1. La crisis del liberalismo (1898 – 1931)
La crisis del 98
En 1895 estalló en Cuba un nuevo movimiento independentista. El conflicto se prolongó hasta 1898, año en que Estados Unidos declaró la guerra a España. La derrota española supuso la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico). Este hecho, conocido como el desastre del 98, provocó la frustración de la clase política española y el pesimismo de los intelectuales. Como consecuencia surgió el regeneracionismo. Joaquín Costa proponía efectuar reformas para superar el atraso del país y acabar con el caciquismo y la corrupción.
El reinado constitucional de Alfonso XIII (1902-1923)
En 1902, Alfonso XIII accedió al trono. La Constitución de 1876 siguió vigente y se mantuvo el turnismo, aunque los líderes de los partidos políticos cambiaron. En el partido conservador, Maura, y en el liberal, Canalejas. Los nuevos líderes, influidos por el regeneracionismo, intentaron reformar la vida política. Maura quiso acabar con el caciquismo, aunque no lo consiguió. Canalejas llevó a cabo una política de descentralización, pero su medida más polémica fue la aprobación de la Ley del Candado, por la que se prohibía el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España.
Los partidos liberal y conservador cada vez eran menos representativos: la burguesía catalana y vasca empezó a apoyar a los partidos nacionalistas (la Lliga Catalana y el Partido Nacionalista Vasco); parte de las clases medias y los obreros votaban a los republicanos y al PSOE, y los sindicatos (UGT y CNT) adquirieron gran fuerza.
A partir de 1909, el sistema de la Restauración experimentó una serie de crisis:
- En 1909 se produjo la Semana Trágica, una insurrección popular ocurrida en Barcelona. El detonante fue el envío de tropas para la guerra de Marruecos, compuestas exclusivamente por las clases populares, ya que las clases pudientes pagaban para eludir el servicio militar.
- El mayor problema fue la crisis de 1917, año en que coincidieron la protesta militar por la forma discriminatoria en la que se producían los ascensos; la protesta política, con la convocatoria de una asamblea de parlamentarios en Barcelona y el movimiento sindical, que convocó una huelga general.
- Entre 1919 y 1923 estalló la violencia social. La influencia de la Revolución rusa radicalizó el movimiento obrero. Los gobiernos y los empresarios utilizaron la violencia para reventar este momento. Ante la crisis, todos los partidos políticos burgueses (incluso la Lliga) colaboraron en gobiernos de concentración.
La dictadura de Primo de Rivera (1923 – 1930)
En medio de la crisis se produjo la derrota de Annual (1921) en la guerra de Marruecos. La oposición de izquierdas pidió una investigación. Parte del ejército, para protegerse, decidió tomar el poder. En 1923 el general Primo de Rivera, con consentimiento del rey, dio un golpe de Estado. Suspendió la Constitución, disolvió las Cortes y prohibió los partidos políticos y los sindicatos.
La dictadura se mantuvo hasta 1930 gracias a la prosperidad económica de los años 20. El régimen autoritario comenzó a ser criticado por intelectuales, estudiantes, colectivos obreros y grupos nacionalistas. Primo de Rivera dimitió en enero de 1930. Alfonso XIII mandó formar un nuevo gobierno que convocara elecciones otra vez y restaurara la Constitución. Pero la oposición al rey era muy fuerte, ya que se le consideró cómplice de la dictadura. Políticos republicanos, socialistas, catalanistas e incluso algunos antiguos monárquicos firmaron en agosto de 1930 el Pacto de San Sebastián con el objetivo de ir juntos a las elecciones e instaurar la república.
2. La Segunda República: un régimen democrático
En 1931 se convocaron elecciones municipales. Estas tuvieron lugar el 12 de abril y dieron el triunfo a las candidaturas republicanas en casi todas las capitales de provincia. Conocido el resultado, Alfonso XIII se exilió y se formó un gobierno provisional que proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931, de forma pacífica.
El gobierno provisional y la Constitución de 1931
El nuevo gobierno estaba integrado por los partidos que habían firmado el Pacto de San Sebastián, y lo presidía Alcalá Zamora. Inició una serie de reformas y convocó elecciones a Cortes constituyentes. Las Cortes elaboraron la Constitución de 1931. Esta implantaba un régimen plenamente democrático. Sus principales novedades:
- El reconocimiento amplio de las libertades individuales, como la libertad de expresión, el derecho al divorcio.
- El sufragio universal sin distinción de sexos.
