El Reinado de Isabel II: Liberalismo, Carlismo y Construcción del Estado en España

Introducción

Al final del reinado de Fernando VII se planteó el problema sucesorio. Felipe V, el primer Borbón, había introducido en España la llamada Ley Sálica francesa, que impedía reinar a las mujeres. Pero Fernando VII carecía aún de descendencia, por lo que era aconsejable derogar dicha norma en previsión de que el fruto de su matrimonio con su cuarta esposa y sobrina, María Cristina de Borbón, fuera una niña, como de hecho ocurrió.

El hermano de Fernando VII, el infante Carlos María Isidro, consideró ilegal esta medida y no la aceptó, ya que se le privaba de lo que consideraba su derecho legítimo a heredar la corona. Los absolutistas más radicales (los llamados apostólicos) encontraron en el infante Carlos María Isidro a un líder dotado de legitimidad dinástica y apoyaron sus pretensiones al trono. Nació así el carlismo, que agrupaba a las fuerzas absolutistas y que desencadenó una guerra civil a la muerte de Fernando VII.

En consecuencia, el acceso y la permanencia en el trono de Isabel II, la hija de Fernando VII, dependía del apoyo de los liberales. Por tanto, durante su reinado asistimos a la construcción del Estado liberal en España.

Desarrollo: Carlismo y Primera Guerra Carlista

El movimiento carlista apoyaba la opción al trono del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, y sus descendientes frente a la línea sucesoria femenina de Isabel II. El carlismo defendía a ultranza:

  • La tradición política del absolutismo monárquico.
  • La restauración del poder de la Iglesia y de un catolicismo excluyente de cualquier otra creencia.
  • La idealización del medio rural y el rechazo de la sociedad urbana e industrial.
  • La defensa de las instituciones y los fueros tradicionales de vascos, navarros y catalanes.

Los apoyos básicos con los que contaba el carlismo eran: una parte de la nobleza rural, un sector del clero y una parte del pequeño campesinado. Bajo el lema “Dios, Patria, Rey y Fueros” se agruparon los defensores de la monarquía absoluta.

En cuanto a su ámbito geográfico, arraigó sobre todo en zonas rurales de las Vascongadas, Navarra, Aragón, la Cataluña interior y el Maestrazgo. El movimiento carlista desencadenó tres conflictos armados (Primera, Segunda y Tercera Guerra Carlista).

La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

Se inició con el levantamiento en el País Vasco y Navarra, controlando rápidamente el ámbito rural. Sin embargo, las ciudades de Bilbao, San Sebastián, Vitoria y Pamplona permanecieron fieles a Isabel II.

Gracias a un apoyo popular, los carlistas organizaron la guerra con el método de las guerrillas. El general Zumalacárregui organizó un ejército de cerca de 25.000 hombres, mientras el general Cabrera unificaba a las partidas aragonesas y catalanas. En estas circunstancias, el infante Don Carlos volvió a España y se puso al frente del ejército.

En el ámbito internacional, Don Carlos recibió el apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia o Austria, mientras el gobierno de Isabel II contó con el apoyo de Inglaterra, Francia y Portugal.

La muerte de Zumalacárregui en 1835 marcó el inicio de una reacción liberal que tuvo en la defensa de Bilbao su máximo objetivo. El general liberal Espartero venció a las tropas carlistas en Luchana, en 1836.

El último periodo del conflicto estuvo marcado por la división ideológica del carlismo, representada por los transaccionistas (partidarios de un acuerdo con los liberales) y los intransigentes (apoyados por una radicalizada base campesina).

El general Maroto, en nombre de parte del ejército carlista, acordó la firma del Convenio o Abrazo de Vergara (1839) con el general liberal Espartero, poniendo fin al conflicto. El acuerdo establecía la negociación para mantener los fueros en las provincias vascas y navarras y la integración de la oficialidad carlista en el ejército real.

Repercusiones de las Guerras Carlistas

El conflicto tuvo importantes repercusiones:

  1. La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo.
  2. El protagonismo político de los militares.
  3. Los enormes gastos de guerra, que condicionaron las reformas de la nueva monarquía liberal de Isabel II.

La Aparición de los Primeros Partidos Políticos

En el proceso de construcción del Estado liberal que tuvo lugar durante el reinado de Isabel II, una pieza clave fueron los primeros partidos políticos. A comienzos de su reinado aparecieron los siguientes:

  • Partido Moderado: Su ‘espadón’ (líder militar) era el general Narváez. Se apoyaba en los grupos sociales más conservadores. Defendía a ultranza la propiedad, el sufragio censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona.
  • Partido Progresista: Su ‘espadón’ era el general Espartero. Defendían el principio de la soberanía nacional sin límites y el predominio de las Cortes en el sistema político.
  • Partido Demócrata: Defendían el sufragio universal, la ampliación de las libertades públicas, y la intervención del Estado en la enseñanza, la asistencia social y la fiscalidad.
  • Unión Liberal: Surgió en 1854 como escisión de los moderados y atrajo a su seno a los grupos más conservadores del progresismo. Su líder fue O’Donnell.

Evolución Política del Reinado de Isabel II

El reinado de Isabel II se caracterizó por la alternancia en el gobierno de progresistas y moderados, en un clima de inestabilidad política acentuado por los continuos pronunciamientos militares.

Las Regencias (1833-1843)

Durante la primera década del reinado de Isabel II, actuaron como regentes María Cristina (1833-1840) y el general Espartero (1840-1843). En este periodo se consolidó el liberalismo en España a nivel político (promulgación de la Constitución de 1837) y económico (abolición del régimen señorial y desamortización eclesiástica).

El Reinado Personal de Isabel II (1843-1868)

La mayoría de edad de Isabel II abrió una nueva etapa política caracterizada por el predominio de los moderados. Durante la Década Moderada (1844-1854), el régimen político dio un giro notable hacia posiciones conservadoras, que quedaron fijadas en la Constitución de 1845.

Los moderados solo estuvieron fuera del gobierno en dos ocasiones:

  1. El Bienio Progresista (1854-1856): Iniciado tras la Vicalvarada (1854), pronunciamiento protagonizado por el general O’Donnell.
  2. El gobierno de la Unión Liberal (1858-1863): Liderado por O’Donnell. Lo más sobresaliente fue la política exterior, con intervenciones militares como la guerra con Marruecos.

Proceso Constitucional

El principal objetivo de la revolución liberal en lo político fue el desmantelamiento de la monarquía absolutista y la implantación de una monarquía parlamentaria y constitucional. Ello se consiguió durante el reinado de Isabel II a través de varios textos constitucionales:

  • Estatuto Real de 1834: Obra de Martínez de la Rosa. Pretendía aceptar algunos derechos y libertades políticas sin reconocer el principio de Soberanía Nacional.
  • Constitución de 1837: Proclamaba la Soberanía Nacional.
  • Constitución de 1845: Sustituía la Soberanía Nacional por la soberanía compartida del Rey y las Cortes.
  • Constitución de 1856 (‘non nata’): Elaborada durante el Bienio Progresista, pero no llegó a ser promulgada.

Conclusión

En conclusión, el reinado de Isabel II fue un periodo crucial en el que España transitó del absolutismo al liberalismo, estableciendo las bases de una monarquía constitucional, una economía capitalista (aunque con limitaciones) y una nueva sociedad de clases, si bien marcado por la inestabilidad política, las guerras carlistas y el intervencionismo militar.

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