El Reinado de los Reyes Católicos y el Siglo XVI en España

Los Reyes Católicos: La construcción del Estado Moderno

Unión dinástica: Integración de las coronas de Castilla y Aragón

Isabel (Castilla) y Fernando (Aragón) contrajeron matrimonio en 1469. Posteriormente, en 1474, se desató una guerra civil entre los seguidores de Isabel y los de Juana. En 1479, se produjo la unión personal, no política, de las coronas. Ambos monarcas tenían objetivos comunes, como el dominio peninsular, la reorganización de la hacienda, la creación de un ejército permanente, la unificación religiosa y una reforma del Estado, centralizando el poder y reduciendo la influencia de la nobleza. Durante su reinado, se reconquistó Granada (1492), se expulsó a los judíos (en aras de la unidad religiosa), en 1496 se finalizó la conquista de Canarias, en 1512 se incorporó Navarra y, en 1580, Felipe II unificó toda la península en un solo Estado. Isabel falleció en 1504 y su esposo en 1516.

La conquista del Reino Nazarí y la incorporación del Reino de Navarra

Granada fue conquistada debido a la intención de los Reyes Católicos de unificar sus reinos (religiosa y políticamente), acrecentada por las luchas internas del Reino Nazarí, que mantenían ocupados a los guerreros nobles y satisfacían la necesidad de obtener mayores ingresos. Entre 1483 y 1492, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, por las cuales Boabdil se rindió, incorporando Granada a Castilla. La conquista de Navarra se debió a la guerra entre los beamonteses y los agramonteses, además del interés francés por incorporarla. Catalina de Foix, la última reina de Navarra, era sobrina del rey francés. El Duque de Alba, con la ayuda de los beamonteses, ocupó Navarra, manteniéndose los fueros.

La integración de las Canarias y la aproximación a Portugal

Canarias se incorporó en 1496 gracias al Tratado de Alcáçovas (1479), confirmado por la Bula Inter caetera (1493) y el Tratado de Tordesillas (1494). En Alcáçovas se firmó el matrimonio entre Isabel (Reyes Católicos) y Alfonso V (Portugal). Tras la muerte de Alfonso, Isabel se casó con Manuel I, hermano de Alfonso. Posteriormente, tras el fallecimiento de Isabel, Manuel se casó con María, hermana de Isabel, con quien tuvo una hija, Isabel de Portugal, que se casaría con Carlos I, teniendo un hijo, Felipe II, quien en 1580 se convirtió en rey de España y Portugal.

La organización del Estado. Instituciones de Gobierno

El objetivo de los Reyes Católicos fue centralizar el poder, para lo cual no convocaron a las instituciones. En Aragón, aparecieron dos nuevas instituciones: el Virrey (representante judicial y ejecutivo en una zona) y el Consejo de Aragón, un órgano consultivo para el rey y tribunal supremo, por debajo de la Justicia Mayor. El gobierno de las ciudades se elegía por un sistema de insaculación (al azar entre los varones de la ciudad). En Castilla, las ciudades eran gobernadas por corregidores, elegidos por el rey. Se crearon consejos que dependían del rey (el Consejo Real, similar al Consejo de Aragón). La única institución común fue la Inquisición, que duró hasta 1834 y tuvo jurisdicción en Castilla y Aragón. Destaca el Cardenal Cisneros.

La proyección exterior. Política Italiana

Aragón poseía Sicilia, Cerdeña, Nápoles, el sur de Italia, Atenas y Neopatria. Gonzalo Fernández de Córdoba, hombre de confianza de Fernando, se encargó de mantener el sur de Italia. Castilla poseía Melilla, Orán, Argel y Trípoli. En el Atlántico, se conquistaron las Canarias (Tratado de Alcáçovas, 1479, y Tratado de Tordesillas, 1494) y se descubrió América.