- El Estado aconfesional, sin religión oficial, en el que se reconocía la posibilidad de crear regiones autónomas. También se reconocían las lenguas particulares.
- La importancia del bienestar social. La Constitución permitía que el gobierno expropiara bienes considerados de utilidad pública y animaba a potenciar la enseñanza pública.
Esta Constitución fue la primera plenamente democrática en la historia de España, pero nació condicionada por no haberse conseguido un amplio consenso. Esto supuso que parte del país no se identificase con el nuevo régimen. Así, el ambiente se crispó: hubo incidentes callejeros con desmanes anticlericales y comenzaron las conspiraciones contra la República. En diciembre, los republicanos más moderados dejaron el gobierno, descontentos por los artículos de la Constitución relativos a la religión. Alcalá Zamora pasó a presidir la República y Azaña fue designado presidente del gobierno.
3. El bienio reformista (1931-1933)
Las reformas
Entre 1931 y 1933, Azaña fue presidente del gobierno y continuó la labor reformista. Se abordaron las principales cuestiones que estaban pendientes:
- La reforma agraria pretendía transformar la estructura agraria española para mejorar la producción agraria y la vida de los campesinos. Preveía la expropiación de los latifundios sin cultivar y el reparto de las tierras entre los jornaleros. El organismo fue el Instituto de Reforma Agraria (IRA), que no contó con dinero suficiente. Los campesinos se sintieron decepcionados y rebrotó la conflictividad en el campo.
- Se concedió la autonomía a Cataluña, con la aprobación del Estatuto de Nuria en 1932 y la Generalitat.
- La reforma militar era fundamental. Se exigió a los mandos jurar lealtad a la República y preveía la jubilación remunerada de quienes no lo hicieran. Se esperaba reducir el número de oficiales.
- También se abordaron importantes reformas laborales, que establecieron salarios mínimos y seguros de accidentes.
- La Segunda República concedió prioridad a la reforma educativa, pues se pensaba que la educación era la vía para la mejora social. Se construyeron miles de nuevas escuelas primarias en dos años y se aumentó el presupuesto de educación en un 50%.
- Se regularon el matrimonio civil y el divorcio.
La oposición a las reformas
El gobierno encontró la oposición de los grandes propietarios de tierras, de las altas jerarquías de la Iglesia y del ejército, que consideraban demasiado radicales las reformas, pero también de los anarquistas y los sindicatos, que eran partidarios de transformaciones más profundas.
En agosto de 1932 tuvo lugar un intento de golpe de Estado dirigido por el general Sanjurjo en Sevilla, que fracasó. Los anarquistas protagonizaron levantamientos y ocupaciones de fincas. En la localidad de Casas Viejas (Cádiz), hubo un levantamiento campesino en enero de 1933, que se saldó con varios muertos. En septiembre de 1933, Azaña presentó su dimisión y se convocaron nuevas elecciones. La derecha acudió a las elecciones unida en un bloque llamado CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), partido católico dirigido por Gil Robles.
4. El bienio conservador y el Frente Popular (1933 – 1936)
El bienio conservador (1933-1935)
El centro derecha ganó las elecciones de 1933. El Partido Radical de Lerroux se hizo cargo del gobierno, apoyado por la CEDA de Gil Robles. Paralizó las reformas emprendidas y amnistió a los golpistas de 1932. Esto provocó la desconfianza de los grupos de izquierda. En 1934, la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno no fue bien recibida por parte de los partidos de izquierda, lo que derivó en la Revolución de octubre.
- La revolución triunfó en Asturias, donde las organizaciones obreras ocuparon la cuenca minera, pero el general Franco, enviado por el gobierno, aplastó la revuelta.
- En Cataluña, el gobierno autónomo se sumó a la insurrección y Lluís Companys proclamó la República catalana dentro de la República española. La Generalitat fue disuelta.
Tras sofocar la revolución, el gobierno entró en crisis. Las diferencias ideológicas y la corrupción en el Partido Radical pusieron fin a la coalición gobernante y se convocaron nuevas elecciones para febrero de 1936.
El Frente Popular
La izquierda se presentó a las elecciones unida en el Frente Popular, integrado por socialistas, comunistas, partidos republicanos y algunas fuerzas nacionalistas, más el apoyo de los anarquistas. En la derecha ganaron peso los líderes extremistas: Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera, de Falange Española. El Frente Popular ganó las elecciones de forma ajustada, aunque obtuvo una gran mayoría de escaños ante la desunión de las derechas. Reemprendió la política de reformas y liberó a los presos de la Revolución de octubre. Alcalá Zamora fue destituido y Azaña le sustituyó como presidente de la República.
