El reinado de Carlos I
Durante esta época el imperio turco llevó a cabo una política expansiva que afectó fundamentalmente a Europa Central en torno al Danubio y al Mediterráneo. Carlos I no le concedió el mismo nivel de atención que a otros conflictos porque le dio mayor importancia al conflicto con Francia. Por tanto, intervenía fundamentalmente en situaciones extremas. El conflicto del imperio otomano fue un conflicto sin resolver, por lo que volvió a plantearse en el reinado de Felipe II.
La Reforma y la Contrarreforma
Fundamentalmente en Alemania, se produjo una difusión del protestantismo, reforma encabezada por Lutero. Algunos príncipes alemanes apoyaron la Reforma con la idea de disminuir el poder de la Iglesia Católica como medio para aumentar el suyo y así separarse de la tutela imperial. El conflicto contra los príncipes protestantes alemanes, por tanto, fue político. Las alternativas en la vía de la conciliación y la negociación se exploraron mediante la convocatoria del Concilio de Trento (1545-1563) por la que el propio emperador presionaba al papa para que actuase. Sin embargo, el conflicto no se resolvió, de tal manera que incluso desde las Iglesias de Roma se produjo una ruptura total con los protestantes y se pusieron en marcha una serie de principios vinculados con la Contrarreforma. La guerra al presentarse no como religiosa sino como política, abrió la vía al recurso militar, lo que llevó a una guerra encabezada por el emperador contra los príncipes que se habían rebelado frente a su autoridad. Estos rebeldes fueron derrotados en Mühlberg (1547), aunque no se consiguió la unificación política y religiosa.
La renuncia de Carlos I
En 1556 Carlos I renunció a sus dominios. Cedió a favor de su hijo Felipe II la Península Ibérica, los Países Bajos, el Franco Condado, los territorios italianos y las posesiones ultramarinas. Los territorios alemanes y austriacos y el título imperial pasaron a su hermano Fernando. Y Carlos I, ya no como emperador, se retiró a Yuste donde finalmente terminó muriendo en 1558.
Felipe II (1556-1598)
Felipe II nació en Valladolid y murió en El Escorial. Fue un rey totalmente castellanizado. Durante su reinado se dieron conflictos internos, pero también se produjo una unidad peninsular, mediante la cual, se incorporó el tercer reino peninsular de Portugal gracias a las políticas matrimoniales y presiones militares. Respecto a la política exterior, aparte del mantenimiento de la hegemonía política, Felipe II actuó como defensor del catolicismo ante los protestantes. En buena medida, asumió el papel de la contrarreforma.
La política exterior de Felipe II
Felipe II continuó con la política internacional iniciada por su padre Carlos I, aunque con algunas variaciones. En los primeros años de su reinado otorgó mayor atención al Mediterráneo, debido a los problemas no resueltos respecto al imperio otomano y con los piratas berberiscos. Hacia el 1580, intervino con mayor presión sobre las zonas Atlánticas, debido a la rebelión en los Países Bajos por una cuestión religiosa y política. La unión con Portugal tuvo un carácter exitoso, pero para hacer efectivo sus derechos, requería de recursos, entre otros militares. También apareció un nuevo enemigo, Inglaterra, cuya guerra se prolongó hasta mediados del siglo XVII.
Conflictos internos y externos
La rebelión en los Países Bajos fue el mayor problema político y militar del reinado, por el gran costo que tuvo para el pago de los recursos. Felipe II llevó a cabo una política agresiva contra los calvinistas, que estaban en contra del dogma de la iglesia, donde pretendió imponer los dogmas aprobados en el Concilio de Trento e implantar la Inquisición mediante el Autoritarismo real. Ante esta política agresiva, en el norte de los Países Bajos se dieron una serie de revueltas contra iglesias y monasterios católicos (1566). La respuesta de Felipe II fue el envío de los tercios del Duque de Alba que llevaron a cabo una gran represión. Desde 1581 se dio una ruptura definitiva con las provincias del norte que se declararon independientes, aunque no se les otorgó la independencia por lo que en estos territorios cedió la soberanía a su hija Clara Eugenia y al Archiduque de Austria en 1598.
Con Inglaterra las relaciones se fueron volviendo cada vez más tensas debido a que la monarquía inglesa rechazaba el régimen de monopolio, que implicaba que la Corona hispánica tuviese la capacidad exclusiva de controlar y explotar los territorios de América. Los ingleses empezaron a hacer uso de las expediciones corsarias para comerciar de manera ilegal y para que tomasen barcos y mercancías de esas rutas castellanas. Además, Inglaterra apoyó a los rebeldes de los Países Bajos en su intento de frenar el avance de la monarquía hispánica en esta zona. Finalmente, este clima de tensión generó una guerra abierta anglo-española (1585-1604) donde el acontecimiento más representativo fue el de la Gran Armada o Armada Invencible. Esta gran flota intentó invadir las islas para generar un cambio de monarquía en la corona. Sin embargo, fueron derrotados por enfrentamientos directos y problemas climáticos.