Expansión Ultramarina y Creación del Imperio Colonial

Descubrimiento de América

Las crecientes dificultades para llegar a Asia por el Mediterráneo obligaron a los europeos a buscar rutas alternativas para conseguir los productos de las Indias (especias y metales preciosos). En 1492, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, acuerdo por el cual los Reyes Católicos apoyaban el proyecto de Cristóbal Colón de realizar una expedición a las Indias navegando hacia el oeste. La expedición partió de Palos de la Frontera el 3 de agosto de 1492, hizo escala en Canarias y llegó a América el 12 de octubre de 1492, tocando tierra en Guanahaní (hoy San Salvador, Bahamas). Colón realizó cuatro viajes a las Indias sin saber que, en realidad, había llegado a un nuevo continente. Los Reyes Católicos consiguieron del Papa Alejandro VI el reconocimiento de los derechos de conquista y evangelización sobre las nuevas tierras, recogidos en las bulas Inter caetera (1493-1503). La rivalidad entre Castilla y Portugal por la posesión de los territorios recién descubiertos se resolvió con el Tratado de Tordesillas (1494), que trazó una línea de demarcación a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde: Portugal se quedaba con las tierras situadas al este (costa africana y Brasil) y Castilla con las del oeste (resto de América).

Conquistas y colonización de América

El proceso de conquista y colonización se inició en 1493 desde las Antillas. México (Imperio azteca) fue conquistado por Hernán Cortés (1519-1521); Francisco Pizarro logró la sumisión del Imperio inca (1532-1533); se conquistaron los territorios de América Central, Venezuela, Chile y Río de la Plata. Vasco Núñez de Balboa descubrió el océano Pacífico en 1513 y Magallanes, al atravesar el cabo de Hornos, encontró la vía que comunicaba los océanos Atlántico y Pacífico. Juan Sebastián Elcano consiguió circunnavegar la Tierra. La conquista de América la realizaron individuos independientes (hidalgos, soldados…) que reclutaban sus propias tropas, financiaban la expedición y colonizaban las tierras bajo la soberanía de los reyes españoles. Los reyes firmaban capitulaciones con los conquistadores, compensándolos con honores, tierras y una parte del botín. Los indígenas fueron reconocidos como súbditos de la Corona. En los primeros años de la colonización, se practicó el repartimiento o reparto de indígenas entre los colonizadores. Posteriormente, se aprobaron las Leyes de Burgos (1512) para evitar los abusos. Se estableció el sistema de encomienda para las explotaciones agrarias. Existieron otras formas de trabajo obligatorio, como la mita en las minas y los obrajes en la artesanía. La indefensión biológica frente a las enfermedades europeas, la dureza del trabajo y el mestizaje provocaron una catástrofe demográfica entre los indígenas.

Gobierno y administración

Los territorios de América eran considerados reinos, y sus pobladores súbditos de la Corona de Castilla. La administración central constaba de dos organismos: la Casa de Contratación y el Consejo de Indias. La primera controlaba el monopolio del comercio y la navegación con las Indias. La Corona reguló la navegación con dos flotas de Indias anuales. Se enviaban a América productos manufacturados y venían a la Península materias primas y metales preciosos (de Potosí, Zacatecas…). El Consejo de Indias, creado en 1524, era el máximo tribunal de justicia y se encargaba de la administración de todas las colonias americanas. La administración territorial se organizaba en virreinatos (los primeros: Nueva España y Perú). El virrey era el representante personal del rey, con amplios poderes, aunque su gestión se sometía a revisiones periódicas (visitas). Existían, además, demarcaciones menores: gobernaciones y capitanías generales. Los municipios se gobernaban mediante concejos, llamados cabildos, similares a los castellanos, y fueron el cauce de participación de los criollos en la vida pública. La administración de justicia correspondía a las Audiencias.

