España en el Siglo XIX: De la Regencia a la Restauración Borbónica

La Regencia de María Cristina (1833-1840) y la Primera Guerra Carlista

La regencia de María Cristina (1833-1840) estuvo marcada por la Primera Guerra Carlista (1833-1839). Su primera decisión fue confirmar a Cea Bermúdez como jefe de Gobierno. Para ganarse el apoyo de los liberales, proclamó una amnistía para aquellos perseguidos por Fernando VII. Aunque con recelo, los liberales progresistas vieron en el apoyo a María Cristina la mejor opción para acabar con el Antiguo Régimen.

Cea Bermúdez inició reformas para implantar un liberalismo moderado, incluyendo la división provincial de España por Javier de Burgos en 1833. Sin embargo, fue criticado por los liberales progresistas por su excesiva moderación.

El Estatuto Real de 1834

Para asegurar el apoyo liberal, María Cristina nombró jefe de Gobierno a Martínez de la Rosa, un liberal moderado. Bajo su gobierno, se promulgó el Estatuto Real (1834), una carta otorgada de carácter conservador. Sus puntos clave fueron:

  • Cortes bicamerales: El Estamento de los Próceres, designado por la Corona, y el Estamento de Procuradores, elegido por sufragio.
  • Las Cortes no podían redactar leyes, solo solicitarlas al ejecutivo.
  • No reconocía derechos individuales.

Los liberales progresistas se movilizaron contra el Estatuto Real. María Cristina, para no perder su apoyo, nombró jefe de Gobierno al progresista Juan Álvarez Mendizábal, quien impulsó la desamortización eclesiástica y la reforma del ejército para profundizar en las reformas liberales y ganar la guerra carlista.

El Motín de la Granja y la Constitución de 1837

La Iglesia y el ejército atacaron a Mendizábal, llevando a María Cristina a sustituirlo por el moderado Francisco Javier de Istúriz. Los progresistas, en apoyo a Mendizábal, protagonizaron el Motín de la Granja de San Ildefonso (agosto de 1836).

María Cristina nombró jefe de Gobierno al progresista José María Calatrava y restauró la Constitución de 1812 mientras se redactaba una nueva. El gobierno de Calatrava, con Mendizábal como ministro de Hacienda, realizó reformas clave:

  • Desamortización eclesiástica de Mendizábal: Venta de bienes de conventos con pocos religiosos para financiar la guerra carlista y aumentar el número de propietarios que apoyasen al estado liberal.
  • Supresión del sistema señorial, los mayorazgos y el diezmo.
  • Elección democrática de alcaldes y concejales.
  • Promulgación de la Constitución de 1837, de carácter moderado, consensuada entre moderados y progresistas. La Corona renunció al absolutismo, obteniendo a cambio facultades más amplias que en la Constitución de 1812. Destacaba:
    • Soberanía nacional.
    • Derechos individuales: libertad de expresión e imprenta, derecho de propiedad e igualdad jurídica.
    • Facultades de la Corona: capacidad legislativa, derecho a convocar y disolver el Parlamento y derecho de veto.
    • Poder ejecutivo en la Corona, delegado en el Presidente del Consejo de Ministros.
    • Poder legislativo en el Parlamento: Congreso (sufragio) y Senado (designación real entre una terna elegida por votantes).

Tras la Constitución de 1837, María Cristina cedió el poder a los moderados. Entre 1837 y 1840, se sucedieron varios gobiernos moderados.

En 1840, la situación política se deterioró cuando los moderados intentaron aprobar una Ley de Ayuntamientos que eliminaba la elección democrática. María Cristina cedió la regencia al general Baldomero Espartero, líder de los progresistas. Desde entonces, los militares asumieron un papel protagonista en la política del siglo XIX.

