Carlos IV, hijo y heredero de Carlos III, rigió España durante un periodo marcado por una profunda crisis que se manifestó en las esferas económica, social y política.
Crisis Económica y Social
A pesar del incremento de la población y la roturación de terrenos baldíos para el cultivo, la producción agrícola no experimentó un aumento significativo. A esto se sumaron ciclos de sequía que mermaron aún más la producción.
Durante el reinado de Carlos IV, se vivieron dos grandes ciclos de sequías. La escasez de alimentos provocó un encarecimiento de los productos, lo que desencadenó hambrunas y epidemias. Estas, a su vez, causaron un aumento de la mortalidad y la conflictividad social.
Además, la incapacidad de España para controlar las vías de comunicación con sus colonias americanas resultó en una importante pérdida de recursos e ingresos.
Crisis Bélicas
España se vio envuelta en una serie de conflictos bélicos a nivel internacional:
Guerra contra la Francia Revolucionaria (Guerra de la Convención)
- En 1789, se cerraron las fronteras con Francia para evitar la propagación de las ideas revolucionarias.
- En 1793, tras la ejecución de Luis XVI en la guillotina, España y Gran Bretaña se aliaron contra la Francia revolucionaria.
- En 1794, los franceses invadieron Cataluña, Navarra y las Vascongadas.
- Ante la incapacidad del Estado para defender el territorio, los ciudadanos organizaron su propia defensa, como las Juntas de Defensa Militar en Cataluña.
- En 1795, se firmó la Paz de Basilea con Francia, que obligó a España a ceder la mitad de la isla de Santo Domingo y a permitir el libre comercio francés en las colonias españolas. Este tratado marcó el inicio de la subordinación política de España a los intereses franceses, que se ratificaría en el Tratado de San Ildefonso en 1796.
Guerra contra Gran Bretaña
Los enfrentamientos con Gran Bretaña comenzaron a raíz de la Paz de Basilea (1795) y el Tratado de San Ildefonso (1796). Estos acuerdos favorecían a Francia y perjudicaban el comercio inglés en las colonias americanas, lo que llevó a Gran Bretaña a declarar la guerra a la alianza franco-española en el ámbito naval.
En 1805, la batalla de Trafalgar culminó con la derrota de la armada franco-española a manos del almirante Nelson. Esta derrota imposibilitó a España controlar políticamente, comerciar y cobrar impuestos en América.
Crisis Política de la Monarquía
Carlos IV carecía del carisma y la habilidad para gobernar que había caracterizado a su padre. Heredó incluso a sus primeros ministros, el Conde de Aranda y el Conde de Floridablanca. Sin embargo, tras la desaparición de estos, el poder real quedó en manos del valido Manuel Godoy y Álvarez-Faria.
Godoy, de la pequeña nobleza extremeña, ascendió gracias a sus servicios en la Guardia de Corps y su cercanía a la familia real, llegando a acaparar el gobierno del Estado. Su política de acercamiento a Francia, plasmada en la Paz de Basilea, generó la enemistad de Gran Bretaña y otros opositores a Francia.
A partir de 1795-1796, España quedó supeditada a Francia en lo militar y político. En 1807, el Tratado de Fontainebleau formalizó el permiso a Napoleón para introducir tropas en España con el objetivo de invadir Portugal.
Godoy enfrentó la oposición de diversos sectores:
- La nobleza lo rechazaba por considerarlo un advenedizo que ocupaba puestos reservados para ellos.
- La Iglesia se oponía a la creación de la Caja de Amortización por parte de Godoy.
- El pueblo llano sufría las consecuencias de las guerras y las levas de tropas derivadas de su política internacional.
El descontento contra Godoy se materializó en intentos de forzar su salida del gobierno. Se formó una facción fernandina, liderada por el príncipe de Asturias, Fernando de Borbón, y dirigida por el canónigo Escoiquiz. Esta facción promovió dos conspiraciones:
- El Proceso de El Escorial (1807), que fracasó.
- El Motín de Aranjuez (17-19 de marzo de 1808), una revuelta popular instigada por los conspiradores para presionar a Godoy y al rey. Godoy había trasladado a la Casa Real a Aranjuez con la intención de enviarlos a Andalucía y luego a América, lo que se interpretó como un abandono del reino a los franceses. El pueblo se sublevó, Godoy se escondió y Carlos IV se empeñó en su defensa. La única salida para Carlos IV fue abdicar en favor de su hijo Fernando.
Tras la abdicación, Carlos y Fernando acudieron a Napoleón, quien actuó como árbitro en las disputas dinásticas familiares en las conocidas Abdicaciones de Bayona, en mayo de 1808.