Impacto de América en España

El comercio ultramarino fue el motor de la economía española. Desde 1520, se explotaron las minas de oro y plata americanas. Estos metales financiaron las guerras, pero también provocaron la revolución de los precios. Hasta mediados del siglo XVI, se exportaron vino, aceite o tejidos, pero la demanda creciente fue atendida por países europeos que utilizaron a España como intermediario. Se importaron productos como el maíz, la patata, el cacao o el tabaco. Se calcula que unos 150.000 castellanos emigraron a América, en su mayoría hombres jóvenes. El descubrimiento y conquista de América cambió la concepción del mundo y muchos valores culturales. Se ampliaron los conocimientos de flora y fauna (Historia Natural de las Indias de José de Acosta). Se criticó el “derecho de conquista”, justificado por la evangelización. Los dominicos Montesinos y Bartolomé de las Casas denunciaron el trato a los indígenas. Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca abordaron el problema de los justos títulos, sentando las bases del derecho de gentes, hoy derecho internacional.

La España del Siglo XVI

El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germanías

En 1516 falleció Fernando el Católico y, en 1519, Carlos V fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de España. Esto provocó un conflicto político y social en Castilla (1520-1522). Las Comunidades (representantes de las ciudades castellanas) protestaron, pidiendo a la monarquía mayor control sobre los impuestos y la llegada de consejeros extranjeros. Carlos V se ganó el apoyo de la nobleza, luchando juntos contra los comuneros. El conflicto terminó el 23 de abril de 1521 en la batalla de Villalar, con la ejecución de Bravo (Segovia), Padilla (Toledo) y Maldonado (Salamanca). El último reducto resistió en Toledo durante 1522, dirigido por María Pacheco, esposa de Padilla. En Valencia y Mallorca se produjo el conflicto de las Germanías (1520-1522), en el que el artesanado urbano y pequeños propietarios rurales intentaron tomar el poder, pero la nobleza y el ejército sofocaron la revuelta, reforzando el poder de Carlos V.

La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad Ibérica

Felipe II reinó entre 1556 y 1598. En política internacional, destaca su lucha contra los turcos, con la victoria de Lepanto, la independencia de las provincias de Flandes y el enfrentamiento con Inglaterra en 1588, con la derrota de la Armada Invencible, que marcó el inicio del declive español. En política interior, destaca la rebelión de los moriscos de las Alpujarras (1568-1571). También el problema de los fueros, en el que la guerra de Antonio Pérez y la princesa de Éboli contra Escobedo y Juan de Austria acabó con la figura del Justicia Mayor de Aragón, que pasaría a ser elegido por el rey. Felipe II llegó al trono porque el hijo de Juan III de Portugal (Antonio, prior de Crato) fue considerado ilegítimo, reinando el hijo de otra hermana de Juan III, Isabel, casada con Carlos V. Felipe II forzó la guerra de sucesión portuguesa (1580-1581). En las Cortes de Tomar, se estableció que Felipe II reinaría en Portugal y España, aunque ambos reinos serían independientes.

Economía y sociedad de la España del siglo XVI

Durante el siglo XVI, se produjo un crecimiento económico y demográfico debido a la ampliación del espacio de cereales y viñedo a costa de bosques y a la demanda americana. El oro y la plata de América fueron una importante fuente de ingresos. Sin embargo, España se endeudó debido a las guerras, aumentando la presión fiscal sobre los sectores productivos y arruinándolos. El crecimiento económico aumentó la circulación monetaria y, a su vez, los precios. La situación se agravó por la devolución de créditos a banqueros extranjeros (genoveses, alemanes, austriacos). La sociedad estamental se mantuvo. Carlos I creó una élite en la nobleza (Grandes de España) que gozaba de ciertos privilegios y desempeñaba cargos militares y diplomáticos. Se generalizó la «limpieza de sangre» para ciertos trabajos, lo que provocó que el comercio fuera mal visto, considerándose incompatible con el honor, a diferencia de los países protestantes.

