Construcción y Consolidación del Estado Liberal en España (1833-1874)
Durante esta época, España pasa del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea, ya que se establecen sistemas constitucionales y parlamentarios que reconocen las libertades y la soberanía nacional. Además, se implanta el sistema económico capitalista y la sociedad de clases, con el protagonismo de la burguesía también en la cultura.
La Regencia de María Cristina (1833-1840)
Tras la Guerra de Independencia, Fernando VII reinstaura el absolutismo, hasta que el general Riego, durante el Trienio Liberal, impone la Constitución de 1812. Tres años más tarde, en 1823, el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, ayudado por los absolutistas europeos de la Santa Alianza, devuelve el poder absoluto a Fernando VII.
La Regencia de Urgel se instaura durante el Trienio Liberal como gobierno alternativo, ya que considera que Fernando VII está preso de los liberales. Durante la Década Ominosa, los ultrarrealistas se organizan en torno a Carlos María Isidro en contra de Fernando VII. Estos quieren que sea el hermano el sucesor en vez de la hija de Fernando VII, y para ello siguen la Ley Sálica, de tradición borbónica y francesa, rechazando la Pragmática Sanción que permitía a las mujeres reinar. Ante esto, Fernando VII aparta a los absolutistas, como Calomarde, y se rodea de liberales, como Cea Bermúdez.
Como Isabel II era menor de edad, su madre, María Cristina, asume la regencia. Desde el comienzo tuvo que hacer frente a los carlistas, que, debido a la división entre los liberales, se hicieron más fuertes. El apoyo carlista provino principalmente del campesinado y el clero del País Vasco y Navarra, mientras que exteriormente sólo tuvieron apoyo moral de los absolutistas europeos. Tras el Convenio de Vergara de 1839, se firma la paz, consiguiendo los carlistas el respeto al régimen foral vasco-navarro.
Los liberales moderados llegan al poder anteponiendo la economía y la monarquía. Javier de Burgos realiza una división provincial en 1833. Martínez de la Rosa promulga en 1834 el Estatuto Real, una carta otorgada donde no se regulan los poderes, no se recogen derechos individuales y las Cortes no son representativas de la soberanía nacional.
Debido a la guerra y al descontento progresista, se produce en 1836 el pronunciamiento militar en La Granja, donde la regente restablece la Constitución de 1812 y da el poder a los progresistas. Mendizábal lleva a cabo la desamortización de los terrenos eclesiásticos. Se redacta una nueva constitución en 1837, adaptada a los tiempos y que recoge un consenso entre moderados y progresistas, ya que los carlistas estaban a las puertas de Madrid. La Constitución es breve, bicameral, con soberanía nacional y derechos individuales. Destacan la autonomía de los ayuntamientos respecto al poder central y la Milicia Nacional, ambas características de los progresistas.
Debido a una ley contraria a la autonomía municipal, el general progresista Espartero asume la regencia en 1840, que terminará con el pronunciamiento del general moderado Narváez.
La Década Moderada (1844-1854)
En esta época, Isabel II toma el poder y se rodea de la Corte de los Milagros, donde sus consejeros políticos son religiosos. Los moderados, tras el golpe de Narváez, se hacen con el poder, poniendo el énfasis en el orden y el control. Así, suprimen la Milicia Nacional y crean la Guardia Civil, eliminan el carácter electivo de los alcaldes, que pasan a ser nombrados por el gobierno, y controlan la prensa.
La Constitución de 1845 sustituye la soberanía nacional por la soberanía compartida, limita el poder de las Cortes y amplía las prerrogativas del rey. El Concordato de 1851 declara, siguiendo la Constitución, que España es un estado confesional. El Estado defiende la religión católica e introduce la religión en la enseñanza. Los bienes desamortizados se quedan en manos de los nuevos propietarios, y el Estado tiene derecho de presentar obispos. El orden público se equipara al orden religioso.
La organización de la administración tuvo como objetivo el control mediante un código civil defensor de la propiedad privada, unos gobernadores civiles que concentraban el poder central con el local y una educación organizada por Moyano. Entre 1846 y 1849 se produce la Segunda Guerra Carlista, cuyo escenario será Cataluña.
El Bienio Progresista (1854-1856)
Debido a la corrupción, se produce el pronunciamiento de Vicálvaro de los generales O’Donnell y Serrano, y con el Manifiesto del Manzanares el pueblo protagoniza un movimiento progresista. Ante esta situación, Isabel II da el poder al general progresista Espartero.
Las reformas fueron encaminadas a un liberalismo genuino. Se intenta redactar una nueva Constitución (que no llegó a ser promulgada), se establece la soberanía nacional, la Milicia Nacional, los alcaldes son elegidos por el pueblo y se quita poder a la corona. Económicamente, se lleva a cabo una nueva desamortización (Madoz), se intenta atraer capitales extranjeros (Ley de Ferrocarriles), se fomenta la actividad bancaria y se crea el Banco de España en 1856.
Debido a la libertad de expresión, nuevas corrientes políticas toman protagonismo. A la izquierda del progresismo estaban los demócratas y los republicanos, y dentro de esta última corriente se encontraban el socialismo y el federalismo. En Cataluña adquiere importancia el movimiento obrero. La inseguridad y la conflictividad aumentaron.
