España, del golpe de Primo de Rivera a la Segunda República: Causas y Consecuencias

El Golpe de Estado de Primo de Rivera (1923) y sus Consecuencias

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, capitán general de Barcelona, dio un golpe de estado contra el gobierno, al que se sumaron otras capitanías generales y el propio rey, quien le encomendó la formación de un nuevo gobierno.

La idea central de este texto se enfoca en las razones que, según Primo de Rivera, justifican el golpe de estado. Razones que expone en el último párrafo: depreciación… separatista.

Contexto Histórico del Golpe

El golpe de estado de Primo de Rivera fue la consecuencia del proceso político vivido en España desde 1912. El modelo político ideado por Cánovas había dejado de funcionar debido a la fragmentación de los dos partidos del régimen (Conservador y Liberal). Se produjo una gran inestabilidad política, un mayor peso de la clase obrera, organizada en sindicatos como CNT y UGT, y partidos como el PSOE.

A partir de 1917, la situación política y económica cambió; se redujeron las exportaciones hacia los países beligerantes, lo que generó una crisis económica que favoreció el descontento social. La huelga general de aquel año mostró el gran descontento de la clase obrera.

En el mismo año (1917) se constituyó una asamblea de parlamentarios que reclamaba reformas constitucionales, afirmando que el modelo canovista, válido para finales del siglo XIX, ya no lo era al final de la segunda década del siglo XX.

Entre 1917 y 1923 la situación empeoró: la inestabilidad política creció, la crisis económica se agravó, se radicalizaron los sindicatos y partidos de izquierda, situación que fue percibida por las clases dominantes como una amenaza, especialmente tras el triunfo de la revolución en el antiguo Imperio Ruso. Por último, la catástrofe de Annual, que supuso la muerte de 12.000 soldados españoles y la pérdida del control sobre una amplia zona del protectorado español en Marruecos, hizo ver el fin del régimen.

Desarrollo y Apoyo al Golpe

El golpe de estado fue incruento, no hubo resistencia social. Contó con el apoyo de la Corona, la aristocracia, la burguesía, los terratenientes, la Iglesia, e incluso el nacionalismo catalán, gracias a su compromiso de neutralizar la amenaza revolucionaria de la clase obrera. La clase obrera se mostró indiferente, comunistas y anarquistas convocaron una huelga general que fracasó, los socialistas se limitaron a condenar el golpe pero no se sumaron a la huelga general.

La dictadura de Primo de Rivera fue el último intento para preservar la monarquía de Alfonso XIII. La dimisión del dictador en enero de 1930 evidenció el fracaso de la dictadura, dejando a la monarquía sin apoyos. La dimisión del dictador abrió una etapa de inestabilidad política a la que los gobiernos interinos posteriores no fueron capaces de hacer frente. En agosto de 1930, socialistas, republicanos y nacionalistas vascos y catalanes firmaron el Pacto de San Sebastián, en el que acordaron dirigir sus esfuerzos hacia el establecimiento de un gobierno republicano. Para complicar aún más la situación, un sector del Ejército se rebeló contra la monarquía en diciembre de ese año (Sublevación de Jaca) que, aunque fracasó, hizo ver la falta de apoyo por un sector del ejército.

Ante esta situación, se intentó buscar una salida política para el país, consistente en restablecer la Constitución de 1876 y salvaguardar la monarquía. En este sentido, se convocaron elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. La victoria de las fuerzas republicanas condujo a la proclamación, el 14 de abril, de la Segunda República Española. Para comprender las causas de aquella proclamación, debemos tener en cuenta las siguientes circunstancias internas:

Factores Internos que Condujeron a la República

La modernización de la sociedad española. Aunque España seguía siendo un país eminentemente agrario, el desarrollo urbano había permitido la formación de una influyente clase media formada por pequeños propietarios y profesionales liberales. Por otro lado, la industrialización había dado origen a una clase obrera industrial demandante de derechos políticos y sociales a través de sus organizaciones políticas y sindicales. Esos cambios no encajaban bien en el sistema político de la Restauración, diseñado en 1876 y pensado para salvaguardar los intereses de la corona y de las clases oligárquicas.

La crisis de 1929. Si bien sus efectos fueron menores que en otros países, la contracción del comercio mundial repercutió gravemente en aquellas regiones cuya economía dependía de las exportaciones agrícolas, como era el caso de Canarias; el déficit creció hasta el 23,8% en 1935. Sin embargo, no se produjo un colapso bancario. La razón fue la escasa internacionalización del sector financiero y el reducido peso de sus inversiones en el sector industrial.

