El Sistema Político de la Restauración y la Crisis del Régimen (1875-1931)

El Sistema Político de la Restauración (1875-1898)

Antonio Cánovas del Castillo y la Construcción del Nuevo Régimen

Antonio Cánovas del Castillo fue regente hasta la vuelta de Alfonso XII. Cánovas pretendía crear un modelo político que solucionase algunos de los problemas del liberalismo anterior: el carácter partidista y excluyente de los moderados durante el reinado isabelino, el intervencionismo de los militares en la política y los enfrentamientos civiles. Para conseguirlo, Cánovas propuso: elaborar una constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo, y pacificar el país poniendo fin a la guerra en Cuba y al conflicto carlista. Se convocaron unas Cortes constituyentes, ya que la Constitución de 1869 había quedado sin efecto tras la proclamación de la República.

La Constitución de 1876

Se trataba de una Constitución de carácter conservador e inspirada en los valores tradicionales de la monarquía, la religión y la propiedad. La Constitución consideraba a la monarquía una institución superior, incuestionable y al margen de cualquier cuestión política. Constituía un poder moderador, que debía arbitrar la vida política y garantizar la alternancia entre los partidos políticos. Las Cortes eran bicamerales y estaban formadas por el Senado y el Congreso de los Diputados. En 1890, estando en el poder el partido liberal, se aprobó el sufragio universal masculino. La Constitución también proclamaba la confesionalidad católica del Estado, aunque toleraba otras creencias siempre que no se hiciese manifestación pública de ellas. Asimismo, la Constitución contaba con una amplia declaración de derechos, aunque poco a poco tendieron a restringirlos, especialmente los derechos de imprenta, expresión, asociación y reunión.

Bipartidismo y Turno Pacífico

Cánovas del Castillo estableció un turno pacífico de partidos (conservadores y liberales) que aseguraría la estabilidad mediante la participación en el poder de las dos familias del liberalismo y pondría fin a la intervención del ejército en la vida política. La Real Orden de 1875, estableció que éste no podría intervenir en las disputas de los partidos. EL FIN DE LOS CONFLICTOS BÉLICOS: La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlista y cubana. La intervención del ejército al mando de Martínez Campos, forzó la rendición de los carlistas en Cataluña, Aragón y Valencia. El conflicto continuó unos meses más en el País Vasco y Navarra hasta su rendición en 1876, Carlos VII cruzó la frontera francesa hacia el exilio y la guerra se dio por finalizada, se firmó la Paz de Zanjón en 1878.

Los Partidos Dinásticos

Tras el regreso de Alfonso XII, Cánovas transformó el Partido Alfonsino en el Partido Liberal-Conservador, compuesto por los grupos políticos más conservadores (excepto carlistas e integristas) y que acabó llamándose simplemente Partido Conservador. Su proyecto requería otro partido de carácter más progresista, y el propio Cánovas propuso a Sagasta su formación. Así surgió el Partido Liberal. El único requisito de ambos partidos era aceptar la monarquía Alfonsina y la alternancia en el poder. Por este motivo, se les conocía como partidos dinásticos.

Conservadores y liberales coincidían ideológicamente en lo fundamental: ambos defendían la monarquía, la Constitución, la consolidación de un Estado liberal, unitario y centralista… Se sustentaban principalmente de las élites económicas y de la clase media acomodada. Eran partidos de minorías. No obstante, los conservadores proponían un sufragio censitario, la defensa de la Iglesia y del orden social… y los liberales, defendían el sufragio universal masculino, estaban inclinados a un reformismo social de carácter más progresista… Pero, como existía un acuerdo tácito, no promulgaban nunca una ley que forzase al otro a anularla cuando regresase al gobierno. La alternancia en el poder tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional.

Falseamiento Electoral y Caciquismo

El sistema de turno pacífico pudo mantenerse gracias a la corrupción electoral. El caciquismo alcanzó su máximo desarrollo en Andalucía, Galicia y Castilla. La falsificación del voto se logró mediante el restablecimiento del sufragio censitario, la manipulación y las trampas electorales. Así, el triunfo de un partido se convenía previamente y se conseguía gracias al falseamiento de los resultados. Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural, que poseían una gran influencia en la vida local. Con su influencia, el cacique orientaba la dirección del voto, agradeciendo con su caridad la fidelidad electoral y discriminando a los que no respetaban sus intereses. Los caciques manipularon las elecciones de acuerdo con los gobernadores civiles de las provincias. Conjunto de trampas electorales (pucherazo).

