Crisis del Antiguo Régimen (1808-1833)
Crisis de 1808: Guerra de la Independencia y Comienzos de la Revolución Liberal
Antecedentes
Los efectos de la Revolución Francesa en España
La Revolución Francesa impactó profundamente en España. El miedo a la revolución llevó a la monarquía a suspender las reformas y cerrar la frontera con Francia. España participó en la guerra contra la Convención.
El Motín de Aranjuez (19 de marzo de 1808)
Godoy, favorito de Carlos IV, jugó un papel decisivo en el motín. Sus enemigos eran la nobleza y el clero por sus intentos reformistas, quienes apoyaban a Fernando, el heredero. Los liberales ilustrados, desplazados del gobierno, también se oponían a Godoy. La política interior de Godoy se caracterizó por reformas ilustradas (Sociedades Económicas de Amigos del País, intentos desamortizadores). La política exterior se basó en alianzas con la Francia napoleónica (Trafalgar, Tratado de Fontainebleau). El motín, dirigido por la nobleza, apoyó a Fernando contra Godoy y Carlos IV.
La monarquía de José Bonaparte
El conflicto llevó a la Familia Real a Bayona, donde Napoleón impuso a José Bonaparte como rey. Se aprobó el Estatuto de Bayona con reformas contra el Antiguo Régimen (fin de mayorazgos y manos muertas). Sin embargo, el nuevo régimen, considerado ilegítimo por su origen extranjero y el apoyo de las tropas napoleónicas, fue rechazado.
La Resistencia Popular
La retención de la Familia Real y la presencia francesa en España provocaron el levantamiento del 2 de mayo. La resistencia se organizó en dos frentes:
- Juntas: Se crearon Juntas provinciales y una Junta Suprema Central que asumió la soberanía hasta el regreso de Fernando VII.
- Guerrilla: Resistencia popular armada que resultó muy eficaz.
Las diferentes fuerzas políticas
- Afrancesados: Intelectuales, altos funcionarios y parte de la nobleza ilustrada colaboraron con el nuevo régimen.
- Frente Patriótico: Con diferentes objetivos:
- Ilustrados: Deseaban el regreso de Fernando VII y reformas modernizadoras.
- Nobleza y Clero: Deseaban la vuelta al Antiguo Régimen.
- Liberales: Buscaban un régimen liberal sin control francés.
La mayoría de la población se unió contra la invasión extranjera.
El desarrollo de la guerra
Napoleón enfrentó reveses en los sitios de Gerona y Zaragoza, y en la derrota de Bailén. Su ofensiva de 1808 le permitió controlar el territorio, pero la guerrilla continuó la resistencia. En 1812, la situación cambió debido a la dificultad del doble frente (Rusia y España), la guerrilla y la ayuda inglesa con Wellington. En 1813, las tropas francesas se retiraron (Tratado de Valençay).
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Convocatoria e imposición de las Cortes
La Junta Suprema Central convocó Cortes en Cádiz (1810) para organizar un régimen alternativo al de José Bonaparte. La dificultad de los representantes estamentales para llegar a Cádiz llevó a una mayoría de liberales de clase media. Las Cortes se constituyeron en cámara única, se proclamaron Asamblea Nacional Constituyente y depositarias de la soberanía nacional, iniciando la revolución liberal burguesa en España.
La Constitución de 1812
Las Cortes abolieron el Antiguo Régimen y aprobaron la Constitución de 1812 («La Pepa»), que establecía una monarquía constitucional democrática:
- Soberanía Nacional: Reconocía la nación como el conjunto de ciudadanos de ambos hemisferios.
- Derechos del Ciudadano: Libertad civil, de imprenta, igualdad ante la ley, propiedad privada, seguridad jurídica.
- División de Poderes: Legislativo (Cortes unicamerales, sufragio universal masculino indirecto), Ejecutivo (Rey con veto suspensivo), Judicial (Tribunales independientes).
- Otros artículos: Integridad territorial, milicia nacional, enseñanza y servicio militar obligatorios, confesionalidad católica.
La obra de Cádiz: El primer liberalismo español
La Constitución de 1812 fue un ejemplo de liberalismo radical, modelo para el constitucionalismo español y americano. Su radicalismo se explica por el contexto de guerra y revolución. Sin embargo, no se aplicó debido a la guerra y la restauración del Antiguo Régimen con Fernando VII.
Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo
La restauración del absolutismo (1814-1820)
El reinado de Fernando VII se caracterizó por la pugna entre absolutistas (nobleza, clero, Corona) y liberales (burguesía). Fernando VII restauró el Antiguo Régimen tras su regreso, anulando la obra de Cádiz. La oposición al régimen provino de:
- Descontento popular por la situación económica.
- Burguesía que reclamaba la libertad de producción.
- Campesinado que protestaba por la vuelta al régimen señorial.
- Liberales en la clandestinidad o el exilio.
- Jefes de la guerrilla integrados en el ejército con ideas liberales.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El pronunciamiento de Riego en 1820 restauró la obra de Cádiz. Fernando VII juró la Constitución, pero conspiró contra el régimen. El campesinado, con expectativas frustradas, se unió a la oposición junto con la nobleza y el clero. Los liberales se dividieron en:
- Moderados («doceañistas»): Partidarios de reformas prudentes.
- Exaltados: Buscaban acelerar las reformas.
La Década Ominosa (1823-1833)
La intervención de la Santa Alianza puso fin al Trienio. Se restauró el Antiguo Régimen, pero sin la Inquisición y con menor persecución a los liberales. Esto provocó la oposición del sector ultraconservador liderado por Carlos María Isidro, hermano del rey, planteando el conflicto dinástico.
El conflicto dinástico
Fernando VII derogó la Ley Sálica, permitiendo la sucesión femenina. El conflicto se planteó entre Isabel, hija de Fernando VII, y Don Carlos. Don Carlos contaba con el apoyo de los tradicionalistas (carlistas), mientras que María Cristina, esposa de Fernando VII, buscó el apoyo de los liberales. En 1833, Fernando VII murió, María Cristina se convirtió en regente e Isabel en heredera, lo que Don Carlos no reconoció, iniciando la primera guerra carlista.
La Emancipación de la América Española
La América española a finales del siglo XVIII
El crecimiento económico del siglo XVIII permitió el desarrollo de una burguesía criolla que impulsó los movimientos independentistas. Las causas fueron la difusión de la ideología ilustrada, la oposición al dominio de la metrópoli y el ejemplo de las Trece Colonias. Gran Bretaña apoyó los movimientos para romper el monopolio colonial español.
El proceso de independencia
El proceso se inició en 1808. Se crearon Juntas autónomas que no reconocían la autoridad española. Los focos secesionistas fueron el Virreinato de la Plata (San Martín), Nueva Granada y Venezuela (Bolívar), y México (Hidalgo y Morelos). Las Cortes de Cádiz reconocieron los derechos de los criollos, pero no pudieron frenar la independencia. Fernando VII adoptó una postura intransigente, lo que acrecentó la lucha. En 1824, se independizaron todas las colonias excepto Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Los problemas de las nuevas naciones americanas
- Fracaso de la unidad americana: Los intereses locales llevaron a enfrentamientos y la formación de nuevos Estados con dictaduras militares.
- Dependencia económica: Se creó una nueva forma de colonialismo con Gran Bretaña y EEUU.
- Dominio criollo: La población india y negra continuó en la pobreza, generando conflictos sociales.
La Construcción y Consolidación del Estado Liberal
El reinado de Isabel II: La oposición al liberalismo
La oposición al liberalismo: Carlismo y guerra civil. La cuestión foral
El conflicto sucesorio entre Don Carlos e Isabel II desencadenó una guerra civil. Los carlistas representaban una sociedad arcaica con el lema «Dios, Patria, Fueros». María Cristina contó con el apoyo de absolutistas y liberales, cuyo apoyo estaba condicionado al fin del Antiguo Régimen.
El desarrollo de la guerra (1833-1839)
La guerra se inició con levantamientos carlistas en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. El ejército liberal, liderado por Espartero, derrotó a los carlistas. El Convenio de Vergara (1839) puso fin a la guerra, pero no resolvió la cuestión foral. El carlismo continuó como movimiento foralista contra el liberalismo y la modernización.
