turnismo) y respetar la labor del gobierno anterior.
La Guerra Colonial y la Crisis de 1898
La Guerra de Cuba y la Intervención de Estados Unidos
En 1895, estalló la insurrección definitiva en Cuba, que culminaría con la pérdida de la isla por parte de España. El 26 de febrero de 1895, el Grito de Baire marcó el inicio de la insurrección, liderada por criollos como José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez. Sagasta envió 140.000 hombres para sofocar la rebelión, bajo el mando de Martínez Campos. La táctica de «tierra quemada» empleada por el ejército español causó 50.000 bajas, muchas de ellas por enfermedades debido a la falta de medicamentos.
En 1896, se produjo la insurrección en Filipinas, liderada por José Rizal. La guerra de Cuba dio un giro radical en 1898 con la intervención de Estados Unidos. El gobierno estadounidense ofreció a España una indemnización de 300 millones de dólares a cambio de la retirada de Cuba, pero España rechazó la oferta. El hundimiento del crucero Maine en el puerto de La Habana en abril de 1898, del que Estados Unidos culpó a España, precipitó la guerra. Tras el incidente, Estados Unidos emitió un ultimátum exigiendo la retirada de España de Cuba y Puerto Rico. El 24 de abril de 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España.
El 1 de mayo, la batalla naval de Cavite (Filipinas) supuso la ocupación de Filipinas por parte de Estados Unidos. En junio, las tropas estadounidenses desembarcaron en Cuba, y en julio tuvo lugar la batalla naval de Santiago de Cuba. El 12 de agosto, España solicitó el alto al fuego, y el 10 de diciembre se firmaron los tratados de paz de París. España renunció a Cuba y Puerto Rico, que pasaron a ser administrados por Estados Unidos. Además, España perdió Filipinas, Guam y cedió las islas Carolinas, Marianas y Palaos a Alemania a cambio de 15 millones de dólares.
La Crisis de 1898: Consecuencias de la Guerra
La guerra hispano-estadounidense tuvo profundas consecuencias para España, desencadenando una crisis multidimensional:
- Crisis Demográfica: Elevadas bajas humanas, más de 50.000.
- Crisis Social: Protestas masivas como reacción a la guerra.
- Crisis Militar: La derrota evidenció la mala estrategia y la ineficacia del ejército español.
- Crisis Política: Se puso de manifiesto la mala gestión del gobierno, que prolongó la guerra a pesar de la inevitable derrota.
- Crisis Económica: El comercio con Cuba, vital para la economía española, se vio interrumpido, generando un grave impacto económico.
- Crisis Cultural: España se sumió en un profundo pesimismo y una crisis de identidad nacional, cuestionando su papel en el mundo.