El Reinado de Fernando VII: Absolutismo, Liberalismo y Conflictos en la España del Siglo XIX (1808-1833)

Liberalismo frente a Absolutismo (1788-1833): La España de Fernando VII

La Ocupación Napoleónica y la Crisis de la Monarquía (1807-1808)

El reinado de Carlos IV (1788-1808) estuvo marcado por la influencia de la Revolución Francesa. Inicialmente, Carlos IV suprimió las influencias ilustradas y nombró a Manuel Godoy secretario de Estado. La ejecución de Luis XVI en 1793 llevó a España a unirse a la coalición contra Francia. Sin embargo, tras las derrotas y la firma de la Paz de Basilea (1795), España quedó subordinada a los intereses franceses.

Con el ascenso de Napoleón, España se convirtió en aliada de Francia. La derrota en la batalla de Trafalgar (1805) diezmó la flota española y privó a la Hacienda de los recursos coloniales. Godoy recurrió al endeudamiento, al aumento de las contribuciones y a la desamortización de tierras eclesiásticas, medidas que provocaron la oposición de la Iglesia, la nobleza y el pueblo, culminando en motines.

En 1807, España firmó el Tratado de Fontainebleau, permitiendo el paso de las tropas francesas para ocupar Portugal. La presencia francesa en puntos estratégicos de España generó desconfianza, lo que desembocó en el Motín de Aranjuez (18 de marzo de 1808). Este motín, impulsado por nobles y eclesiásticos, exigió la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo, Fernando VII.

Fernando VII fue proclamado rey, pero Carlos IV solicitó la ayuda de Napoleón para recuperar el trono. Napoleón convocó a ambos monarcas en Bayona, donde abdicaron en favor de su hermano, José Bonaparte. Se convocaron Cortes para aprobar el Estatuto de Bayona, una carta otorgada que abolía privilegios y reconocía la igualdad ante la ley. José I fue reconocido como nuevo rey.

La Guerra de la Independencia (1808-1814)

El 2 de mayo de 1808, se produjo un levantamiento popular en Madrid contra los franceses. La insurrección se extendió, generando un vacío de poder. Los insurrectos, conocidos como patriotas, formaron juntas locales y provinciales. Las victorias en Bruc y Bailén obligaron a José I a replegarse.

Las juntas locales crearon una Junta Suprema Central, que reconoció a Fernando VII como rey legítimo. En otoño de 1808, Napoleón ocupó Aragón, Cataluña y Madrid. José I regresó a la capital en 1809. La invasión de Rusia por Napoleón debilitó a las fuerzas francesas en España. Las tropas británicas y españolas, lideradas por el general Wellington, vencieron en Arapiles (1812).

La ofensiva aliada obligó a José I a huir. Napoleón firmó el Tratado de Valençay (1813), retirando sus tropas y restableciendo la monarquía de Fernando VII. La resistencia española se organizó en guerrillas, una forma de lucha descentralizada que hostigaba al ejército francés.

Actitudes Sociales y Políticas durante la Guerra

La sociedad española se dividió durante la guerra. Los afrancesados, una minoría, vieron en la ocupación francesa una oportunidad para modernizar el país. La oposición a los franceses, mayoritaria, defendía el regreso de Fernando VII y la religión católica, pero con diferentes objetivos:

  • Nobleza y clero: Buscaban restablecer el absolutismo y el Antiguo Régimen.
  • Liberales: Deseaban que Fernando VII implantase un régimen constitucional basado en la soberanía nacional, la separación de poderes y las libertades individuales.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La Junta Central Suprema fue reemplazada por una regencia presidida por el obispo de Orense. Se convocaron Cortes en Cádiz, ciudad libre de la ocupación francesa. Las Cortes se inauguraron en 1810 con 300 diputados. Desde el primer día, aprobaron la soberanía nacional, la división de poderes y reconocieron a Fernando VII como rey.

La Constitución de 1812

La Constitución se promulgó el 19 de marzo de 1812, conocida popularmente como «La Pepa». Era un texto avanzado para la época, que definía:

  • Derechos del ciudadano.
  • Libertades civiles.
  • Igualdad jurídica y fiscal.
  • Sufragio universal masculino (mayores de 25 años).

