El Trienio Liberal y la Década Ominosa: Moderados, Progresistas y el Carlismo en la España del Siglo XIX

El Trienio Liberal y la Década Ominosa: Un Análisis de la España del Siglo XIX

Los Inicios del Liberalismo y el Trienio Liberal (1820-1823)

El Trienio Liberal, un periodo crucial en la historia de España, comenzó con el pronunciamiento de Riego en 1820, dando paso a tres años de gobierno liberal. Durante este tiempo, se distinguieron dos facciones principales:

  • Moderados: Formaron el primer gobierno, liderado por Pérez de Castro. Representaban una visión más conservadora del liberalismo.
  • Exaltados o Veinteañistas: Una segunda generación de liberales, entre los que se encontraban figuras como Romero Alpuente, San Miguel, Flórez Estrada y Alcalá Galiano. Su objetivo era mantener la Constitución de 1812 y las leyes gaditanas sin reformas. Encontraron apoyo en grupos populares urbanos y basaron su actuación en la Milicia Nacional, clubes políticos, la prensa y sociedades secretas.

El contexto europeo, marcado por el absolutismo, influyó en el devenir del Trienio. En el Congreso de Verona, las potencias europeas decidieron acabar con el liberalismo español. Francia intervino militarmente con los Cien Mil Hijos de San Luis, encontrando escasa resistencia, salvo en la batalla de Trocadero.

La Década Ominosa (1823-1833) y la Cuestión Sucesoria

La vuelta al absolutismo con Fernando VII trajo consigo represión y exilio para los liberales. Sin embargo, el absolutismo también enfrentó contradicciones internas. Reformas mínimas, como las de López Ballesteros, provocaron la reacción «Ultra», que rechazaba las innovaciones económicas y exigía la restauración de la Inquisición. En Cataluña, esto derivó en la sublevación de los Malcontents. Los liberales, por su parte, recurrieron a pronunciamientos, como el fallido de Torrijos en Málaga.

La cuestión sucesoria se convirtió en un punto de inflexión. Fernando VII tuvo dos hijas con su última esposa, María Cristina. Según la Ley Sálica, no podían acceder al trono. Tras la publicación y posterior derogación de la Pragmática Sanción, se designó como heredera a Isabel, aún menor de edad. Los sectores ultras rechazaron a la nueva reina y proclamaron rey a Carlos María Isidro, hermano de Fernando y defensor del absolutismo. La regente, María Cristina, se vio obligada a buscar el apoyo del liberalismo, lo que desembocó en la Primera Guerra Carlista.

El Reinado de Isabel II (1833-1868): Moderados y Progresistas

En 1834, se instauró el sistema liberal, primero bajo la regencia de María Cristina y luego con el reinado de Isabel II. Surgieron dos corrientes principales:

  • Moderados: Procedentes de grupos terratenientes, grandes comerciantes y altos funcionarios. Defendían la propiedad como garantía de orden, restringían el sufragio y priorizaban la autoridad y el orden social. Líderes destacados fueron Narváez y Bravo Murillo. Dominaron la política durante gran parte del reinado de Isabel II. Entre sus logros se encuentran la Constitución de 1845, un nuevo sistema educativo y de impuestos, el Concordato con la Iglesia y los Códigos Civil y Penal. Abogaban por la soberanía compartida y limitaban los derechos individuales.
  • Progresistas: Representaban a la mediana y pequeña burguesía. Defendían la soberanía nacional, el predominio de las Cortes y rechazaban la intervención de la Corona en política. Líderes como Mendizábal, Espartero y Prim abogaban por fortalecer los poderes locales y ampliar los derechos, aunque mantenían el sufragio censitario. Llegaron al poder en 1854 y 1868 mediante pronunciamientos militares.

La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

La implantación del liberalismo se vio obstaculizada por el carlismo, que originó una guerra civil hasta 1840. El carlismo encontró apoyo en clérigos, como Merino o Balmaseda, hidalgos, menestrales y pequeños propietarios agrícolas que veían amenazadas sus condiciones sociales por el liberalismo.

La guerra se puede dividir en tres fases:

  1. Hasta 1836: Insurrecciones en el País Vasco, destacando la figura de Tomás de Zumalacárregui hasta su muerte en Bilbao en 1835. En el resto de España, se formaron partidas de hostigamiento al ejército liberal.
  2. A partir de 1836: Expediciones de Gómez y Don Carlos para extender la guerra. Cabrera lideró partidas con más de 4000 soldados, enfrentándose a las tropas liberales y asaltando poblaciones.
  3. 1839-1840: Superioridad liberal con las victorias de Espartero y la división carlista entre «apostólicos» (intransigentes) y «transaccionistas» (dispuestos al pacto). En agosto de 1839, Espartero y Maroto firmaron el Convenio de Vergara, que garantizaba el mantenimiento de los fueros, un elemento clave para la identidad carlista en el futuro. La resistencia carlista de Cabrera en el Maestrazgo perduró hasta 1840.

En conclusión, este periodo de la historia de España estuvo marcado por la lucha entre el absolutismo y el liberalismo, la consolidación de un sistema político liberal dividido entre moderados y progresistas, y el surgimiento del carlismo como una fuerza política y social relevante.

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