TURNISMO
Los conservadores y los liberales se suceden periódicamente a través de un acuerdo mutuo, en consecuencia, esto supone un fraude en las elecciones dentro de un sistema no democrático.
Para cumplir con el pacto, se aplica un sencillo procedimiento: cuando se convocan las elecciones, el ministro de gobernación realiza “el encasillado”, es decir, decide los diputados que van a ser elegidos por cada distrito. A continuación, el gobernador civil de cada provincia manipula las elecciones comprando votos, contando los votos de vecinos muertos. Además, este sistema de influencias da lugar a poderes arbitrarios que mediatizan la vida de la nación, crean agravios y fomentan el enchufismo, el padrinazgo y la subordinación, convirtiéndose la corrupción en práctica normal en todos los ámbitos sociales.
OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO
Se basa en el acuerdo tácito entre los sectores políticos y sociales más poderosos (la oligarquía y el caciquismo). La oligarquía la forman políticos de ambos partidos estrechamente relacionados con burgueses terratenientes. A su servicio está el cacique, político profesional y muy conocido. Tienen gran poder económico en la comarca y emplean su influencia para dominar políticamente a los habitantes de su zona. Esta situación demuestra el desfase existente entre la España de la legalidad constitucional y la España real, formada por una sociedad rural, subdesarrollada y analfabeta, que contrasta con el ámbito urbano. El turnismo da estabilidad política, incluso al morir de tuberculosis Alfonso XII, se mantiene gracias al Paco del Pardo que firman Cánovas y Sagasta, asegurándose la continuidad del sistema durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, segunda esposa del rey. El caciquismo y la farsa electoral son inmorales señalándose como uno de “los males de la patria” vinculado al proceso de la Restauración.
Dinámica política interior y exterior
Cánovas procura llegar a un acuerdo entre la Iglesia y el ejercito, discriminando otros movimientos sociales. Se pone fin a las Guerras Carlistas gracias a la intervención directa del propio rey obligando Carlos VII a huir a Francia. Más dificultosa es la pacificación de Cuba, establecida frágilmente y que acabara en independencia en 1898.
El republicanismo queda dividido y en crisis, tras su fracaso. La mayor parte de sus lideres están exiliados y son incapaces de acordar un programa común, aunque habrá intentos antimonárquicos, hasta el siglo XX el republicanismo no volverá a cobrar vida hasta la llegada de Azaña y Lerroux.
Al mismo tiempo en España surge el movimiento obrero, consecuencia de la situación de explotación que viven: largas jornadas laborales, inseguridad, salarios miserables, desamparo ante la enfermedad, el paro, la vejez, trabajo de mujeres, niños y ancianos, condiciones infrahumanas de vivienda… por eso son atraídos a una ideología socialista, seguidora de Marx, dirigida por Pablo Iglesias quien funda el PSOE y que en junto a Castilla y zonas mineral e industriales forman la UGT, por otra parte siguen la tendencia anarquista, seguidora de Bakunin, propugna la destrucción del Estado a base de violencia y atentados terroristas (muerte de Cánovas y del general Martínez Campos). Goza de mayores simpatías entre los campesinos catalanes y andaluces.
La irrupción del regionalismo y el nacionalismo
Tienen comunes en su nacimiento, las raíces culturales, lingüísticas, históricas, económicas y políticas. Los nacionalismos suponen una reacción al centralismo liberal al apostar por la defensa de las peculiaridades de un territorio en una visión diversa y multinacional de España.
El nacionalismo catalán tiene sus raíces en un movimiento literario que proclama el renacimiento de la lengua y la cultura catalana los intelectuales y la burguesía dan su apoyo a este corriente que entiende la literatura, la historia, las instituciones y las costumbres como sus mejores señas de identidad. El movimiento adquiere un carácter político gracias a la proclamación de las Bases de Manresas en las que defiende la formación de cortes catalanas, el uso del catalán como lengua oficial y la ocupación de los cargos públicos. El movimiento nacionalista toma un carácter regeneracionista hacia 1898, desembocando años después en un claro separatismo. El nacionalismo vasco, católico y ultraconservador, tiene en el clero mas tradicionalista a su principal valedor Sabino Arana. La línea de su pensamiento se basa en el carlismo mas radical, en la afirmación de la raza vasca, la defensa de la tradición histórica y del catolicismo, el antiespañolismo y el derecho inalienable a la independencia. En 1887 se forma el PNV.
Otros movimientos surgidos en Galicia, Valencia, Andalucia o Canarias tienen un componente mas regional que nacionalista y no serán importantes hasta el siglo XX, aspirando a un cierto grado de autogobierno, pero respetando la soberanía de España como Estado.
La pérdida de las tres últimas colonias hispanoamericanas en 1898 y el inicio de la descomposición de los dos partidos de turno, tras los fallecimientos de Cánovas y Sagasta, sumergen al país en una grave crisis que pondrá en evidencia la inoperancia definitiva del régimen de la Restauración.