Construcción y evolución del Estado liberal
Entre 1833 y 1843 se desmanteló el Antiguo Régimen. Las fuerzas políticas eran:
- Moderados: Terratenientes, ejército y altos cargos. Defendían la propiedad, el orden, la limitación de libertades, la soberanía compartida y el sufragio censitario.
- Progresistas: Pequeña y media burguesía. Defendían la soberanía nacional, la limitación del poder de la Corona, ayuntamientos democráticos, libertad de prensa y sufragio censitario más amplio.
El ejército tuvo una presencia constante en la política. Los pronunciamientos eran usados por ambos bandos para alcanzar el poder.
El inicio de las reformas liberales. El Estatuto Real de 1834
El Estatuto Real reconoció algunos derechos y libertades, pero no la soberanía nacional ni una estricta división de poderes. Los progresistas se levantaron en 1835, formando juntas y milicias.
La radicalización liberal, los progresistas. La Constitución de 1837
La Constitución de 1837 estableció una monarquía constitucional con soberanía nacional, amplios derechos (incluida la libertad religiosa), y división de poderes. Las Cortes eran bicamerales y el sufragio censitario. La Corona tenía amplios poderes. Se democratizaron los ayuntamientos.
La crisis del progresismo. La regencia de Espartero (1841-1843)
Los moderados ganaron las elecciones de 1837 e intentaron moderar el sistema, lo que provocó un levantamiento progresista. María Cristina abandonó la regencia y Espartero asumió el poder. Las conspiraciones moderadas llevaron a la declaración de mayoría de edad de Isabel II.
Los moderados en el poder (1844-54 y 1856-68)
La configuración del régimen político moderado. La Constitución de 1845
La Constitución de 1845 configuró un sistema poco representativo con soberanía compartida, derechos individuales limitados y confesionalidad del Estado. La Corona tenía amplios poderes. Se aprobaron leyes que limitaban la libertad de imprenta y el poder de los ayuntamientos. El gobierno firmó un Concordato con la Santa Sede.
La construcción del Estado liberal
Los moderados construyeron un Estado centralizado y uniforme. Se implementaron reformas fiscales, la codificación legal, un sistema estatal de instrucción pública, el sistema métrico decimal y la creación de la Guardia Civil. El País Vasco y Navarra conservaron algunos derechos forales.
Las alternativas al moderantismo. El Bienio Progresista (1854-56)
Tras una crisis, se restauró el moderantismo con la Constitución de 1845. El régimen enfrentó una creciente oposición política y social, incluyendo protestas contra Isabel II.
El Sexenio Democrático (1868-1874)
La revolución. La Constitución de 1869
La crisis política y económica llevó a la revolución de 1868 («La Gloriosa»). Isabel II se exilió. Se formó un gobierno provisional que aplicó reformas y convocó elecciones. La Constitución de 1869 estableció una monarquía constitucional democrática con amplios derechos, incluyendo libertad de culto, expresión, cátedra, reunión y asociación. El sufragio era universal masculino. La oposición provino de republicanos, movimientos obreros y campesinos, moderados y carlistas.
El reinado de Amadeo I (1870-73)
La Primera República (1873-74)
La renuncia de Amadeo I llevó a la proclamación de la República. El gobierno republicano, liderado por Pi i Margall, aplicó reformas pero enfrentó oposición y revueltas. Las Cortes definieron un sistema federal, pero el proyecto de constitución no se aplicó.
El Régimen de la Restauración
El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista
El pronunciamiento de Martínez Campos restauró la monarquía borbónica con Alfonso XII y un régimen liberal conservador. Los pilares del sistema canovista eran la Corona, los partidos dinásticos y el ejército. La Constitución de 1876 estableció un sistema con amplios poderes para la Corona.
El funcionamiento real del sistema
Se estableció un bipartidismo con el Partido Conservador (Cánovas) y el Partido Liberal (Sagasta). Ambos partidos acordaron una alternancia en el poder («turno pacífico»). El sistema se basó en el fraude electoral y el caciquismo.