El Desarrollo del Turno de Partidos

Tras la muerte de Alfonso XII, el temor a una posible desestabilización del sistema político, impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales, el Pacto del Prado. Su finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina y garantizar la continuidad monárquica. Bajo la regencia, el Partido Liberal gobernó más que el Conservador. Durante el llamado gobierno largo de Sagasta (1885-90), los liberales impulsaron una importante obra reformista para incorporar al sistema algunos derechos asociados a los ideales de la revolución del 68. De este modo, se aprobó la Ley de Asociaciones, que permitió la entrada en la política a las fuerzas opositoras, se abolió la esclavitud, se implantó el sufragio universal masculino, … Cánovas fue asesinado en 1897. El personalismo del sistema deterioró a los partidos, que dependían de la personalidad de sus líderes, provocando la descomposición de ambos partidos.

Surgimiento de Nacionalismos y Regionalismos

A finales del siglo XIX, surgieron en España diversos movimientos nacionalistas y regionalistas que cuestionaban el modelo centralista del Estado. Los más importantes fueron:

El Nacionalismo Catalán

En Cataluña, a lo largo del siglo XIX, tuvo lugar un crecimiento económico superior al de otras regiones. Su industrialización había propiciado el nacimiento de una influyente burguesía de empresarios industriales. Éstos sentían que sus intereses económicos estaban poco representados en los gobiernos, y comenzaron a defender el proteccionismo. Además, a mediados de siglo, nació un movimiento conocido como la Renaixença, cuyo objetivo era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad catalanas. Por otro lado, en la década de 1880, se desarrolló el catalanismo político. Una de sus corrientes era de carácter progresista y base popular, y fue dirigido por Valentí Almirall, quien fundó el Centre Català en 1882 y empezó a defender la autonomía de Cataluña. En 1892, las Bases de Manresa proponían la consideración de Cataluña como una entidad autónoma dentro de España. En 1901 se creó la Lliga Regionalista, que aspiraba a participar activamente en la política y a defender los intereses del catalanismo. Durante el primer tercio del siglo XX, se convirtió en el principal partido de Cataluña.

El Nacionalismo Vasco

Surgió en la década de 1890. Su gran propulsor fue Sabino de Arana, que creyó ver un gran peligro para la cultura vasca, la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de España a la zona minera e industrial de Bilbao. Arana consideraba que esta población de maketos (nombre de los inmigrantes no vascos) ponía en peligro el euskera. En 1895 se creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV). El movimiento estaba impregnado de un gran sentimiento católico y de defensa de la tradición. El PNV se declaró de inmediato independentista con respecto a España. El rival de la defensa de la identidad vasca fue el carlismo.

El Nacionalismo Gallego

Algunos intelectuales y literatos emprendieron el camino para convertir el gallego en lengua literaria. De este modo nació la corriente llamada Rexurdimento, cuya figura literaria de mayor influencia fue la poetisa Rosalía de Castro. Muchos gallegos emigraron, insatisfechos con la situación del país. En la última etapa de la Restauración, el galleguismo fue adquiriendo un carácter más político, pero este movimiento se mantuvo muy minoritario. Vicente Risco, en la segunda década del siglo XX, se convertiría en el gran líder del nacionalismo gallego.

La Guerra en Ultramar

Cuba, la Perla de las Antillas

Tras la Paz de Zanjón (1878), los cubanos esperaban de la Administración española una serie de reformas que les otorgasen los mismos derechos de representación política en las Cortes, la libertad de comercio, la abolición de la esclavitud… pero ninguna de estas peticiones se llevó a cabo debido a la rotunda oposición de los grandes propietarios. Entonces se crearon en Cuba dos partidos políticos: el Partido Autonomista, integrado en su mayoría por cubanos, y la Unión Constitucional, un partido españolista. El primero pedía la autonomía para la isla, defendía un programa de reformas políticas y económicas sin llegar a la independencia. Sin embargo, como consecuencia de la ineficacia de la administración para introducir reformas en la colonia, el independentismo fue ganando posiciones frente al autonomismo. En 1893, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era la independencia, y consiguió el apoyo de los EEUU. En 1891, el gobierno español elevó las tarifas arancelarias para los productos importados a la isla que no procediesen de la Península (arancel Cánovas). Por aquel entonces, el principal cliente económico de Cuba era EEUU, por lo que el presidente norteamericano, William McKinley amenazó con cerrar sus puertas al azúcar y al tabaco cubanos si el gobierno español no modificaba su política arancelaria en la isla.

