El Reinado de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina

La Restauración Borbónica (1875-1902)

El Reinado de Alfonso XII (1875-1885)

El periodo de la Restauración Monárquica comienza con el reinado de Alfonso XII (1875-1885). En su Manifiesto de Sandhurst del 1 de diciembre de 1874 (elaborado por Cánovas del Castillo), Alfonso XII afirmaba que la única solución para los problemas de España residía en el restablecimiento de la monarquía tradicional. Cánovas del Castillo, su principal valedor, era partidario de mantener la monarquía borbónica, defendiendo la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, y el sufragio censitario. Sin embargo, Cánovas sabía que este régimen necesitaba reformas. Sus propuestas incluían:

  • El reemplazo de la impopular Isabel II por Alfonso XII en el trono (objetivo logrado por Cánovas en 1870).
  • El fin de las intervenciones militares, causantes de gran inestabilidad política y social.
  • El establecimiento de un sistema bipartidista basado en dos partidos burgueses que se alternaran pacíficamente en el poder: el Partido Conservador (sucesor del partido Moderado) y el Partido Liberal, liderado por Sagasta (heredero de los ideales de 1869, adaptados al sistema canovista).

A finales de 1874, el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII rey de España, dando fin al Sexenio Democrático e iniciando la Restauración.

Alfonso XII (1857-1885), hijo de Isabel II, fue proclamado rey en enero de 1875. El sistema político de la Restauración se basó en la Constitución de 1876, el bipartidismo y el turnismo, y estuvo dirigido por Cánovas del Castillo y Sagasta. Cánovas, de ideología liberal-conservadora, fue el artífice del sistema, proponiendo una rotación electoral donde los fraudes y el caciquismo facilitaban la alternancia en el poder de los partidos Conservador y Liberal. Sagasta, líder del Partido Liberal, se alternó en el gobierno con Cánovas y tuvo que afrontar diversos conflictos coloniales.

La Constitución de 1876

Los principales rasgos de la Constitución de 1876 fueron:

  • Soberanía compartida entre las Cortes y el Rey, negando la soberanía nacional.
  • Sistema bicameral: Congreso (elegido por sufragio) y Senado (representando a las clases poderosas). El Senado se componía de senadores de derecho propio (por méritos propios, como grandes de España, jerarquías eclesiásticas y militares), senadores vitalicios (nombrados por el rey) y senadores elegidos por sufragio censitario (los mayores contribuyentes).
  • Fortalecimiento del poder de la Monarquía: el rey designaba ministros, tenía mando directo del ejército, derecho de veto absoluto sobre las leyes y poder para convocar, suspender o disolver las Cortes.
  • Reconocimiento teórico (limitado en la práctica) de derechos y libertades.
  • No especificaba el tipo de sufragio para el Congreso.
  • Recorte de la libertad religiosa, siendo la religión católica la oficial del Estado.

El Bipartidismo y el Turnismo

Cánovas diseñó un sistema basado en la rotación pacífica del poder entre el Partido Conservador (liderado por él mismo) y el Partido Liberal (liderado por Sagasta). Este sistema, aunque con métodos cuestionables, garantizaba la alternancia, poniendo fin a la inestabilidad. Su objetivo era apartar del poder a las fuerzas de izquierda republicanas, el movimiento obrero y los regionalismos y nacionalismos. El turno estaba pre-programado y se basaba en la manipulación electoral. El mecanismo era el siguiente:

  • El rey nombraba un nuevo Jefe de Gobierno y disolvía las Cortes.
  • El nuevo gobierno convocaba elecciones amañadas. El Ministerio de Gobernación «fabricaba» los resultados mediante el «encasillado» (asignación previa de escaños).
  • Los gobernadores civiles recibían instrucciones del ministro sobre los resultados “deseados”.
  • Los caciques, figuras clave, amañaban las elecciones siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil.

El Caciquismo

El fraude electoral se sustentaba en el contexto agrario y atrasado del país. Los caciques, ricos e influyentes en la España rural, eran los encargados de manipular las elecciones siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil. Empleaban métodos como amenazas, violencia, compra de votos a cambio de favores o trampas en las elecciones («pucherazo»).

La Regencia de María Cristina (1885-1902)

Tras la muerte de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo (1858-1929), su segunda esposa, fue nombrada regente hasta la mayoría de edad de su hijo, Alfonso XIII. Los partidos dinásticos firmaron el «Pacto del Pardo», comprometiéndose a mantener la monarquía, el turnismo y las medidas legislativas. Tras una serie de gobiernos, el asesinato de Cánovas en 1897 y el inicio de una nueva guerra en Cuba (1895) llevaron al enfrentamiento con Estados Unidos y la pérdida del imperio colonial español. La crisis del 98, que afectó a varios países, dio paso al Regeneracionismo.

La Tercera Guerra Carlista y la Guerra de Cuba

Tras la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), la estabilidad del régimen se vio reforzada. La intervención del ejército forzó la rendición de Cataluña, Aragón y Valencia, concentrándose el conflicto en el País Vasco y Navarra, que finalmente se rindieron en 1876. La derrota carlista supuso la abolición del régimen foral, aunque las Provincias Vascas mantuvieron cierta autonomía fiscal a cambio de un pago anual a la administración central y la prestación del servicio militar.

El fin de la guerra carlista permitió centrarse en la insurrección cubana (Guerra de los Diez Años, 1868-1878). En 1878 se firmó la Paz de Zanjón, que incluía una amnistía y reformas políticas y administrativas para Cuba.

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