Las fuerzas de oposición al sistema. Nacimiento de los nacionalismos periféricos
El sistema político de la Restauración integró en el juego político a las fuerzas que aceptaban el sistema y marginó a las que, por una razón u otra, lo rechazaban. Ninguna de las fuerzas marginadas tenía bastante poder para acabar con el régimen y ésta fue una de las claves de su larga duración. A. El carlismo en 1876 es definitivamente derrotado por el general Martínez Campos en la que fue la tercera y última guerra carlista (72-76). La consecuencia de la derrota fue la abolición definitiva del régimen foral (eximía del pago de impuestos y del servicio militar). Pero, a cambio, el gobierno concedió un sistema de conciertos económicos que permitía cierta autonomía fiscal a Navarra y provincias vascas. A partir de ahora el carlismo se debilita como fuerza política, pierde capacidad y apoyos porque sus bases sociales evolucionan hacia el fuerismo del regionalismo/nacionalismo. B. Fuerzas contrarias a la forma de gobierno: republicanos. El republicanismo estaba muy debilitado por la represión tras el golpe del 74 y por la fuerte división interna. Se diferencia el republicanismo unitario o centralista de Salmerón, el republicanismo federal de Pi i Margall con fuerte implantación en Cataluña y Levante, y el republicanismo de Ruiz Zorrilla que defiende la vía violenta contra la Restauración. Pese a que se reunifican tras la concesión del sufragio universal (1890), prosigue su debilitamiento porque pierden sus bases sociales y electorales con la formación de los partidos obreros de clase. Tan sólo conservan el apoyo de la pequeña burguesía democrática. C. Regionalismo y nacionalismo. Fuerzas contrarias a la organización centralista del Estado. El nacionalismo es un movimiento político de la burguesía que se extiende por Europa en la segunda mitad del S. XIX y cuyos principales logros son la unificación alemana e italiana. Su principio básico es que toda nación tiene derecho a formar su propio Estado. El problema es definir qué es una nación, cuestión sobre la que, tradicionalmente, se han distinguido dos escuelas, la del romanticismo filosófico alemán y la del liberalismo francés, la del nacionalismo cultural y la del nacionalismo político. En España la cuestión nacionalista se planteó también en la segunda mitad del S. XIX y aún hoy sigue siendo cuestionada la estructura territorial del Estado. En su inicio, en el S. XIX, las fuerzas regionalistas/nacionalistas eran fundamentalmente dos, el nacionalismo vasco y el catalán. Menor importancia tuvieron los nacionalismos gallego, andaluz o valenciano ya que, aunque formulados intelectual y políticamente, carecieron de una base social amplia. Estos movimientos reaccionan frente al Estado uniformador y centralista del liberalismo. Su primera formulación fue como regionalismos culturales, literarios, sin reivindicaciones políticas, pero desembocan en nacionalismos políticos. La fuerza social que los impulsa es la pequeña y media burguesía rural y urbana perjudicada por el liberalismo, por el centralismo del Estado y por el desarrollo industrial que le lleva a la quiebra económica. La gran burguesía catalana y vasca, debido a sus intereses económicos, no juega la carta nacionalista, sino que se integra económica y políticamente en el bloque oligárquico central. El catalanismo se inicia como movimiento regionalista (la Renaixença) con objetivos puramente culturales de recuperación de la lengua y las tradiciones como señas de identidad cultural. Las primeras formulaciones catalanistas con un contenido político fueron el catalanismo republicano federal (Valentí Almirall) que tuvo poco éxito y el catalanismo conservador de Prat de la Riba, formulador teórico del catalanismo político que cristalizó en la formación de un partido, la Liga Regionalista. La Liga pide autonomía para Cataluña y reconocimiento de la nacionalidad catalana a un Estado cada vez más centralista. Tuvo grandes éxitos electorales. El nacionalismo vasco surge con fuerza como una corriente foralista impulsada por dos factores, la abolición de los fueros y la creciente inmigración de obreros industriales ajenos a la sociedad tradicional vasca que produce el miedo a la pérdida de identidad. El foralismo desemboca, paralelamente al crecimiento industrial, en un nacionalismo muy agresivo, antiliberal y tradicionalista formulado por Sabino Arana cuyos principios básicos son raza vasca, fueros y religión. Movimiento reaccionario que sueña con volver a un pasado idealizado anterior a la revolución liberal burguesa. Este nacionalismo se canaliza políticamente en el PNV (1894) .