La Transición Española y la Constitución de 1978
I. El Protagonismo del Rey: Reformismo en lugar de Ruptura
Tras la muerte del general Franco, accede a la Jefatura del Estado Juan Carlos I, produciéndose así la restauración de la dinastía borbónica. A partir de ese momento comienza en España una de las etapas más interesantes de nuestra historia: la reimplantación de la democracia en torno a un espíritu de consenso.
Pocos creían en noviembre de 1975 que el rey Juan Carlos I, educado por el propio Franco para que continuara su labor, sería el auténtico motor del cambio político: del paso de la llamada democracia orgánica de Franco a un sistema político verdaderamente democrático. Pero así fue. En realidad, don Juan Carlos coincidía plenamente con su padre, don Juan, en el interés por establecer una monarquía democrática, parlamentaria y constitucional. La estrategia que se diseñó fue un complejo programa de reformas de las estructuras políticas legales del franquismo; es decir, de reformas desde la propia legalidad franquista, que necesariamente habían de desembocar en un régimen democrático, pero sin ruptura.
Sin embargo, en este proyecto no contó con el apoyo inicial de los sectores predominantes del franquismo, encasillados en la idea de la pervivencia sin modificaciones del régimen (por ello se les llamó el búnker); pero tampoco con el apoyo, al menos en principio, de la izquierda, que exigía lo que se vino en llamar la ruptura democrática, con el abandono inmediato de las leyes franquistas y la formación de un gobierno provisional, un poco al modo de lo que había ocurrido en 1931 con la proclamación de la República. Para la izquierda, todo estaba sometido a crítica, incluida la propia forma monárquica del Estado.
Pero la firmeza del Rey y la evolución posterior de los acontecimientos en los años 1976 y 1977 hizo posible que se impusiera entre todos la necesidad de un nuevo espíritu: el llamado espíritu del consenso, renunciando unos y otros a sus posturas maximalistas.
II. El Primer Gobierno de la Monarquía: La Continuidad de Carlos Arias Navarro y la Imposibilidad del Cambio
Pese a que el Rey confiaba plenamente en Torcuato Fernández Miranda para capitanear la Transición, debido a las presiones de la derecha más inmovilista, hubo de confirmar a Carlos Arias Navarro (último presidente del Gobierno con Franco) en su cargo. Pero la composición de su gobierno levantó ciertas expectativas, dado que junto a representantes de la ortodoxia franquista había también reformistas (Fraga, José Mª Areilza, Leopoldo Calvo Sotelo…) y dos figuras prácticamente desconocidas: las de Adolfo Suárez y Rodolfo Martín Villa, que, siendo hijos del régimen, eran por otro lado infiltrados de Fernández Miranda. Pese a ello, Arias Navarro no pudo o no quiso realizar las reformas que se le pedían y que el Rey había anunciado desde el momento de su coronación en 1975. Así, en un discurso en enero de 1976 ante las Cortes todavía franquistas, anunció sólo medidas cosméticas, dejando intangibles los principios fundamentales del régimen franquista; es decir, manteniendo en esencia un régimen autoritario. Se permitía la existencia de partidos políticos, pero con muchas trabas y excluyendo al Partido Comunista, que seguía siendo la bestia negra del régimen. Por supuesto, no se anunciaban elecciones a las Cortes, por lo que se puede decir que los partidos políticos legalizados serían algo así como corrientes de opinión o grupos de presión, sin que pudieran esperar alcanzar, como tales, el poder.
La consecuencia de este inmovilismo de Arias Navarro fue el inicio de un periodo de inestabilidad, reflejado en huelgas, manifestaciones, actos terroristas de diverso origen y presiones cada vez más fuertes por parte de la oposición democrática y del propio Rey, que forzaron a Carlos Arias Navarro a presentar su dimisión en julio de 1976.
III. El Segundo Gobierno de la Monarquía: El Acceso a la Presidencia de Adolfo Suárez
Ante la sorpresa de todos, el rey nombró como sustituto de Arias Navarro a ese semidesconocido que era Adolfo Suárez. Este personaje había hecho una modesta carrera política en puestos importantes, pero de segunda fila, durante los últimos años de Franco. Pocos creyeron en la capacidad de este hombre joven (43 años) y con escasos contactos para afrontar el enorme reto que suponía llevar a España a un régimen democrático. Mucho más cuando, al anunciar la composición de su gobierno, se vio que estaba compuesto por personajes que, como él, tenían poco prestigio político y, por tanto, se les consideraba incapaces de controlar a los
duros que a izquierda y derecha se cernían sobre el gobierno. Pero los críticos se equivocaron, y, en efecto, ese gobierno, con el apoyo del Rey, fue capaz en pocos meses de desmantelar todo el aparato del régimen franquista e iniciar el camino hacia la democracia y hacia la Constitución.
1. La Ley para la Reforma Política de 1976
El primer paso se dio pocos meses más tarde, cuando en noviembre de 1976 Suárez consiguió nada menos que las Cortes franquistas autorizaran su propio desmantelamiento, al aprobar la Ley para la Reforma Política, que creaba unas Cortes bicamerales (Congreso de los Diputados y Senado), que se formarían a través de unas elecciones generales libres en las que concurrirían diferentes partidos políticos. Se acababa así con la democracia orgánica basada en la representación de la nación a través de las familias, los municipios y el Sindicato Vertical. Para dar mayor legitimidad al cambio, la Ley para la Reforma Política fue sometida y aprobada en referéndum por el pueblo español en diciembre de 1976.
Una vez aprobada la Ley para la Reforma Política, los partidos pudieron desenvolverse con mayor libertad y, in extremis, pocas semanas antes de las elecciones, se llegó a legalizar al Partido Comunista, burlando así la promesa hecha a los sectores más inmovilistas del régimen anterior, pero consciente el gobierno de que, sin su participación, no se podría presentar ante la opinión pública nacional e internacional como auténticamente libres las elecciones.
2. Las elecciones del 15 de junio de 1977: Análisis de sus Resultados
Las mencionadas elecciones se celebraron en junio de 1977, pacíficamente y con una gran participación popular. La incertidumbre que provocaba el hecho de que no hubiera ningún antecedente próximo (las últimas elecciones se habían celebrado en febrero de 1936) y que, por tanto, no se pudiera saber realmente cuál iba a ser la decisión del pueblo español, se despejó cuando se conocieron los resultados.
Había ganado, con un 34% de los votos, la Unión de Centro Democrático (UCD), el partido que, un tanto artificialmente, había creado el propio Suárez a base de diversas facciones desde el centro derecha (democristianos, liberales) y del centro izquierda (socialdemócratas, o sea, socialistas moderados). La UCD carecía de unidad ideológica, lo que está en la base de su derrumbe unos años después, pero sin duda fue el gran artífice de la Transición.
En cuanto a la derecha, el partido Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga (antecedente del actual Partido Popular, y mucho más derechizado entonces que ahora, pero partidario del sistema democrático), obtuvo unos pobres resultados (8%). Por su parte, la derecha antidemocrática, partidaria de la continuidad del régimen anterior, prácticamente fue barrida del mapa político, lo que demostraba el escasísimo apoyo que su postura concitaba en el pueblo español.
Por lo que respecta a la izquierda, todo parecía indicar que el auténtico vencedor sería el Partido Comunista, que había sido el principal opositor a Franco durante la dictadura, pero también obtuvo unos pobres resultados (9% de los votos). El auténtico vencedor de la izquierda fue, un tanto sorprendentemente, el PSOE, ya liderado, como sabemos, por Felipe González, obteniendo un 28% de los votos.
En conclusión, valorando los resultados de las elecciones, se puede decir que los españoles optaron por la moderación, rechazando las posturas extremas y premiaron la labor que estaba haciendo Suárez, dándole la confianza para que fuera él quien dirigiera el siguiente reto: darle a España una Constitución democrática.
IV. El Segundo Gobierno de Suárez, tras las Elecciones de 1977: Los Pactos de la Moncloa y el Proceso Constituyente
Una vez ganadas las elecciones por la UCD, Suárez se dispuso a formar gobierno frente a una coalición liderada por el PSOE de Felipe González. En este gobierno estaban presentes algunas personalidades clave, como el general Gutiérrez Mellado, que tuvo que hacer frente a un Ejército claramente franquista; el economista Enrique Fuentes Quintana, que se enfrentó a la crisis económica; y Francisco Fernández Ordóñez, autor primero de la reforma fiscal y más tarde de la ley del divorcio.
Las dos labores a las que se enfrentó el gobierno coinciden con cada uno de los dos siguientes textos: resolver la crisis económica y dotar a España de una Constitución:
3. El Consenso Económico: los Pactos de la Moncloa
La solución a la crisis económica antes mencionada había pasado a un segundo plano…