La Gran Insurrección

En 1879 se produjo la Guerra Chiquita. Los sublevados fueron derrotados al año siguiente por la falta de apoyos y la superioridad del ejército español. En 1895, el Grito de Baire, dio inicio a un levantamiento generalizado. Cánovas del Castillo envió un ejército al mando del general Martínez Campos. Éste no consiguió controlar la rebelión, por lo que fue sustituido por Valeriano Weyler, que se propuso iniciar una fuerte represión. Envió a los campesinos a determinados pueblos para que no entrasen en contacto con los combatientes, y éstos no aumentaran en número. En 1897, tras el asesinato de Cánovas y conscientes del fracaso de Weyler, el gobierno liberal lo destituyó y encargó el mando al general Blanco. Además, se inició una estrategia de conciliación: se decretó la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la autonomía arancelaria… Pero las reformas llegaron demasiado tarde. Los cubanos, con el apoyo estadounidense, se negaron a aceptar la autonomía. Querían la independencia. Paralelamente al conflicto cubano, en 1896 se produjo una rebelión en las Islas Filipinas. En 1892, José Rizal fundó la Liga Filipina.

La Intervención de Estados Unidos

La ocasión de los EEUU para intervenir en la guerra, la dio el incidente del acorazado estadounidense Maine, que estalló en el puerto de la Habana en 1898. EEUU culpó falsamente del hecho a los españoles y envió a España un ultimátum en el que se le exigía la retirada de Cuba. El gobierno español negó cualquier vinculación con el Maine y rechazó el ultimátum, amenazando con declarar la guerra en caso de invasión de la isla. Los agentes políticos españoles eran conscientes de la inferioridad militar, pero consideraron humillante la aceptación, sin lucha, del ultimátum. Comenzaba así la guerra hispano-americana. En diciembre de 1898 se firmó la Paz de París, por la cual España se comprometía a abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a ser un protectorado norteamericano.

Las Consecuencias del Desastre del 98

Una Crisis Política y Moral

A pesar de la envergadura de la crisis de 1898, sus repercusiones políticas y económicas, fueron menores de lo esperado. Fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico entre la población. Y es que la derrota española significó la destrucción del Imperio español (cuando las potencias europeas construían vastos imperios coloniales en Asia y África).

El Fin de una Época

El desastre de 1898 significó el fin del sistema de la Restauración, y la aparición de una nueva generación de políticos, intelectuales, científicos, etc. que empezaron a actuar en el reinado de Alfonso XIII. Sin embargo, la política reformista que intentaron aplicar los nuevos gobiernos, no llevó a cabo profundas reformas… Se produjo un antimilitarismo. En el seno del ejército, empezaron a creer que deberían tener una mayor presencia en la vida política del país. Esta intrusión militar fue aumentando en las primeras décadas del siglo XX, y culminó en el golpe de Estado de Primo de Rivera, en 1923, que inauguró una dictadura de siete años, y en el protagonizado por el general Franco (1936).

Crisis del Sistema de la Restauración

El Reformismo Dinástico

El Fracaso del Primer Gobierno Regeneracionista

El 1899 María Cristina otorgó el gobierno al conservador Francisco Silvela, que mostró una cierta voluntad de renovación. Va a iniciar una política reformista con proyectos de descentralización administrativa y una política que aumentaba los tributos sobre los productos de primera necesidad. Entonces, sobre todo en Cataluña, se impulsó un boicot de los contribuyentes a la recaudación de los tributos (Tancament de caixes). Malgrat que el gobierno conservador se mantuvo, el 1901 volvió a otorgar el gobierno a los liberales.

Las Reformas de Maura y Canalejas

El 1902 subió al trono Alfonso XIII, que coincidió con la muerte de Sagasta, ocupando la dirección del Partido Conservador Antonio Maura, y con el cambio de dirección del Partido Liberal en manos de José Canalejas. Esta nueva generación de políticos, influenciada por el regeneracionismo, impulsó un programa reformista, a pesar de que se mantuvo el turno dinástico y el falseamiento electoral, lo que dificultó una democracia real.

