España en el Primer Tercio del Siglo XX: Crisis, Transformaciones y Conflictos

A principios de 1917, en España, había una situación de descontento social que se agravó por la Primera Guerra Mundial. La crisis estalló en marzo de 1917, cuando la CNT y la UGT convocaron una huelga por la subida de los productos de primera necesidad. Ante esta situación, el gobierno de Dato suspendió las garantías constitucionales, clausuró las Cortes e impuso la censura de prensa. El conflicto se agravó en el verano de 1917 y el gobierno tuvo que hacer frente a una crisis generalizada: las organizaciones sindicales convocaron una huelga general.

Los militares estaban en desacuerdo con el sistema de ascensos de los oficiales, que se obtenían generalmente por méritos de guerra y beneficiaban a los militares africanistas, así que se organizaron en unas juntas de defensa.

Como conflicto político, los partidos opositores se reunieron en una Asamblea de Parlamentarios catalanes convocada por la Liga Regionalista en Barcelona el 5 de julio, y se extendió a todos los parlamentarios españoles el día 19. Estos exigían la formación de un gobierno provisional, la elaboración de una nueva Constitución y la descentralización del Estado.

La reacción del gobierno fue muy represiva: la huelga obrera fue reprimida duramente por el ejército y se encarceló y se sometió a consejo de guerra a los miembros del comité de huelga. Las juntas de defensa militares se disolvieron y el gobierno prohibió la reunión de diputados y senadores del 19 de julio.

Ante el peligro de una revuelta generalizada, el ejército apoyó a la monarquía, y la burguesía también retrocedió por el miedo a la revolución social. El fracaso del movimiento permitió que el sistema se mantuviera durante cinco años más. El rey quiso dar más estabilidad al sistema y formó un gobierno de concentración, presidido por García Prieto e integrado por conservadores, liberales, reformistas y catalanistas de la Liga de 1917.

El final de la Primera Guerra Mundial redujo las exportaciones y generó una crisis económica. Hubo una gran inflación y muy poca demanda. Como resultado, muchas personas perdieron su trabajo y los sindicatos realizaron huelgas y protestas. La crisis afectó principalmente a Cataluña, que se había industrializado bastante y se había beneficiado económicamente durante la guerra. Como consecuencia, se realizaron huelgas importantes como: La huelga de la Canadiense (movimiento de reivindicación laboral dirigido en 1919 por la CNT) y el Pistolerismo (enfrentamiento entre sindicatos obreros y sindicatos empresariales). Entre 1918 y 1921, se realizaron movilizaciones al sur de España, el «Trienio Bolchevique», que afectó y triunfó sobre todo en Andalucía, donde las condiciones de los jornaleros eran terribles, y se exigía repartir las tierras entre los campesinos.

Las protestas iniciadas por grupos anarquistas y socialistas incluían la ocupación de tierras y la toma del ayuntamiento. El gobierno declaró el estado de guerra. La fragmentación de los partidos dinásticos impidió la existencia de mayorías parlamentarias estables. La formación de los gobiernos de concentración, entre dinásticos, reformistas y la Liga, no tuvo éxito. El más importante de los gobiernos de concentración fue el Gobierno Nacional, que era presidido por Maura en 1918, e incluía a todos los jefes parlamentarios de los partidos monárquicos, entre ellos, el catalanista Cambó. Este intento solo duró siete meses a causa de las diferencias entre los ministros.

Entre 1917 y 1923, hubo 14 gobiernos diferentes, pero ninguno duró más de 8 meses. Estos gobiernos eran inestables y, a menudo, no tenían suficiente mayoría para aprobar los presupuestos y tenían que recurrir a medidas de excepción como suspender las garantías constitucionales y disolver las Cortes.

En Cataluña, la Liga, los republicanos nacionalistas y la Mancomunidad, a finales de 1918, empezaron una campaña en favor de la autonomía y, a principios de 1919, se presentó en Madrid un proyecto de Estatuto que proponía la constitución de un gobierno propio, un parlamento elegido por sufragio universal (el derecho a voto de toda la población sin importar su procedencia) y daba amplias competencias a la nueva administración catalana.

Sin embargo, el proyecto fue mal recibido en Madrid: el gobierno se opuso, el rey no lo apoyó y algunas diputaciones castellanas y entidades económicas hicieron campaña en contra, puesto que consideraban que podía romper España.

Transformaciones Demográficas y Agrarias

A) Transición Demográfica

España comenzó un proceso de transición demográfica, es decir, la transformación de la demografía del antiguo régimen a la demografía de las sociedades contemporáneas. Los cambios demográficos en España fueron paralelos al incremento de la industrialización. Esto produjo un descenso en la mortalidad gracias a la mejora de la alimentación, mejoras sanitarias (vacunación) y una mejor higiene, lo que redujo las enfermedades infecciosas. La esperanza de vida subió de 35 a 50 años en el siglo XX. El descenso de la natalidad presenta desequilibrios territoriales coincidiendo con el aumento de la población urbana y la planificación familiar. La mitad de España tenía un índice de natalidad de un 30%. El proceso de transición demográfica en Cataluña fue más rápido, la esperanza de vida pasó de 45 años a 55 en 1930. En la España de comienzos del siglo XX se dieron dos grandes movimientos migratorios. Los movimientos exteriores se dirigían desde las regiones menos desarrolladas del país hacia América del Sur y Cuba, aprovechando la mejora en el transporte marítimo. Los movimientos interiores procedían de las zonas rurales del interior y se dirigían hacia las zonas urbanas e industrializadas, como Madrid y Cataluña. Esto se debió a la falta de oportunidades laborales en el campo y por la demanda de mano de obra en la industria.

