España a Inicios del Siglo XX: Crisis, Transformaciones y Fin de la Monarquía

El Sindicalismo Católico

El sindicalismo católico partía de la desigualdad social como un hecho incontestable que no se podía eliminar. Pretendía paliar los efectos del paro, las huelgas o las duras condiciones de trabajo de los obreros mediante la relación paternalista del patrono, que protegía a sus obreros. Su finalidad no era sólo religiosa, sino también instructiva, económica y recreativa.

La Semana Trágica de Barcelona

Tras lo ocurrido en Marruecos, se produjeron graves enfrentamientos entre las tropas españolas y los rifeños. El gobierno decidió enviar refuerzos peninsulares y movilizar a los reservistas en Cataluña. El embarque de las tropas en Barcelona desencadenó un movimiento de protesta contra la guerra, impopular por la reciente Guerra de Cuba y porque se libraban de ir quienes podían pagar una cantidad en metálico. Los republicanos y anarquistas promovieron una huelga general contra la guerra en Barcelona. La emboscada en el Barranco del Lobo, con numerosas bajas de soldados, encendió aún más la huelga, que degeneró en una revuelta conocida como la Semana Trágica de Barcelona. Grupos armados levantaron barricadas y se enfrentaron a las fuerzas del orden. El fuerte sentimiento anticlerical desembocó en el incendio de iglesias y conventos. Se declaró el estado de guerra y se enviaron refuerzos militares. El gobierno reprimió con fuerza la revuelta.

El Regeneracionismo Liberal: Canalejas

El monarca llamó a formar gobierno a José Canalejas, quien emprendió el intento más importante de regeneración del sistema para lograr su democratización y ampliar sus bases sociales. Intentó la mejora del sistema parlamentario, la secularización del Estado y la intervención estatal en materia social para apaciguar las protestas. La modernización del país implicaba la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad religiosa y la implantación de una enseñanza laica. Canalejas trató de negociar con la Santa Sede. Se aprobó la Ley del Candado, que limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. Más fructífera fue su política de reformas sociales: se mejoraron las condiciones de vida y trabajo, se redujo la jornada laboral, se promulgó la ley de accidentes de trabajo, se reguló el derecho de huelga y se fomentaron los contratos colectivos. También sustituyó el impuesto de consumos por otro progresivo sobre las rentas urbanas, y con la Ley de Reclutamiento suprimió la redención en metálico en caso de guerra.

El Nacionalismo Vasco

En los primeros decenios del siglo XX, se inició en el Partido Nacionalista Vasco un duro y largo enfrentamiento entre el sector radical independentista, defensor de la pureza de las ideas anarquistas, y otro más moderado, liberal y posibilista, que optaba por la autonomía manteniendo los principios de Sabino Arana. Con la nueva estrategia del sector autonomista, el nacionalismo vasco, asentado en Vizcaya, se extendió al resto de provincias vascas, se aproximó a la burguesía industrial y se consolidó como fuerza mayoritaria en el País Vasco.

La Caída de la Monarquía

Alfonso XIII encargó la formación del gobierno al general Dámaso Berenguer con el fin de retornar a la normalidad constitucional. La sociedad española, especialmente el mundo urbano, había cambiado y ya no era propensa a dejarse controlar por los caciques. En agosto de 1930, los diversos partidos republicanos, incluidos los nacionalistas catalanes y gallegos, acordaron el llamado Pacto de San Sebastián. En octubre, los socialistas acordaron adherirse y participar en el futuro gobierno de la República. En febrero de 1931, Berenguer presentó su dimisión y le sustituyó un gobierno presidido por el almirante Aznar, que anunció la convocatoria de elecciones municipales y otras generales con carácter constituyente. Republicanos y socialistas decidieron concurrir coaligados a las elecciones municipales y plantearlas como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. El triunfo de esta coalición en las grandes ciudades se interpretó como un rechazo a la monarquía y dio paso a la proclamación de la República el 14 de abril.

El Desastre de Annual

Fue en Marruecos, en el verano de 1921, donde se iba a producir la crisis más grave. El gobierno estaba decidido a someter su zona del protectorado. El alto comisario, el general Dámaso Berenguer, inició la ocupación del sector occidental y ordenó al general Silvestre, comandante general de Melilla, que detuviese su ofensiva en el Rif hasta que lograse someter a Ahmad al-Raisuni, el caudillo indígena que dominaba el sector occidental. Abd el-Krim, el jefe de los rifeños, derrotó a las tropas españolas en Annual. Se perdió toda la zona que había sido ocupada durante años con grandes esfuerzos y murieron o desaparecieron más de 10.000 soldados, incluido el general Silvestre. Los militares, los partidos dinásticos y el rey se vieron envueltos en los debates sobre las responsabilidades, acrecentando el desprestigio del régimen. Aumentó la crítica del ejército, ya en abierta rebeldía contra el sistema. El gobierno de concentración liberal de García Prieto intentó salvar el régimen constitucional con un programa de democratización y reforma de la Constitución de 1876. Aceptó la formación de una comisión de responsabilidades políticas para dirimir las acusaciones contra los militares, los políticos y el rey. Pocos días antes de que el informe elaborado por la comisión llegase a las Cortes, un golpe de Estado imponía una dictadura militar como «solución» a la aguda crisis del régimen.

