Panorama general del reinado de Alfonso XIII (1902-1923)
La regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena finalizó en 1902, al alcanzar la mayoría de edad Alfonso XIII y ser proclamado Rey de España. La tónica general de este periodo, que transcurre entre 1902 y 1923, es la de una permanente crisis política que afectó profundamente al sistema de la Restauración diseñado por Cánovas del Castillo (el turnismo).
Causas de la crisis permanente
Las causas de esta inestabilidad fueron diversas:
- Intervencionismo del Rey: Alfonso XIII pretendió jugar un papel activo en la política, a diferencia de sus predecesores (su padre Alfonso XII y su madre, la Regente María Cristina). Se implicó directamente en los cambios de gobierno, participó activamente en la acción política y se rodeó del sector más conservador del espectro político.
- División de los partidos dinásticos: Los partidos del turno (Conservador y Liberal) sufrieron profundas divisiones internas y luchas por el liderazgo tras la desaparición de sus fundadores (Cánovas y Sagasta).
- Debilitamiento del caciquismo y del turnismo: El sistema clientelar del caciquismo y la alternancia pactada (el turno) se debilitaron progresivamente debido a la aparición y creciente influencia de nuevas fuerzas políticas: nacionalistas (principalmente en Cataluña y País Vasco), republicanos y el movimiento obrero (socialistas y anarquistas).
- Aumento de la conflictividad social: Las luchas sociales se intensificaron. En su origen estaban la mayor conciencia de clase de obreros y campesinos, la degradación de sus condiciones de vida y la fuerza creciente de los sindicatos socialistas (como la UGT) y anarquistas (como la CNT, fundada en 1910).
- Persistencia de viejos problemas: Resurgieron con fuerza problemas no resueltos como la cuestión clerical (el papel de la Iglesia en la sociedad y la educación) y la cuestión militar (el descontento en el ejército y su tendencia a intervenir en la política).
Intentos de modernización, crisis y quiebra del sistema de la Restauración
Ante la creciente inestabilidad, los políticos más destacados del periodo, el conservador Antonio Maura y el liberal José Canalejas, impulsaron medidas reformistas con el objetivo de revitalizar el sistema desde dentro.
El reformismo conservador de Antonio Maura
El primer intento modernizador significativo fue obra de Antonio Maura (Presidente del Consejo de Ministros en varios periodos, destacando 1907-1909). Su proyecto político se basaba en la idea de la «revolución desde arriba», es decir, realizar reformas controladas desde el poder para impedir una revolución popular. Ya durante su breve gobierno de 1904 intentó incorporar a la vida política a las llamadas «masas neutras», aquellos sectores sociales hasta entonces al margen.
Fue durante su «gobierno largo» (1907-1909) cuando trató de revitalizar más profundamente la vida política y social del país. Para ello elaboró:
- Una nueva Ley Electoral (1907), que introdujo el voto obligatorio (aunque con escasa aplicación práctica) y la proclamación automática de candidatos únicos (artículo 29), lo que en la práctica reforzó el caciquismo en algunas zonas.
- Una Ley de Administración Local, que buscaba ofrecer mayor autonomía a los ayuntamientos y diputaciones para satisfacer ciertas demandas regionalistas y mejorar la eficiencia administrativa.
En el terreno social, aprobó medidas importantes:
- La Ley de Descanso Dominical.
- Creó el Instituto Nacional de Previsión (INP) en 1908, considerado el embrión de la Seguridad Social española. Inicialmente, se encargó del sistema de libre contratación de pensiones obreras (retiro obrero) y, posteriormente, asumió la administración de:
- El Seguro Obligatorio del Retiro Obrero.
- El Subsidio y Seguro Obligatorio de Maternidad.
- La ampliación de los beneficios de la ley de accidentes de trabajo.
La Crisis de 1909: La Semana Trágica de Barcelona
La caída de Maura en 1909 fue precipitada por la grave crisis conocida como la Semana Trágica de Barcelona. Esta explosión de violencia tuvo como telón de fondo la tensa situación social y política que vivía la ciudad desde años anteriores, marcada por:
- El auge del nacionalismo catalán.
- El crecimiento de la movilización obrera (anarquista y socialista).
- La expansión del republicanismo entre las clases medias y populares, donde el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, con un discurso demagógico y anticlerical, había conseguido un importante apoyo.
- Fuertes sentimientos anticlericales y antimilitaristas.
El detonante directo fue la crisis marroquí. Tras la Conferencia de Algeciras (1906) y el posterior acuerdo franco-español, se estableció un protectorado conjunto de Francia y España sobre Marruecos. A España le correspondió la administración de la zona norte, el Rif, un territorio montañoso y habitado por tribus (cabilas) muy reacias al dominio extranjero. Los intereses económicos españoles, centrados en la explotación de las riquezas mineras de la región, llevaron a un aumento de la presencia militar. Los continuos ataques de las cabilas rifeñas obligaron al gobierno de Maura a aumentar el número de soldados en la zona.
