El Siglo XVIII en España
La llegada de la Dinastía Borbón y el Absolutismo
Los monarcas españoles del siglo XVIII fueron Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV. Figuras destacadas que se ocuparon de labores de gobierno a lo largo del siglo XVIII fueron el Marqués de Ensenada, el Conde de Aranda, Floridablanca, Campomanes, Olavide y Jovellanos. Durante el siglo XVIII se implanta en España la monarquía absoluta y se difunden las ideas de la Ilustración que influirán en algunos ministros considerados como «reformistas».
La Guerra de Sucesión Española
La cuestión sucesoria y el inicio de la guerra
A la muerte de Carlos II surgieron dos pretendientes a la Corona: el archiduque Carlos de Austria y el príncipe Felipe de Anjou. Carlos II declaró heredero del trono español al príncipe francés Felipe de Anjou. Creía que sería posible mantener la integridad del reino y acabar con el constante peligro de guerra con Francia. Pero esta elección tenía dos limitaciones: las coronas de España y Francia no debían unirse en una misma persona y se debía mantener la integridad de los territorios “españoles”.
Nadie, salvo Austria, se opuso a la designación de Felipe de Anjou como rey, pero pronto las potencias europeas recelaron del enorme poder que suponía el hecho de que la monarquía francesa e hispánica estuvieran gobernadas por miembros de la misma familia y de que una alianza entre Francia y España pudiese llegar a ser un poder hegemónico en Europa. En 1701 se constituyó la Gran Alianza de La Haya, formada por Austria, Gran Bretaña, Países Bajos y Dinamarca. Más tarde, se unieron a ella Portugal, Prusia y Saboya. En 1702, los miembros de la Gran Alianza declararon la guerra a Francia, iniciándose la Guerra de Sucesión española. En 1703, el Archiduque Carlos de Austria fue proclamado rey de España.
Desarrollo de la Guerra
Fue una guerra entre los partidarios de Felipe V y los del Archiduque Carlos. La batalla de Almansa, victoria del ejército hispano-francés frente a las tropas aliadas partidarias de Carlos, decantó ya la guerra a favor de los intereses borbónicos.
Final de la guerra
El final de la guerra vino determinado por la muerte del emperador Leopoldo I. A este le sucedió en el trono su primogénito, José I; pero la muerte de éste, convirtió al archiduque Carlos en Emperador de Austria. Esta nueva situación hizo que Gran Bretaña y casi todos los miembros de la Gran Alianza perdiesen interés por el conflicto. Las conversaciones de paz entre los contendientes concluyeron en la Paz de Utrecht y en los acuerdos de Rastatt. En España, la guerra continuó hasta septiembre de 1714, cuando las tropas borbónicas tomaron Barcelona.
Con los acuerdos que marcaron el final de la guerra, los Borbones de Francia y España renunciaron a la posibilidad de la unión entre ambos reinos. Austria adquirió la mayor parte de los territorios europeos de la monarquía hispánica. Gran Bretaña logró algunas adquisiciones territoriales y, sobre todo, la entrada en el mercado de la América española. España quedó reducida prácticamente a los límites actuales.
Los Decretos de Nueva Planta
El final de la guerra supuso el triunfo del absolutismo de carácter centralista, ya que se consideraba que la mejor manera de gobernar los reinos era con unas mismas leyes e instituciones parecidas y totalmente dependientes de la corona. Siguiendo esta idea, en cada uno de los reinos que habían resultado derrotados en la Guerra de Sucesión, el nuevo monarca Borbón procedió a la eliminación de sus fueros e instituciones propias, y lo hizo mediante los llamados Decretos de Nueva Planta, aplicados a los reinos de Aragón y Valencia, Mallorca y el Principado de Cataluña.
Por lo que respecta a la organización territorial de las zonas sometidas a los decretos de Nueva Planta, se siguió el modelo de las instituciones castellanas, con influencias francesas:
- Los virreyes fueron sustituidos por los capitanes generales.
- Las audiencias se encargaban de los asuntos judiciales y de asesorar a los capitanes generales.
- Los intendentes, figura de origen francés, se encargaban de los asuntos económicos y tenían atribuciones en materias de hacienda, milicia, justicia, gobierno, obras públicas e inspección de autoridades y organismos.
En todos esos territorios se implantó un sistema de contribución única. Otras medidas fueron la obligación del uso del castellano en la nueva administración, la eliminación de los consejos, la introducción de las leyes de Castilla y sus tribunales y la supresión de las fronteras que separaban los reinos. Hubo algunas concesiones con Cataluña: allí se mantuvo el derecho civil y se retiró el servicio militar obligatorio, sobre todo por la desconfianza que había tras la conquista en la lealtad de los catalanes.