Reformas de Maura

El 1904 Antonio Maura se convirtió en jefe del gobierno, con un espíritu reformista, pero dentro de las ideas conservadoras. Defendía que el régimen se debía reformar desde arriba, desde el gobierno. Se llevó a cabo una reforma electoral, la Ley electoral de 1907, que no consiguió poner fin a la corrupción ni democratizar el sistema, a pesar de que dificultó el fraude electoral. Maura intentó atraer al nacionalismo moderado no republicano, como el de la Lliga Regionalista, también intentó llegar a un acuerdo con los catalanistas concediendo más autonomía. También adoptó medidas económicas para reactivar la industria y promulgó la Ley de colonización interior para estimular la agricultura. En el terreno social también hizo algunas leyes y creó el Instituto Nacional de Previsión (1908). La represión brutal de los revolucionarios de la Semana Trágica (1909) puso fin al gobierno moderado.

Reformas de Canalejas

Así, el 1910 Canalejas formó un nuevo gobierno liberal, que proponía la modernización política e intentaba atraer a ciertos sectores populares a partir de un reformismo social más grande y de limitar el poder de la Iglesia. Inició la reforma del financiamiento de la Iglesia y profundizó en la separación de la Iglesia y el Estado. La oposición de la Santa Sede comportó la promulgación de la Ley del candado (1910), que limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas. Su política social sustituyó el impuesto de consumos por un impuesto progresivo sobre la renta, que provocó la protesta de las clases adineradas. También se reformó la Ley de reclutamiento, que pasaba a ser obligatorio en tiempo de guerra. Finalmente se promulgaron algunas leyes destinadas a mejorar las condiciones laborales. Elaboró la Ley de Mancomunidades, que aceptaba la posibilidad de la unión de las diputaciones provinciales para hacerse cargo de algunos servicios públicos. Pero este proyecto y el resto de reformas fueron detenidos por la muerte de Canalejas, asesinado por un anarquista. La Ley de Mancomunidades fue finalmente aprobada por Dato y se formó solo la Mancomunitat de Catalunya.

Las Fuerzas de Oposición

El Republicanismo

El republicanismo fue la fuerza principal de oposición. El 1903 nació la Unión Republicana encabezada por Salmerón y Lerroux, tenían el fin de ampliar el campo de acción, se acercó a los nacionalismos regionalistas de Cataluña, Galicia y Valencia. Esta orientación del partido fue rechazada por un sector encabezado por Lerroux, que fundó el Partido Radical de carácter anticatalanista. Salvo el grupo de Lerroux, la colaboración del republicanismo con el Partido Socialista Obrero Español llevó a la creación en 1909 de la Conjunción Republicano-Socialista. El 1912 surgió un nuevo grupo político de carácter republicano: el Partido Reformista.

Los Nacionalismos

  • Cataluña: predominaba la conservadora Lliga Regionalista. Paralelamente se fue consolidando un catalanismo republicano y el 1905 se creó el Centre Nacionalista Republicà y, el 1910, la Unió Federal Nacionalista Republicana. Pero el catalanismo republicano fue derrotado electoralmente por la Lliga hasta 1931, cuando su unión en un partido, Esquerra Republicana de Catalunya, consiguió el triunfo en las elecciones.
  • Nacionalismo Vasco: El gran auge económico del País Vasco favoreció el crecimiento del nacionalismo.

La Derecha Antiliberal: El Carlismo

El carlismo aún mantenía su presencia y bases. El 1909 murió su pretendiente Carlos de Borbón, que fue sucedido por su hijo Jaime. El Partido Católico Nacionalista o Integrista, una escisión carlina, se manifestaba ajeno a las formas de gobierno. Las bases militantes del integrismo así como las del carlismo, se concentraban en Navarra, el País Vasco y Cataluña. Tanto integristas como carlistas aceptaron la participación electoral. Desde 1917, la derecha antiliberal, debido al peligro comunista o bolchevique, exigía la necesidad de una dictadura para poner orden y posteriormente dieron soporte a Primo de Rivera.

