El Reinado de Carlos IV (finales del s. XVIII)
Carlos IV comienza su reinado a finales del siglo XVIII, pero confía el poder a Manuel Godoy, un militar de origen humilde. Esta decisión molesta a la nobleza y al clero. Godoy intenta implementar reformas políticas y sociales, incluyendo una desamortización, pero no tiene éxito.
Con la Revolución Francesa, surgen nuevas ideas de cambio: la supresión de la monarquía absoluta en favor de un gobierno representativo y la transición de una sociedad estamental a una clasista. Sin embargo, estas ideas tardan en llegar a España.
Carlos IV declara la guerra a Francia, la cual pierde, subordinando a España a los intereses franceses y formando una alianza. España se encuentra en crisis, y Godoy intenta nuevas reformas para evitar una revolución.
La Invasión Francesa (1808)
Tras la Revolución Francesa, Napoleón toma el poder y busca expandir las ideas de la Ilustración por Europa mediante la conquista de territorios. En 1808, Napoleón pide permiso a las cortes para pasar por España y conquistar Portugal. Sin embargo, las tropas francesas deciden quedarse en España.
Carlos IV se ve obligado a abdicar en favor de su hijo Fernando VII, quien a su vez, en Bayona, es obligado por Napoleón a entregar el poder a José Bonaparte (José I).
José I intenta abolir el Antiguo Régimen mediante una Constitución, pero esta limita su poder. En su lugar, concede el Estatuto de Bayona, que no limita el poder real. El Estatuto de Bayona establece la igualdad de todos los españoles ante la ley y la abolición del régimen señorial.
Algunos españoles apoyan la invasión francesa, creyendo que es la única forma de que lleguen las ideas de la Ilustración. Otros se oponen y se enfrentan a los franceses, pero al carecer de ejército y rey, son derrotados rápidamente. Recurren entonces a la organización de guerrillas para retrasar la invasión. Se forman juntas de armamento y defensa a nivel local, provincial y, finalmente, en Madrid, creando un frente popular contra la ocupación francesa. Este frente se divide entre quienes desean la vuelta al Antiguo Régimen y quienes buscan un gobierno español basado en las ideas de la Ilustración, confiando en el apoyo de Fernando VII.
Las Cortes y la Constitución de Cádiz (1812)
La Junta Central se disuelve, pero antes convoca a las Cortes para representar al país. Se instalan primero en Aranjuez, luego en Sevilla y finalmente en Cádiz debido al avance de las tropas francesas.
La elección de representantes en las Cortes de Cádiz se complica por la invasión. Se elige principalmente a gente de Cádiz y burgueses.
La Constitución de Cádiz (1812), la primera constitución española, establece una soberanía compartida entre la nación y el rey. El poder ejecutivo recae en el rey, el judicial en las Cortes y el rey, y el legislativo en los tribunales. Se instaura el sufragio universal masculino indirecto, la religión católica como única y se reconocen derechos como la propiedad y la libertad de imprenta. La Constitución se aplica tanto en España como en América, pero su vigencia es limitada debido a la invasión francesa.
El Reinado de Fernando VII (1814-1833): Sexenio Absolutista
Fernando VII regresa del exilio como monarca absoluto con el apoyo de la nobleza y el clero, quienes rechazan la Constitución de Cádiz. Fernando VII declara nula la Constitución, restaura las instituciones del Antiguo Régimen (excepto la desamortización y los señoríos jurisdiccionales) y persigue a liberales y afrancesados.
El Trienio Constitucional (1820-1823)
Ante la lucha por la independencia en América, se envían tropas españolas. El comandante Rafael de Riego se subleva en Cabezas de San Juan (Sevilla) para obligar a Fernando VII a jurar la Constitución. Este hecho desencadena sublevaciones en otras provincias, logrando el objetivo.
Se restauran las reformas de Cádiz y se suprimen las instituciones del Antiguo Régimen. Los liberales exiliados regresan y forman parte del gobierno. Fernando VII conspira contra el gobierno utilizando su derecho a veto.
Las nuevas medidas liberales generan descontento entre los campesinos, que se convierten en arrendatarios y enfrentan dificultades económicas. La nobleza y el clero, perjudicados por la supresión del diezmo y la venta de sus bienes, organizan revueltas.
Las tensiones dividen a los liberales en moderados (partidarios de reformas limitadas) y exaltados (que plantean reformas radicales). Los liberales cuentan con el apoyo de la burguesía y el ejército.
Los absolutistas simulan el secuestro de Fernando VII para que el pueblo se levante contra los liberales. Durante el supuesto secuestro, crean una regencia para luchar contra los liberales y restaurar el Antiguo Régimen. Los liberales crean una milicia nacional para defender las reformas, generando un clima de tensión en Madrid.