El Revisionismo Político en España a Principios del Siglo XX

A comienzos del siglo XX, el sistema político de la Restauración (Constitución de 1876, monarquía liberal, turno entre el Partido Liberal y Conservador) seguía vigente. Tras el llamado desastre de 1898, surgió en la sociedad española el Regeneracionismo, corriente política y cultural encabezada por Joaquín Costa, que criticó el sistema de la Restauración (“Oligarquía y Caciquismo”) y que deseaba la modernización del país con reformas educativas, económicas y culturales. Con el acceso al trono de Alfonso XIII (1902), se albergaban esperanzas de que el nuevo monarca iniciara una política de carácter regenerador. La expresión política del Regeneracionismo se conocerá como revisionismo, un intento de “revolución desde arriba”. Se trataba de conseguir la recuperación económica y cultural del país, que Joaquín Costa resumía en “despensa y escuela”, frenando las aspiraciones del movimiento obrero, cada vez más fuerte y mejor organizado. En un período marcado por la inestabilidad política, económica y social, se trató de adaptar el sistema a la nueva coyuntura, es decir, transformar y renovar el país, pero sin cuestionar sus fundamentos políticos.

Por tanto, la política oficial, contagiada del espíritu regeneracionista, buscó la reforma del sistema político de la Restauración, cada vez más desligado de la realidad social española. Tras la muerte de Cánovas (1897) y de Sagasta (1903), el revisionismo político estará protagonizado por Silvela, Maura y Dato, desde el Partido Conservador, y por Canalejas y el conde de Romanones, por parte del Partido Liberal.

El Revisionismo Conservador de Antonio Maura

Destaca el revisionismo conservador puesto en práctica durante el “gobierno largo” de Antonio Maura. Su proyecto se recogía en la consigna “o hacemos la revolución desde arriba, o nos la hacen desde abajo”. Así, a fin de revitalizar las instituciones liberales, se desarrolló una importante labor legislativa y reformista destacando:

  • La promulgación de la Ley de Reforma Electoral (1907), cuya finalidad era eliminar el fraude electoral a la vez que atraer e integrar a las clases medias, introdujo el voto obligatorio. Del mismo año es la Ley de Administración Local, que permitió la posibilidad de crear mancomunidades, es decir, asociaciones de diputaciones, como paso previo para generar un cierto autogobierno regional (un intento de atraerse a la Liga Regionalista).
  • Con el objetivo de atender a las demandas sociales, en 1908 se creó el Instituto Nacional de Previsión (antecedente de la Seguridad Social), que instituyó el “retiro obrero”, un seguro que posibilitaba a los trabajadores jubilarse con una pensión. La Ley de Huelga (1909), más orientada a controlarlas que a garantizarlas, fue frecuentemente incumplida. En el ámbito laboral, también fijó el descanso dominical y la prohibición de determinados trabajos a niños y mujeres menores de edad.

Finalmente, tras la pésima gestión de la Semana Trágica de Barcelona de 1909, Maura dimitió debido a la avalancha de críticas a nivel internacional por la condena y ejecución del fundador de la Escuela Moderna, Francisco Ferrer i Guardia, en una represión contra el anarquismo, siendo acusado de promotor moral de los sucesos, sin haber tenido relación directa con los hechos.

El Revisionismo Liberal de José Canalejas

La segunda tentativa revisionista, más social y popular que la anterior, fue llevada a cabo por el Partido Liberal de José Canalejas. Dentro de su programa reformista, destaca:

  • La “Ley del Candado” (1910) impidió que, en el plazo de dos años, se establecieran nuevas congregaciones religiosas sin una autorización previa. Era un intento inicial de lograr la separación real entre la Iglesia y el Estado.
  • La medida estrella de su política de regeneración democrática fue la supresión del impuesto de consumos (1911), que gravaba los artículos de primera necesidad, sustituyéndolo por un impuesto progresivo sobre la renta. Otras propuestas de índole social son la jornada laboral de 9 horas en las minas o la regulación del trabajo nocturno de las mujeres.
  • La Ley de Reclutamiento (1912) instituía el servicio militar obligatorio en tiempos de guerra y acababa parcialmente con la práctica clasista de la “cuota”.
  • Respecto a las demandas descentralizadoras del catalanismo, logró que las Cortes aprobaran la Ley de Mancomunidades (1912), aunque no entró en vigor, y, bajo su mandato, se ratificó la Ley de Cabildos de Canarias (1912).

El asesinato de Canalejas en 1912 interrumpió el proceso de reformas y marcó el final de los intentos de regeneración interna de la Restauración, iniciando una etapa de crisis permanente en los partidos del “turno” que terminará con el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923.

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