El Siglo XVII en España: Los Austrias Menores y la Crisis
En este siglo continuaron reinando los Austrias en España. Frente a la hegemonía española en Europa durante el siglo XVI, el siglo XVII vio cómo esta fue reemplazada por la preponderancia francesa. El siglo XVII fue un periodo de crisis generalizada en Europa, aunque afectó en diversos grados a los distintos territorios. En Alemania y España, la crisis se sintió con mayor intensidad. En España, la crisis se manifestó en tres ámbitos principales: demográfico, económico y social.
A) Crisis Demográfica
La demografía se vio gravemente afectada por varios factores:
- Las continuas guerras.
- La expulsión de los moriscos (1609), especialmente perjudicial en tierras valencianas y aragonesas.
- Las recurrentes epidemias.
- La emigración a América.
En España se sufrieron tres grandes epidemias de peste bubónica durante este siglo. La primera afectó a casi toda la Península; la segunda se inició en Valencia y se extendió a Cataluña, Aragón y Andalucía; y la tercera se centró en territorios similares a la segunda.
B) Crisis Económica
Diversos factores explican la profunda crisis económica española:
- Las malas cosechas recurrentes.
- Los elevados costes de producción en la industria artesanal.
- La disminución de la llegada de oro y plata desde América.
- El constante aumento de los impuestos para sufragar los gastos militares.
Ante la escasez de metales preciosos, los monarcas recurrieron a la alteración de la moneda en circulación, disminuyendo la cantidad de metal precioso (plata) y aumentando la de cobre (vellón). Esto provocó una fuerte devaluación y agravó la situación económica y monetaria.
C) Crisis Social
La crisis también tuvo profundas repercusiones sociales:
- Las clases privilegiadas (nobleza y clero) reforzaron su posición y privilegios.
- No logró consolidarse una burguesía dinámica y emprendedora que impulsara el crecimiento económico.
- Las clases populares vieron empeorar drásticamente sus condiciones de vida, lo que llevó a un aumento de la mendicidad, la delincuencia y el bandolerismo.
Este difícil panorama social quedó reflejado en la pintura costumbrista del Siglo de Oro y en la literatura de la época, especialmente en la novela picaresca.
El Reinado de Felipe III (1598-1621)
Política Exterior: La Pax Hispanica
El reinado de Felipe III se caracterizó inicialmente por una política exterior más pacífica, buscando mantener la hegemonía europea por la vía diplomática más que por la fuerza militar. Esto se conoce como la Pax Hispanica.
- Se firmó la paz con Inglaterra (Tratado de Londres, 1604).
- Se acordó la Tregua de los Doce Años (1609-1621) con las Provincias Unidas (Holanda).
Sin embargo, este pacifismo se rompió con el estallido de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). España participó apoyando a sus parientes, los Austrias alemanes (católicos), frente a los príncipes protestantes. Aunque comenzó como un conflicto religioso y político dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, la intervención de potencias como Francia lo convirtió en una lucha por la hegemonía en Europa, principalmente entre los Habsburgo (Austrias) y Francia.
Política Interior: El Gobierno de los Validos y la Expulsión de los Moriscos
En política interior, el reinado de Felipe III inauguró el gobierno de los validos. El monarca delegó gran parte de sus tareas de gobierno en una persona de su máxima confianza.
- El principal valido fue el Duque de Lerma, quien acumuló un enorme poder e influencia.
- Posteriormente, fue sustituido por su hijo, el Duque de Uceda.
Un hecho trascendental fue la expulsión de los moriscos en 1609. Esta medida tuvo consecuencias demográficas y económicas muy negativas, especialmente para la agricultura en Valencia y Aragón, donde constituían una importante mano de obra, a menudo en tierras de señorío nobiliario.