La Oposición Obrera

(…)

De la Semana Trágica a la Huelga Revolucionaria (1909-1917)

El Conflicto Colonial del Marruecos

La Conferencia de Algeciras (1906) y el posterior Tratado hispanofrancés (1912) establecieron un protectorado francoespañol en la zona de Marruecos. A España le correspondía el territorio del Rif con la condición de pacificarlo y organizarlo. Los intereses de España en el territorio eran económicos, así como tratar de volver a convertir a España en una potencia colonial. La presencia española fue atacada continuamente por los rifeños. El 1909 los rifeños derrotaron al ejército español en el Barranco del Lobo, entonces España aumentó los efectivos, lo que provocó un movimiento de protesta popular muy importante.

La Semana Trágica de Barcelona

La movilización contra la guerra se inició en Barcelona el 18 de julio durante el embarque de las tropas al Marruecos. Se constituyó un comité de huelga, que hizo una llamada a la huelga general el día 26. La huelga derivó en una revuelta popular, un estallido espontáneo de todas las tensiones acumuladas. Los incidentes se multiplicaron, se produjeron enfrentamientos con las fuerzas de orden y estalló un fuerte sentimiento anticlerical que desembocó en el ataque e incendio de más de 80 centros religiosos. Las autoridades respondieron declarando el Estado de Guerra. El número elevado de muertos y heridos radicalizó el movimiento, pero la falta de dirección y coordinación derivó hacia la acción incontrolada de grupos que actuaban sin objetivos claros. La represión posterior fue muy dura por parte del gobierno de Maura, lo que levantó una oleada de protestas. Los republicanos y los liberales se unieron para exigir la dimisión. La oposición general a Maura consiguió que Alfonso XIII disolviera las Cortes y traspasara el gobierno a los liberales.

El Impacto de la Gran Guerra

El 1914, durante el gobierno de Eduardo Dato, estalló la Primera Guerra Mundial que enfrentaba a los imperios centrales (Alemania y Austria) con las potencias aliadas (Gran Bretaña, Francia y Rusia). Dato declaró la neutralidad española, que supuso además una oportunidad para la economía del país, ya que la guerra permitió exportar productos que los militares necesitaban. Pero como la mayoría de la producción se dedicaba a la exportación, los precios interiores subieron desorbitadamente. El conflicto social, a causa del empeoramiento del nivel de vida, fue creciendo de manera imparable, lo que desembocó en el movimiento huelguista de 1917.

La Crisis de 1917

La coincidencia de las graves dificultades del sistema político de la Restauración, el descontento militar y la conflictividad social provocaron una protesta generalizada de carácter antigobernamental en la que se vieron implicados los partidos al margen del turno dinástico, los militares y las organizaciones obreras.

La Protesta Militar

El ejército español, como consecuencia de las guerras coloniales, presentaba un excesivo número de oficiales, además, la inflación había hecho disminuir el valor de los ya bajos salarios militares. Se formaron las llamadas juntas de defensa, que reclamaban un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra y reivindicaban la antigüedad como criterio. El Manifiesto de 1917 culpaba al gobierno de los males del ejército y del país, y hacía una llamada a la renovación política. El gobierno tuvo que ceder a las demandas de las juntas, que eran básicamente un grupo de presión para conseguir sus intereses profesionales.

La Crisis Política

El gobierno de Dato había sido sustituido, el 1916, por un gabinete liberal que continuó con la corrupción política y que ante las quejas decidieron cerrar las Cortes. El 1917 volvió al gobierno Dato y una representación de diputados de la oposición (nacionalistas, republicanos, carlistas…) reclamaron la reapertura de las Cortes. El gobierno se negó y además aumentaron la censura de prensa. Como reacción se organizó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios Catalanes, que exigían la formación de un gobierno provisional que convocara Cortes constituyentes para reformar el sistema político y descentralizar el Estado. El gobierno prohibió la convocatoria de la reunión, pero aun así se celebró en julio, con escasa asistencia, además, fue disuelta por la Guardia Civil.

La Huelga General Revolucionaria

El 1916 ya se había producido un movimiento huelguista importante y en 1917 la CNT y la UGT acordaron firmar un manifiesto en el que se instaba al gobierno a intervenir para contener los precios bajo la amenaza de convocar una huelga general. La tensión estalló en agosto de 1917 y la UGT, con el apoyo del PSOE, decidió hacer una llamada a la huelga general. Las fuerzas obreras reclamaban el fin de la monarquía, la formación de un gobierno provisional y que se convocaran Cortes constituyentes para proclamar una República. La huelga tuvo una incidencia muy desigual, porque apenas contó con la participación del campesinado. La reacción del gobierno fue represiva, se declaró la ley marcial y se envió al ejército. A pesar de que la huelga fracasó, tuvo enormes consecuencias: debilitó aún más el régimen, que demostró su brutalidad, y se radicalizó la oposición.