Se dispuso el envío de tropas de reservistas, muchos de ellos casados y con hijos, lo que provocó una enorme protesta popular, especialmente en Cataluña. Las clases populares protestaban contra el injusto sistema de quintas, que permitía a los ricos librarse del servicio militar pagando una redención, mientras los pobres eran enviados a la guerra. Mujeres y madres de los soldados protagonizaron numerosas manifestaciones.
La central sindical anarquista Solidaridad Obrera convocó una huelga general en Barcelona para el día 26 de julio de 1909, a la que se sumó la socialista UGT. El inicio del paro coincidió con la llegada de las trágicas noticias del desastre del Barranco del Lobo, una emboscada rifeña que causó más de 1.200 bajas españolas. La huelga fue total en la ciudad y derivó rápidamente en una insurrección popular incontrolada. Se levantaron barricadas, se produjeron enfrentamientos con la policía y el ejército, y la ira popular se dirigió principalmente contra edificios religiosos (iglesias y conventos fueron incendiados), reflejo del fuerte anticlericalismo. El gobierno declaró el Estado de Guerra y la huelga se extendió a ciudades industriales vecinas.
La represión posterior fue brutal y desproporcionada. Se produjeron cientos de detenciones, juicios sumarísimos y varias condenas a muerte. El caso más polémico fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo anarquista y fundador de la Escuela Moderna, Francisco Ferrer y Guardia, a quien se acusó sin pruebas concluyentes de ser el instigador de la revuelta. Su ejecución generó una oleada de protestas internacionales y en España provocó la caída del gobierno de Maura, forzada por la presión liberal y republicana y el propio Rey.
El reformismo liberal de José Canalejas (1910-1912)
Tras la caída de Maura, el poder pasó a los liberales. En las elecciones de 1910, una alianza electoral republicano-socialista (la Conjunción Republicano-Socialista) permitió que Pablo Iglesias, líder del PSOE, consiguiera por primera vez un escaño en el Congreso de los Diputados.
El nuevo gobierno liberal (1910-1912) fue presidido por José Canalejas, quien representaba el ala más izquierdista del Partido Liberal y propuso un ambicioso programa regeneracionista para modernizar el país y fortalecer el Estado. Sus principales medidas se centraron en:
- Materia social y laboral: Intentó mejorar las condiciones de los trabajadores regulando los convenios de trabajo, la duración de la jornada laboral, el trabajo de mujeres y niños, y estableciendo una mayor prestación de seguridad social por parte del Estado.
- Cuestión religiosa: Promulgó la llamada «Ley del Candado» (1910), que prohibía temporalmente el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. Buscaba limitar la influencia de la Iglesia y negociar un nuevo Concordato con la Santa Sede, aunque sus resultados prácticos fueron escasos.
- Cuestión territorial: Aprobó la Ley de Mancomunidades (1912), que permitía la unión de varias diputaciones provinciales para gestionar servicios comunes. Aunque era una ley general para toda España, en la práctica fue una respuesta a las reivindicaciones autonomistas catalanas (la Mancomunitat de Catalunya se constituiría en 1914).
- Servicio militar: Estableció el servicio militar obligatorio sin redenciones en metálico, aunque en la práctica se crearon otras fórmulas («soldados de cuota») que seguían favoreciendo a las clases altas.
El proyecto de regeneración de Canalejas quedó truncado por su asesinato a manos de un anarquista en noviembre de 1912. Su muerte descabezó al Partido Liberal y agravó la crisis del sistema de la Restauración.
España ante la Primera Guerra Mundial (1914-1918)
Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, el gobierno español de Eduardo Dato declaró la neutralidad del país, manteniendo la política aislacionista adoptada tras el desastre de 1898. Esta neutralidad tuvo importantes consecuencias económicas y sociales:
- Estímulo económico inicial: La guerra estimuló la economía española a corto plazo. Al ser un país neutral proveedor de los beligerantes, se potenció la industria (textil, siderurgia, química) y se multiplicaron las exportaciones, generando grandes beneficios empresariales.
- Consecuencias sociales negativas: Sin embargo, este auge económico no benefició a toda la población y tuvo efectos sociales muy negativos:
- El aumento de la demanda exterior provocó una fuerte inflación dentro de España (subida de precios de productos básicos), mientras que los salarios no crecieron al mismo ritmo, empeorando las condiciones de vida de las clases trabajadoras.
- El final de la guerra en 1918 trajo consigo una crisis económica. El descenso drástico de las ventas al exterior obligó al cierre de fábricas y minas que habían crecido al calor del conflicto, aumentando el paro y la conflictividad social.
La neutralidad también dividió a la opinión pública española entre aliadófilos y germanófilos, añadiendo más tensión al ya crispado ambiente político y social.