Introducción
El reinado de Alfonso XIII (1902-1930) fue un período convulso en España. Se produjo la crisis del sistema de Cánovas, se reforzó la oposición republicana, nacionalista y, especialmente, los movimientos obreros. La sociedad y la economía mostraban los primeros indicios de modernización. El sistema respondió con una tímida línea reformista a principios de siglo y con un cierre del sistema político después. El rey Alfonso XIII intentó sustituir el inoperante juego político por un sistema autoritario, lo que le costó su trono.
Los Primeros Años del Reinado
El partido liberal de Canalejas llevó a cabo la ley de reclutamiento, que eliminaba la figura del soldado de cuota. En Castilla y León, el partido de turno entró en crisis, al igual que el sistema de turnos de partidos.
Las Crisis de 1909 y 1917
La Semana Trágica de Barcelona (1909)
La Semana Trágica de Barcelona (1909) fue la primera crisis grave que sufrió el sistema de la Restauración tras la Guerra de Cuba (1898). Esta sublevación fue una explosión de descontento popular motivada por el paro en el sector textil y el embarque de los soldados destinados a Marruecos. Entre los amotinados había anarquistas, republicanos y catalanistas. Una de las manifestaciones de estos desórdenes fue la violencia contra la Iglesia y la quema de conventos, acto que fue visto en la católica España como un signo de barbarie y desorden público. La respuesta del gobierno de Maura fue el uso de la fuerza, e incluso una represión exagerada, lo cual le costó perder el poder. De este modo, en la Semana Trágica de Barcelona estallaron a la vez todos los conflictos latentes en el sistema de la Restauración ante la opinión pública y comenzó la lenta ruina de dicho sistema político.
La Crisis de los Partidos del Turno
La Semana Trágica y el asesinato de Canalejas (1912) no solo pusieron fin al período del revisionismo político desde el poder, sino que abrieron un nuevo período (1912-1923) en el que se manifestó la crisis de los partidos del turno y el propio turno de partidos como lo había diseñado Cánovas. La crisis de los partidos del turno se debió a que no eran partidos de masas y, por tanto, dependían demasiado de líderes como Cánovas, Sagasta o Canalejas. Cuando estos desaparecieron, la falta de liderazgo produjo luchas internas por el poder. Entró en crisis el sistema del turno que permitía la alternancia pactada entre el Partido Conservador y el Liberal. A partir de 1909, y a raíz de la Semana Trágica, el Partido Conservador se vio obligado a dejar el poder por la presión internacional y de la oposición.
El Auge de la Oposición
La oposición política, marginada del sistema canovista, se reforzó en los primeros años del siglo XX. Entre la oposición política adquirieron mucha fuerza los partidos republicanos, como el Partido Radical de Lerroux o el Partido Reformista de Melquíades Álvarez. Se siguieron desarrollando los partidos obreros, PSOE y anarquistas. Los anarquistas organizaron su sindicato, la CNT, a partir de 1910. También destaca el desarrollo de los partidos nacionalistas, especialmente de los catalanistas. Surgió un nacionalismo catalán de izquierdas y republicano: Esquerra Republicana de Catalunya.
La Primera Guerra Mundial y sus Consecuencias
España no participó en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), aunque la opinión pública española se dividió entre aliadófilos y germanófilos. Sin embargo, la guerra tuvo efectos económicos y sociales muy importantes en España. España pasó a ser suministradora de materias primas y alimentos a los contendientes, lo cual hizo aumentar mucho las exportaciones. Esto tuvo un efecto expansivo sobre la economía, pues mejoró la balanza comercial. Sin embargo, el aumento de la demanda exterior provocó un ascenso generalizado de los precios. Mientras tanto, los beneficios obtenidos no se repartieron adecuadamente, ni se produjo un ascenso paralelo de los salarios. Las clases bajas perdieron poder adquisitivo y aumentó el descontento y la conflictividad social.
La Crisis de 1917
La primera manifestación de esta crisis fue la creación de las Juntas Militares de Defensa. Estas se formaron desde 1916 entre la oficialidad intermedia y se sublevaron a principios de 1917. Las razones fueron el descontento contra la política del gobierno liberal de Romanones. El Manifiesto de las Juntas de Defensa supone la reaparición del protagonismo del ejército en la política, pues los militares aparecen como los garantes de los principios sagrados de la patria. El rey Alfonso XIII lo apoyó, convencido de que el ejército era la mejor defensa contra la oposición política al sistema de la Restauración y el mejor sustituto frente a la crisis política de dicho sistema. La Asamblea de Parlamentarios fue el segundo capítulo de la crisis de 1917. Se trató de una especie de «parlamento alternativo» a las Cortes, por iniciativa de Cambó y la Lliga Regionalista, que pretendía unir a toda la oposición política al sistema de la Restauración. La Asamblea de Parlamentarios pretendía comportarse como una asamblea constituyente que modificara definitivamente el caduco sistema de Cánovas. Fracasó por las propias diferencias entre sus componentes, la oposición frontal del rey y del ejército, el miedo de los grupos burgueses a la huelga general y el ofrecimiento a los catalanistas de la Lliga a participar en gobiernos de concentración. El tercer capítulo fue la Huelga General promovida al mismo tiempo por socialistas y anarquistas, y que protestaba contra la pérdida de poder adquisitivo de los obreros. Más importante que las reivindicaciones laborales eran las reivindicaciones de un cambio en el sistema político que justifican que se califique a ésta como una huelga revolucionaria. La huelga tuvo éxito en zonas urbanas, pero apenas tuvo importancia en otras zonas como Andalucía. El gobierno se negó a negociar y el uso de la fuerza fue utilizado como una fuerza de orden público contra los huelguistas. Tras la crisis de 1917 se hizo patente la inoperancia del sistema político y su incapacidad de abrirse a un modelo más democrático. Aún se intentó revitalizar con gobiernos de concentración. Al rey solo le quedaba la vía militar.