El Sexenio Absolutista y la Restauración Borbónica en España: Un Análisis Histórico

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

El Sexenio Absolutista (1814-1820) comienza cuando Napoleón devuelve el trono a Fernando VII. Desde un principio, el rey tantea los apoyos para volver al absolutismo; le apoya el ejército y 69 diputados dirigidos por Villamil y Rosales, autores del Manifiesto de los Peras, donde se anima al monarca a ignorar la labor de las Cortes. Así, el 4 de mayo se firma el decreto de Valencia proclamando nulos los decretos liberales y la constitución. Quien niegue esto es declarado reo de lesa majestad; solo se confirmará la abolición de la Inquisición.

El liberalismo es perseguido, por lo que muchos se exilian. Hay varios pronunciamientos entre 1815 y 1820, como el de Luis Lacy en Cataluña o el de Porlier en A Coruña. Fue el pronunciamiento de Riego en Cabezas de San Juan el que lleva a que el rey jure la constitución, comenzando el Trienio Liberal hasta 1823. Las Cortes ponen en marcha un sistema de gestión compartido, pero encuentran dos problemas: Fernando VII usa el veto suspensivo para boicotear la labor de las Cortes y los liberales se separan en doceañistas y exaltados, que defienden excluir al rey de la labor legislativa.

Los dos primeros años son dirigidos por los doceañistas y toman medidas como:

  • Suprimir el mayorazgo.
  • Eliminar el régimen señorial.
  • Prohibir a la Iglesia la adquisición de inmuebles.
  • Reducir su diezmo.
  • Definir las bases de una desamortización eclesiástica.
  • Limitar las comunidades religiosas.
  • Redactar un código penal promulgado bajo el periodo exaltado.

La oposición absolutista se subleva para restaurar el absolutismo. La Guardia Real es sofocada en 1822 por la Milicia Nacional, mientras que, por otro lado, se organizan fuerzas guerrilleras en Navarra y Cataluña. Se crea la Regencia de Urgel con sede en La Seo de Urgel, que pretende actuar como un gobierno legítimo. Ante todo esto, se da un golpe de fuerza donde se nombra ministro al exaltado Evaristo San Miguel, pero Fernando VII forzará la intervención del ejército de los Cien Mil hijos de San Luis, milicia de la Santa Alianza bajo el mando del duque de Angulema. Los liberales marcharon con Fernando VII como rehén, pero es liberado en Cádiz y el 1 de octubre se vuelve a restaurar el absolutismo por segunda vez, entrando en la Década Ominosa (1823-1833): se declaran nulos los actos del liberalismo y se crean las Juntas de Fe. Vemos a los liberales y los absolutistas divididos.

División entre Liberales y Absolutistas

Entre los absolutistas, se dividen en:

  • Reformistas, más flexibles, dirigidos por López Ballasteros.
  • Apostólicos, dirigidos por el infante Carlos, que son los futuros carlistas.

Se organizaban en juntas financiadas por la Iglesia y en 1836 protagonizan la revuelta de los Malcontents. El carlismo nace para defender los derechos sucesorios de Carlos cuando el rey firma la Pragmática Sanción de 1830, que autoriza la sucesión femenina y el derecho al trono de su hija Isabel II. Esto supuso un acercamiento a los liberales. Posteriormente, María Cristina y Cea Bermúdez preparan la transición hacia el liberalismo moderado.

Emancipación en América

Mientras en América vemos la emancipación, entre 1810 y 1814, ante el vacío de poder se crean las Juntas Americanas declaradas autónomas, pero al regreso de Fernando, este muestra una total intransigencia ante las aspiraciones de autonomía, enviando un ejército de 100 mil hombres a América. Esto no evita que en 1816 Argentina declare su independencia. En Chile, José San Martín consigue la liberación en la batalla de Chacabuco, mientras que Colombia, Venezuela, Panamá y Ecuador logran esto por medio de Simón Bolívar y sus victorias en Boyacá y Carabobo. En México, los sacerdotes Hidalgo y Morelos llaman a la insurrección social, pero es el criollo Itúrbide el que proclama la independencia en 1821.