La Huelga de La Canadiense

El momento más álgido de la conflictividad social se alcanzó en Barcelona en 1919 con la huelga de La Canadiense, la compañía de suministro eléctrico. Dejó la ciudad paralizada y también a la producción que dependía de la electricidad. Fue la huelga más importante de la historia española y se convirtió en un problema nacional. Más adelante se acordó finalmente la jornada laboral de 8 horas, un aumento de los salarios y la readmisión de los despedidos. Pero la patronal se negó a liberar a los detenidos y la CNT declaró la huelga general. Entonces, la patronal contrató a pistoleros, cerró empresas y contó con el apoyo de los sindicatos libres. Hubo violencia y actos terroristas debido a que surgían enfrentamientos entre ambos bandos. Se nombró al general Martínez Anido gobernador civil de Barcelona, quien impuso la represión militar y el terrorismo policial mediante la ley de fugas, que consistía básicamente en que los sindicalistas detenidos eran asesinados. Entre 1918 y 1923 hubo más de 800 atentados.

El Conflicto de Marruecos y la Dictadura de Primo de Rivera

El profundo malestar del ejército, la indecisión del gobierno y la falta de confianza del rey Alfonso XIII hicieron que el golpe militar no tuviera prácticamente oposición. El golpe contó con el apoyo de los sectores empresariales, la burguesía barcelonesa, los principales bancos nacionales y la Iglesia. El pueblo la acogió o se mostró pasivo. Primo de Rivera mostró la dictadura como un régimen transitorio y, en teoría, una vez extirpados los males del país, se volvería a la normalidad constitucional. Anunció el propósito de resolver grandes problemas: liberar al país de la vieja política, destruir el caciquismo, poner fin al desgobierno y la subversión social, y la amenaza del separatismo contra la unidad nacional. El rey Alfonso XIII le llamó para formar un nuevo gobierno y le nombró presidente y ministro único. El Directorio Militar proclamó el estado de guerra durante dos años, suspendió la Constitución de 1876 y las garantías constitucionales, disolvió las Cortes, implantó la censura de prensa y prohibió las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos. Impulsó el orden público con duras represiones contra la CNT y el PCE, se reprimió cualquier manifestación nacionalista, tachada de separatista, y se prohibió el uso del catalán. Los gobernadores civiles fueron sustituidos por gobernadores militares, los ayuntamientos fueron disueltos y sustituidos por juntas de vocales asociados. Emprendió una reforma de la administración que destruyó el caciquismo, pero la aprobación del Estatuto Municipal dio paso a una nueva administración sometida y centralizada, y se creó otro caciquismo diferente. Primo de Rivera, consciente de la impopularidad de la guerra de Marruecos, asumió personalmente el cargo de alto comisario. España acordó con Francia una ofensiva militar conjunta. El desembarco fue un éxito y en un año estaba sometido todo el protectorado. La segunda fase de la dictadura sustituyó el Directorio Militar por un gobierno civil y afirmó su voluntad de construir un régimen inspirado en las dictaduras autoritarias y de corte corporativo. Impulsó un partido de derechas llamado Unión Patriótica, que solo sirvió para seguir en el poder. Anunció la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva, compuesta por gente del Estado y de la administración, con el fin de crear una nueva constitución. La política se caracterizó por el intervencionismo estatal y el nacionalismo económico. Quiso impulsar la industria nacional mediante unos elevados aranceles y con ayudas a las grandes empresas, creó muchos monopolios.

La Guerra de Marruecos

En Marruecos, en 1921, se produjo la crisis más grave. El gobierno estaba convencido de someter su zona de protectorado. El general Dámaso Berenguer inició la ocupación del sector occidental y ordenó al general Silvestre, comandante general de Melilla, que detuviese su ofensiva en el Rif hasta que lograse someter a Ahmad al-Raisuni, el caudillo que dominaba el sector occidental. Abd el-Krim, el jefe de los rifeños, derrotó a las tropas españolas en Annual. Se perdió toda la zona que había sido ocupada durante años y murieron o desaparecieron más de 10 000 soldados, incluido el general Silvestre. Annual fue uno de los motivos por el cual se acabó el régimen parlamentario. El gobierno fue forzado a nombrar al general Picasso. Aumentó la crítica al ejército, ya en abierta rebeldía contra el sistema. El gobierno de concentración liberal de García Prieto intentó salvar el régimen constitucional con un programa de democratización y reforma de la Constitución de 1876. Formó una comisión de responsabilidades políticas para dirimir las acusaciones contra el ejército, el rey y los políticos. Poco antes de que la comisión llegase a las Cortes, ocurrió un golpe de Estado mediante el cual se entraría en una dictadura militar.

El Movimiento Obrero: Socialismo

Alfonso XIII encargó la formación del gobierno al general Dámaso con el fin de retornar a la normalidad constitucional. Pero la sociedad española había cambiado y ya no era propensa a dejarse controlar por la monarquía caciquil. En agosto de 1930, los diversos partidos republicanos, incluidos los nacionalistas catalanes y gallegos, acordaron el llamado Pacto de San Sebastián. En octubre, los socialistas acordaron adherirse y participar en el futuro gobierno de la República.

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