En 1492, Cristóbal Colón, un marino convencido de la esfericidad de la Tierra, buscaba llegar a las Indias por el oeste, aunque subestimaba la distancia real. En 1484 presentó su plan a Juan II de Portugal, proponiendo evitar el dominio otomano cruzando el Atlántico, pero fue rechazado por errores en sus cálculos. Tras enviudar, buscó apoyo en Castilla con ayuda de dos monjes de La Rábida, quienes lo conectaron con los Reyes Católicos. Estos también descartaron inicialmente su proyecto. Colón permaneció en la Península durante la guerra de Granada, haciendo ajustes a su plan. Sin respaldo tras la caída de Granada, decidió buscar apoyo en Francia, pero Isabel de Castilla lo llamó para negociar.
Las Capitulaciones de Santa Fe
En abril de 1492, firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, que otorgaban a Colón títulos de Almirante de la Mar Océana, derechos sobre tierras descubiertas, potestad para nombrar cargos, diezmos y una octava parte de los beneficios. Aunque estas concesiones se revocaron parcialmente tras su segundo viaje, los Reyes Católicos apoyaron su plan por el bajo riesgo y el potencial de abrir una ruta directa a Oriente que compitiera con la de Portugal.
El Primer Viaje de Colón
El primer viaje de Colón costó dos millones de maravedíes, financiados por un préstamo de Santángel, una deuda saldada por Palos, créditos de banqueros italianos y aportaciones menores. Los hermanos Pinzón reclutaron una tripulación de cien hombres, incluidos reos de muerte, un experto en oro y un agente fiscal, pero ningún religioso. El 3 de agosto de 1492 partieron de Palos las carabelas Pinta y Niña y la nao Santa María, haciendo escala en Canarias para reparaciones y esperar los vientos alisios. Allí, Colón visitó a la gobernadora de La Gomera, madre de su hijo Hernando. El 6 de septiembre navegaron hacia el Atlántico y, el 12 de octubre, Rodrigo de Triana avistó Guanahaní, en las Bahamas. Luego visitaron Cuba (Juana) y Haití (La Española), donde encontraron tribus agresivas caribes. En Nochebuena, la Santa María encalló en La Española, y con sus restos se construyó el fuerte Navidad, dejando 40 hombres. El resto regresó en las carabelas: la Pinta llegó a Bayona el 1 de marzo de 1493 y la Niña, con Colón, arribó a Lisboa, donde el rey Juan II intentó reclamar los descubrimientos. De vuelta en Palos, Colón fue llamado a Barcelona, donde exageró las riquezas halladas. Los Reyes Católicos confirmaron sus privilegios y autorizaron una segunda expedición mejor equipada. Colón realizó tres viajes más entre convencido de haber llegado a Asia, hasta que Américo Vespucci confirmó que era un nuevo continente.
El Tratado de Tordesillas
El descubrimiento de América reavivó la rivalidad entre Castilla y Portugal, que habían firmado la paz en Alcaçovas (1479). Los Reyes Católicos acudieron al papa Alejandro VI, cercano al rey Fernando, quien emitió las bulas alejandrinas reconociendo el dominio castellano sobre las tierras descubiertas, con la condición de evangelizarlas. Castilla y Portugal acordaron inicialmente una línea divisoria imaginaria, situada a 100 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Sin embargo, Portugal presionó con la amenaza de liberar a Juana la Beltraneja, lo que llevó al Tratado de Tordesillas (1494). Este desplazó la línea a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, permitiendo que gran parte de Brasil, aún no descubierto, quedara bajo control portugués. En 1500, Pedro Álvares Cabral llegó a las costas brasileñas, supuestamente por accidente, marcando el inicio del imperio luso en América.
Impacto del Descubrimiento
El mayor impacto fue el fenómeno migratorio: en el siglo XVI, un cuarto de millón de castellanos, principalmente extremeños y andaluces pobres, emigraron a América. Sin embargo, musulmanes, judíos, conversos, gitanos y reos de la Inquisición tenían prohibido emigrar. Los descendientes no mestizos de los primeros emigrantes formaron la comunidad criolla, futura élite de los líderes independentistas. Otro impacto fue la llegada masiva de metales preciosos, principalmente plata, que incrementó la moneda en circulación, generó inflación (la revolución de los precios) y perjudicó a los más humildes, sentando las bases de la crisis del siglo XVII. España perdió competitividad económica, y las costosas guerras mantenidas por Carlos I y Felipe II agravaron la deuda del país. Esta situación impulsó a economistas como Azpilicueta, precursor de la Escuela de Salamanca.
El Comercio y los Imperios Coloniales
En Europa, potencias como Portugal, España, Francia, Inglaterra y Holanda desarrollaron imperios coloniales, combinando rutas comerciales con guerras marítimas, sabotaje, piratería y contrabando. En el siglo XVI surgió el comercio triangular: Europa aportaba tecnología, África esclavos y América productos de plantación. Además de metales preciosos, el comercio entre América y Europa introdujo productos como:
- Patata
- Maíz
- Tomate
- Pimiento
- Judías
- Calabaza
- Cacao
- Tabaco
Algunos de los cuales transformaron las costumbres de las elites europeas, destacando el consumo de chocolate y tabaco.