La Descomposición Política

El régimen de la Restauración entró en una descomposición progresiva a causa de los nulos deseos de renovación política, los partidos dinásticos no tenían líderes claros y se fueron fragmentando en grupos de diversos políticos. A consecuencia de este hecho no se podía recurrir a las mayorías parlamentarias para constituir gobiernos estables. Desde 1917 se recurrió a la solución de los gobiernos de concentración, el más relevante fue el llamado gobierno nacional impulsado por Maura el 1918, que configuró un gabinete con la participación de los líderes dinásticos y de los regionalistas catalanes.

La Conflictividad Obrera y el Pistolerismo

En España, el final del conflicto europeo (Primera Guerra Mundial) propició un cambio brusco de las condiciones económicas, la producción bajó, aumentó el paro y subieron los precios, lo que provocó la movilización obrera y un espectacular crecimiento del sindicalismo. El movimiento huelguista afectó a un buen número de regiones industriales, como Barcelona. El 1919 comenzó una huelga en La Canadiense, una empresa eléctrica que abastecía energía a la mayor parte de Barcelona. La huelga duró un mes y medio y paralizó el 70% de la industria local, finalmente, después de un mes y medio se llegó a un acuerdo: aumentos salariales, readmisión de los despedidos y jornadas de 8 horas. En Andalucía, la situación de miseria de los campesinos y el aumento de precios dio paso al Trienio Bolchevique. Los anarquistas y, en menor grado, los socialistas impulsaron revueltas campesinas motivadas tanto por el hambre de tierras como por el deterioro de los salarios y las condiciones de vida. La conflictividad laboral degeneró en una radicalización de las posiciones de los sindicatos y de la patronal, sobre todo en Cataluña. Para frenar la fuerza sindical, los patronos instituyeron la Federación Patronal, contrataron pistoleros a sueldo para asesinar a dirigentes obreros y cerrar empresas. El general Martínez Anido, gobernador civil de Barcelona, protagonizó una política de protección de los pistoleros de la patronal; ejerció una dura represión contra los sindicalistas y puso en vigor una ley que permitía a la policía disparar contra los detenidos en caso de fuga. Todo esto provocó la época llamada pistolerismo, durante la cual se produjeron 800 atentados y murieron 226 personas.

El Problema del Marruecos

Las tribus rifeñas del protectorado de Marruecos hostigaban al ejército español permanentemente. El 1921 se intentaron unas cuantas operaciones para controlar a los rebeldes. El general Silvestre inició una ofensiva hacia el interior del territorio que acabó con un verdadero desastre. El ejército fue derrotado en Annual, se perdió todo el territorio ocupado y se produjeron unas 13.000 bajas, incluida la de Silvestre.

Las Causas del Golpe Militar

Primo de Rivera y los sectores que le dieron soporte (políticos próximos a la monarquía y parte de las clases dirigentes del siglo XIX) defendieron su acción como una solución para poner fin a la crisis política y a la conflictividad social del país. Entre las razones que justificaron la necesidad de cambiar la situación, cabe destacar la inestabilidad y el bloqueo del sistema político parlamentario, así como su descrédito derivado del continuo fraude electoral, el temor de las clases adineradas a una revolución social ante el auge de la conflictividad obrera y campesina, el aumento de la influencia del republicanismo y el descontento del ejército después del desastre de Annual. En el manifiesto inaugural, Primo de Rivera anunció su firme voluntad de limpiar el país de caciques y de poner fin al bandidaje político, la indisciplina social y las amenazas a la unidad nacional. Se dice que Primo de Rivera lo que hizo fue intentar evitar que el régimen político acabara democratizándose, es decir, su dictadura fue una solución inconstitucional para frenar las posibles reformas del sistema que podían resultar amenazadoras para ciertos sectores e intereses sociales.

Reorganización del Estado

La dictadura de Primo de Rivera tuvo dos fases sucesivas:

  • Hasta 1925 gobernó el Directorio Militar, cuyos miembros eran militares, pero a partir de ese año el gobierno dictatorial incluyó entre los ministros a personalidades civiles como José Calvo Sotelo en el Directorio Civil, a pesar de que el peso de los militares continuó siendo importante.

