El Reinado de Felipe II y la Monarquía Hispánica del Siglo XVI

La Monarquía Hispánica de Felipe II: La Unidad Ibérica

Felipe II (1556-1598) heredó de su padre la corona de España (Castilla, Aragón, Navarra), las posesiones italianas (Milán, Nápoles), los estados de la Casa de Borgoña (Países Bajos, Luxemburgo, Franco Condado, el Charolais) y América (virreinatos de Nueva España y Perú). Carlos cedió a su hermano Fernando el título de emperador alemán y los territorios austriacos. Felipe II fijó la Corte en Madrid en 1561 y se valió de una Administración y un Ejército eficaces. Su reinado se denominó «monarquía hispánica», pues las decisiones las tomaba el propio rey con secretarios y consejos castellanos. El rey, gran trabajador, supervisaba personalmente todos los asuntos. Luchó por mantener la unidad religiosa y política frente a los protestantes, impulsó la Contrarreforma o reforma de la Iglesia católica y respetó las instituciones de sus reinos.

Conflictos Internos

Rebelión de las Alpujarras (1568-1570)

La rebelión de los moriscos de Granada, unos 150 mil, se originó por problemas religiosos (conversión no sincera), sociales (bandolerismo) y políticos (alianza con turcos y piratas norteafricanos). Se produjo después de un decreto del rey que prohibía el uso de la lengua, vestimentas, apellidos árabes y costumbres musulmanas.

Rebelión de Aragón (1590-1592)

El rey quiso nombrar virrey de Aragón a un castellano, a lo que se opuso el Justicia de Aragón. El secretario del rey, Antonio Pérez, preso 11 años por el asesinato del secretario de Juan de Austria, huyó en 1590 y se refugió en Aragón, donde la justicia real no tenía poder ante los fueros aragoneses. Para poder apresarle se le acusó de hereje, pues la Inquisición tenía jurisdicción en toda España.

Política Exterior

En política exterior, Felipe II se enfrentó a los piratas berberiscos y a los turcos, vencidos en la célebre batalla de Lepanto en 1571 por la Liga Santa (España, el Papa y Venecia). Se desató una rebelión en los Países Bajos, gobernados por su hija Isabel Clara Eugenia, enfrentando a los católicos del sur contra los calvinistas del norte, conflicto que se prolongó 80 años. La reina de Inglaterra, Isabel I, profundamente anticatólica, apoyó la piratería y las rebeliones contra el rey español. Felipe II intentó la invasión de Inglaterra, que finalizó con el desastre de la Armada Invencible en el Canal de la Mancha en 1588, un gran fracaso político y militar.

La Unidad Ibérica

En 1580 quedó vacante el trono portugués. Felipe II, hijo de Isabel de Portugal, luchó y venció a los portugueses, aunque consiguió el apoyo de las clases dirigentes portuguesas tras prometer autonomía del reino, respeto a sus instituciones y leyes, y protección al comercio colonial de sus posesiones en América, África y Asia. La corona portuguesa perteneció a España hasta 1668, conformando el imperio más grande del momento, donde “nunca se ponía el sol”, tras la conquista de Filipinas.

El Modelo Político de los Austrias

Instituciones de Gobierno

Los Austrias mayores llevaron directamente las riendas del poder. Continuaron con las mismas instituciones, Cortes y privilegios que mantuvieron los Reyes Católicos en Aragón, Castilla y Navarra. Desarrollaron las instituciones existentes, incrementaron la burocracia y reorganizaron la Hacienda. Se consolidó el sistema de gobierno por Consejos. El Consejo de Estado tenía jurisdicción sobre todos los reinos y asesoraba al rey en asuntos de política exterior. Otros consejos importantes fueron los de Castilla, Aragón, Portugal, Indias, Inquisición, Órdenes militares y Hacienda. Aumentó el poder de los Secretarios, intermediarios entre el rey y los consejos. Felipe II creó las Juntas para tratar asuntos concretos, integradas sobre todo por baja nobleza. Las Chancillerías y Audiencias eran tribunales de justicia. Se nombraron virreyes en los territorios alejados como Aragón, América, Nápoles y Portugal, y gobernadores en los Países Bajos.

Economía, Sociedad y Cultura en el Siglo XVI: La Inquisición

Economía y Sociedad

Hubo un gran desarrollo económico hasta mediados de siglo, sobre todo en Castilla, gracias a los metales preciosos de América. El alza de precios fue continua, pero los salarios no crecieron tan deprisa. Los reyes ingresaban dinero por impuestos como la alcabala, de las Órdenes Militares, de las Cortes y de las Indias. La Iglesia aportaba parte del diezmo, el subsidio y el excusado. A pesar de ello, no se cubrían los gastos de la Administración, el Ejército y las guerras. Los reyes pidieron créditos a prestamistas flamencos, genoveses y alemanes, como los Fugger, que cobraban sus intereses de las minas de mercurio de Almadén. Felipe II tuvo que declarar varias bancarrotas y suspensión de pagos. Se renegociaron las deudas, ampliando los plazos de devolución y los intereses, lo que produjo un gran endeudamiento. La sociedad siguió siendo estamental, con un crecimiento demográfico de 6,5 a 8 millones. A finales de siglo se desató la intolerancia ideológica y la obsesión por la hidalguía y la limpieza de sangre.

Cultura

El Renacimiento llegó a España desde Italia y Países Bajos. Creció el número de mecenas, universidades e imprentas. Las obras de arte eran, sobre todo, de carácter religioso. Entre los humanistas destacaron Juan Luis Vives y los hermanos Valdés. Se escribieron novelas de caballería, pastoriles y de temas exóticos. Nebrija escribió la primera gramática castellana. En poesía destacaron Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León. El Lazarillo de Tormes inició la novela picaresca. La literatura mística tuvo como figuras a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. En teatro, sobresalió Lope de Rueda. A finales de siglo escribieron sus primeras obras Cervantes y Lope de Vega, mientras la ciencia y el pensamiento sufrieron un importante retraso con respecto a Europa.

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