Ascenso al trono y unificación
Isabel y Fernando reinaron en la Corona de Castilla y en la Corona de Aragón desde finales del siglo XV hasta principios del XVI. Isabel murió en 1504 y Fernando en 1516. Fue una época de cambios que marcó la transición hacia la Edad Moderna.
Antes de la unión de los Reyes Católicos, la península Ibérica estaba dividida en diversos reinos: Portugal, Castilla, Navarra, Aragón y Granada. La principal labor política de los Reyes Católicos fue la unificación de estos reinos, junto con la unificación religiosa.
Fernando, aunque no era el primogénito de la casa de Aragón, accedió al trono debido a la muerte prematura de su hermano Carlos. Isabel, por su parte, accedió al trono tras la Farsa de Ávila, la deposición de su hermanastro Enrique IV y la muerte de su hermano en 1468. En 1469, Isabel y Fernando se casaron sin el consentimiento de Enrique IV.
El acceso al trono no fue fácil, ya que ninguno de los dos era el heredero directo. Isabel se vio envuelta en una guerra de sucesión que duró cinco años (1474-1479). La nobleza castellana se dividió en dos bandos: aquellos que apoyaban el fortalecimiento de la monarquía (liderados por los Mendoza) y aquellos que preferían debilitar el poder real (liderados por el marqués de Villena).
La facción de Villena protagonizó la Farsa de Ávila para derrocar a Enrique IV y colocar en el trono a Alfonso, y más tarde a Isabel. Sin embargo, al ver que no podrían controlar a Isabel, cambiaron su apoyo a Juana la Beltraneja. La nobleza liderada por los Mendoza apoyó a Isabel, al igual que la Corona de Aragón y algunas ciudades del norte de Castilla. En el ámbito internacional, Francia y Portugal apoyaron a Juana.
La victoria de los partidarios de Isabel en la batalla de Toro (1476) marcó un punto de inflexión en la guerra. Mientras Fernando contenía a las tropas francesas y consolidaba los territorios del norte, Francia firmó la paz con Castilla en el Tratado de San Juan de Luz en 1478. El conflicto llegó a su fin en 1479 con la firma del Tratado de Alcáçovas, en el que Portugal renunciaba al trono castellano y se acordaba el matrimonio entre la hija de los Reyes Católicos y el infante portugués.
Fernando fue coronado rey de Aragón en 1479 tras la muerte de su padre, Juan II de Aragón, y gracias a la muerte prematura de su hermano Carlos.
Reformas y consolidación del poder real
En cuanto a la labor de gobierno de los Reyes Católicos, consolidaron el poder de la monarquía basándose en la virtud cristiana y en el origen divino del poder real. Sus objetivos incluían fortalecer la autoridad real, instaurar el orden social y ejercer como árbitros entre los diferentes grupos sociales.
En las Cortes de Toledo de 1480 se establecieron las pautas de gobierno en los ámbitos financiero, administrativo, judicial y espiritual. Se creó la Santa Hermandad en las Cortes de Madrigal para mantener el orden y combatir la delincuencia y el bandolerismo. Sus competencias eran policiales y judiciales, y el órgano superior era el Consejo de Hermandad, formado por delegados de las ciudades. También se establecieron las nuevas competencias y composición del Consejo Real, cobrando importancia la figura del secretario como intermediario entre el Consejo y el monarca.
En cuanto a la recaudación de impuestos en Castilla, se cobraban las alcabalas, las tercias reales y los derechos de aduana. Sin embargo, el sistema era poco eficaz, por lo que se introdujo un nuevo sistema, el encabezamiento, por el cual los municipios se encargaban de la recaudación de impuestos en lugar de arrendarse.
Otro de los objetivos de los Reyes Católicos fue la reforma legal de Castilla. Se introdujeron las figuras de los corregidores y alcaldes mayores para impartir justicia en el ámbito local, y se revocaron los cargos hereditarios para evitar monopolios.
El descubrimiento de América abrió nuevos mercados, aunque al final del reinado se intentaron introducir medidas proteccionistas para proteger y fomentar el mercado nacional. A pesar de los avances económicos, la sociedad seguía estando fuertemente jerarquizada.
Religión e Inquisición
Otro ámbito de reformas fue la Iglesia y las costumbres del clero, con el fin de impulsar la unidad religiosa y por intereses políticos. En 1492 se produjo la expulsión de los judíos debido a tensiones sociales y económicas. La expulsión o conversión forzosa trajo consigo un nuevo problema: los falsos conversos. La persecución de estos se llevó a cabo a través del Tribunal de la Inquisición.
La Inquisición también se utilizó para expulsar a los mudéjares de Granada, logrando así la unificación religiosa de la península bajo el cristianismo. Surgió entonces la distinción entre cristiano nuevo y cristiano viejo. La existencia de inquisidores y del Tribunal de la Inquisición fue en general aceptada, ya que se argumentaba que perseguía la herejía y a los falsos conversos.
Los Reyes Católicos culminaron su objetivo religioso con la conquista del último reino musulmán de la península, el Reino de Granada. Solo después de esta victoria, apoyaron la idea de Cristóbal Colón de buscar una nueva ruta hacia las Indias.
Conclusión
El reinado de los Reyes Católicos fue una época de grandes cambios y transformaciones en la península Ibérica. La unificación territorial y religiosa, las reformas administrativas y la expansión ultramarina sentaron las bases para el surgimiento de la Monarquía Hispánica y la configuración de España como potencia mundial.