El Auge del Reino Visigodo
De la Inestabilidad Romana al Ascenso Visigodo
Tras la división del Imperio Romano por Teodosio, Oriente, bajo el mando de Arcadio con capital en Constantinopla, gozó de paz. Occidente, gobernado por Honorio, sufrió constantes conflictos. Mientras Arcadio renovaba el foedus con Alarico en 397, los caudillos germánicos, gracias a sus victorias militares, el botín y el prestigio, establecieron una nueva relación de dependencia con Roma. Los visigodos, más avanzados que otros pueblos germánicos, desarrollaron estructuras protoestatales. A pesar del foedus entre los francos y el Imperio de Occidente para defender el limes, la congelación del Rin permitió a suevos, vándalos y alanos cruzar el río e invadir la Galia. Honorio, reubicó tropas de Britania en la Galia. Tras la muerte de Estilicón en 408, Alarico I exigió a Roma un reino independiente, un asentamiento permanente con provisiones y un título oficial. Ante la negativa romana, Alarico saqueó Roma en 410, tomando prisionera a Gala Placidia, hermana de Honorio y Arcadio.
La División de Hispania y el Reinado de Ataúlfo
El reparto de Hispania entre suevos, vándalos y alanos evidenció la debilidad de Roma. Tras la muerte de Alarico I a finales de 410, surgieron tensiones entre Roma y los visigodos. Ataúlfo, sucesor y cuñado de Alarico I, tomó dos decisiones importantes: proclamar a un caudillo galo como emperador y casarse con Gala Placidia para legitimar su posición y vincularse con la casa imperial. Su objetivo era convertirse en ciudadano romano y emperador. Honorio negoció con Ataúlfo, enviándolo a Hispania con la promesa de tierras y trigo a cambio de pacificar la región y expulsar a suevos, vándalos y alanos.
Ataúlfo se casó con Gala Placidia en 414 y tuvieron un hijo, Teodosio. Ambos fueron asesinados en Barcelona en 415. Sigerico, su sucesor, fue asesinado siete días después, y Valia, hermano de Ataúlfo, asumió el poder. Honorio firmó un pacto definitivo con los visigodos, quienes expandieron su territorio hasta la costa atlántica.
El Reino Visigodo de Tolosa y la Consolidación de la Monarquía
Valia, a través del foedus, liberó a Gala Placidia. Los visigodos extendieron su dominio por la Península Ibérica, confinando a los suevos en Gallaecia y a los alanos en Lusitania y Carthaginensis. Los vándalos cruzaron el Estrecho de Gibraltar en 429, estableciendo el Reino Vándalo de África tras el sitio de Hipona en 430. Valia fundó el primer reino germánico independiente: el Reino Visigodo de Tolosa en 418.
De Tribu a Monarquía: La Transformación del Poder Visigodo
Durante las migraciones (siglos I-V), la estructura tribal dio paso a la monarquía. La realeza visigoda era electiva, no hereditaria. El Aula Regia elegía al rey, generalmente en tiempos de guerra. Aunque el hijo del rey podía ser candidato, la decisión final recaía en el Aula Regia. Esta lucha por el trono contribuyó a la posterior victoria musulmana. El rey, elegido por méritos militares, distribuía el botín creando una red de clientela. La acumulación de riquezas generó una creciente diferenciación social.
El Legado de Alarico I
Alarico I fortaleció el poder real, asegurando un botín constante. El pacto con el Imperio romano incrementó los recursos económicos y la influencia política. Al convertirse en funcionario imperial, Alarico I legitimó su poder y autoridad. Este fortalecimiento del poder real dio origen a un linaje real a partir de Alarico I.
La Consolidación del Reino Visigodo
Esta fase marcó el inicio de la monarquía visigoda y la formación de un patrimonio regio. Socialmente, atrajo numerosos seguidores gracias a su poderío militar. Ideológicamente, surgió un clan regio que monopolizaba la función monárquica. El Reino de Tolosa (siglos V-VI) consolidó la monarquía con una unidad territorial definida. El Reino de Toledo (siglos VI-VII) representó la culminación de este proceso.