B) Problemas en la Agricultura

La agricultura tenía una doble cara: el dinamismo de la agricultura mediterránea contrastaba con el retraso de la agricultura de los cereales. Los cereales representaban un 50% de la producción agrícola y, debido a su escasa productividad, subían los precios y se frenaba la exportación del trigo. El principal problema era la desigualdad del reparto y distribución de las tierras.

Los propietarios de los latifundios cerealistas eran muy conservadores y esto dificultaba la introducción de nuevos cultivos. También la mala calidad de la tierra en la meseta llevó a la despoblación gradual de zonas rurales. La agricultura catalana se caracterizó por un mayor grado de modernización, con unos niveles de mecanización y de productividad más elevados que en el resto del Estado. También destacó el descenso más acusado de la población ocupada en el sector primario. A pesar de estos adelantos, la agricultura catalana se vio muy afectada por la crisis de la *fil·loxera*, que provocó una verdadera crisis en la industria vitícola.

C) Cambio Energético

En el primer tercio del siglo XX se empezaron a emplear la electricidad y el petróleo como principales fuentes de energía. La difusión de la electricidad impulsó el desarrollo de nuevas industrias: eléctrica, metalúrgica, construcción. En este periodo, se consolidó la industrialización en Cataluña y en el País Vasco, y se amplió a otros territorios: Madrid, Valencia, Sevilla y Zaragoza. En Cataluña, la industrialización dio paso a la Segunda Revolución Industrial, donde destacan las nuevas tecnologías de la época en la industria, el crecimiento de la población urbana y la diversificación industrial. Esta diversificación llevó a cabo industrias como la química, la metalúrgica y la eléctrica, a la vez que se mantuvo una actividad importante en los sectores industriales tradicionales de Cataluña: el textil y la alimentación.

D) Sociedad Española y Catalana

En el entorno rural seguía predominando la oligarquía terrateniente, a la cual se añade la burguesía agraria y financiera. Se mantenía un porcentaje elevado de campesinos en la población total española. Destacan los propietarios pequeños y medianos, los arrendatarios y los jornaleros. Entre la sociedad urbana destacaba la burguesía industrial y financiera, que se había consolidado pero que todavía tenía poca relevancia respecto a otros países europeos. También, se produjo el auge de las clases medias, debido al desarrollo comercial, financiero y administrativo. Para acabar, en las regiones industrializadas se había consolidado el proletariado urbano. Los grupos sociales emergentes eran sobre todo las clases medias urbanas.

La Dictadura de Primo de Rivera y la Economía

G) Política Económica de la Dictadura de Primo de Rivera

La política económica de la dictadura de Primo de Rivera se caracterizó por el proteccionismo e intervencionismo estatal, en una fase de general prosperidad internacional. El proteccionismo se impulsó con la imposición de nuevos aranceles a las importaciones y la limitación al establecimiento de empresas extranjeras. El intervencionismo del Gobierno tenía como objetivo el impulso al desarrollo industrial, con las ayudas a las empresas, la realización de obras públicas e infraestructuras y la inversión en la industria pesada. Esta combinación de proteccionismo e intervencionismo llevó a un aumento del déficit estatal, que obligó al Estado a financiarse a través de una deuda pública. Además, la dictadura no supo resolver los problemas del campo español, no emprendió la reforma fiscal, y en general la economía española se resintió, aunque menos que otros países, de los efectos del crac del 29.

Impacto de la Primera Guerra Mundial y el Proteccionismo

La neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial generó, entre 1914 y 1918, una fuerte expansión económica, gracias al incremento de las exportaciones. Estas trajeron enormes beneficios a las industrias exportadoras, como la siderurgia, la minería y las industrias textiles y metalúrgicas catalanas. Estos beneficios no repercutieron de manera significativa en la economía de las empresas españolas. Además, una vez acabó el conflicto, la bajada de las exportaciones redujo considerablemente los beneficios empresariales y llevó a un aumento de precios que tenía que compensar el descenso de los beneficios. Los precios aumentaron pero el salario de los trabajadores no, esto arruinó muchas familias e incrementó la conflictividad social.

E) El Proteccionismo Económico

El objetivo del proteccionismo económico de los gobiernos españoles era limitar la libre competencia del exterior, para proteger los beneficios de los industriales y de los propietarios y reducir sus riesgos. La adopción de medidas proteccionistas fue el resultado de la alianza entre propietarios cerealistas castellanos e industriales vascos y catalanes, que continuaron presionando a los gobiernos para que legislaran en este sentido. El proteccionismo se aplicó a sectores como la minería, la construcción naval, la siderurgia y la agricultura cerealista, con la imposición de aranceles muy elevados a las importaciones. El proteccionismo tuvo algunos efectos positivos para la débil industria española, ya que fomentó el adelanto tecnológico, incrementó el mercado interior y promovió sectores industriales que necesitaban inversiones fuertes. Las medidas proteccionistas elevaron los precios de los productos, reducían la demanda y limitaban las posibilidades de expansión.

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