El Nacimiento del Imperio
El Imperio instaurado por Augusto es consecuencia de las guerras civiles. Los representantes del segundo triunvirato fueron los jefes de grupos rivales, que aspiraban al poder absoluto. Tras la batalla de Actium y la conquista de Egipto, el vencedor, Octaviano, debía realizar las reformas pendientes. Consciente de la imposibilidad de instaurar una monarquía en Roma, respetó los ideales de la libertas romana. En esta encrucijada nace un régimen híbrido: la monarquía, que, pese a conservar las instituciones republicanas, las sitúa bajo la tutela de un princeps.
En el 27 a. C., Octaviano es nombrado Princeps y Augustus, continuando como cónsul, cargo al que abdica ese mismo año. Sin embargo, desde el 23 a. C., su poder se fundamenta en el poder tribunicio y en el imperium. El poder tribunicio, vitalicio, le otorga el derecho de convocar los comicios y proponer leyes. Su imperium, doble (consular y proconsular), le permite intervenir tanto en Italia como en las provincias, como general en jefe. A estos poderes se suman la autoridad censoria y la responsabilidad del aprovisionamiento de Roma, además de los títulos de pontifex maximus y padre de la patria. Augusto se convierte en el dueño del mundo romano, aunque las instituciones republicanas continúan funcionando, pero bajo su dependencia.
El Programa de Reformas
Organización Social y Política
Una de las consecuencias más importantes del régimen augusteo es la constitución de una clase senatorial y una clase ecuestre. Para ser senador, se requería un censo de un millón de sestercios, mientras que para la clase ecuestre, 400.000 sestercios y la designación del príncipe. Los caballeros se convierten en servidores del régimen, desempeñando funciones que les permiten aspirar a la clase senatorial.
Augusto implementa una política conservadora con las leyes Julias: limitación del divorcio, criminalización del adulterio, sanciones a la soltería, premios a las familias numerosas y fortalecimiento de la autoridad paterna.
Administración
Augusto considera la administración central como privada, gestionada por libertos y esclavos de confianza, que forman el incipiente aparato burocrático. La administración de Roma recae en un funcionario senatorial con poderes policiales. Italia se reorganiza, dividida en 11 regiones.
En el 27 a. C., se divide el control de las provincias entre el emperador y el Senado. Las provincias pacificadas y romanizadas, las provincias senatoriales, siguen bajo el Senado. El resto, con presencia militar permanente, son administradas por el emperador a través de legados, las provincias imperiales. El emperador podía intervenir en las provincias senatoriales.
Mientras el Senado elegía anualmente un procónsul, manteniendo el sistema republicano, el emperador crea un sistema más ágil para sus provincias. Los gobernadores de las provincias imperiales, legati Augusti propraetore, permanecen entre dos y cinco años, asistidos por otros personajes.
Egipto, propiedad personal del emperador, tiene una situación particular. El acceso está prohibido a senadores y caballeros ilustres para evitar rebeliones. El gobernador, el prefecto de Alejandría y Egipto, reúne todos los poderes sin límite de tiempo.
Política Exterior, Ejército y Finanzas
La política exterior de Augusto se orienta a la consolidación y pacificación del Imperio, buscando fronteras naturales y estableciendo legiones en fronteras y regiones no pacificadas. Augusto supera en anexiones territoriales a los grandes de la República.
Aunque no reforma profundamente el ejército, la noción de ejército ciudadano es reemplazada por un ejército profesional permanente.
Para financiar el Imperio, se implementan impuestos directos (territoriales, el tributum, que exime al suelo itálico) e indirectos (en circunscripciones que agrupan varias provincias). A estos se suman los ingresos provinciales del emperador y los monopolios, como las minas.
Para la comunicación entre Roma y las provincias, Augusto crea el correo imperial, reservado a asuntos oficiales.
Transformación de Roma
La obra de Augusto se simboliza en la monumentalización de Roma: un templo a César, un arco dedicado a él, el Foro de Augusto, un templo a Mars Ultor (vengador), el Mausoleo de Augusto y el Ara Pacis.
La Sucesión y el Alto Imperio
El régimen de Augusto, una monarquía que no se proclama como tal, presenta una carencia: la sucesión. Augusto muere en el 14 d. C. sin una base sucesoria clara. Se impone el principio de sucesión familiar, y, al carecer de descendientes varones, se recurre a la adopción. Tiberio es designado futuro emperador.
El Alto Imperio (14 d. C. – 235 d. C.) comprende cuatro dinastías: los Julio-Claudios (14-68), los Flavios (69-96), los Antoninos (96-192) y los Severos (192-235). Este período se caracteriza por un creciente intercambio económico y social entre las provincias y la estabilidad exterior, la pax augusta.