Cultura y mentalidades. La Inquisición

Estrechamente ligada al humanismo renacentista, la cultura española tuvo en Luis Vives y Antonio de Nebrija a sus máximos exponentes, mientras que el Cardenal Cisneros promovió el Renacimiento. Destacan los juristas Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, el historiador Juan de Mariana, y el economista Tomás de Mercado. Se produjo un esplendor en la literatura y el arte. San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús destacaron en la ascética y la mística. Juan Boscán, Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León fueron eminencias literarias. Se inició la novela picaresca (Lazarillo de Tormes). Miguel de Cervantes escribió Don Quijote de la Mancha. En arquitectura, destacan el plateresco, el purismo y el manierismo. En pintura, destaca el Greco (El entierro del Conde de Orgaz). La Inquisición, que pretendía combatir todo lo contrario al catolicismo, fue introducida en España por Sixto IV en 1478 y se suprimió en 1834. Tomás de Torquemada fue el inquisidor más destacado. En el Edicto de fe, se explicaban las normas religiosas. Si no se cumplían, el infractor podía retractarse en el Auto de fe. Se elaboró un índice de libros prohibidos. Con el Concilio de Trento, se inició la Contrarreforma, que impulsó la Inquisición por toda Europa para evitar la Reforma protestante. Fray Luis de León fue encarcelado por recomendar en su cátedra una traducción prohibida en 1572.

La España del Siglo XVII

Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos

Se generalizó el gobierno de validos (persona de confianza del rey que controlaba todo lo relacionado con el monarca). Felipe III tuvo dos validos: el duque de Lerma, que paralizó la administración y vendió cargos mediante el nepotismo, y el duque de Uceda, que intentó solucionar los problemas económicos. Felipe IV confió en el Conde-Duque de Olivares, que intentó recuperar el prestigio internacional perdido, introdujo reformas para centralizar el poder y firmó la Unión de Armas en 1625 (todas las regiones debían colaborar con un ejército común según su población). Le sucedió Luis de Haro, que solucionó el problema catalán. Mariana de Austria tuvo cuatro validos: el padre Nithard, que no gozó de prestigio por ser extranjero; Juan José de Austria, que logró la paz exterior y mejoras para el campesinado; y el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa, que llevaron a cabo reformas sin éxito (teorías mercantilistas, intervención del Estado). La bancarrota económica, debida a la expulsión de los moriscos en 1609-1614, que dejó muchas zonas sin cultivar, sobre todo en el levante, donde se expulsaron 120.000 de los 270.000 totales, se agravó por la crisis de 1640, en la que Cataluña y Portugal se sublevaron. Se produjeron constantes luchas palaciegas para decidir la sucesión entre Austrias y Borbones.

La crisis de 1640

Se produjo una confrontación con la política del Conde-Duque de Olivares. En Cataluña, la revuelta campesina de “El Corpus de Sangre” (7 de junio de 1640) acabó con el asesinato del virrey. El ejército enviado fue derrotado por la alianza franco-catalana, logrando Cataluña la independencia en 1641 y formando una república bajo obediencia francesa. En 1652, Juan José de Austria recuperó Cataluña tras la “guerra dels Segadors”. Portugal aprovechó la situación catalana y el contexto histórico español. El 1 de diciembre de 1640, asaltaron el palacio de la virreina y proclamaron rey a Juan IV. Europa reconoció la independencia portuguesa, apoyando la secesión, que se hizo oficial en 1668 con la firma del Tratado de Lisboa por Mariana de Austria. El intento de sublevación de Andalucía, liderado por el duque de Medina Sidonia, fracasó, al igual que el de Aragón y otros territorios.

