Isabel II: El Reinado Efectivo
Grupos Políticos y Constituciones
El reinado de Isabel II comenzó tras el acuerdo entre progresistas y moderados de adelantar su mayoría de edad para gobernar. Durante la década moderada se trató de construir un Estado liberal moderado, donde el poder de la monarquía estaba muy presente, y en el que se llevaron a cabo algunas reformas administrativas y económicas para imponer el orden.
El Gobierno Moderado y la Constitución de 1845
El Gobierno moderado de Narváez se centró en hacer algunas reformas que derivaron en la creación de la Constitución de 1845. En ella se garantizaba el poder político de la monarquía y el dominio socioeconómico de la oligarquía terrateniente. La soberanía era compartida y el poder del rey era superior al de las Cortes, pero estaba limitado por las camarillas. No existía como tal una división de poderes, ya que el rey tenía capacidad de veto absoluto y se encargaba de nombrar a los ministros y senadores de la “administración de justicia” (poder judicial) y de los poderes ejecutivo y legislativo. Aunque se reconocieron algunos derechos y libertades, estas se desarrollaron en leyes posteriores. También se aprobó la Confesionalidad del Estado, se suprimió la Milicia Nacional y se implementó la centralización del poder territorial.
La Ley Electoral y el Control del Estado
La Ley Electoral (1846) fue una forma de manipulación por parte del Estado para asegurar resultados beneficiosos para moderados en las elecciones y excluir a los progresistas. El Gobierno Civil era mandado por el Gobierno Central y se encargaba de confeccionar las listas de votantes. El alcalde presidía las mesas electorales en las que se llevaba a cabo el sufragio, que era censitario. Este pasaba los resultados al Gobernador Civil, que manipulaba los resultados para obtener resultados favorables.
Reformas y Creación de la Guardia Civil
El Estado moderado creó una administración centralizada basada en un sistema de funcionariado. Además se llevó a cabo una articulación jurídica en forma de códigos moderados (civil, penal) y una reforma hacendística que impuso la igualdad y proporcionalidad de impuestos, aumentando la presión fiscal. Para defender las zonas rurales y mantener el orden se creó la Guardia Civil. Por último se firmó el Concordato de 1851, donde se reconoció a Isabel II, se aprobó la Confesionalidad del Estado y se permitió al clero gestionar la nueva enseñanza básica pública.
El Autoritarismo y la Reacción Progresista
El Gobierno de Narváez y la Segunda Guerra Carlista
Tras una serie de gobiernos moderados, se impuso el gobierno de carácter autoritario de Narváez. Este reprimió las ideas democráticas y progresistas como producto de la revolución popular de 1848 en Europa. Además tuvo lugar en ese año la segunda guerra carlista en oposición al reinado de Isabel II. El gobierno de Bravo Murillo acabó cayendo por la ineficacia del sistema autoritario y la corrupción.
La Vicalvarada y el Bienio Progresista
En 1854 se produjo la “Vicalvarada”, un pronunciamiento dirigido por O’Donnell en el que exigió a la reina reformas legislativas progresistas y la disolución de las camarillas por medio del Manifiesto de Manzanares. En el Bienio progresista, liderado por Espartero, se intentó redactar una nueva constitución de carácter liberal, pero no se aprobó (non nata 1856). A pesar de mejoras como las Desamortizaciones de Madoz (de tierras del ayuntamiento), La Ley de Ferrocarriles y la creación de un sistema bancario, que trataron de favorecer el desarrollo económico e industrial del país, solo sirvieron para mejorar la situación de países extranjeros. Debido a la subida de precios de los alimentos y la división interna entre Espartero y O’Donnell se produjeron revueltas del campesinado y huelgas obreras, que acabaron mostrando la debilidad de la revolución liberal.
La Unión Liberal y el Retorno al Moderantismo
Gobierno de la Unión Liberal y Prosperidad Económica
En un principio se creó una unión liberal-moderados, que gobernó con la constitución de 1845 y poco a poco tendió hacia el orden propio de los moderados. Esta se caracterizó por reformas administrativas como el 1er censo de población para clasificar la población en función de sus características y la fundación del Canal de Isabel II, que permitió llevar agua a Madrid desde zonas rurales. La llamada “Unión Liberal”, gobernada por O’Donnell, alcanzó cierta prosperidad económica, permitiendo a España entrar en conflictos externos en los que acabaron fracasando. Los levantamientos de la oposición progresista, que reclamaban el reparto equitativo de la tierra, y los levantamientos carlistas hicieron que la unión acabara desgastándose.
Crisis y Caída de Isabel II
Por otro lado, una serie de gobiernos moderados de carácter autoritario provocaron una crisis a distintos niveles que acabó con la caída de Isabel II. Se produjo una crisis de subsistencia favorecida por las malas cosechas que acentuó la agravada crisis industrial y financiera. Esto provocó levantamientos en el campo y huelgas obreras, que se añadieron a las protestas estudiantiles por la cesión de profesores republicanos. La exclusión de progresistas, demócratas y republicanos derivó en pronunciamientos reprimidos, en los que O’Donnell pidió plenos poderes para gobernar. Este fue frenado por los Sargentos de San Gil, lo que llevó a un gobierno de Narváez casi dictatorial. Ante esta situación, republicanos y demócratas firmaron el Pacto de Ostende para expulsar a Isabel y establecer unas Cortes Constituyentes. La muerte de O’Donnell y Espartero dejará sin líderes al moderantismo, haciendo que el pueblo se convenza de que la expulsión de Isabel supondrá transformaciones favorables, provocando la revolución de 1868 y el fin de la monarquía borbónica.