El Sistema Político de la Restauración
El Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
En 1875 comenzó el período de la Restauración, que buscaba volver al moderantismo liberal. Cánovas del Castillo, líder del Partido Conservador, se propuso:
- Poner fin a la guerra civil con los carlistas en el norte, lo que se logró en febrero de 1876.
- Resolver el conflicto de Cuba, concluido parcialmente con la Paz de Zanjón (1878), que puso fin a la «guerra larga».
Para consolidar el sistema, Cánovas implementó medidas como:
- Apoyo a la Iglesia Católica.
- Tribunales para delitos de imprenta.
- Creación de un ejército leal.
- Renovación de cargos públicos.
Constitución de 1876
Elaborada bajo sufragio universal masculino, la Constitución de 1876 marcó el modelo canovista:
- División imperfecta de poderes, otorgando al monarca la facultad de nombrar al jefe de Gobierno.
- Soberanía compartida entre las Cortes y el Rey.
- Poder ejecutivo en manos del Rey.
- Sufragio censitario (universal masculino en 1890).
- Reconocimiento vago de las libertades básicas.
- Cortes bicamerales.
- Senado formado por senadores por derecho propio y vitalicios.
- Estado confesional, aunque permitía el ejercicio privado de otras religiones.
El Canovismo
Las características predominantes de la actividad legislativa durante el canovismo fueron el reforzamiento de la coerción política y del centralismo político-administrativo. Esto se evidenció en:
- La abolición de los fueros de las provincias vascas.
- La reorganización de las diputaciones provinciales y los ayuntamientos.
- La imposición de censura previa a los impresos.
El Caciquismo
El caciquismo fue un fenómeno sociopolítico que se manifestó en España desde mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX. Consistía en el control del poder en determinadas zonas, sobre todo rurales, por personas de gran influencia y prestigio social, los caciques. Estos individuos, miembros de una élite local o comarcal, se caracterizaban por su arraigo, su predominio personal y su función de intermediarios.
Regencia de María Cristina (1885-1902)
Tras la muerte de Alfonso XII, la reina María Cristina asumió la regencia hasta 1902, cuando Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad. Durante este período se mantuvo la alternancia entre los dos partidos dinásticos: conservadores (canovistas) y liberales (sagastinos).
El gobierno liberal de Sagasta introdujo algunas reformas:
- Ley de prensa de 1883.
- Libertad de reunión y expresión en 1881.
- Libertad sindical en 1887.
- Sufragio universal masculino en 1890.
La Oposición al Sistema Político
Republicanos
Los republicanos se dividían en tres grandes grupos:
- Posibilistas: a favor de una democracia conservadora.
- Federalistas: buscaban el reformismo social.
- Progresistas-demócratas: pretendían un cambio de régimen.
Movimiento Obrero
La separación del mundo obrero de la política oficial contribuyó a generar un sentimiento de rechazo hacia el Estado entre los trabajadores.
Los Nacionalismos Periféricos
: El sistema político liberal se dejó controlar por unas élites militares y políticas que representaban a los sectores más conservadores del liberalismo, que pretendían una unidad nacional. La nueva organización centralista del Estado, con la división territorial basada en provincias, pretendió desconocer las realidades comunitarias existentes y disolverlas en un proceso de integración común. Los regionalismos periféricos fueron originariamente manifestaciones de las medianas y pequeñas burguesías, aunque es innegable que a ellos también se adhirieron las burguesías dirigentes.
La Guerra de Cuba: La presencia de España en Cuba era muy importante para ciertos sectores sociales con intereses económicos: la burguesía catalana exportaba tejidos a la isla; de allí se traía azúcar y tabaco, cuya venta ayudaba a equilibrar la balanza de pagos, etc. Estados Unidos tenía gran interés en Cuba, tanto económico como político, como expresión de fuerza del nacionalismo estadounidense. EEUU quiso comprar la isla a España, pero el gobierno se negó, pensando que la cesión provocaría una crisis del sistema político. El descontento cubano se repartía entre la explotación de la colonia y las restricciones del libre comercio de Cuba con los demás países americanos, especialmente EEUU. Eso explica el malestar entre criollos y terratenientes, algunos de los cuales, como José Martí, tuvieron que exiliarse. Fue éste, desde Nueva York, quien dará origen al movimiento de insurrección. En 1895, tras el Grito de Baire, se produjo el definitivo levantamiento independentista. En ese año, los rebeldes hostigaron al ejército español que mandaba el general Martínez Campos, quien, ante su blanda actitud con los insurgentes, fue sustituido por el general Weyler, que, al mando de un gran ejército, se dispuso a exterminar a los revolucionarios, aun a costa de arruinar la isla. Weyler obligó a emigrar a las ciudades a la población rural –Orden de Concentración–, para que la guerrilla no encontrara apoyo; y dividió el territorio con líneas fortificadas, llamadas trochas. La superioridad de los españoles chocó con el conocimiento del terreno por parte de los cubanos y del material de guerra que enviaban los EEUU. En la Península aumentó el malestar contra la guerra y, tras la muerte de Cánovas, el gobierno de Sagasta reaccionó, concediendo una tímida Ley de Autonomía3 y la sustitución de Weyler por el general Blanco. Pero, cuando esas medidas comenzaban a dar fruto, se produjo la entrada de Estados Unidos en la Guerra, tras la voladura del acorazado Maine en La Habana, de cuyo hundimiento se culpó a España. Hubo un nuevo intento de EEUU para comprar la isla, rechazado también por Madrid. Poco después, en Filipinas, se desarrolla un proceso semejante. La evidente inferioridad táctica y técnica de la escuadra española quedó de manifiesto en Cavite (Filipinas), donde fue aniquilada. Y algo parecido le ocurriría al almirante Cervera en Santiago (Cuba), donde sus barcos fueron hundidos. Por lo que las tropas estadounidenses desembarcan en Puerto Rico y Cuba, adueñándose fácilmente de las islas. El Tratado de París (1898) nos obligaba a abandonar esas dos islas, y a ceder la isla de Guam (la mayor de las Marianas) a EEUU como indemnización de guerra. Aunque los norteamericanos se avinieron a pagar 20 millones de dólares en compensación por Filipinas. Después se vendió el resto del imperio colonial (Palaos, Carolinas y resto de las Marianas) a Alemania.