En la calle la crispación aumentaba. Se produjeron oleadas de huelgas, quema de iglesias y enfrentamientos armados entre falangistas y militantes de las organizaciones obreras. Algunos militares, dirigidos por el general Mola, comenzaron a planear una conspiración. Finalmente, el 12 de julio de 1936 pistoleros de la derecha asesinaron al teniente Castillo. Un día después, los compañeros del teniente Castillo asesinaron a Calvo Sotelo, líder de la derecha. Este acontecimiento precipitó la sublevación de la tropas españolas del norte de África el 17 de julio de 1936 dirigidas por el general Franco.
5. El estallido de la Guerra Civil
El golpe de Estado y la división de España
La sublevación del ejército de África se trasladó a la Península el 18 de julio de 1936. El golpe, bendecido por la Iglesia, fue apoyado por una parte del ejército y por los partidos carlistas, monárquicos, conservadores y falangistas. La zona dominada por los sublevados, que se denominaron nacionales, abarcaba la mayor parte de las dos Castillas, Galicia, Cáceres, parte de Andalucía occidental, Navarra, Baleares y Canarias. Los sublevados crearon en Burgos la Junta de Defensa Nacional. Se nombró a Franco jefe del gobierno y se unificaron todas las fuerzas políticas que apoyaban la sublevación en un único partido, Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS).
El bando republicano controló gran parte de Aragón, el norte de España excepto Navarra, Cataluña, la zona levantina, Madrid y casi toda Andalucía. La autoridad del gobierno casi desapareció. Los sindicatos y algunas organizaciones populares aprovecharon para realizar la revolución social y expropiaron fincas y fábricas. Se organizaron milicias populares para defender la República, pero carecían de coordinación y en ocasiones, se enfrentaban entre ellas. Se creó el Ejército Popular, se englobaron las milicias, pero la desobediencia al gobierno por parte de algunos grupos debilitó al bando republicano.
La internacionalización del conflicto
La Guerra Civil despertó las pasiones populares en Europa. Se dividió entre defensores del gobierno legítimo de la República y los que apoyaban a los golpistas. Convocaron una conferencia en la que se firmó un acuerdo de no intervención para evitar que el conflicto se generalizase a otros países. El acuerdo fue pronto papel mojado:
- La República obtuvo la ayuda de la URSS, a la que pagó al contado con los depósitos de oro del Banco de España.
- Los rebeldes recibieron armas y soldados de la Italia fascista y de la Alemania nazi, a cambio de concesiones mineras. Esta ayuda fue superior.
El bando republicano contó, además, con el apoyo de numerosos intelectuales, como Hemingway, Einstein o George Orwell, la simpatía de la izquierda de todo el mundo, y miles de voluntarios extranjeros abandonaron sus países y se alistaron en las Brigadas Internacionales.
6. La evolución de la guerra
La campaña en torno a Madrid (julio de 1936 – marzo de 1937)
A principios de agosto, gracias a la ayuda de aviones italianos y alemanes, las tropas de Marruecos, que eran las más preparadas del ejército español, cruzaron el estrecho de Gibraltar y llegaron a Cádiz. Pasaron a Extremadura y Toledo, y quedaron a las puertas de Madrid. La toma de la capital se convirtió en el principal objetivo de los sublevados. La ofensiva sobre Madrid comenzó en el otoño de 1936 y se prolongó durante aquel invierno. La llegada de las primeras Brigadas Internacionales y de aviones y tanques soviéticos impidió la toma de la capital. Las tropas franquistas fueron derrotadas en la batalla del Jarama (febrero de 1937) y en la de Guadalajara (marzo de 1937).
El frente norte (abril-octubre de 1937)
Las tropas de Franco se dirigieron al frente norte con la intención de tomar las zonas industriales del Cantábrico. El 26 de abril de 1937 tuvo lugar el bombardeo de Guernica. Este hecho propició la caída del País Vasco en manos “nacionales”. En agosto cayeron también Santander y Asturias. Los republicanos contraatacaron en Brunete (Madrid) y Belchite (Zaragoza). Fracasaron. La caída del norte fue un duro revés para los republicanos, ya que los sublevados se hicieron con los recursos industriales y mineros de esta zona.
