El Reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera

El Reinado de Alfonso XIII: La Restauración

La Crisis del Desastre de Annual (1921)

La conmoción en la opinión pública tras el Desastre de Annual fue enorme. El prestigio del Ejército se vio seriamente dañado, y desde todos los sectores políticos, dentro y fuera del sistema, se clamó pidiendo responsabilidades. Incluso se sugirió que el propio rey Alfonso XIII habría instado al General Fernández Silvestre (muerto en la batalla) a asumir riesgos innecesarios con su ofensiva. En agosto de 1921, Antonio Maura fue llamado de nuevo a presidir un Gobierno de concentración nacional. En las Cortes se abrió una comisión de investigación, presidida por el general Juan Picasso, que reveló un estado de corrupción e ineficacia en el Ejército que despertó la indignación general (el Expediente Picasso).

El Expediente Picasso reveló la magnitud de la derrota: 13.363 muertos (10.973 españoles y 2.390 indígenas), por solo 1.000 rifeños. A las pérdidas humanas se añadían las de material (20.000 fusiles, 400 ametralladoras, 129 cañones, municiones y pertrechos) y la destrucción de infraestructuras. El desastre provocó una terrible crisis política, forzando la dimisión del gobierno. El informe señaló múltiples errores militares, calificando de negligente la actuación de los generales Berenguer y Navarro, y de temeraria la del general Silvestre. Abd el-Krim extendió su dominio por el protectorado español, creando la República Islámica del Rif.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Las Causas del Golpe

Hacia 1923, la situación política española parecía haber llegado a un callejón sin salida: crisis política, económica, social, regional, colonial y militar. El rey Alfonso XIII, cada vez más desencantado con el parlamentarismo, acogió con agrado (algunos incluso dicen que inspiró) el golpe de Primo de Rivera. La mayor parte de la prensa, la Iglesia y la burguesía lo recibieron de forma favorable. Tan sólo algunos políticos del viejo régimen (Romanones, Sánchez Guerra, etc.) manifestaron su oposición.

Aunque llegó al poder un año después que Mussolini en Italia, Primo de Rivera no era fascista. Muchos críticos concluyeron que era la hora del «cirujano de hierro» del que hablara Joaquín Costa en su obra.

El Cirujano de Hierro

Joaquín Costa, tal vez sospechando el fracaso del primer regeneracionismo, reclamó un «cirujano de hierro», un dictador que viniera a realizar la revolución desde arriba. Este «cirujano de hierro» representaba al hombre populista capaz de recrear la nación sobre la base del conocimiento profundo de su pueblo.

El Golpe de Estado

El 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, marqués de Estella, lanzó un manifiesto al país proclamando el estado de guerra y el advenimiento de una dictadura militar transitoria «hasta que el país ofrezca hombres rectos, sabios, laboriosos y probos». Militares y políticos monárquicos defendieron la dictadura como una solución para poner fin a la crisis política y a la conflictividad social que atravesaba el país.

Para los golpistas, las razones que justificaban su acción eran evidentes:

  • La inestabilidad política
  • El desprestigio del sistema político parlamentario
  • El fraude electoral
  • El miedo a la revolución social ante el auge de la conflictividad obrera y campesina

Primo de Rivera, tras una política inicial pasiva de contención frente al problema del Rif, cambió de estrategia y se entendió con Francia para hacer frente común a los rifeños. Con el éxito del desembarco de Alhucemas, Primo de Rivera obtuvo una posición fuerte que le permitió pacificar la zona y restituir la autoridad española en el Protectorado.

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