Consolidación del Estado Moderno y Hegemonía Española
Durante los siglos XVI y XVII, España consolidó el Estado Moderno y alcanzó la hegemonía política y cultural en Europa. Dominó un inmenso imperio europeo y cristiano, sustentado en una economía de subsistencia, una sociedad estamental y una monarquía absoluta. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVII, España perdió su posición hegemónica mundial, debilitada por las numerosas guerras contra las potencias europeas, principalmente motivadas por la defensa del catolicismo.
Desarrollo Cultural: Renacimiento, Barroco y Siglo de Oro
La hegemonía político-militar española fue acompañada de un gran desarrollo cultural, que se manifestó en:
- Renacimiento (siglo XVI): Destacó la Universidad de Alcalá, impulsada por el cardenal Cisneros, junto a numerosos humanistas como Luis Vives y Valdés, y artistas como el arquitecto Juan de Herrera, el escultor Juan de Juni y el pintor El Greco.
- Barroco (siglo XVII): Representado por artistas como el arquitecto Churriguera, el escultor Martínez Montañés y los pintores Murillo y Velázquez.
- Siglo de Oro literario: Florecieron la poesía (Garcilaso de la Vega, Quevedo), el teatro (Lope de Vega, Calderón de la Barca) y la novela, desde El Quijote de Miguel de Cervantes hasta la picaresca con El Lazarillo de Tormes.
Los Reyes Católicos: Bases del Imperio Español
Los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, a finales del siglo XV y principios del XVI, sentaron las bases del futuro imperio español y del Estado Moderno. Unieron los dos reinos más importantes de la península (Castilla y Aragón) bajo una sola monarquía. Aunque cada reino conservaba cierta independencia y sus propias Cortes, los Reyes Católicos impusieron su autoridad en todo el país, tanto a los estamentos privilegiados como al Tercer Estado. Se apoyaron en un ejército permanente, una administración civil y judicial (Consejos, Consejo Real, Corregidores, Virrey en Cataluña, Justicia Mayor en Aragón, Cuerpo Diplomático), un sistema fiscal y organismos como la Santa Hermandad y el Tribunal de la Inquisición. Este último aseguraba la uniformidad religiosa mediante el control ideológico.
Bajo el reinado de los Reyes Católicos se organizaron las bases del futuro imperio, que incluía toda la península ibérica, Nápoles, Rosellón, Cerdaña, la costa norteafricana (Melilla, Orán, Trípoli), las Islas Canarias y las Antillas, recién descubiertas por Colón. La conquista y colonización del continente americano se completaría durante el siglo XVI, ya bajo el reinado de los Austrias. El predominio europeo se aseguró mediante una hábil política de alianzas matrimoniales: con el Sacro Imperio Romano Germánico (Juana con Felipe, hijo de Maximiliano I), Inglaterra (Catalina con Enrique VIII) y Portugal (Isabel y María con Manuel I el Afortunado).
Los Austrias Mayores: Máxima Expansión del Imperio
Los primeros Austrias, Carlos I y Felipe II, sucesores de los Reyes Católicos, culminaron el siglo XVI transformando la monarquía autoritaria en una monarquía absoluta, donde el rey concentraba todo el poder y no se convocaban las Cortes. Durante sus reinados, la hegemonía española y su imperio alcanzaron su máxima expansión, incorporando nuevos territorios europeos, como Portugal, heredados por Carlos I en su condición de emperador desde 1519 (Nápoles, Sicilia, Cerdaña, Franco Condado, Luxemburgo). Además, se produjo el descubrimiento y la conquista del continente americano: el Imperio Azteca en México, las civilizaciones Mayas en América Central, el Imperio Inca en América del Sur (Perú, Ecuador, Bolivia, Amazonas, Chile), parte de América del Norte (Texas, California) y territorios en Asia (Filipinas).
Estos vastos territorios se organizaron en virreinatos, como Nueva España (Antillas y América Central) y Perú (América del Sur). La población indígena fue sometida mediante la encomienda (cada conquistador recibía un grupo de indígenas que debían pagarle tributos y trabajar para él) y la mita (trabajos forzosos aportados por cada comunidad indígena por sorteo). Esta explotación fue denunciada por Bartolomé de las Casas. El comercio colonial se centralizó en la Casa de Contratación de Sevilla. Sin embargo, los beneficios obtenidos no modificaron las estructuras económicas y sociales del país.
Los principales obstáculos que condujeron a la decadencia del imperio fueron la subordinación de España a la política imperial y la defensa a ultranza del catolicismo en Europa, lo que provocó costosas guerras que arruinaron al imperio. Durante el siglo XVI, los primeros Austrias se enfrentaron al poderío turco en el Mediterráneo y a Francia por el dominio de territorios europeos. Pero, sobre todo, se involucraron en las guerras de religión para defender el catolicismo frente al protestantismo, luchando contra los príncipes alemanes, los Países Bajos e Inglaterra (convertida al protestantismo con Isabel I).
Los Austrias Menores: Crisis y Declive del Imperio
Durante el siglo XVII, los Austrias menores, Felipe III, Felipe IV y Carlos II, reinaron sobre una Castilla exhausta y empobrecida por la pérdida demográfica, el colapso agrario, las epidemias y las guerras. Esto facilitó la bancarrota de la Hacienda y la miseria del pueblo, agravada aún más por los conflictos bélicos:
1. La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) enfrentó a España contra las potencias europeas. Se prolongaron las antiguas guerras de religión contra los protestantes y se luchó por la hegemonía en Europa. Los Habsburgo españoles y austriacos, católicos, combatieron contra la coalición protestante de las Provincias Unidas del Norte, Dinamarca, Suecia y Francia. Tras algunas victorias iniciales, los tercios españoles fueron derrotados. La Paz de Westfalia reconoció la independencia de las Provincias Unidas, y la Paz de los Pirineos se firmó con Francia.
2. Estallaron dos guerras civiles contra Cataluña y Portugal, propiciadas por el autoritarismo de Felipe IV y la deficiente integración de Cataluña y Aragón. Estos conflictos culminaron con la independencia de Portugal y la integración forzosa de Cataluña.
Finalmente, Carlos II murió sin descendencia, lo que desencadenó la Guerra de Sucesión, que puso fin a la dinastía de los Austrias en España y dio paso a los Borbones franceses.
Revueltas Populares durante el Reinado de los Austrias Mayores
La primera revuelta, en Castilla (1520-1522), fue una protesta, en ausencia del emperador, de hidalgos y clases medias urbanas (artesanos, burguesía y funcionarios), acompañados de campesinos antiseñoriales. Defendían la industria nacional, el respeto a las leyes del reino y una mayor participación política. Constituidos en gobierno del reino, ofrecieron la Corona a Juana, madre del rey. Carlos I los derrotó en Villalar con la ayuda de los grandes exportadores de lana y terratenientes. Los líderes comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecutados. La segunda revuelta, entre 1519 y 1521, se produjo en Aragón, principalmente en Valencia. Fue un levantamiento de artesanos, pequeña burguesía y campesinado contra la oligarquía ciudadana, la nobleza y el alto clero. Reivindicaban la democratización de los cargos públicos, la mejora de los arrendamientos agrarios y la protección del monarca frente a los abusos de los poderosos. Aprovechando la huida de las autoridades municipales por la peste y los ataques berberiscos, los agermanados controlaron Valencia. Finalmente, fueron derrotados y sus líderes, Llorens, Sorolla y Peris, ajusticiados.