La Unión Liberal y el Moderantismo (1856-1868)
El general moderado O’Donnell da un golpe de estado, asumiendo el gobierno con su nuevo partido, la Unión Liberal, para restablecer el orden público. Suprimió la Milicia Nacional y reorganizó los ayuntamientos. Se produce una expansión económica y se intenta reconstruir un imperio colonial en Marruecos. Durante este periodo de políticas moderadas, Narváez toma el poder varias veces.
El final de esta etapa se debe a la crisis económica de 1866 y al descrédito de Isabel II, hecho que provocará que la burguesía, que la había apoyado desde 1833, le retire su apoyo. El general Prim, con gran prestigio por la guerra de Marruecos, organiza una sublevación en el cuartel de San Gil y, más tarde, pacta en Ostende una alianza con el partido demócrata. En septiembre de 1868 se produce la sublevación que provoca la caída de Isabel II.
La Economía en la España Liberal
Las Desamortizaciones
Los objetivos de las desamortizaciones eran poner las tierras de las llamadas manos muertas a la venta para sanear la Hacienda pública, cercenar el poder a la Iglesia y crear un grupo de medianos propietarios. Los medios fueron abolir los señoríos, quitar las tierras al clero y los municipios y, por último, vender estas tierras. Hubo varios procesos: el de Godoy, las Cortes de Cádiz, el Trienio Liberal, pero las más importantes fueron las de Mendizábal en 1836, sobre los bienes eclesiásticos, y la de Madoz en 1855, sobre los municipales.
Las consecuencias fueron negativas para el campesinado, ya que empeoró su situación, pero aparece un proletariado agrícola y una burguesía terrateniente, al mismo tiempo que aumenta la producción agraria. También se consolidan los latifundios y minifundios, con lo que la situación de la agricultura española seguía teniendo problemas de base.
La Industrialización
La industria pionera es la textil catalana, que introduce innovaciones como la máquina de vapor o la organización en fábricas. Así, los catalanes, para proteger sus productos, se alían con el estado liberal español y sus políticas proteccionistas. La siderurgia comienza en Marbella, pasa a Asturias, con el carbón vegetal, y tendrá su explosión en Vizcaya debido al carbón mineral, a las innovaciones de los altos hornos y al sistema Bessemer. El ferrocarril comienza en La Habana (Cuba) para transportar el azúcar, y en 1855 se promulga una ley para impulsarlo en la península, que será mal visto por los proteccionistas catalanes.
Las Políticas Económicas
Los avances, tanto en agricultura como en industria, se producen con gobiernos progresistas. Así, se eliminan las aduanas interiores con el objetivo de crear un mercado nacional, se acaba con los privilegios de los gremios y la Ley de Ferrocarril de 1855 intenta conseguir capitales extranjeros utilizando el librecambismo.
El Sexenio Democrático (1868-1874)
En septiembre de 1868, los generales Topete, Prim y Serrano se pronuncian en Cádiz en contra de la ineficacia de Isabel II, que toma el camino del exilio. Este pronunciamiento será distinto debido al apoyo popular interclasista que recibió, al estilo de la Europa de 1848.
La Constitución de 1869 fue realizada por unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal masculino. Recogía la soberanía nacional, la división de poderes, la libertad de culto y el derecho de asociación. España era una monarquía democrática y el poder ejecutivo tenía responsabilidad política.
Serrano asume la regencia y Prim el gobierno hasta que Amadeo de Saboya, en 1870, acepta el trono de España con el consentimiento de las potencias europeas. Sin embargo, su principal valedor, Prim, es asesinado y comienzan a evidenciarse los problemas: insurrección cubana con Céspedes, republicanismo federalista, agitaciones obreras, carlismo y el partido Alfonsino. Amadeo, debido a su aislamiento y al ser visto como un advenedizo y sacrílego, abdica en 1873, proclamándose la I República.
En 1873 se establece la República Unitaria con Figueras como presidente. Después se establece la República Democrática Federal, con más base social y con el catalán Pi i Margall de presidente. Aquí aparecen conflictos: los transigentes, mayoritarios, encabezados por Pi i Margall, que dan importancia al orden y que pretenden organizar el poder desde arriba, y los intransigentes, que defendían la construcción del poder democrático desde abajo.
Intentan redactar una nueva constitución, rechazando las ideas de los intransigentes, que abandonan las Cortes y apoyan la revolución cantonal, que empieza en Cartagena. Esta no fue secesionista y fue una revolución regionalista (lo local frente a lo centralizado), fue también política (la democracia frente al autoritarismo) y social (las masas trabajadoras frente a la burguesía propietaria). Pi i Margall, ante la revolución, dimite y se establece una nueva república unitaria queriendo restablecer el orden. El intento de giro a la izquierda de Castelar es interrumpido por el pronunciamiento militar de Pavía en 1874.
Sociedad y Cultura en la España del Siglo XIX
Esta época está protagonizada por una burguesía aristocratizada, que tiene valores nobiliarios. También destacan los espadones, que son la élite del ejército. La cultura entonces sigue teniendo mucho que ver con la tradición, pero aparecen novedades liberales: se seculariza la cultura (independencia respecto a la religión), la Ley Moyano de 1857 establece un sistema educativo mediante el cual se pretende conseguir una conciencia nacional, inspirada por la ideología del Romanticismo.