El Desastre del 98 y sus Repercusiones

El tratado de París de diciembre de 1898 ponía fin a la breve guerra entre España y Estados Unidos por el control de Puerto Rico, Cuba y Filipinas. Gracias al tratado, Cuba se independizó y Estados Unidos se hizo con el dominio de Filipinas, Puerto Rico y Guam. La derrota española frente a los norteamericanos en 1898 constató la debilidad política y militar de España. La reacción más positiva la dio el Regeneracionismo, que planteaba la dignificación de la política, la modernización social y la superación del atraso cultural. Una visión más pesimista y amarga la dio la Generación del 98, grupo literario que reclamaba una vuelta hacia la Castilla rural y tradicional. Aquella derrota y la pérdida de los restos del Imperio tuvo importantes repercusiones políticas, económicas y sociales. Las consecuencias económicas resultaron bastante menores de lo temido. Era ya poco lo que aportaban las colonias a la economía española. La industria catalana perdió un mercado para sus productos, pero gracias a las políticas proteccionistas de los gobiernos españoles, se garantizó el mercado nacional frente a la competencia exterior. Las consecuencias políticas se dejaron sentir en la voluntad de la clase política gobernante de transformar el país “desde arriba” (Maura y Canalejas). Sin embargo, el sistema político siguió funcionando de la misma forma. Se fortalecen los nacionalismos catalán y vasco y, en menor medida, el gallego y el valenciano. El desprestigio militar derivado de la dureza de la derrota dejó en evidencia que las fuerzas armadas no estaban preparadas para un conflicto de estas características. El ejército salió muy dañado y se sustituyó la presencia en ultramar con una mayor atención al norte de África (Marruecos), con consecuencias muy importantes en el futuro.

El Atraso Económico de España

La gráfica pone de manifiesto que España cuenta con el sector primario más numeroso (66,1% de la mano de obra) y el sector secundario más débil, con un escaso 14,4% de la mano de obra empleada en él. El resto de los países de la muestra doblan (o incluso triplican, el Reino Unido con un 42,3%) a España. Los datos son ilustrativos del atraso de la economía española cuando el potencial económico de los países se medía por el peso de su sector secundario. El proceso de industrialización en España no se detuvo durante el siglo XIX, pero su evolución se produjo lentamente. El fracaso de la Revolución Industrial española puede explicarse por tres grandes factores:

  • En primer lugar, habría que aludir a la escasa capacidad productiva de las manufacturas tradicionales (con la excepción de la industria catalana) que abastecían mercados locales de bajo consumo.
  • En segundo lugar, España no había constituido un mercado nacional unificado con buenas comunicaciones. Por otro lado, la población española no rebasó los 20 millones hasta comienzos del siglo XX, lo que limitaba el crecimiento de la industria nacional. La situación se agravó tras la pérdida de los últimos territorios americanos y del Pacífico.
  • Finalmente, fue determinante la escasez de capitales que, en todo caso, se destinaron a la compra de tierras desamortizadas y no a la creación de nuevas industrias. Los nuevos propietarios no invirtieron en su mejora, por lo que la tierra no generó beneficios para invertir en la industria.

La industria se limitó a dos polos: la industria textil catalana y la siderúrgica vasca. Ambas eran poco competitivas en el exterior, lo que obligó a una política proteccionista para asegurar el mercado nacional.

El Reinado de Alfonso XIII y el Regeneracionismo

El reinado de Alfonso XIII se inició cuando aún estaban frescas las consecuencias de la derrota española frente a los Estados Unidos en 1898: pérdida de las últimas colonias, evidencia de la debilidad militar española y atraso tecnológico, industrial e intelectual. El Regeneracionismo planteó sacar a España de su atraso secular intentando reducir la distancia que nos separaba de los países más adelantados de Europa, especialmente el Reino Unido y Alemania. Los partidos Liberal y Conservador asumieron en parte las propuestas regeneracionistas. A esta actuación se la denominó Revisionismo. El periodo 1902-1909 estuvo dirigido por gobiernos conservadores, presididos por Antonio Maura, excepto la etapa 1905-1907. Un espíritu reformista, influido en parte por el discurso regeneracionista, inspiró a estos gobiernos. Se trataba de sanear el régimen político sin alterar las bases del sistema. Las principales reformas emprendidas fueron:

  • Expansión naval. La guerra contra los Estados Unidos había dejado a España sin flota de guerra. Era preciso su reconstrucción y, al mismo tiempo, modernizar la marina mercante para estimular el desarrollo del comercio. La reconstrucción naval favoreció a la industria siderúrgica vasca, los astilleros y la industria mecánica catalana.
  • Reforma militar. Se precisaba adecuar el número de mandos a las necesidades reales de las fuerzas armadas; había un exceso de oficiales para el total de soldados en filas. La reforma no sólo tiene una finalidad de eficacia militar sino también presupuestaria, ya que los gastos de personal representaban algo más de la mitad de los presupuestos destinados a las Fuerzas Armadas.
  • Reforma de la Administración. Tenía como objetivo la erradicación del caciquismo de la vida política española. La oposición de parte de su propio partido impidió que la reforma acabara convirtiéndose en ley.
  • Ley de Huelga. Supuso el reconocimiento de un derecho reivindicado por los trabajadores y puso de manifiesto la creciente influencia del movimiento obrero español.

El final de la etapa conservadora coincidió con el estallido en Barcelona, en el verano de 1909, de un movimiento de protesta contra el gobierno conocido como Semana Trágica, y cuyas causas fueron la negativa de la población barcelonesa al embarque de tropas con destino a la guerra de Marruecos y el descontento popular por la situación de penuria económica de los trabajadores. El levantamiento fue sofocado después de la violenta represión del ejército y la ejecución de significados opositores izquierdistas, entre ellos el pedagogo Francisco Ferrer y Guardia. Tras la Semana Trágica, la jefatura del gobierno pasó a José Canalejas, liberal progresista cuyas principales medidas en los dos años que estuvo al frente del gobierno fueron reducir el clero regular y favorecer la descentralización administrativa.

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