La campaña electoral de febrero de 1936
La campaña electoral de febrero de 1936 se desarrolló en un ambiente de agitación y tensión, aunque con escasa alteración del orden social. Los partidos de izquierda concurrieron a las elecciones en una coalición electoral, el Frente Popular, formada en enero de 1936 por los partidos republicanos de izquierda, los comunistas y los socialistas. Su programa electoral, de corte moderado, se centraba en la amnistía a los encarcelados por los sucesos de 1934 y la recuperación de la política reformista del primer bienio.
Por su parte, los partidos de centro y derecha concurrieron desunidos. La CEDA consiguió algunas alianzas y presentó un programa basado en la revisión total de la constitución. Alfonsinos y carlistas concurrieron unidos en el Bloque Nacional, liderado por José Calvo Sotelo, que reanudó la vía conspirativa para derribar la república e imponer un Estado autoritario.
Resultados electorales y consecuencias
Las elecciones se saldaron con una ajustada victoria del Frente Popular, dando lugar a la formación de dos grandes bloques políticos contrapuestos. Sin embargo, la ley electoral vigente favorecía al Frente Popular, que obtuvo una amplia mayoría en las Cortes. El rechazo de los socialistas a formar parte del gobierno llevó a Alcalá Zamora a nombrar a Azaña presidente de un gobierno compuesto exclusivamente por republicanos de izquierda.
El gobierno adoptó una serie de medidas urgentes acordes a lo prometido en su programa electoral:
- Se concedió una amnistía general a los presos políticos, que afectó a unos 300.000 encarcelados, entre los que se encontraba Lluís Companys, que fueron reintegrados en sus puestos laborales.
- Se restituyó la autonomía catalana con Companys al frente de la Generalitat.
- Se procedió a la reanudación de la política reformista.
Debido a la creciente conflictividad social en los primeros meses de 1936, se aceleró la puesta en marcha de la reforma agraria de 1932 para intentar controlar la situación. Basándose en el principio de utilidad social de la tierra, se declararon expropiables, con derecho a indemnización, aquellas fincas que supusiesen una gran concentración de propiedades y de cultivo extensivo, autorizando su ocupación temporal. La FETI encabezó una masiva ocupación de tierras en las zonas latifundistas que fueron legalizadas.
Las derechas consideraron estas reformas como un peligro para el orden social, mientras que la iglesia retomó su postura de rechazo hacia la república.
Cambios en el gobierno y crisis económica
Tras la constitución de las nuevas Cortes, Alcalá Zamora fue cesado en su cargo y sustituido por Azaña en mayo de 1936. Azaña intentó la formación de un gobierno de coalición entre republicanos y socialistas presidido por Indalecio Prieto, aunque la falta de acuerdo determinó el nombramiento de Santiago Casares Quiroga al frente de un gobierno de republicanos de izquierda.
El nuevo gobierno se enfrentaba a una creciente crisis económica, con una devaluación de la peseta frente al continuo aumento de precios y del paro, que afectaba a unas 800.000 personas. Además, la baja producción y la desconfianza de los empresarios, que optaron por el cierre y abandono de fábricas y el traslado exterior del capital, afectaban negativamente a la situación, desencadenando constantes huelgas y manifestaciones. La incesante conflictividad social acabó desbordando al gobierno, que era constantemente atacado tanto por el PSOE como por la CEDA.
Ascenso de las derechas y violencia política
Las derechas autoritarias experimentaron un auge considerable con discursos que llamaban a la subversión y a la insurrección. Esta postura fue apoyada por la prensa católica y de extrema derecha. Además, las facciones armadas, como las milicias falangistas, dieron lugar a enfrentamientos con grupos de izquierdas. Ante esta situación, el gobierno procedió a la detención de José Antonio Primo de Rivera y al cierre de las sedes de Falange, lo que no evitó que continuasen los enfrentamientos callejeros y los asesinatos políticos.
La conspiración militar y el estallido de la Guerra Civil
Ante la incontrolable situación, muchos militares apoyaron las posturas revolucionarias de las derechas en contra de la república, llegando a desarrollar una auténtica conspiración militar contra la misma. Pese a que la república, temiendo una intentona similar a la de Sanjurjo en 1932, había procedido al traslado de mandos militares sospechosos de encabezar una sublevación armada, esto no impidió que se reunieran en Madrid para acordar la puesta en marcha de un alzamiento militar a mediados de julio, que otorgaría el poder al general Sanjurjo. La sublevación fue apoyada por alfonsinos, carlistas y falangistas.
El plan, ideado por el general Mola, pretendía un levantamiento simultáneo de las guarniciones de todo el país, seguido de una violenta represión. El asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio, como venganza por el asesinato del teniente Castillo de la guardia de asalto, aceleró los acontecimientos y sumó a los indecisos al golpe.
El 17 de julio daba comienzo la sublevación de las guarniciones de Marruecos, desencadenándose al día siguiente en todo el país. El fracaso del golpe militar dio paso a una trágica y sangrienta guerra civil que se prolongó tres años.