Establecía una monarquía limitada basada en la división de poderes:

  • Legislativo: Cortes.
  • Ejecutivo: Monarca.
  • Judicial: Tribunales.

La Constitución reconocía la confesionalidad del Estado, la enseñanza primaria obligatoria y la creación de un ejército nacional con servicio militar obligatorio. Se reguló la Milicia Nacional como cuerpo de ciudadanos armados para defender los principios liberales.

La Abolición del Antiguo Régimen

Las Cortes de Cádiz aprobaron leyes para abolir el Antiguo Régimen:

  • Supresión del régimen señorial.
  • Reforma agraria: expropiación de bienes de conventos, venta de bienes comunales y limitación de los mayorazgos.
  • Medidas de liberalismo económico.

La guerra dificultó la aplicación de estas reformas, que encontraron la oposición de los absolutistas.

La Restauración del Absolutismo (1814-1820)

Fernando VII regresó a España en 1814. A través del Manifiesto de los Persas, restableció el Antiguo Régimen, declaró nula la Constitución y persiguió a los liberales. Restauró las antiguas instituciones y el régimen señorial. Se negó a emprender reformas, lo que agravó la crisis económica y financiera.

La falta de reformas favoreció la reivindicación liberal y los pronunciamientos militares, levantamientos para imponer la Constitución al monarca. Desde 1814, hubo varios pronunciamientos fallidos (Mina, Porlier, Lacy).

El Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de enero de 1820, triunfó el pronunciamiento del coronel Rafael de Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla). La pasividad del ejército real y la acción de los liberales obligaron a Fernando VII a aceptar la Constitución de 1812. Se formó un nuevo gobierno y se convocaron elecciones, ganadas por los liberales.

El principal objetivo del Trienio fue abolir el Antiguo Régimen:

  • Supresión de señoríos jurisdiccionales, mayorazgos y vinculaciones.
  • Reforma eclesiástica: supresión de conventos y secularización de frailes. Venta de tierras en subasta pública.
  • Reforma fiscal y disminución del diezmo.
  • Eliminación de los gremios y libertad de industria.
  • Instauración de la Milicia Nacional.
  • División del territorio en provincias y promulgación del primer Código Penal.

Fernando VII utilizó su derecho de veto para paralizar leyes. El descontento de los campesinos, que podían ser expulsados de las tierras si no pagaban, provocó levantamientos. La nobleza y la Iglesia estimularon las revueltas.

Los liberales se dividieron:

  • Moderados (doceañistas): Partidarios de reformas limitadas para evitar conflictos con el rey. Gobernaron hasta 1822.
  • Exaltados: Defendían las libertades, el desarrollo pleno de la Constitución y reformas radicales.

La Liquidación del Trienio

El triunfo del liberalismo en España alarmó a la Santa Alianza (Prusia, Rusia, Austria y Francia), que buscaba combatir cualquier amenaza liberal. Fernando VII solicitó ayuda, lo que llevó a la formación de un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema. Este ejército invadió España en 1823 para restablecer el absolutismo.

La resistencia liberal fue escasa. Tras la ocupación de Madrid, se nombró un Consejo de Regencia y un gobierno absolutista que derogó las normas del Trienio. Fernando VII recuperó el poder absoluto, persiguió a los liberales e implantó un régimen de terror.

La Década Ominosa (1823-1833)

El regreso al absolutismo se caracterizó por la represión, el inmovilismo político y la creación de un cuerpo militar para perseguir a los liberales. Se propuso una amnistía, una reforma de la Hacienda y una Administración eficiente, pero la situación social era crítica. Fernando VII buscó el apoyo del sector moderado para recaudar impuestos, lo que incrementó la desconfianza de los absolutistas más radicales. En 1827, se produjeron alzamientos que denunciaban una supuesta influencia revolucionaria sobre el rey.

La cuestión sucesoria dominó la última etapa del reinado. Fernando VII se casó con María Cristina de Borbón y tuvieron a Isabel. Para asegurar la sucesión de su hija, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica y permitía la sucesión femenina al trono.

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