El Socialismo Utopico y su Evolución en el Siglo XIX

El Socialismo Utopico

En la primera mitad del siglo XIX, los primeros teóricos del socialismo insistieron en la condena a la injusticia de la sociedad industrial y en la crítica a un desarrollo económico que producía miseria. Propugnaron la dignidad del individuo y la solidaridad colectiva como principios morales y elaboraron proyectos de sociedades ideales que pretendían la igualdad social. Se trataba más de un rechazo al orden existente que de una aportación real de una completa doctrina de cambio social. Unos pocos hicieron planteamientos directamente políticos, defendiendo que la igualdad solo podía alcanzarse por medio de la acción violenta de una minoría que impusiese una dictadura revolucionaria. Babeuf y Blanqui apostaban por el sufragio universal y proponían la creación de talleres cooperativos dirigidos por el estado. La mayoría creía que la reforma de la sociedad era posible al margen de la acción política y por medios pacíficos, como la difusión de valores morales o la fundación de comunidades ejemplares. Charles Fourier defendió la creación de falansterios, agrupaciones comunitarias donde la propiedad era colectiva. Étienne Cabet diseñó un país icario donde se realizaba una completa igualdad social. Robert Owen defendió la organización de cooperativas donde desaparecería la explotación y se desarrollaría la educación.

La Formación de Partidos Socialistas

La actividad de los militares socialistas alcanzó gran importancia, recogiendo la lucha política fijada por la Primera Internacional. Se dieron los primeros pasos en la creación de partidos políticos obreros. El primero y más importante fue el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), fundado en 1875 a partir de la unificación de los dos partidos obreros que ya existían en el país. De inspiración marxista, su éxito derivó de un programa que combinaba la perspectiva del objetivo final revolucionario del socialismo con la lucha cotidiana para conseguir reformas inmediatas: sufragio universal, también femenino; jornada de 8 horas; impuestos progresivos sobre la renta; enseñanza laica; prohibición del trabajo infantil. En la mayoría de los casos, los debates y las divisiones en distintos grupos dificultaron la formación de los partidos socialistas. En Francia, el crecimiento del socialismo tuvo que superar los efectos de la Comuna de París. La unificación se realizó en 1905, siendo Jules Guesde y Jean Jaurès los principales dirigentes del nuevo partido. El Partido Laborista Británico continuaba siendo un caso singular; su tardía fundación se explica por la perspectiva sindical que habían adoptado las trade unions, reforzada tras el fracaso del cartismo y su rechazo a los hechos revolucionarios de la Comuna. En consecuencia, el Partido Laborista tuvo que surgir sobre bases reformistas y bajo la dependencia directa de los sindicatos. En Italia y España, la expansión del socialismo se vio dificultada por el anarquismo. Así, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) vio restringida su influencia en la zona de mayor industrialización.

La Segunda Internacional

Se desarrolló desde finales del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, ejerciendo una gran influencia en el movimiento obrero y tuvo un papel decisivo en la evolución del socialismo.

Desarrollo, Carácter y Organización

La Segunda Internacional se fundó en París, surgió por iniciativa de los partidos socialistas que se reunieron en la capital francesa. Se configuró como una organización homogénea ideológicamente, ya que solo incorporaba partidos socialistas. Otra diferencia con la AIT fue que se perfiló como una confederación de partidos nacionales autónomos, sin un consejo general que centralizase la acción. Las resoluciones adoptadas en el congreso fundacional reclamaban leyes para la protección de los trabajadores y condenaban la guerra, a la consideraban consecuencia del orden capitalista. Finalmente, se llamaba a los trabajadores a afiliarse a los partidos socialistas y a luchar por el sufragio universal. A partir de aquí, la Internacional pugno por unos postulados que mantendrían su vigencia a lo largo del siglo: la extensión de la democracia, etc. La Segunda Internacional creó algunos símbolos de identificación del movimiento obrero, como el himno y la celebración del 1 de mayo como día de los trabajadores en reivindicación de la jornada de 8 horas. Impulsó diversidad de organismos, entre los que cabe destacar la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas y la Federación Internacional de la Juventud Socialista.

La Tercera República de Francia

Francia se convirtió en la única de las grandes potencias europeas cuyo régimen político era una república en 1870. En 1875 compitieron en Francia diversos proyectos políticos: la dictadura, la restauración de la monarquía y la república. La III República Francesa fue proclamada en la constitución de 1875.

El Crecimiento Económico

Tuvo un débil crecimiento demográfico y mantenimiento de las pequeñas industrias. Sin embargo, a finales del siglo XIX se inició un acelerado proceso de crecimiento económico que alcanzaba a las economías de Gran Bretaña y Alemania, situando a Francia entre las grandes potencias europeas. La tasa de crecimiento del producto industrial per cápita fue en Alemania, lo que constata el dinamismo de la economía francesa. París era el segundo centro financiero europeo y allí se administraba la mayor parte de los capitales que se invertían en los capitales del este o del sur de Europa. Francia seguía siendo un gran inversor en el extranjero.

La Segunda Revolución Industrial

En los decenios finales del siglo XIX, una nueva oleada de innovaciones técnicas permitió aumentar la capacidad productiva y mejorar el sistema de transporte.

Nuevas Fuentes de Energía y Nuevas Industrias

Las más importantes fueron la electricidad y el petróleo, en sustitución de la máquina de vapor y el carbón. La ventaja era su limpieza y flexibilidad para adaptarse a las necesidades: conversión en luz, calor o movimiento. Desde 1905, cuando se descubrió el transformador, se trasladó a puntos distantes con el uso de la electricidad. Las empresas y su organización interna cambiaron, lo que motivó un aumento de la productividad. A estas ventajas se añadió el rápido descenso del precio de la energía eléctrica. La electricidad tuvo aplicaciones en la comunicación (teléfono, telégrafo y radio) y en el transporte (ferrocarril y metro). La bombilla de Edison posibilitó el uso de la luz eléctrica. La explotación comercial del petróleo comenzó en EE. UU., ampliando las lámparas, calefacción doméstica, etc. En 1900, las mejoras en el motor de combustión en Alemania dieron paso al automóvil, principal símbolo de la revolución de los transportes.

El Tercer Sistema

Se mantiene la Triple Alianza y se crea el Tratado de Reaseguro con Rusia, al cual apoyaría en caso de enfrentamiento por los Balcanes. Sin embargo, este tratado es secreto para evitar que Austria deje la Triple Alianza. En 1890, con la caída de Bismarck, cae también este sistema. En 1890, con la caída de Guillermo II al trono de Alemania, Bismarck es destituido por su visión poco global de la política. Tampoco le gustan los pactos secretos que pueden provocar grandes conflictos si salen a la luz. Así, la Triple Alianza se mantuvo y surgió además la Entente Cordial entre Inglaterra, Francia y Rusia. Estos dos bloques se mantuvieron hasta la Segunda Guerra Mundial, donde Italia abandonó la Triple Alianza, Rusia abandonó la Entente Cordial y EE. UU. ingresó en ella.

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