La Década Moderada (1844-1854) y la Constitución de 1845

Los moderados, liderados por Narváez, gobernaron ininterrumpidamente entre 1844 y 1854. Durante este periodo, se elaboró la Constitución de 1845, que eliminó los aspectos progresistas de la anterior. Sus características principales fueron:

  • Soberanía compartida entre la Corona y las Cortes, no nacional.
  • Confesionalidad del Estado.
  • Reconocimiento de derechos individuales, pero con posibilidad de limitación mediante leyes ordinarias.
  • Amplias facultades de la Corona: convocatoria y disolución del Parlamento, y derecho de veto.
  • Parlamento bicameral: Congreso (sufragio muy restrictivo) y Senado (miembros vitalicios elegidos por la Corona).

La Década Moderada se caracterizó por la creación de un sistema político liberal conservador y el mantenimiento del orden público. Sus principales medidas fueron:

  • Limitación de derechos individuales: Ley Electoral (derecho de voto al 1% de la población) y Ley de Imprenta (censura y depósito económico previo).
  • Creación de la Guardia Civil (1844) para garantizar el orden público y la seguridad de la propiedad en el medio rural.
  • Firma del Concordato de 1851: reconciliación con la Iglesia, asegurando su sostenimiento económico e influencia social a cambio del reconocimiento del régimen liberal.

Centralización y Unificación Legal

El Partido Moderado centralizó y unificó el sistema legal español:

  • Control gubernativo sobre la Administración provincial y local: La Corona nombraba al gobernador provincial, quien elegía a los alcaldes, eliminando la democracia local y controlando el proceso electoral.
  • Reforma de la Hacienda: Sistema único de impuestos (directos sobre fincas y actividades, e indirectos sobre productos de primera necesidad).
  • Unificación jurídica: Aprobación del Código Civil y el Código Penal.

Estas medidas centralizadoras y el fracaso en las negociaciones para casar a Carlos VI con Isabel II provocaron la Segunda Guerra Carlista (1849-1860), una insurrección de guerrillas, especialmente en Cataluña. El ejército isabelino venció, pero algunas medidas no se aplicaron en los territorios forales.

El modelo político moderado se agotó con el tiempo. Surgieron el Partido Demócrata (escisión del Partido Progresista, defensor del sufragio universal) y el Partido Republicano (federalista y socialista). El autoritarismo de Bravo Murillo, la mala situación económica y la corrupción provocaron el fin de la Década Moderada.

El Bienio Progresista (1854-1856)

La manipulación electoral durante la Década Moderada llevó a los progresistas a buscar el poder mediante la insurrección. En julio de 1854, el general O’Donnell dio un golpe militar (Vicalvarada), seguido por el general Serrano. Ambos firmaron el Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo, prometiendo reformas políticas. La sublevación triunfó e Isabel II nombró jefe de Gobierno a Espartero, quien designó a O’Donnell ministro de la Guerra.

Durante el Bienio Progresista se realizaron reformas, principalmente económicas:

  • Desamortización civil de Madoz.
  • Ley de Ferrocarriles.
  • Creación del Banco de España.

Se redactó la Constitución *non nata* de 1856, que no llegó a aprobarse. En 1856, la conflictividad social, la hostilidad política y las diferencias internas en la coalición gobernante llevaron al fin del Bienio.

La Restauración Borbónica y el Sistema Canovista

Cánovas del Castillo creó el régimen de la Restauración, basado en el modelo inglés de alternancia pacífica entre dos grandes partidos. Tras la Constitución de 1876 y la pacificación del país, Cánovas ideó el «turno de partidos»:

  • Partido Conservador (Cánovas del Castillo): Apoyo de la clase alta (oligarquía agraria, alto clero).
  • Partido Liberal (Práxedes Mateo Sagasta): Apoyo de la clase media.

El turno de partidos se basaba en el falseamiento electoral: reparto previo de circunscripciones (encasillado), fraude electoral y caciquismo. La Restauración era un sistema oligárquico donde los resultados electorales respondían a los intereses políticos, no a la voluntad popular.