Las primeras medidas del Directorio Militar mostraron su carácter dictatorial, acompañado de la militarización del orden público. Se elaboró un Estatuto Municipal y otro Provincial y se suprimieron los ayuntamientos para poner juntas vocales integradas por contribuyentes de cada localidad. Durante la primera etapa de la dictadura, el conflicto del Marruecos centró la atención de Primo de Rivera, que asumió personalmente el cargo de Alto Comisario del Marruecos el 1924. Al año siguiente, con la ayuda de Francia, se organizó el Desembarco de Alhucemas, que se saldó con un gran éxito. El 1927, el ejército español dio por acabada la ocupación efectiva de todo el protectorado en Marruecos. A partir de 1926, se fue abandonando la idea de una dictadura transitoria después de la cual se retornaría al régimen constitucional, y Primo de Rivera intentó institucionalizar el modelo. La influencia del fascismo italiano fue muy clara. El camino hacia un régimen autoritario comenzó con la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva, cuyos miembros no serían elegidos por sufragio sino por designación entre ciudadanos pertenecientes a las grandes instituciones públicas. El sufragio universal se olvidó por completo. Para promover el nuevo sistema se creó un partido único que se llamó Unión Patriótica. Se trataba de un partido gubernamental sin ningún programa ideológico definido y que tenía como misión primordial proporcionar soporte social a la dictadura.

La Política Económica y Social

La dictadura se benefició de la buena coyuntura económica internacional comenzada en los “felices” años veinte. El régimen inició un programa de fomento de la economía española en el terreno industrial y en las infraestructuras, a pesar de que apenas se ocupó del problema agrario. La idea rectora fue la nacionalización de sectores de la economía y la intervención estatal. El Estado tuvo un protagonismo notable gracias al fomento de las obras públicas. El gobierno aprobó el Decreto de Protección de la Industria Nacional, se concedieron grandes monopolios como el de la telefonía a la Compañía Telefónica Nacional de España y la exclusividad de exportación. Todo esto se financió por medio de los llamados presupuestos extraordinarios, de manera que el presupuesto cada año aparecía equilibrado pero se iba acumulando una gran deuda extraordinaria.

En el terreno social, la dictadura puso en marcha un modelo de regulación del trabajo que pretendía eliminar los conflictos laborales por medio de la intervención del Estado, la integración de los sectores moderados del movimiento obrero y la represión de las organizaciones más radicales. Se creó la Organización Corporativa Nacional, que regulaba los conflictos laborales a través de los comités paritarios. Su misión era la reglamentación de los salarios.

La Oposición a la Dictadura

La oposición a la dictadura estuvo integrada por algunos líderes de los partidos dinásticos, los republicanos, los nacionalistas, los comunistas, los anarquistas, determinados sectores del ejército y casi todos los intelectuales. Algunos dirigentes participaron en conspiraciones militares como el complot de la Sanjuanada. En cuanto a los intelectuales y los universitarios, la dictadura intentó controlarlos de una manera férrea.

La Caída del Dictador

La oposición creciente al dictador se intensificó aún más cuando el rey Alfonso XIII y su camarilla se convencieron de que la dictadura era un peligro para la permanencia de la monarquía. En el contexto de esta situación, el rey optó por retirar la confianza a Primo de Rivera, que dimitió el 30 de enero de 1930. El general Berenguer fue el encargado de sustituirlo con la misión de celebrar unas elecciones que permitieran retornar a la normalidad constitucional. La oposición comenzó a organizarse y los republicanos, los catalanistas de Esquerra y el PSOE acordaron la firma conjunta del Pacto de San Sebastián, un programa para presentarse a las elecciones y constituir un comité revolucionario que convirtiera el gobierno en una república. El gobierno decidió convocar en primer lugar las elecciones municipales porque las consideraba las menos peligrosas para la monarquía y las fijó para el 12 de abril de 1931.

El Fin del Reinado de Alfonso XIII y la Proclamación de la Segunda República

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. En las ciudades, los resultados fueron claramente favorables a los partidos republicanos y socialistas, que obtuvieron la mayoría de los concejales. Ante la contundencia de la derrota, Alfonso XIII abandonó el país y se proclamó la Segunda República Española.

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