El imperio Español en Europa. El ocaso del imperio español en Europa

Felipe III (1598-1621) intentó lograr la “pax hispánica”, firmando una tregua de doce años con Holanda (1609-1621) y mediante una política de matrimonios entre Austrias y Borbones. Felipe IV se casó con Isabel de Borbón en 1615 y Luis XIII con Ana de Austria en el mismo año. Su sucesor, Felipe IV (1621-1665), nombró valido al Conde-Duque de Olivares, que intentó recuperar el prestigio europeo con victorias en los primeros años (Breda). En 1635, Francia entró en guerra, lo que se tradujo en derrotas españolas (Rocroi, 1643). En 1648, se firmó la Paz de Westfalia, que reconocía la libertad religiosa, la independencia holandesa y el fracaso de los Austrias. Francia se alió con Inglaterra, continuando la guerra con España hasta la Paz de los Pirineos (1659), en la que España cedió el Rosellón, Cerdeña y plazas en Flandes, acordándose el matrimonio entre Luis XIV y María Teresa (hija de Felipe IV). Carlos II (1665-1700) reinó bajo la gran influencia de su esposa, Mariana de Austria, que firmó el Tratado de Lisboa en 1668 (independencia de Portugal). Carlos II firmó la Paz de Nimega (1678), perdiendo el Franco Condado y parte de Flandes, y la Paz de Ryswick (1697), en la que Francia devolvió Luxemburgo debido a la carrera sucesoria por el trono español, ya que Carlos II no podía tener descendencia.

La España del Siglo XVIII

La guerra de sucesión y el sistema de Utrecht

Existieron tres pretendientes al trono español: José Fernando de Baviera (fallecido en 1699), el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou (Felipe V), quien en 1700, con la muerte de Carlos II, se hizo con el trono, comenzando la guerra de sucesión contra el archiduque en 1702. Se formaron dos bandos: a Felipe V le apoyaron Francia, Castilla, País Vasco y Navarra; al archiduque, la Gran Alianza de La Haya (Austria, Inglaterra y Holanda). Aragón apoyó al archiduque porque seguía un modelo descentralizado, conveniente para sus intereses, ya que Felipe V pretendía establecer el modelo centralista francés. La guerra comenzó en 1702 con victorias aliadas (archiduque Carlos) hasta 1707, igualándose la contienda hasta 1711, cuando murió José I, emperador de Austria, y el archiduque Carlos fue coronado en 1714 (fin de la guerra), no pudiendo optar al trono español. Inglaterra dejó de apoyar al archiduque, pues podía resultar en un imperio demasiado fuerte, y se firmó la Paz de Utrecht en 1713 y los acuerdos de Rastatt (1714). Inglaterra obtuvo derechos comerciales como el asiento de negros y el navío de permiso, que les permitía enviar un barco de ida y vuelta para traer esclavos de América y otro con productos americanos. Inglaterra ganó Gibraltar y Menorca a cambio de reconocer a Felipe de Borbón como rey de España, renunciando este a la corona francesa. La guerra de sucesión conllevó la aplicación de los Decretos de Nueva Planta.

Los primeros borbones

Con Felipe V (1700-1746), se produjo un cambio en la estructura del Estado, centralizándolo mediante los Decretos de Nueva Planta y trayendo administradores franceses. Felipe V estuvo influenciado por su esposa y consejeros (Alberoni, Ripperdá y Patiño). Isabel de Farnesio, su esposa, inició una política agresiva contra Austria, pero Felipe V firmó los “Pactos de Familia” con Francia para apoyarse mutuamente (1733). Gracias a este pacto, recuperó Nápoles y Sicilia. Fernando VI (1746-1759) nombró consejero al marqués de la Ensenada, quien reforzó el Estado económicamente gracias a reformas internas en época de paz externa, aunque se reforzó la armada. Ensenada promulgó el catastro, un estudio de la población para establecer impuestos.

Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista

Felipe V estableció el modelo centralista mediante los Decretos de Nueva Planta, eliminando instituciones anteriores y anulando el sistema foral en Aragón y Valencia (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716). El sistema político borbónico quitó poder a la Iglesia y a la nobleza mediante el regalismo. En la administración central, el sistema de consejos fue sustituido por cinco secretarios de despacho, aunque se mantuvieron cinco consejos (destaca el Consejo de Castilla). En la administración territorial, se impuso el sistema de provincias, que perdura hasta la actualidad, gobernadas por capitanes generales (militar), corregidores (alcaldes), audiencias (judicial), la administración local e intendentes, figura traída del modelo francés que reportaba al rey sobre el funcionamiento de la provincia. Las Cortes Generales se mantuvieron, pero no se convocaron. En 1713, se impuso la ley sálica, siguiendo el modelo francés, predominando el varón para la sucesión al trono.

La práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III

El despotismo ilustrado fue una nueva forma de absolutismo surgida por la presión ilustrada. Carlos III (1759-1788) lo instauró mediante reformas para el crecimiento económico sin cambiar la política absolutista ni la sociedad estamental. Su lema fue “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Se rodeó de políticos ilustrados (Esquilache, Campomanes, Jovellanos, Floridablanca…). Impulsó la agricultura con el libre comercio de cereales y la colonización de nuevas tierras (Olavide). Jovellanos realizó un Informe sobre la Ley Agraria como base para una reforma agraria. Se creó el Banco de San Carlos para la venta de vales reales (deuda pública) para financiar guerras y reformas. Debido a su política regalista, los jesuitas fueron expulsados en 1767.

Evolución de la política exterior en Europa

España se alió con Francia y se enemistó con Inglaterra. Felipe V intentó recuperar los territorios perdidos. Se firmaron los Pactos de Familia entre España y Francia, consiguiendo Nápoles en la guerra de sucesión polaca y, en la guerra de sucesión austriaca, los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla (Carlos III se convirtió en rey de Nápoles y Sicilia). Fernando VI inició una política pacifista (Patiño, Carvajal, marqués de la Ensenada). Carlos III, aconsejado por Floridablanca, recuperó La Habana y Manila en la guerra de los Siete Años, y Versalles, Menorca, Honduras y Florida en la guerra de independencia de Estados Unidos. Firmó un acuerdo económico con Marruecos. Su hijo, Carlos IV, cerró la frontera con Francia (cordón sanitario) debido a la Revolución francesa (1789), pasando de ayudar a los Borbones a ayudar a los revolucionarios. La Paz de Basilea se firmó en 1795. En 1796, Godoy firmó el Tratado de San Ildefonso, una alianza franco-española en temas militares, confirmada en 1800 y ampliada en 1801 con el Tratado de Aranjuez. En 1805, se produjo la derrota franco-española de Trafalgar. En 1807, se firmó el Tratado de Fontainebleau, en el que Godoy permitió el paso de tropas francesas por España para invadir Portugal, lo que dio inicio a la guerra de la Independencia.

La política borbónica en América

La sociedad americana se dividía entre la élite blanca (peninsulares y criollos), que controlaba la administración y la riqueza, y el segundo grupo, indígenas y esclavos. En 1750, cambió la política americana, incrementándose la explotación para hacerla más rentable. Se introdujeron los navíos de registro, que permitían el comercio de barcos privados con los americanos. Durante el reinado de Carlos III, se excluyó a los criollos de la administración, se creó el virreinato del Río de la Plata y se estableció el cargo de intendente (control de territorios americanos). Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, sus propiedades en América fueron anexionadas al Estado. Aumentaron los impuestos para criollos e indígenas. En 1778, se estableció el libre comercio entre la península y las Indias, rompiendo el monopolio sevillano-gaditano. Esta política provocó la revuelta de los criollos en Perú en 1780-1781, dirigida por Túpac Amaru II y duramente reprimida, siendo el primer intento independentista en América.

La Ilustración en España

La necesidad de regenerar el país, de un cambio político, social, cultural y económico, con la defensa de la razón frente a los sentimientos, tuvo en Feijoo a su precursor en España. Su momento culminante fue el despotismo ilustrado con Carlos III (Jovellanos, Campomanes, Cabarrús). Se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País, que promovían las innovaciones técnicas y estudios regionales (Campomanes), pero el miedo a la Revolución francesa frenó las reformas. Los ilustrados más importantes fueron: Campomanes (historia económica), Celestino Mutis (ciencia natural), Cadalso, Meléndez Valdés, Moratín (literatura), Ventura Rodríguez y Villanueva (arquitectura).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *