El Rol de los Militares en la Política Española del Siglo XIX

El Papel de los Militares en la Política Española del Siglo XIX

El presente texto es un fragmento del ensayo de historia política «España, ensayo de historia contemporánea», escrito por Salvador de Madariaga, diplomático e historiador de ideología liberal. Se trata de un ensayo crítico e historiográfico, fuente secundaria y de naturaleza político-social, que aborda el papel de los militares y su implicación en la política de la España del siglo XIX. Está dirigido a expertos y a un público interesado en temas de historia.

Narváez y el Prototipo del Militar en la Política

El texto toma a Narváez como prototipo del militar que interviene en política, trazando su perfil psicológico. El objetivo era analizar, irónicamente, los rasgos comunes a varios de los militares relevantes del reinado de Isabel II. Ramón María Narváez participó en la Primera Guerra Carlista como general. Pronto pasó a ser jefe del Partido Moderado y, más tarde, Presidente del Consejo de Ministros. Destacó por su carácter autoritario y sus medidas represivas contra la oposición. Sus ideales oscilaban entre un apoyo al liberalismo moderado y la reacción contra las ideas progresistas. Narváez, como bien se dice en el texto, solo busca imponer su autoridad, salvar al país de los «charlatanes de política», caracterizándose por eliminar todo aquello que le estorbe.

La Intensificación de la Presencia Militar en la Política

Los militares siempre habían tenido una presencia activa en la vida política de España, pero esta se intensificó en la época del liberalismo. En el siglo XVIII, los capitanes generales tenían grandes zonas bajo su mando y fueros como la nobleza, pero se limitaban a posesiones y fueros. Fue en el siglo XIX, a través de los pronunciamientos (Guerra de la Independencia: 1808-1814, Guerra Carlista: 1833-1840), cuando verdaderamente entraron en la vida política. Entre estos políticos intervencionistas encontramos a Espartero, Narváez, O’Donnell (durante el reinado de Isabel II), Serrano y Prim (durante el Sexenio Democrático) y Pavía y Martínez Campos (durante la Restauración).

Influencia en la Constitución y el Desarrollo Político

Estos generales adquirieron un gran papel en la Constitución y el desarrollo político del liberalismo doctrinario. Fueron precursores de documentos como la Constitución de 1837, planteando la soberanía compartida, que restaba poderes a la reina y se los sumaba a ellos. Muchos de ellos se las arreglaban para entrar incluso en el círculo más íntimo de la reina, teniendo la oportunidad de «manipularla».

Influencia en los Partidos Políticos y Grupos Sociales

Estos militares tuvieron una gran influencia también en sus respectivos partidos políticos y en los grupos sociales que los apoyaban. Narváez, por ejemplo, fue un pilar fundamental en el llamado grupo de centro del Partido Moderado; Espartero fue un elemento básico del grupo de «ayacuchos» (sus seguidores del Partido Progresista); O’Donnell creó el partido de la Unión Liberal, y Prim tuvo un papel importante dentro del progresismo. Esta relación político-militar tiene lógica, ya que Isabel II y su reinado comenzaron con una guerra civil, la Primera Guerra Carlista, generando burgueses y rentistas agradecidos con el régimen liberal. El ejército empezaba a hipertrofiarse, ya que necesitaba un papel en la nueva sociedad; los grupos políticos tomaban cada vez más fuerza reivindicando sus ideales, de tal manera que tuvo que surgir un ejército como institución que monopolizara la fuerza.

Los Pronunciamientos Militares

Los pronunciamientos militares, es decir, sublevaciones protagonizadas por grupos de militares encabezados por un líder de prestigio, estuvieron continuamente presentes. Pretendían provocar un cambio de gobierno mediante la fuerza y contaban, además, con apoyo civil. En ese sentido, los militares no actuaban como representantes de las fuerzas armadas, sino de un partido político concreto que así accedía al poder, ya que las elecciones solían estar amañadas.

La conspiración comenzaba un día acordado, en el que un alto mando del ejército leía un manifiesto político en el que denunciaba la situación, es decir, se pronunciaba políticamente y daba su apoyo a un partido político en cuyo nombre actuaba. Si no encontraban resistencia, el pronunciamiento triunfaba y se producía un cambio de gobierno (el de Riego en 1820, O’Donnell en 1854). En caso contrario, se procedía a una represión contra los implicados que acababan con el fusilamiento de los organizadores (general Torrijos en 1831) o el exilio (Prim en 1868).

El Pretorianismo Español

La importancia y significado de los pronunciamientos militares en la España contemporánea son grandes. Representan una particularidad de la aplicación del liberalismo político, fenómeno conocido como pretorianismo español: diferentes facciones políticas confían en los militares para alcanzar el poder o para mantenerse en él. El cambio político procede casi siempre por pronunciamientos, demostrando la debilidad del liberalismo español. A esto se le suman otros factores como la corrupción en el sistema electoral, el falseamiento de los resultados, una burguesía insuficiente e inoperante frente a clases populares urbanas y campesinas que deseaban participar en política. De esta manera, los militares se convirtieron en los defensores de la estabilidad política, económica y social, y en purificadores ante la corrupción del poder civil o la amenaza popular.

Evolución y Superación

Estos continuos pronunciamientos del periodo isabelino se transformaron en alzamientos militares y, ya en el siglo XX, en golpes de Estado, como el de Primo de Rivera de 1923 (reinado de Alfonso XIII) y el de Emilio Mola y Francisco Franco en 1936, contra la II República.

Finalmente, cabe añadir que actualmente esta implicación del ejército en la vida civil se ha superado, ya que su papel quedó limitado con la Constitución de 1978.

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