La Constitución de 1876

El modelo político de Cánovas se concretó en la Constitución de 1876, de carácter integrador y la más duradera de la historia de España (vigente hasta 1923). Sus puntos clave fueron:

  • Declaración de derechos individuales: propiedad, libertad de expresión y una fórmula de consenso en la cuestión religiosa (confesionalidad católica del Estado, pero permitiendo el culto privado de otras religiones).
  • Reforzamiento del poder del monarca: soberanía compartida rey-Cortes, poder para convocar y disolver las Cortes, sancionar leyes y jefatura del ejército.
  • Bicameralismo: Congreso (sufragio) y Senado (miembros no electivos y electivos).
  • Centralismo: Control gubernamental de ayuntamientos y diputaciones, y supresión de los fueros vascos.

Cuestiones como la ley electoral, de asociación o de imprenta se desarrollaron mediante leyes orgánicas posteriores, según la ideología del gobierno.

La Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) y el Turno de Partidos

En 1885, el sistema constitucional estaba adulterado. La enfermedad de Alfonso XII hizo temer por la continuidad del sistema. Cánovas y Sagasta llegaron a acuerdos en el Pacto de El Pardo (noviembre de 1885), comprometiéndose a respetar el turno de partidos y las medidas legislativas aprobadas.

Tras la muerte de Alfonso XII (1886), Cánovas dimitió y la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena nombró presidente a Sagasta. Durante su gobierno (1885-1890), los liberales realizaron reformas: leyes de libertad de cátedra, prensa, asociación y sufragio universal masculino.

En 1890, los conservadores volvieron al poder, implementando una política económica proteccionista (Ley de Aranceles, 1891). Sagasta y los liberales gobernaron nuevamente entre 1892 y 1895. Su proyecto de reforma de la administración de Cuba fracasó, dando lugar a la guerra de Cuba.

En 1895, Cánovas volvió al gobierno, siendo asesinado en 1897. Sagasta tuvo que afrontar el Desastre del 98. En 1902, Alfonso XIII, hijo de Alfonso XII, fue proclamado rey, finalizando la regencia de María Cristina de Habsburgo.

El sistema canovista y el turno de partidos institucionalizaron un régimen oligárquico con fraude electoral generalizado (pucherazo) a través de gobernadores (encasillado) y caciques.

Regionalismo y Nacionalismo

Los movimientos nacionalistas periféricos (Cataluña y País Vasco) surgieron como respuesta a la centralización política y uniformidad cultural de la Restauración. Reivindicaban autonomía (nacionalismo catalán) e independencia (nacionalismo vasco). Inicialmente apoyados por clases medias y populares, las burguesías dirigentes periféricas los utilizaron para obtener ventajas económicas.

  • Catalanismo: Movimiento autonomista y democrático.
  • Nacionalismo Vasco.

Los regionalismos andaluz, gallego y valenciano fueron más débiles.

La Crisis del 98

Las consecuencias de la crisis del 98 fueron ideológicas, económicas y políticas:

  • Ideológicas:
    • Exaltación del sentimiento nacionalista (Generación del 98: Ramiro de Maeztu, Miguel de Unamuno).
    • Regeneracionismo (Joaquín Costa).
    • Antiamericanismo.
  • Económicas:
    • Pérdida de materias primas baratas (azúcar, tabaco).
    • Proteccionismo económico.
  • Políticas:
    • Nuevos líderes de los partidos dinásticos (Antonio Maura, José Canalejas) asumieron propuestas regeneracionistas.
    • Pérdida de peso internacional de España.
    • Desgaste de la imagen del ejército.
    • Inicio del colonialismo en el norte de África.

Fases del Proceso Desamortizador

  • Desamortización de Mendizábal (1836): Afectó a los bienes del clero regular. Se cerraron conventos y se nacionalizaron sus propiedades, vendiéndose en pública subasta.
  • Desamortización de Espartero (1841): Afectó a los bienes del clero secular.
  • Desamortización de Madoz (1854): Afectó a las propiedades restantes de la Iglesia y a los bienes de propios y comunales. La recaudación fue superior a la de Mendizábal.

Consecuencias de la Desamortización

  • Disminución de la deuda del Estado.
  • Las tierras pasaron mayoritariamente a manos de la oligarquía.
  • La agricultura siguió siendo tradicional, sin innovaciones significativas.
  • Leve crecimiento de la producción agraria por aumento de la superficie cultivada.

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