El Reinado de Carlos V (1516-1556)
La dinastía austriaca de los Habsburgo llegó al trono por el matrimonio de Juana, hija y heredera de los Reyes Católicos, y el príncipe Felipe de Habsburgo, hijo de Maximiliano, archiduque de Austria y emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. El reinado de sus dos primeros representantes, los Austrias mayores, coincidió con el momento de mayor esplendor de la monarquía hispánica.
La Herencia de Carlos V y los Conflictos Internos
Al morir Isabel I en 1504, su hija Juana fue proclamada reina de Castilla, mientras en Aragón continuó gobernando Fernando el Católico. Pero en 1506 murió Felipe I y la enfermedad mental de Juana se agravó. Dada su incapacidad para gobernar, Fernando asumió el gobierno de Castilla hasta su muerte en 1516. Fue entonces cuando Carlos I, primogénito de Felipe y Juana, fue proclamado rey en Bruselas, llegando a España en septiembre de 1517. Su herencia era extensísima:
- La Corona de Aragón, con los territorios de Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Rosellón y la Cerdaña.
- La Corona de Castilla con Navarra y los territorios descubiertos en América.
- El archiducado de Austria y los dominios de los Países Bajos, el Franco Condado y Luxemburgo, procedentes de la abuela paterna, la duquesa María.
A la muerte de su abuelo Maximiliano, en 1519, Carlos fue elegido emperador de Alemania con el nombre de Carlos V.
Carlos llegó a España rodeado de una corte de amigos, consejeros y eclesiásticos de Flandes, dirigidos por Adriano de Utrecht, que se hicieron con los cargos más importantes. Esto, unido al incumplimiento de las promesas hechas a las cortes que aprobaron los subsidios para su coronación imperial, levantó recelos entre la nobleza y las principales ciudades de Castilla. Como consecuencia, estallaron dos importantes conflictos:
La Revuelta de las Comunidades (1520-1522)
Una serie de ciudades (Toledo, Segovia, Ávila, Burgos) se sublevaron, reclamando la protección de la industria textil -perjudicada por la exportación de lana-, el respeto a las leyes del reino y una mayor participación política. El movimiento agrupaba a un sector de los hidalgos y de las clases medias urbanas, dirigidos por Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. Se constituyeron en gobierno y buscaron sin éxito el apoyo de la reina Juana. La revuelta se acabó extendiendo y se produjeron revueltas campesinas de carácter antiseñorial. Los sublevados se encontraron finalmente con la oposición de los grandes exportadores de lana y de la nobleza terrateniente. Estos grupos apoyaron al ejército real que derrotó a los comuneros en Villalar (1521). Los líderes rebeldes fueron ejecutados.
Las Germanías (1519-1523)
En la Corona de Aragón, se produjeron las Germanías, revueltas de artesanos, pequeña burguesía y campesinos contra la oligarquía, la nobleza y el alto clero. Pedían la democratización de los cargos municipales, una mejora de los arrendamientos campesinos y la protección del monarca frente a los abusos de poder. Afectaron a casi todos los territorios de la Corona de Aragón, especialmente a Valencia. En 1519, aprovechando la huida de las autoridades municipales, los agermanados se hicieron con el control de Valencia, dirigidos por Llorens, Sorolla y Peris. Sin embargo, el gobierno de Adriano de Utrecht se alió con la nobleza, y los agermanados fueron derrotados en 1521. La revuelta también fracasó en Mallorca y Cataluña.
Carlos I aprendió de estos sucesos. En adelante, se rodeó de colaboradores españoles y convirtió a Castilla en el centro político de su imperio. Aunque siguió viajando constantemente, confió la regencia a familiares directos (como su hijo Felipe), adoptó el castellano como lengua y, al final de sus días, decidió retirarse y morir en España.
La Política Exterior de Carlos V: Desafíos y Conflictos
La política exterior de Carlos V estuvo marcada por dos objetivos principales:
- El mantenimiento de la herencia recibida.
- La defensa de la unidad cristiana de Europa, de la que se sentía responsable como emperador y jefe político de la cristiandad.
Estos objetivos le granjearon como enemigos al reino de Francia, al Imperio Otomano y a los príncipes protestantes alemanes.
La Lucha contra los Protestantes
La Reforma Protestante, predicada por Martín Lutero, fue apoyada por numerosos príncipes del norte y centro de Alemania. Carlos V intentó un entendimiento con Lutero en la Dieta de Worms (1521), pero fracasó. Los protestantes alemanes formaron la Liga de Esmalcalda. A pesar de una victoria inicial en Mühlberg (1547), la situación se complicó. Finalmente, la Paz de Augsburgo (1555), negociada por su hermano Fernando, reconoció el derecho de los príncipes a imponer su confesión religiosa en cada estado (“cuius regio, eius religio”).
Los Enfrentamientos con Francia
Las disputas con Francisco I de Francia se centraron en el dominio de Italia (Milanesado) y las ambiciones francesas en Flandes y Borgoña. Tras la victoria en Pavía (1525) y el «sacco» de Roma (1527), se firmó la Paz de Cambrai (1529). Sin embargo, las guerras continuaron hasta el final del reinado.
La Amenaza del Imperio Otomano
El Imperio Otomano, bajo Solimán el Magnífico, era una gran potencia que amenazaba Europa central y el Mediterráneo. Carlos V contuvo el avance turco en Viena y lanzó un ataque exitoso contra Túnez (1535), pero fracasó en Argel (1541).
Abdicación y Legado
En 1556, Carlos V abdicó en su hijo Felipe II, cediéndole la corona real y los territorios europeos y americanos, excepto el archiducado de Austria y el título imperial, que pasaron a su hermano Fernando. Se retiró al monasterio de Yuste, donde murió en 1558. Su reinado marcó un periodo de expansión y desafíos para el Imperio español, sentando las bases de lo que sería el Siglo de Oro español.