España en el siglo XIX: Guerras, Reformas y Cambios de Régimen


La Guerra de la Independencia Española (1808-1814)

Las Tres Fases de la Guerra

  • Hasta finales de 1808: Comenzó con el levantamiento del 2 de mayo en Madrid. Los franceses sitiaron Zaragoza y Gerona, pero fueron derrotados en Bailén.
  • De finales de 1808 a 1812: Se caracterizó por el dominio francés. En 1810, los franceses conquistaron Andalucía y la Junta Central se trasladó a Cádiz.
  • De 1812 a 1814: Coincidió con el declive de Napoleón en Europa. Los españoles derrotaron a los franceses en los Arapiles. En abril de 1813 se firmó un armisticio, aunque los franceses no abandonaron el país hasta 1814.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La Guerra de la Independencia tuvo importantes consecuencias políticas. Se organizó la Junta Central Suprema para crear un gobierno único. Esta Junta convocó a Cortes que se reunieron en Cádiz, ciudad que no fue ocupada por los franceses. La mayoría de los diputados eran liberales; una minoría, los serviles, deseaban el regreso de Fernando VII y el mantenimiento del Antiguo Régimen. Las Cortes elaboraron la Constitución de 1812, un documento que reflejaba los principios del liberalismo político: reconocía la soberanía nacional, la división de poderes y establecía una completa declaración de derechos. Era una constitución muy avanzada para su época. Aprobada el 19 de marzo (día de San José), también se la conoce como «La Pepa». Además, las Cortes de Cádiz aprobaron numerosas reformas que pusieron fin al Antiguo Régimen.

El siglo XIX: De la Restauración Absolutista a la Primera República

La Restauración del Absolutismo (1814-1820)

En marzo de 1814, Fernando VII volvió a España. El rey derogó la Constitución de 1812 y las reformas aprobadas durante la guerra, restaurando los privilegios del clero y la nobleza. Fernando VII gobernó de forma absolutista durante seis años (1814-1820). Los liberales fueron perseguidos, aunque intentaron restaurar el liberalismo mediante pronunciamientos (sublevaciones militares para cambiar el sistema político), pero fracasaron.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, triunfó un pronunciamiento liberal dirigido por el coronel Rafael del Riego, quien proclamó la Constitución de 1812 en las Cabezas de San Juan. El rey tuvo que jurar la Constitución, liberar a los presos políticos y convocar elecciones para reunir las Cortes. Entre 1820 y 1823, los liberales formaron la Milicia Nacional para defender el régimen liberal. En 1823, la Santa Alianza envió tropas a España (los «Cien Mil Hijos de San Luis») que restituyeron a Fernando VII en el poder.

El Fin del Absolutismo y el Inicio de la Guerra Carlista (1823-1840)

El regreso al poder de Fernando VII coincidió con una grave crisis interna. El rey intentó modernizar el gobierno mediante la creación de un Consejo de Ministros. Los liberales realizaron varios pronunciamientos. A esto se unió el problema dinástico: Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que anulaba la Ley Sálica (que impedía el reinado de mujeres). La sucesión al trono provocó la Primera Guerra Carlista, un enfrentamiento entre los liberales (que apoyaban a Isabel II) y los carlistas (defensores del absolutismo). La guerra duró siete años y terminó con la victoria de los isabelinos, tras el Abrazo de Vergara.

El Triunfo del Liberalismo (1833-1844)

Tras la muerte de Fernando VII, se sucedieron varias regencias. La primera regente fue María Cristina. Para mantenerse en el poder, se alió con los liberales, divididos en dos grupos: los moderados (partidarios de reforzar la posición del rey y aplicar reformas limitadas) y los progresistas (defensores de reformas profundas). María Cristina concedió el poder a los moderados y, posteriormente, a los progresistas, quienes llevaron a cabo la desamortización (incautación y venta por el Estado de bienes de otras instituciones) y promulgaron la Constitución de 1837. Finalmente, Isabel II fue nombrada reina.

La Década Moderada (1844-1854)

El general Narváez fue la figura dominante, presidiendo varios gobiernos. En 1845 se aprobó una nueva Constitución. El Estado se organizó de forma centralizada. Los nuevos Códigos Civil y Penal igualaron las leyes en todos los territorios. Los progresistas se escindieron en el Partido Demócrata (que exigía el sufragio universal) y los republicanos. En 1854, el pronunciamiento de Vicalvaro, dirigido por Leopoldo O’Donnell, puso fin a esta etapa.

El Bienio Progresista (1854-1856) y la Unión Liberal

El poder pasó a los progresistas, liderados por Espartero y apoyados por la Unión Liberal (un partido de centro que integraba a moderados y progresistas moderados). El nuevo gobierno puso en marcha un nuevo proceso de desamortización y aprobó la Ley de Ferrocarriles. En 1866, el reinado de Isabel II entró en una grave crisis.

La Crisis Final del Reinado de Isabel II

Los últimos años del reinado de Isabel II se caracterizaron por una grave crisis: revueltas en el campo y las ciudades causadas por problemas económicos, y una creciente impopularidad de la reina. En 1866, progresistas, demócratas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende, acordando la expulsión de los Borbones. Posteriormente, se unió la Unión Liberal.

La Revolución de 1868 y la Monarquía de Amadeo I

En 1868, se produjo un pronunciamiento para deponer a Isabel II, liderado por Serrano y Prim. Se crearon juntas revolucionarias para controlar las provincias y las ciudades. La revolución triunfó y la reina abandonó España. Se constituyó un gobierno provisional presidido por Serrano, que convocó Cortes Constituyentes. Las Cortes aprobaron la Constitución de 1869. El general Prim se encargó de encontrar un nuevo rey: Amadeo I de Saboya. Sin embargo, Prim fue asesinado en Madrid. Amadeo I fue un rey demócrata y moderno, pero su reinado estuvo marcado por una insurrección en Cuba y una nueva guerra carlista, lo que llevó a su abdicación.

La Primera República Española

Las Cortes proclamaron la Primera República Española, la primera vez que se instauraba un régimen republicano en España. La mayoría de los grupos políticos eran monárquicos y los republicanos estaban divididos entre federalistas y unitarios. Esto provocó el estallido del movimiento cantonalista. La República tuvo que enfrentarse a la Tercera Guerra Carlista y a la guerra en Cuba. El general Pavía dio un golpe de estado y disolvió las Cortes en enero de 1874. El general Serrano presidió el gobierno, manteniendo las formas republicanas, hasta que un nuevo golpe de estado en diciembre de 1874 restauró la dinastía de los Borbones.

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