Las consecuencias para España resultaron devastadoras: pierde su mercado exterior más importante y sus recursos, se constata que es una potencia de segundo orden. Conserva, únicamente, Cuba y Filipinas. Las consecuencias para América suponen, entre otras, la fragmentación del continente en 15 repúblicas, dando lugar a la tensión regional y la aparición de la figura del caudillo. Los mestizos, negros e indígenas siguen marginados; el hecho de que la mayoría de la población esté en condiciones de discriminación pone de manifiesto una profunda convulsión social, en contraste con el predominio social, económico y político de los criollos. América entra en la órbita comercial de Gran Bretaña y EE. UU., que apoyaron diplomáticamente y con armas a los independentistas.

La Restauración Borbónica

En 1874, Manuel Pavía da un golpe de estado contra la Primera República para intentar frenar la inestabilidad; sin embargo, el nuevo régimen militar dirigido por Francisco Serrano no se consolida. Simultáneamente, Antonio Cánovas del Castillo consigue la unidad de las élites, la clase media y el ejército hacia su propuesta de Restauración de la monarquía borbónica con Alfonso XII. El 1 de diciembre, este firma el Manifiesto de Sandhurst, obra de Cánovas, donde defiende una monarquía liberal con los derechos individuales básicos, un país centralizado y católico, todo de manera pacífica. Sin embargo, el general Martínez Campos se pronuncia en Sagunto y proclama a Alfonso XII rey de España.

Las medidas iniciales de Cánovas ya denotan el carácter conservador del régimen: aplicación del concordato y supresión de la libertad de expresión y cátedra. Su objetivo era la estabilidad de España, por lo que puso fin a la III Guerra Carlista, suprimió los fueros vascos-navarros, derrotó a los insurgentes cubanos y en 1878 se firma el convenio de Zanjón, que otorgaba autonomía y pretendía abolir la esclavitud. Consigue la integración política mediante la incorporación del partido Liberal-Fusionista de Mateo Sagasta, aleja al ejército de la vida pública y promulgó la Constitución de 1876.

Se ideó el turno de partidos como una vía pacífica evitando los pronunciamientos militares. Cánovas y Sagasta firman el pacto del Pardo en 1886 y se comprometen a respetar el turno y conservar las medidas legislativas aprobadas. Así, vemos dos partidos dominantes: el conservador y el liberal. El instrumento que hizo efectivo el turnismo fue el falseamiento electoral mediante el encasillado, el pucherazo y el caciquismo; estos resultados no obedecían a la voluntad popular, sino a los intereses políticos.

Alfonso XII muere y comienza la regencia de María Cristina. El primer turno es el liberal de Sagasta desde 1885 hasta 1890, con una importante labor reformista: libertad de cátedra y de asociación y sufragio universal masculino. El turno conservador impuso una economía proteccionista como la Ley de Aranceles del 91. Desde 1892 al 95 vuelve Sagasta, destaca su administración de Cuba, que fracasa por la oligarquía criolla, dando lugar a la Guerra de Cuba. En el siguiente turno, Cánovas es asesinado en 1897; Sagasta debe enfrentar el desastre del 98. No es hasta 1902 que Alfonso XIII es proclamado rey de España.

La Constitución de 1876 tiene un carácter integrador, sin propuestas excluyentes; es la más duradera de la historia de España, vigente hasta 1928. Se declaran derechos individuales como la libertad de expresión y una fórmula de consenso en la cuestión religiosa, el reforzamiento del poder monárquico a través de la soberanía compartida, el bicameralismo y el centralismo. Conflictos como la ley electoral, de asociación o de imprenta no se incluyeron en la Constitución, sino que se desarrollan posteriormente.

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