El Reinado de Felipe IV (1621-1665): El Valimiento de Olivares y la Crisis de 1640
1. Política Interior: Centralismo y Revueltas
El reinado de Felipe IV estuvo marcado por una gravísima crisis interna, agravada por los persistentes problemas económicos y la política centralista de su valido, el Conde-Duque de Olivares. Olivares pretendía reforzar el poder real y una mayor cohesión entre los distintos reinos de la monarquía hispánica. Su proyecto de la Unión de Armas buscaba que todos los reinos contribuyeran con hombres y dinero al esfuerzo bélico de la Corona, rompiendo con la tradicional autonomía fiscal y militar de territorios como los de la Corona de Aragón. Esta política generó enormes tensiones y acabó provocando graves sublevaciones en la década de 1640, destacando las de Cataluña y Portugal, además de otros conflictos en Andalucía y Aragón.
a) La Sublevación de Cataluña (1640-1652)
Las Cortes catalanas se negaban a aceptar las exigencias fiscales y militares de Olivares. En 1635, al intensificarse la guerra contra Francia, el Conde-Duque decidió llevar el frente de guerra a Cataluña para forzar la colaboración catalana. La presencia de tropas reales y los abusos cometidos exacerbaron el descontento popular, que estalló violentamente en Barcelona el día del Corpus de Sangre (junio de 1640), con el asesinato del virrey, el Conde de Santa Coloma. Ante la ruptura con la monarquía, las autoridades catalanas (la Generalitat) buscaron el apoyo de Francia, y Luis XIII fue proclamado Conde de Barcelona. Sin embargo, la ocupación y los intereses franceses pronto provocaron el descontento de los propios catalanes. Esto, unido al agotamiento por la guerra, facilitó la recuperación de Barcelona y el resto de Cataluña por las tropas de Felipe IV en 1652. El rey optó por una política de clemencia, respetando en general los fueros catalanes anteriores a la revuelta.
b) La Sublevación de Portugal (1640-1668)
Aprovechando la crisis catalana, la nobleza portuguesa se rebeló contra la monarquía hispánica en diciembre de 1640, proclamando rey al Duque de Braganza como Juan IV. Portugal había formado parte de la Monarquía Hispánica desde 1580, pero el descontento por la política de Olivares y la sensación de abandono de sus intereses ultramarinos (especialmente frente a los holandeses) impulsaron la rebelión. El levantamiento contó con el apoyo intermitente de Francia, Holanda e Inglaterra, rivales de España. Tras una larga guerra (Guerra de Restauración portuguesa), España reconoció finalmente la independencia de Portugal en el Tratado de Lisboa (1668), ya bajo el reinado de Carlos II.
2. Política Exterior: La Pérdida de la Hegemonía
La política exterior de Felipe IV estuvo dominada por la reanudación de los conflictos y la lucha por mantener la hegemonía.
- Al expirar la Tregua de los Doce Años en 1621, se reanudó la guerra con las Provincias Unidas (Holanda). Este conflicto se integró en el marco más amplio de la Guerra de los Treinta Años.
- La participación española en la Guerra de los Treinta Años continuó, con éxitos iniciales pero crecientes dificultades, especialmente tras la entrada de Francia en la guerra (1635) apoyando al bando protestante.
- En 1643, año de la caída del Conde-Duque de Olivares, los hasta entonces invencibles tercios españoles sufrieron una dura derrota simbólica frente a los franceses en la Batalla de Rocroi.
- La guerra europea concluyó en gran medida con la Paz de Westfalia (1648). En ella, España reconoció oficialmente la independencia de las Provincias Unidas (Holanda).
- Sin embargo, España decidió continuar la guerra contra Francia. Este conflicto se prolongó hasta 1659, finalizando con la derrota española (Batalla de las Dunas, 1658) y la firma de la Paz de los Pirineos (1659).
Las consecuencias de la Paz de los Pirineos para España fueron significativas:
- La cesión a Francia de diversas plazas en los Países Bajos españoles (Artois) y, de forma más importante, los territorios catalanes al norte de los Pirineos: el Rosellón y gran parte de la Cerdaña.
- El matrimonio de la infanta María Teresa de Austria (hija de Felipe IV) con Luis XIV de Francia. Este enlace tendría consecuencias futuras, ya que uno de sus descendientes, Felipe de Anjou, sería designado heredero al trono español por Carlos II.
Estos tratados marcaron el fin de la hegemonía española en Europa y el ascenso de Francia como potencia dominante.
El Reinado de Carlos II (1665-1700): El Ocaso de los Austrias
Durante el reinado de Carlos II, el último Austria español, continuó la decadencia política de la monarquía, marcada por las continuas guerras con la Francia de Luis XIV y la debilidad del propio monarca. Sin embargo, paradójicamente, en las últimas décadas del siglo XVII se observaron ciertos signos de recuperación económica y demográfica en algunas regiones de España, especialmente en la periferia, sentando las bases para las reformas que emprenderían los Borbones en el siglo siguiente.
El Problema Sucesorio
La falta de descendencia directa de Carlos II convirtió la sucesión al trono español en el principal problema político del final de su reinado y en un asunto de interés internacional. Las distintas potencias europeas, principalmente Francia (con Luis XIV) y el Sacro Imperio Romano Germánico (con el emperador Leopoldo I), maniobraron para situar a sus candidatos en el trono español y, en ocasiones, plantearon el reparto de los territorios de la vasta Monarquía Hispánica.
Carlos II barajó principalmente tres candidatos con derechos dinásticos: Felipe de Borbón, Duque de Anjou (nieto de Luis XIV y María Teresa de Austria), el Archiduque Carlos de Habsburgo (hijo del emperador Leopoldo I) y José Fernando de Baviera (quien murió prematuramente). Finalmente, en su testamento de 1700, poco antes de morir, Carlos II designó como heredero universal a Felipe de Anjou, con la condición expresa de que las coronas de España y Francia nunca se uniesen en una misma persona. El rey intentaba así preservar la integridad territorial de la monarquía. Sin embargo, la decisión no fue aceptada por el bando austracista y las potencias rivales de Francia, lo que provocó el estallido de la Guerra de Sucesión Española (1701-1714) a la muerte del rey.
América en el Siglo XVII
Mientras la metrópoli atravesaba una profunda crisis, en las colonias americanas se producían importantes transformaciones, aunque también se reflejaban las dificultades de la monarquía.
Presencia de Otras Potencias
Aunque España continuaba su expansión y colonización en América Central y del Sur, otras potencias europeas comenzaron a desafiar el monopolio ibérico. Franceses, ingleses y holandeses se establecieron de forma permanente en islas del Caribe (Antillas) y en las costas de América del Norte, a menudo mediante la piratería, el contrabando y la ocupación directa de territorios.
Administración y Sociedad
La estructura política y administrativa de la América española, establecida en el siglo XVI (virreinatos, audiencias, Consejo de Indias, Casa de Contratación), se mantuvo en sus líneas generales. Socialmente, el siglo XVII vio la consolidación del fenómeno del mestizaje (mezcla de europeos, indígenas y africanos) y una lenta recuperación de la población indígena tras el colapso demográfico inicial. Continuó la emigración desde España, e incluso se permitió la llegada controlada de extranjeros súbditos del rey de España (como flamencos o italianos) por el Consejo de Indias. La necesidad de mano de obra, especialmente en plantaciones y minas, mantuvo la trágica importación de esclavos africanos.
Se consolidaron las grandes haciendas como unidades de producción agrícola y ganadera, donde el propietario (hacendado) ejercía una gran autoridad sobre los trabajadores, ya fueran peones, indígenas encomendados o esclavos. Paralelamente, continuaron existiendo las reducciones o misiones jesuíticas, poblados indígenas organizados por religiosos con el objetivo de evangelizar y proteger a los nativos, aunque también de controlar su trabajo.
Economía Americana
Económicamente, los primeros años del siglo XVII mantuvieron cierta prosperidad heredada del siglo anterior. Sin embargo, a partir de aproximadamente 1620, se observó una clara disminución en la llegada a Sevilla (y luego Cádiz) de metales preciosos (plata de Potosí y Zacatecas), así como de otros productos coloniales como azúcar o tintes. Las causas de este descenso son debatidas, pero incluyen:
- El posible agotamiento de algunas minas o el aumento de los costes de extracción.
- El aumento del consumo interno en las propias colonias americanas por parte de una creciente población criolla y mestiza.
- El desvío de una parte significativa de la plata hacia el comercio directo con Asia a través del Galeón de Manila.
- El creciente comercio de contrabando realizado por ingleses, franceses y holandeses, que eludía el monopolio español.