Regencia de María Cristina
Introducción: La mayor parte de la población obedeció al régimen liberal implantado por la propia reina regente. El golpe de estado de 1832 no es más que un acto de las revoluciones liberales que se dieron en toda Europa (Francia, Bélgica, Italia, Grecia y Polonia). El liberalismo triunfó en el oeste de Europa, pero fracasó en el centro y en el este. Sus ideas pertenecen a la escuela romántica, rechazando el puro racionalismo y el radicalismo de la Revolución Francesa. Alrededor de Don Carlos se agruparon las fuerzas más partidarias del Antiguo Régimen, los defensores de la tradición opuestos al liberalismo. Finalmente, para salvar el trono de su hijo, María Cristina tuvo que apoyarse en los liberales. El liberalismo del siglo XIX era minoritario y selecto, y proclamaba la constitución como ley fundamental. La élite gobernante estaba formada por intelectuales, hombres de estado y militares.
Primera Guerra Carlista
Regencia
La muerte de Fernando VII y la proclamación de su hija Isabel II bajo la regencia de la viuda María Cristina trajo como consecuencia el estallido de la guerra civil. María Cristina se puso del lado de su hija Isabel II, pero Don Carlos no se resignó a perder su herencia y se lanzó con sus ejércitos al campo. Fue una guerra larga, de siete años, violenta, cruel y sangrienta. Los carlistas se alzaron en tres puntos: vasco-navarro, catalán y aragonés-levantino. Los carlistas dominaron las zonas rurales, por el contrario, los isabelinos dominaron las zonas urbanas. Estos, aunque eran pocos, poseían fuerza y eran muy influyentes; figuraban entre sus filas hombres de negocios, intelectuales y profesionales, casi toda la nobleza y la mayoría del ejército. También contaron con ayuda exterior de Francia, Inglaterra y Portugal. Por el contrario, Don Carlos no contó con ayuda exterior. Los carlistas eran numerosos, pero no disponían de medios. El general Zumalacárregui solo podía disponer de un cañón antiguo y también le faltaban cuadros dirigentes, lo que hizo que al final la guerra se decantara a favor de los partidarios de Isabel II. Zumalacárregui dominó Bilbao y, acorralado por las tropas isabelinas, murió en el asalto. Una segunda fase de la guerra llegó hasta Málaga, y en otra dirección, Don Carlos llegó hasta las puertas de Madrid, pero solo fueron aventuras y cabalgadas. Finalmente, en 1839, el general Maroto (carlista) se rindió en Vergara ante las tropas del general Espartero, y Don Carlos tuvo que marcharse por la frontera francesa. Más tarde cayeron Cataluña y el Maestrazgo hasta que fue vencido el general Cabrera. Con ello terminaba la guerra civil con el triunfo de Isabel II.
Reinado de Fernando VII
Fernando VII regresó en 1814 encontrando una serie de apoyos en personas de ideología conservadora para imponerse como monarca absoluto. El general Elío puso a su disposición un gran ejército y un grupo de diputados le dirigió el llamado Manifiesto de los Persas, indicándole que debería restablecer el Antiguo Régimen, mientras el pueblo le aclamaba como el rey deseado. De inmediato se produjo un auténtico golpe de estado que fue el Real Decreto de 4 de mayo de 1814, en el cual el rey declaraba: “nulos y de ningún valor ni efecto ahora ni en ningún tiempo, la constitución y los decretos emanados de las Cortes de Cádiz”. El primer periodo del reinado se caracterizó por la radicalización del absolutismo, se restauraron las viejas instituciones, se restableció el Tribunal de la Santa Inquisición y se recompuso la sociedad estamental. La oposición liberal fue perseguida y tuvo que luchar utilizando otros caminos como la conspiración y el pronunciamiento. Esto último fue el caso que protagonizaron Mina, Porlier y Lacy. Pronunciamientos que fracasaron hasta que en el año 1820 triunfó el levantamiento del general Rafael de Riego, que sirvió para que el monarca jurase la constitución.
Trienio Liberal
Proclamado en teoría en las Cortes de Cádiz, iba a ser ensayado en la vida pública. Sus partidarios lo recibieron con manifestaciones de júbilo y la mayoría de los españoles pensaron que estos gobernantes iban a actuar con acierto, pero pronto se dieron cuenta de que sus máximas teóricas eran impracticables en la vida práctica. Los propios liberales se dividieron: por un lado, los ideólogos de las Cortes de Cádiz y, por otro, la nueva generación de hombres románticos y fogosos que eran mucho más extremistas en sus ideas. Los dos primeros partidos políticos fueron:
- Doceañistas o moderados.
- Veinteañistas o exaltados.
Los primeros estaban dispuestos a pactar con la corona y hacer la reforma; los segundos, radicales, estaban dispuestos a liquidar el Antiguo Régimen. En las sociedades secretas se produjo un caso similar: los moderados o masones y los exaltados o comuneros. Al principio, los moderados, con más prestigio, se hicieron con el poder; al final, los exaltados consiguieron su objetivo. Mientras tanto, la anarquía aumentaba y la administración caía, llegando el estado a tener un déficit de cientos de millones de reales. La insurrección se hizo patente en agosto de 1822. Se constituyó por los absolutistas la Regencia de Urgel. Comenzó una guerra civil cruel entre el gobierno constitucional y los sublevados realistas. Fue la primera guerra civil que hubo en España. Al final, la Regencia de Urgel fue derrotada, pero las guerrillas continuaron. Finalmente, en el Congreso de Verona, las potencias de la Santa Alianza mandaron un ejército de 65,000 hombres, los Cien Mil Hijos de San Luis, que entraron en España por los Pirineos y restablecieron en el poder absoluto a Fernando VII.