El final de la guerra (octubre de 1937 – abril de 1939)
A finales de 1937, Franco se dirigió al frente este: su ejército tomó Teruel y luego avanzó hacia el Mediterráneo y aisló el territorio catalán del resto de la zona republicana. Las tropas republicanas cruzaron el Ebro y atacaron al ejército franquista. Se produjo la cruenta batalla del Ebro, que duró más de tres meses y en la que el ejército republicano quedó prácticamente destruido.
La derrota de la República se produjo entre el otoño de 1938 y la primavera del año siguiente. Los “nacionales” avanzaron sobre Cataluña sin apenas oposición y tomaron Barcelona en enero de 1939. Las tropas franquistas entraron en Madrid y la guerra se dio por concluida. La Guerra Civil provocó la pérdida de casi medio millón de vidas, el exilio de gran cantidad de compatriotas y la devastación del país.
7. Vivir en guerra
Hambre y represión
La guerra fue un tiempo de hambre, muerte y miedo. El abastecimiento de alimentos supuso un grave problema, sobre todo en la zona republicana, los nacionales dominaron desde el principio territorios donde la producción agrícola era importante. El racionamiento de los alimentos fue una práctica común. La población civil sufrió también miedo ante los feroces combates o ante los bombardeos de las ciudades sitiadas.
La vida cotidiana también se vio sobresaltada por las represalias que tuvieron lugar en ambos bandos contra los simpatizantes de la otra zona. La forma más común de represalia practicada por los dos bandos fueron los llamados paseos: un grupo armado sacaba de su domicilio a una persona y, con el pretexto de “llevarla a dar un paseo”, se alejaban de la localidad y la asesinaba.
- Los líderes sindicales, muchos miembros de partidos de izquierdas, intelectuales y militares fieles a la República fueron encarcelados o asesinados en la zona nacional.
- En la zona republicana fueron especialmente perseguidos los caciques, los terratenientes, los empresarios y las personas pertenecientes al clero.
- En ambos bandos muchas personas fueron denunciadas por pertenecer o simpatizar con el adversario y ejecutadas. Era la manera de saldar rencillas particulares. Los fusilados solían ser enterrados en fosas comunes.
Refugiados y exiliados
Durante la guerra el temor ante el avance de las tropas de Franco hizo que muchas personas abandonasen sus casas y se convirtieran en refugiados. Este problema afectaba especialmente a las mujeres y a los hijos de los combatientes. Unos 30000 niños salieron de España con destino a otros países, como Francia o la URSS. Estos fueron conocidos como los niños de la guerra. Muchos de ellos jamás volvieron a sus casas. Al finalizar el conflicto, cientos de miles de personas marcharon al exilio, aunque muchas de ellas volvieron cuando estalló la Segunda Guerra Mundial.
8. La Edad de Plata de la cultura española
Se conoce con el nombre de Edad de Plata a un periodo de la cultura española que abarca el primer tercio del siglo XX.
- La generación del 98. Estaba integrada por intelectuales influidos por la perdida de las colonias, hecho que interpretaban como la última manifestación de la decadencia de España. Se muestra una profunda preocupación por los problemas de España. Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Valle-Inclán y Antonio Machado. En las Bellas Artes, Ignacio Zuloaga y Joaquín Sorolla. Era también la época del Modernismo, la ciudad de Barcelona, Antonio Gaudí.
- La generación del 14. Novecentismo o Vanguardias. Agrupó a una serie de intelectuales que se consideraban una élite, conscientes de ser los encargados de formar a las masas populares a través de sus obras. Pretendían abrir la cultura española a Europa. Ortega y Gasset o Gregorio Marañón, escritores como Juan Ramón Jiménez y Jacinto Benavente y el músico Manuel de Falla.
- La generación del 27. Los artistas que la formaron tenían una visión integradora de la cultura. También estaban abiertos a recibir las influencias que procedían tanto de fuera de España como de las raíces populares de nuestro país. En el campo de la Literatura destacaron Federico García Lorca, Alberti, Luis Cernuda. Desde el punto de vista artístico pintores cubistas como Pablo Picasso y Juan Gris o el surrealista Salvador Dalí. Luis Buñuel, cineasta. Esta generación sufrió directamente las consecuencias de la Guerra Civil, ya que muchos de sus miembros tuvieron que exiliarse por defender la causa republicana. Federico García Lorca fue asesinado por el bando nacional.
También consiguieron reconocimiento internacional científicos e intelectuales, como Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa, o los historiadores Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro.