Transformaciones sociales. Crecimiento demográfico. De la sociedad estamental a la sociedad de clases. Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España.
La evolución social de España del XIX estará marcada por el paso de una sociedad estamental, propia del Antiguo Régimen, a una sociedad de clases en el que la división dejará de venir marcada por el nacimiento y pasará a estar determinado por el nivel de renta (clases altas, medias y bajas) o bien por el papel en el proceso productivo (burguesía industrial, clase obrera).
Unido a esta evolución, y ligada a los cambios políticos y económicos, se producirá el arranque del movimiento obrero.
Crecimiento demográfico en el Siglo XIX.
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La población española creció de manera continuada durante el siglo XIX debido a la disminución de la mortalidad debido a la mejora de la alimentación y a los escasos avances médicos. Sin embargo, el crecimiento demográfico español fue uno de los más bajos del continente ya que hasta principios del siglo XX mantuvo el ciclo demográfico antiguo caracterizado por una alta natalidad y una alta mortalidad. Como la mayor parte de la sociedad española dependía de la agricultura, una mala cosecha era suficiente para provocar el hambre, la desnutrición y el aumento del número de muertes. Debido a la falta de higiene, las epidemias fueron frecuentes. La población española pasará de los algo más de 11 millones de habitantes en 1800 a superar los 18 millones en 1900. Cabría significar también el progresivo aumento de los movimientos migratorios, tanto nacionales del campo a la ciudad en busca de las áreas más atractivas laboralmente hablando (Cataluña y País Vasco), como internacionales hacia lugares de ultramar a los que fundamentalmente emigra población gallega buscando sobreponerse a la crisis agraria de fin de siglo.
Por último, hay que decir que, a lo largo del siglo XIX aumentó el crecimiento demográfico de la periferia de España en detrimento de la España interior que, a excepción de Madrid, estuvo muy limitado debido a la migración interior hacía los núcleos urbanos e industriales. Debido a este crecimiento de algunas ciudades, obligó a destruir las murallas medievales y a realizar planes de reforma urbana. Surge ahora un nuevo tipo de construcción, con edificios más altos, distribuidos en viviendas de diferentes categorías. A pesar de esto, a principios del siglo XX, la mayoría de la población española era rural (aprox. 70%).
Las transformaciones sociales. De la sociedad estamental a la sociedad de clases.
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A lo largo del siglo XIX, la vieja sociedad estamental desapareció y fue surgiendo paulatinamente la “sociedad de clases”. Los gobiernos liberales garantizaron la libertad y la igualdad de todos los individuos ante la ley, acabando así con los antiguos privilegios estamentales propios del Antiguo Régimen. Es una sociedad dinámica y abierta, aunque en la práctica se aumentaron las desigualdades entre un número reducido de ricos (nobleza y burguesía) y un gran número de pobres que trabajaran por un salario reducido (artesanos, proletariado, jornaleros…). Los principales grupos sociales fueron:
Las Clases Altas:
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- Alta nobleza: con grandes propiedades agrarias e influencia política. Aunque a finales del siglo XIX va a perder parte de su poder económico e influencia política debido al auge de la industria y a la influencia política y económica de la burguesía. Debido a esto la nobleza va a empezar a invertir en industria e incluso se emparentó con burgueses adinerados.
- La Burguesía: ligada a los negocios, el comercio y la banca. Este grupo se enriqueció notablemente durante el siglo XIX. Una vez conseguido el poder económico, los burgueses van a buscar la influencia política. (Van a querer emparentarse con los miembros de la alta nobleza).
Dentro de estos grupos están también:
- El alto clero: sigue ocupando una notable posición y es el principal controlador de las instituciones de enseñanza.
- Los altos mandos del ejército: está muy presente en la vida política del país, constituyendo buena prueba de ello nombres como Riego, Espartero o Prim, entre otros.
La clase dirigente de la sociedad del siglo XIX será una unión entre la alta nobleza y la burguesía. La burguesía aporta dinero e innovación y la nobleza prestigio social y político. Ambas clases constituían una nueva oligarquía que ocupará los cargos del poder político.
Las clases medias
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Un grupo en crecimiento, pero aún con poco peso demográfico en el siglo XIX.
La frontera social de este grupo era imprecisa, abarcaba una gran variedad de situaciones entre la aristocracia por arriba y el pueblo por abajo. El proletariado lo veía como «clase explotadora» asimilada a la burguesía, mientras que era despreciado por las clases altas. Había una clase media rural y otra urbana.
- La clase media rural estaba formada por labradores propietarios medianos, no terratenientes.
- La clase media urbana, más numerosa e influyente, la integraban comerciantes, dueños de talleres, funcionarios, profesionales liberales (abogados, médicos, etc.), profesores, periodistas, clero o rentistas.
Constituyeron un grupo muy influyente del país durante el siglo XIX, porque formaban la administración tanto local como estatal y en gran medida controlaban los servicios básicos y la actividad productiva. Fue un grupo con gran compromiso político; su papel fue esencial en la construcción del Estado liberal y en la evolución política y socioeconómica.
Las clases bajas.
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Las clases bajas constituían el resto de la población, la que no formaba parte de las clases altas y medias.
- Los trabajadores agrícolas: constituyen el grupo social más numeroso y heterogéneo del país, puesto que distinguimos diferentes condiciones en función de su relación con la tierra. Encontraremos así pequeños propietarios, aparceros, arrendatarios y fundamentalmente jornaleros empleados en los latifundios tanto de la mitad meridional como de Andalucía occidental. En líneas generales los procesos desamortizadores no solo no facilitaron su acceso a la propiedad de la tierra, sino que les privaron del cultivo de parcelas de propiedad eclesiástica y/o comunal, lo cual explica su oposición al régimen liberal y, en algunos casos, su sintonía con el carlismo.
- Los trabajadores urbanos: aumentarán a pesar de la escasa e irregular industrialización española, pudiendo reconocer entre los mismos básicamente a trabajadores de arraigada cultura gremial (zapateros, sastres…), empleados del servicio doméstico (fundamentalmente mujeres) y trabajadores relacionados con el comercio (dependientes, repartidores, transportistas). A estos se irán sumando a lo largo del XIX obreros fabriles (localizados sobre todo en Cataluña y País Vasco), ferroviarios e inmigrantes poco cualificados procedentes del campo. Antiguos y nuevos trabajadores compartirán problemas tales como la inseguridad laboral, la inexistencia de cobertura sanitaria, la ausencia de seguros que cubran estadios de enfermedad y/o vejez, las extensas jornadas laborales (por encima de 10 horas) y la difícil adaptación a la maquinización.
La mujer en la sociedad de clases: van a quedar al margen de los avances liberales y van a permanecer excluidas de derechos políticos y jurídicos, con escasas posibilidades de acceder a la educación (87% analfabetismo femenino) y totalmente sujetas a la autoridad de padres, esposos o hermanos. Según la ley, no podían realizar compraventas ni trabajar fuera del hogar sin el permiso de sus maridos. Las mujeres burguesas pasaban la vida “recluidas” en sus hogares. Las mujeres de las clases pobres si solían trabajar, por la necesidad económica, en talleres industriales y en las casas de la burguesía como empleadas del servicio doméstico…
Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España.
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La mayor parte de la clase obrera mantuvo una actitud pasiva durante buena parte del siglo XIX. A pesar de las duras condiciones de vida y de trabajo, no fue hasta 1868 cuando surgió una toma de conciencia que dio inicio al movimiento organizado de las clases trabajadoras. Antes de ese año, hubo acciones espontáneas y poco organizadas.
El movimiento obrero en España pasó por tres etapas separadas por el Sexenio Democrático.
- Hasta 1868, se desarrolló en pocas zonas y tuvo escasa repercusión, en medida por la reducida industrialización del país, destacaron algunas protestas ludistas como la de Bonaplata en Barcelona (años ´30) o la aparición de las sociedades de socorros mutuos.
- Durante el Sexenio (1868-74): constatamos ya el decidido intento por mejorar las condiciones de vida-trabajo y en algunos casos de fomentar la revolución política y el cambio social. Para ello se optará tanto por la acción directa, más propia de anarquistas, como por la acción política, más característica de los marxistas. El mayor carácter rural del país será clave para el notable calado de un anarquismo que a España llega de la mano de Fanelli y que dará líderes estrictamente nacionales como el tipógrafo Anselmo Lorenzo. Asimismo, destaca la aparición de grupos como la Federación Regional Española (FRE), sección española de la AIT indiferente al juego político que calará especialmente entre los obreros industriales levantinos y los jornaleros andaluces.
- Después del Sexenio: Durante la Restauración, junto al anarquismo se desarrollaron las organizaciones obreras socialistas.
–Las organizaciones socialistas: En 1872, Paul Lafargue, yerno de Marx, viajó a Madrid, donde contactó con el grupo de internacionalistas que vivía en esta ciudad y formó a un grupo de tipógrafos madrileños a cuya cabeza estaba Pablo Iglesias. La formación de un núcleo socialista en 1872 en Madrid fue el origen del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado en 1879 por Pablo Iglesias. De la misma manera, la Unión General de Trabajadores (UGT), una organización sindical de orientación socialista, se creó en 1888, gracias a la libertad sindical que permitió la Ley de Asociaciones del año anterior. La meta del PSOE era, como consta en su programa fundacional, la transformación revolucionaria de la sociedad mediante la conquista del poder por la clase trabajadora y la conversión de la propiedad privada en social, entregada a colectividades de obreros que la explotarían en beneficio del interés común. Este planteamiento se oponía a los partidos «burgueses », lo que les alejó durante décadas de los republicanos. El crecimiento del socialismo fue muy lento, y a fines de siglo solo estaba bien implantado en Madrid, Vizcaya y Asturias
–Las organizaciones anarquistas. Mayor éxito tuvo la difusión del ideario anarquista, con diversas corrientes y dos ámbitos geográficos de expansión: Cataluña, por su vinculación con el republicanismo federal, y Andalucía, donde el campesinado siguió la estela de la acción directa propia de un sector del anarquismo español. Al menos tres tendencias coexistieron en el anarquismo español de fin del siglo XIX:
- La corriente anarcosindicalista se centraba en la instrucción, la libertad de asociación, o las formas y tácticas organizativas de la lucha obrera (cajas de resistencia, federaciones de oficios, uso de la huelga).
- La corriente revolucionaria conspirativa o insurreccional, Defendía la propaganda por el hecho, es decir, la violencia terrorista. Partían del carácter espontáneo de una insurrección campesina y popular que destruyese el Estado.
- La corriente anarco-comunista o comunismo libertario, inspirada en Kropotkin. Partidaria de la propiedad social de los medios de producción .. Se resume en la fórmula «cada uno según su capacidad y a cada quien según sus necesidades.—-
–El sindicalismo católico: La encíclica del papa León XIII, Rerum Novarum (1891), inauguró la «doctrina social de la Iglesia» para hacer frente al avance de las doctrinas revolucionarias y ateas del socialismo y el anarquismo. Partía de la desigualdad social como hecho incontestable que no se podía eliminar. Pretendían paliar los efectos del paro, las huelgas o las duras condiciones de trabajo de los obreros mediante la relación paternalista del patrono que protegía a sus obreros.